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miércoles, 7 de octubre de 2020

Miércoles 11 noviembre 2020, Lecturas Miércoles XXXII semana del Tiempo Ordinario, año par.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la XXXII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Tit 3, 1-7
Andábamos por el camino equivocado, pero según su propia misericordia nos salvó

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.

Querido hermano:
Recuérdales que se sometan a los gobernantes y a las autoridades; que obedezcan, estén dispuestos a hacer el bien, no hablen mal de nadie ni busquen riñas; que sean condescendientes y amables con todo el mundo.
Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, andábamos por el camino equivocado; éramos esclavos de deseos y placeres de todo tipo, nos pasábamos la vida haciendo el mal y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros.
Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1b)
R.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

V. El Señor es mí pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

V. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

V. Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Aleluya 1Ts 5, 18
R.
Aleluya, aleluya, aleluya
V. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. R.
In ómnibus grátias ágite: hæc est enim volúntas Dei in Christo Iesu in ómnibus vobis.

EVANGELIO Lc 17, 11-19
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía 13-octubre-2019
Es bonito ver que aquel hombre curado, que era un samaritano, expresa la alegría con todo su ser: alaba a Dios a gritos, se postra, agradece (cfr. vv. 15-16). El culmen del camino de fe es vivir dando gracias. Podemos preguntarnos: los que tenemos fe, ¿vivimos las jornadas como un peso que cargar o como una alabanza que ofrecer? ¿Permanecemos centrados en nosotros mismos en espera de pedir la próxima gracia o encontramos nuestra alegría al dar gracias? Cuando agradecemos, el Padre se conmueve y derrama sobre nosotros el Espíritu Santo. Agradecer no es cuestión de cortesía, de etiqueta, es cuestión de fe. Un corazón que agradece permanece joven. Decir: "Gracias, Señor" al despertar, durante el día, antes de acostarse es el antídoto al envejecimiento del corazón, porque el corazón envejece y se malacostumbra. Así también en familia, entre esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y benéfica.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XX

Oremos a Dios Padre.
- Por los pastores de la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Por los gobernantes de las naciones. Roguemos al Señor.
- Por los que no tienen trabajo. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, aquí reunidos. Roguemos al Señor.
Socórrenos, Señor, para que podamos alegrarnos con tus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor.

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