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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

sábado, 15 de junio de 2019

EXEQUIAS de un/a religioso/a.

Exequias y difuntos
Ritual de Exequias. Extracto (2017)

EN LAS EXEQUIAS DE UN/A RELIGIOSO/A

Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero se pueden cambiar las siguientes oraciones:

1. Estación en la capilla ardiente

Si las exequias se celebran según la forma típica o, por lo menos, con dos es­taciones, en la primera estación, bien en la casa o en la capilla ardiente, puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:

A. En las exequias de un religioso laico.
Oremos.
Señor Jesucristo,
que quisiste que nuestro hermano N.,
fuera, en medio de tu pueblo,
signo y levadura del reino que ha de venir,
recuerda su ardiente deseo
de servirte con corazón indiviso
y colócalo ahora entre los servidores fieles
que esperaron velando la llegada de su Señor.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

B. En las exequias de una religiosa.
Oremos.
Te pedimos, Dios todopoderoso,
por tu hija N.,
que, en su entrega total a Jesucristo,
siguió la senda del amor perfecto;
haz que pueda ahora contemplar, llena de gozo,
la manifestación de tu gloria y disfrutar,
junto a sus hermanas que la precedieron,
de la eterna felicidad de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

2. Misa exequial

Monición introductoria
Hermanos: Nos reúne la muerte de N., que vivió en esta comunidad religiosa de N. con el deseo de seguir a Jesucristo por la senda de la caridad perfecta, siendo en la Iglesia una señal de los cielos nuevos y de la tierra nueva que Dios ha preparado para los que aman y se dedican a los hermanos.
En la paz y la confianza que brotan de la fe y del amor fraterno, celebremos la Eucaristía, anticipo y prenda de las bodas de Cristo con su Iglesia. Pidamos que, quien en la tierra se consagró al servicio divino y a la santificación de los hombres [en la vida contemplativa; en el campo sanitario, educativo], merezca alcanzar el premio prometido al que ha sabido esperar, vigilante y activo, al Señor (a la que ha sabido esperar al Esposo con la lámpara encendida).
[Al comenzar esta celebración, pidamos al Padre su misericordia para morir cada día al pecado y resucitar a la vida nueva.]

Oración colecta
A. En las exequias de un religioso laico.
Oremos.
Señor, tú que diste a nuestro hermano N.
la vocación de imitar, en este mundo,
la vida obediente, casta y pobre de Cristo,
a fin de que hiciera presente, ya en la tierra,
la vida del mundo futuro y, con su manera de vivir,
preanunciara la resurrección que esperamos,
no recuerdes sus infidelidades ni sus faltas,
sino ten solo presente la confianza que tuvo en ti
y sus generosos propósitos de entregarse a tu servicio;
y concédele, por encima de sus merecimientos,
aquel premio que prometiste
a quienes lo dejaran todo
para seguir a tu Hijo Jesucristo.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oremos.
Te pedimos, Dios todopoderoso,
por el alma de tu siervo N.,
que por amor a Cristo
siguió el camino de la caridad perfecta;
haz que se alegre en la venida de tu gloria
y goce con sus hermanos
de la felicidad eterna de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

B. En las exequias de una religiosa.
Oremos.
Señor Jesucristo, Esposo de la Iglesia,
que concediste a nuestra hermana N.,
mientras vivía en este mundo,
el don precioso de la virginidad,
escucha nuestras súplicas
y concede a tu sierva,
que, obediente a tu voz, ha dejado ya este mundo,
gozar en el festín de tus bodas eternas.
Tú, que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oremos.
Mira, Señor, con ojos de misericordia,
a tu sierva N.,
que acaba de salir de este mundo;
y, pues tuvo el ardiente deseo
de servirte con corazón indiviso,
colócala ahora en el coro de las vírgenes prudentes
que esperaron tu llegada
con las lámparas encendidas.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA (opción 1)
Monición
La vida religiosa es en el mundo un signo de la vida nueva y eterna conseguida por la redención de Cristo (1ª lect.). El religioso (la religiosa) sigue la forma de vida que el Hijo de Dios propuso como camino más perfecto para llegar al encuentro definitivo con el Señor, para el que ha debido mantenerse vigilante y con la lámpara encendida (Ev. Mt). El salmo canta la alegría del que ha llegado a la meta.

PRIMERA LECTURA
Leccionario V, pág. 481.
IV   Ap 21, 1-5a. 6b-7
Un cielo nuevo y una tierra nueva
Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el "Dios con ellos" será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mi hijo».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
VIII
   Sal 121, 1bc-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 1bc; cf. 1bc)

R. ¡Que alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!

V. ¡Que alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

V. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
V. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R.

V. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

Aleluya o versículo antes del Evangelio
II   
Mt 25, 34
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Venid vosotros, benditos de mi Padre —dice el Señor—;
heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. R.

EVANGELIO
Leccionario V, pág. 508.
III   Mt 25, 1-13
¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
+
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, se no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entro sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!".
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
"Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".
Pero las prudentes contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis"
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"En verdad os digo que no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

O bien:
Leccionario V, pág. 526.
XVII   Jn 14, 1-6
Yo soy el camino y la verdad y la vida
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

Palabra del Señor.

LITURGIA DE LA PALABRA (opción 2)
Monición
El religioso (la religiosa), especialmente cuando ha gastado su vida en el amor a los demás, imitando a Cristo pobre y miseri­cordioso (Ev. Mt 5), sabe que le espera la recompensa prome­tida a quien en los hermanos sirvió al propio Señor (Ev. Mt 25). En él (ella), el don del Espíritu fructifica en la plenitud de la con­dición de hijo de Dios (1ª lect. Rom). Gracias al amor, empezó a pasar en este mundo de la muerte a la vida (1ª lect. 1 Jn). Dios mismo será su premio (salmo).

PRIMERA LECTURA
Leccionario V, pág. 494.
IV   Rom 8, 14-23
Aguardando la redención de nuestro cuerpo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Pues considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto.
Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios.

O bien:
Leccionario V, pág. 503.
XV   1 Jn 3, 14-16
Hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
V   Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)

R. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.

V. Oh, Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

V. ¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.

V. Toda mi vida te bendeciré
y alzare las manos invocándote.
Me saciare como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

V. Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con jubilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

Aleluya o versículo antes del Evangelio
II
Mt 25, 34
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Venid vosotros, benditos de mi Padre —dice el Señor—;
heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. R.

EVANGELIO
Leccionario V, pág. 506.
  Mt 5, 1-12a
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

O bien:
Leccionario V, págs. 509-510.
IV   Mt 25, 31-46
Venid vosotros, benditos de mi Padre
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?".
Y el rey les dirá:
"En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".
Entonces dirá a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis".
Entonces también estos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?".
Él les replicará:
"En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo".
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

Oración universal

Celebrante:
Con la confianza puesta en el Padre celestial, oremos por nuestro hermano (nuestra hermana) N., llamado (llamada) a seguir más de cerca las huellas de Cristo y que ha traspasado ya el umbral de este mundo.

Lector:
Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que quiso ser signo y testimonio del reino en esta vida, para que haya alcan­zado la plena posesión de lo que debía anunciar. Roguemos al Señor.
Por sus hermanos (hermanas) de la comunidad de N. [y por los familiares de N.], para que se consuelen mutuamente con la fe y la esperanza que comparten como hijos de Dios elegidos con una vocación particular en la Iglesia. Roguemos al Señor.
Por todos los que conocían y apreciaban la dedicación de N. [en el campo sanitario, asistencial, educativo, pastoral...; o bien: a la vida contemplativa], para que guarden su memoria con afecto y perseveren siempre en su propia misión. Roguemos al Señor.
Por la Iglesia, Esposa de Cristo y Madre de los fieles, para que se vea enriquecida con nuevas vocaciones a la vida religiosa, que conduzcan a sus hijos hacia la caridad perfecta. Roguemos al Señor.
Por los religiosos y religiosas que trabajan en nuestra Iglesia, para que, manteniéndose fieles y alegres en el seguimiento de Cristo, sean en todas partes testigos de su amor. Roguemos al Señor.

Celebrante:
Padre, tú prometiste el ciento por uno
a los que lo dejasen todo para seguir a tu Hijo,
recibe en tu presencia
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
purificado (purificada) de toda mancha,
y dale la posesión de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Invitación para el último adiós
Con una gran esperanza, despedimos a nuestro hermano (nuestra hermana) N. Su vida ha sido, entre nosotros, un signo de que no tenemos morada permanente en este mundo: «Mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe».
Honremos este cuerpo que fue templo del Espíritu Santo y ofrenda viva, santa y grata a Dios, por la consagración religio­sa. Pidamos al Padre de las misericordias, por intercesión de la Virgen María, de san N. (patrono o fundador) y de todos los santos, que acoja a su siervo (sierva) y le conceda tomar parte en la felicidad de los justos.

Continúa la celebración como de costumbre, según la forma típica o el rito simplificado.

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