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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Difuntos. Preces para antes de las Exequias.

Difuntos y exequias

PRECES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS

1. EN EL MOMENTO DE EXPIRAR

Terminadas las preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con la muerte, puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente u ofrecerle un crucifijo para que lo bese, diciendo:

El Señor guarde tu salida de este mundo y tu entrada en su reino, en su paz y en su amor.
O bien:
Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino.

Cuando el moribundo ha entregado su alma a Dios, al cerrarle los ojos. uno de los familiares puede decir:
Concede, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., cuyos ojos no verán más la luz de este mundo, contemplar eternamente tu belleza y gozar de tu presencia por los siglos de los siglos.
R. Amén.

A continuación, puede trazarse sobre su frente la señal de la cruz.

Los familiares y amigos que se encuentren allí presentes pueden entonces orar junto al cadáver, diciendo:
Este primer mundo ha pasado definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N. Pidamos, pues, al Señor que le conceda gozar ahora del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos.
V. Venid en su ayuda, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles del Señor.
R. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
V. Cristo, que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan al regazo de Abrahán.
R. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
V. Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua.
R. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
Luego, puede añadirse:
Hacia ti, Señor, levantamos nuestros ojos; contempla, Señor, nuestra tristeza, fortalece nuestra fe en este momento de prueba y concede a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno.
A esta súplica, se añaden las siguientes preces:
Que Cristo, que sufrió la muerte de cruz por él (ella), le conceda la felicidad verdadera.
R. Te lo pedimos, Señor
Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) reciba en su paraíso.
R. Te lo pedimos, Señor
Que Cristo, el buen Pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas.
R. Te lo pedimos, Señor
Que le perdone todos sus pecados y lo (la) agregue al número de los elegidos.
R. Te lo pedimos, Señor
Que pueda contemplar cara a cara a su Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los siglos.
R. Te lo pedimos, Señor
A continuación, se dice la siguiente oración:
Te pedimos, Señor, que tu siervo (sierva) N., que ha muerto ya para este mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

2. COLOCACION DEL CADAVER EN EL ATAUD

Cuando el cadáver es puesto en el ataúd, uno de los familiares o amigos presentes puede orar con estas palabras, a las que todos se suman en las súplicas finales:
Señor, tú que has dicho:
«Si el grano de trigo muere, da mucho fruto», haz que este cuerpo, humillado ahora por la muerte, descanse de sus fatigas y, como semilla de resurrección, espere tu venida, mientras su alma goza entre los santos por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Por el amor y la alegría que irradió su mirada.
R. Concédele, Señor, contemplar tu rostro.
Por el dolor y las lágrimas que oscurecieron sus ojos.
R. Concédele, Señor, contemplar tu rostro.
Por haber creído en ti sin haber visto.
R. Concédele, Señor, contemplar tu rostro.

En el momento en que es cerrado el ataúd, los allí presentes pueden orar por el difunto con estas palabras:
Señor, en este momento en que va a desaparecer para siempre de nuestros ojos este rostro que nos ha sido tan querido, levantamos hacia ti nuestra mirada; haz que este hermano nuestro (esta hermana nuestra) pueda contemplarte cara a cara en tu reino, y aviva en nosotros la esperanza de que volveremos a ver este mismo rostro junto a ti y gozaremos de él en tu presencia por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Señor, escucha nuestra oración por tu fiel N.
R. Señor, ten piedad.
Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria.
R. Señor, ten piedad.
Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna.
R. Señor, ten piedad.'
Atiende a los que te suplican y escucha la voz de los que lloran.
R. Señor, ten piedad.
Consuélanos en nuestra tribulación.
R. Señor, ten piedad.

3. FORMULARIOS PARA ORAR EN LA CAPILLA ARDIENTE

Cuando los familiares y amigos acuden donde se encuentra el cadáver en las horas que preceden al sepelio, será bueno que expresen su caridad cristiana para con el difunto orando allí por él, así como también para dar muestras del consuelo cristiano que ofrecen a los más allegados del que ha expirado. Esta oración se puede hacer de manera comunitaria o bien individualmente.

Si la oración se realiza de manera comunitaria, puede hacerse con uno de los cuatro primeros formularios que siguen a continuación:

FORMULARIO I

Antífona
A ti levantamos nuestros ojos; Señor, tu amor es mas fuerte que la muerte; por eso esperamos en ti.

Preces
Ya que este primer mundo ha pasado definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N., pidamos ahora al Señor que le conceda gozar del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos.

Que Cristo, que por él (ella) sufrió muerte de cruz, le conceda la felicidad verdadera.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) acoja en su paraíso.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que Cristo, el buen Pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que Cristo perdone todos sus pecados y lo (la) agregue al número de sus elegidos.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que pueda contemplar cara a cara a su Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los siglos.
R. Te lo pedimos, Señor.

Oración
Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N., a través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua de tu Hijo, aleja de tu siervo (sierva) todo vestigio de corrupción terrena, y, pues quisiste marcarlo (marcarla) ya en su vida mortal con el sello de tu Espíritu Santo, dígnate también resucitarlo (resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

FORMULARIO II

Antífona
El Señor abra a nuestro hermano (nuestra hermana) las puertas del paraíso, para que pueda gozar ya de aquella patria donde no existe ni el dolor ni la muerte, sino sólo la paz y la alegría sin fin.

Preces
Recordemos, con afecto piadoso, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien Dios ha llamado de este mundo, y oremos confiados a aquel que venció la muerte y resucitó glorioso del sepulcro.

Que Cristo, el Hijo de Dios, le dé posesión del paraíso y, como buen Pastor, lo (la) reconozca entre sus ovejas, roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que, perdonados sus pecados, lo (la) coloque a su derecha en el reino de los elegidos, roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que participe con él de la felicidad eterna de los santos, roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor.
Que nosotros, los que ahora lloramos su muerte, podamos salir al encuentro de Cristo cuando él vuelva, acompañados de nuestro hermano (nuestra hermana) que hoy nos ha dejado, roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor.

Oración
Te encomendarnos, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien en esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor; concédele ahora que, libre de todos sus males, participe en tu descanso eterno, y, pues para él (ella) acabó ya este primer mundo, admítelo (admítela) ahora en tu paraíso, donde no hay llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría sin fin, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

FORMULARIO III

Antífona
¡Dichoso el que ha muerto en el Señor! Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen.

Preces
Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre».

Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana).
R. Te lo pedimos, Señor.
Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana) N., en tu reino.
R. Te lo pedimos, Señor.
Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección.
R. Te lo pedimos, Señor.
Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana).
R. Te lo pedimos, Señor.

Oración
Señor, nuestra vida es corta y frágil; la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda. Pero tú vives eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de confianza, ponemos en tus manos a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de dejarnos. Perdónale sus faltas y acógelo (acógela) en tu reino, para que viva feliz en tu presencia por los siglos de los siglos.
R. Amén.

FORMULARIO IV

Antífona
El coro de los ángeles te reciba, y Cristo, tu Señor, te coloque en el seno de Abrahán, para que junto a Lázaro, pobre en esta vida, tengas descanso eterno.

Preces
Señor, a ti elevamos nuestros ojos en este momento en que va a desaparecer para siempre de nuestra mirada el rostro amigo a nuestro hermano (nuestra hermana) a quien tanto hemos amado en este mundo.

Después de esta vida, donde sólo tuvo la visión de la fe.
R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después del amor y de las alegrías que en este mundo iluminaron su vida.
R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después de los trabajos y sufrimientos que, en su peregrinar terreno, lo (la) hicieron llorar.
R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después de su sed de conocer la verdad y gozar del bien.
R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Y porque él (ella) creyó en ti sin haberte visto.
R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.

Oración
Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N., a través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua de tu Hijo, aleja a tu siervo (sierva) todo vestigio de corrupción terrena, y, pues quisiste marcarlo (marcarla) ya en su vida mortal con el sello de tu Espíritu Santo, dígnate resucitarlo (resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

FORMULARIO V

Cuando la oración ante un difunto se lleva a cabo individualmente, puede hacerse con el formulario siguiente:

Antífona
Tú, Señor, que eres el descanso después del trabajo y la vida después de la muerte, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno.

Preces
A ti, Señor, grito, respóndeme; haz caso de las súplicas que te dirijo en este momento de dolor por la muerte de tu siervo (sierva) N.
Señor Jesucristo, acógelo (acógela) en compañía de todos los elegidos que nos han precedido.
Concédele gozar siempre de su paz.
Que encuentre en ti el perdón de sus pecados.
Que goce eternamente de la felicidad de los santos.
Que te contemple a ti, luz verdadera, y goce de tu presencia.
Conforta a sus familiares y a cuantos lloran su muerte.

Oración
Concede, oh Padre, a tu siervo (sierva) N., que se ha separado de nosotros, la herencia prometida; da cumplimiento a su esperanza de felicidad y de paz; infunde serenidad y fortaleza en quienes ahora lloran su ausencia y fortalécelos con la certeza de la vida eterna que, en tu gran amor, has dispuesto para toda la familia humana, por la fuerza de la muerte y de la resurrección de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

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