EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS CON LOS ENFERMOS Y MORIBUNDOS
EN LA ADMINISTRACIÓN DEL VIÁTICO
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
SOLO FUERA DEL TIEMPO PASCUAL
I 1 Re 19, 4-8
Con la fuerza de aquella comida, caminó hasta el monte de Dios.
EN aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo:
«¡Ya es demasiado, Señor! Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!».
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate y come».
Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Lectura del primer libro de los Reyes.
«¡Ya es demasiado, Señor! Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!».
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate y come».
Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Palabra de Dios.
II Job 19, 23-27b
Yo sé que mi redentor vive
Lectura del libro de Job.
EN aquellos días, Job habló diciendo:
«¡Ojalá se escribieran mis palabras!
¡Ojalá se grabaran en cobre,
con cincel de hierro y con plomo
se escribieran para siempre en la roca!
Yo sé que mi redentor vive
y que al fin se alzará sobre el polvo:
después que me arranquen la piel,
ya sin carne, veré a Dios.
Yo mismo lo veré, y no otro;
mis propios ojos lo verán».
EN aquellos días, Job habló diciendo:
«¡Ojalá se escribieran mis palabras!
¡Ojalá se grabaran en cobre,
con cincel de hierro y con plomo
se escribieran para siempre en la roca!
Yo sé que mi redentor vive
y que al fin se alzará sobre el polvo:
después que me arranquen la piel,
ya sin carne, veré a Dios.
Yo mismo lo veré, y no otro;
mis propios ojos lo verán».
Palabra de Dios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SIEMPRE EN TIEMPO PASCUAL; TAMBIÉN PUEDE USARSE FUERA DE TIEMPO PASCUAL
I 1 Cor 10, 16-17
El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SIEMPRE EN TIEMPO PASCUAL; TAMBIÉN PUEDE USARSE FUERA DE TIEMPO PASCUAL
I 1 Cor 10, 16-17
El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
HERMANOS:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.
Palabra de Dios.
II 1 Cor 11, 23-26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
HERMANOS:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
III Ap 3, 14b. 20-22
Cenaré con él y él conmigo
Lectura del libro del Apocalipsis.
ESTO dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:
«Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra de Dios.
IV Ap 22, 17. 20-21
¡Ven, Señor Jesús!
EL Espíritu y la esposa dicen:
«¡Ven!».
Y quien lo oiga, diga:
«¡Ven!».
Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente.
Dice el que da testimonio de estas cosas:
«Sí, vengo pronto».
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
La gracia del Señor Jesús esté con todos.
Lectura del libro del Apocalipsis.
EL Espíritu y la esposa dicen:
«¡Ven!».
Y quien lo oiga, diga:
«¡Ven!».
Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente.
Dice el que da testimonio de estas cosas:
«Sí, vengo pronto».
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
La gracia del Señor Jesús esté con todos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
I Sal 22, 1b-3. 4. 5. 6 (R.: 4ab; 1b)
R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.
O bien:
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
V. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
II Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 10-11 (R.: 9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.
O bien:
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
V. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
II Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 10-11 (R.: 9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzara.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
V. Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
III Sal 41, 2. 3. 5cdef; 42, 3. 4. 5 (R.: cf. 41, 3)
R. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.
¿cuándo veré el rostro de Dios?
V. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.
V. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entrare a ver el rostro de Dios? R.
V. Cómo entraba en el recinto santo,
cómo avanzaba hacia la casa de Dios
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.
V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
V. ¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mi?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo
«Salud de mi rostro, Dios mío». R.
IV Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18 (R.: Sal 114, 9; 115, 13)
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
O bien:
R. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
O bien:
Aleluya.
V. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R.
V. Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R.
V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.
V Sal 144, 10 y 14. 15-16. 17-18 (R.: 18a)
R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
V. Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.
V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
I Jn 5, 51
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para siempre. R.
II Jn 6, 54
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna -dice el Señor-,
y yo lo resucitaré en el último día. R.
III Jn 10, 9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la puerta -dice el Señor-:
quien entre por mi se salvará,
y encontrará pastos. R.
IV Jn 11, 25a; 14, 5b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-.
Nadie va al Padre sino por mí. R.
EVANGELIO
R. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.
¿cuándo veré el rostro de Dios?
V. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.
V. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entrare a ver el rostro de Dios? R.
V. Cómo entraba en el recinto santo,
cómo avanzaba hacia la casa de Dios
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.
V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
V. ¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mi?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo
«Salud de mi rostro, Dios mío». R.
IV Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18 (R.: Sal 114, 9; 115, 13)
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
O bien:
R. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
O bien:
Aleluya.
V. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R.
V. Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R.
V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.
V Sal 144, 10 y 14. 15-16. 17-18 (R.: 18a)
R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
V. Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.
V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
I Jn 5, 51
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para siempre. R.
II Jn 6, 54
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna -dice el Señor-,
y yo lo resucitaré en el último día. R.
III Jn 10, 9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la puerta -dice el Señor-:
quien entre por mi se salvará,
y encontrará pastos. R.
IV Jn 11, 25a; 14, 5b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-.
Nadie va al Padre sino por mí. R.
EVANGELIO
I Jn 6, 41-51
Yo soy el pan
vivo que ha bajado del cielo
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, los judíos murmuraban
de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y
decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José?
¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha
bajado del cielo?».
Jesús tomo la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a
mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán
todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende,
viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre,
a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre.
En verdad, en verdad os digo: el que
cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres
comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja
del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por
la vida del mundo».
Palabra del Señor.
II Jn 6, 51-58
II Jn 6, 51-58
Mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a la
gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor.
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