Difuntos y exequias
PRECES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
1. EN EL MOMENTO DE EXPIRAR
Terminadas las
preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con
la muerte, puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente u
ofrecerle un crucifijo para que lo bese, diciendo:
El Señor guarde tu salida de este
mundo y tu entrada en su reino, en su paz y en su amor.
O bien:
Que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz
de su reino.
Cuando el
moribundo ha entregado su alma a Dios, al cerrarle los ojos. uno de
los familiares puede decir:
Concede, Señor, a nuestro hermano
(nuestra hermana) N., cuyos ojos no
verán más la luz de este mundo, contemplar eternamente tu belleza y
gozar de tu presencia por los siglos de los siglos.
R. Amén.
A continuación,
puede trazarse sobre su frente la señal de la cruz.
Los familiares y
amigos que se encuentren allí presentes pueden entonces orar junto
al cadáver, diciendo:
Este primer mundo ha pasado
definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N.
Pidamos, pues, al Señor que le conceda gozar ahora del cielo
nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos.
V. Venid
en su ayuda, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles del
Señor.
R. Recibid
su alma y presentadla ante el Altísimo.
V. Cristo,
que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan al regazo de
Abrahán.
R. Recibid
su alma y presentadla ante el Altísimo.
V. Dale,
Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua.
R. Recibid
su alma y presentadla ante el Altísimo.
Luego, puede
añadirse:
Hacia ti, Señor, levantamos nuestros
ojos; contempla, Señor, nuestra tristeza, fortalece nuestra fe en
este momento de prueba y concede a nuestro hermano (nuestra hermana)
el descanso eterno.
A esta súplica,
se añaden las siguientes preces:
Que Cristo, que sufrió la muerte de
cruz por él (ella), le conceda la felicidad verdadera.
R. Te lo
pedimos, Señor
Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo
(la) reciba en su paraíso.
R. Te lo
pedimos, Señor
Que Cristo, el buen Pastor, lo (la)
cuente entre sus ovejas.
R. Te lo
pedimos, Señor
Que le perdone todos sus pecados y lo
(la) agregue al número de los elegidos.
R. Te lo
pedimos, Señor
Que pueda contemplar cara a cara a su
Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los
siglos.
R. Te lo
pedimos, Señor
A continuación,
se dice la siguiente oración:
Te pedimos, Señor, que tu siervo
(sierva) N., que ha muerto ya para este
mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los
pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R. Amén.
2. COLOCACION DEL CADAVER EN EL
ATAUD
Cuando el cadáver
es puesto en el ataúd, uno de los familiares o amigos presentes
puede orar con estas palabras, a las que todos se suman en las
súplicas finales:
Señor, tú que has dicho:
«Si el grano de trigo muere, da mucho
fruto», haz que este cuerpo, humillado ahora por la muerte, descanse
de sus fatigas y, como semilla de resurrección, espere tu venida,
mientras su alma goza entre los santos por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Por el amor y la alegría que irradió
su mirada.
R.
Concédele, Señor, contemplar tu rostro.
Por el dolor y las lágrimas que
oscurecieron sus ojos.
R.
Concédele, Señor, contemplar tu rostro.
Por haber creído en ti sin haber
visto.
R.
Concédele, Señor, contemplar tu rostro.
En el momento en
que es cerrado el ataúd, los allí presentes pueden orar por el
difunto con estas palabras:
Señor, en este momento en que va a
desaparecer para siempre de nuestros ojos este rostro que nos ha sido
tan querido, levantamos hacia ti nuestra mirada; haz que este hermano
nuestro (esta hermana nuestra) pueda contemplarte cara a cara en tu
reino, y aviva en nosotros la esperanza de que volveremos a ver este
mismo rostro junto a ti y gozaremos de él en tu presencia por los
siglos de los siglos.
R. Amén.
Señor, escucha nuestra oración por tu
fiel N.
R. Señor,
ten piedad.
Ilumina sus ojos con la luz de tu
gloria.
R. Señor,
ten piedad.
Perdónale sus pecados, concédele la
vida eterna.
R. Señor,
ten piedad.'
Atiende a los que te suplican y escucha
la voz de los que lloran.
R. Señor,
ten piedad.
Consuélanos en nuestra tribulación.
R. Señor,
ten piedad.
3. FORMULARIOS PARA ORAR EN LA
CAPILLA ARDIENTE
Cuando los
familiares y amigos acuden donde se encuentra el cadáver en las
horas que preceden al sepelio, será bueno que expresen su caridad
cristiana para con el difunto orando allí por él, así como también
para dar muestras del consuelo cristiano que ofrecen a los más
allegados del que ha expirado. Esta oración se puede hacer de manera
comunitaria o bien individualmente.
Si la oración se
realiza de manera comunitaria, puede hacerse con uno de los cuatro
primeros formularios que siguen a continuación:
FORMULARIO I
Antífona
A ti levantamos nuestros ojos; Señor,
tu amor es mas fuerte que la muerte; por eso esperamos en ti.
Preces
Ya que este primer mundo ha pasado
definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
pidamos ahora al Señor que le conceda gozar del cielo nuevo y de la
tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos.
Que Cristo, que por él (ella) sufrió
muerte de cruz, le conceda la felicidad verdadera.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo
(la) acoja en su paraíso.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que Cristo, el buen Pastor, lo (la)
cuente entre sus ovejas.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que Cristo perdone todos sus pecados y
lo (la) agregue al número de sus elegidos.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que pueda contemplar cara a cara a su
Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los
siglos.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Oración
Señor Dios, que has querido que
nuestro hermano (nuestra hermana) N., a
través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que
por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua
de tu Hijo, aleja de tu siervo (sierva) todo vestigio de corrupción
terrena, y, pues quisiste marcarlo (marcarla) ya en su vida mortal
con el sello de tu Espíritu Santo, dígnate también resucitarlo
(resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.
FORMULARIO II
Antífona
El Señor abra a nuestro hermano
(nuestra hermana) las puertas del paraíso, para que pueda gozar ya
de aquella patria donde no existe ni el dolor ni la muerte, sino sólo
la paz y la alegría sin fin.
Preces
Recordemos, con afecto piadoso, a
nuestro hermano (nuestra hermana) N., a
quien Dios ha llamado de este mundo, y oremos confiados a aquel que
venció la muerte y resucitó glorioso del sepulcro.
Que Cristo, el Hijo de Dios, le dé
posesión del paraíso y, como buen Pastor, lo (la) reconozca entre
sus ovejas, roguemos al Señor.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que, perdonados sus pecados, lo (la) coloque a su derecha en el reino de los elegidos, roguemos al Señor.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que participe con él de la felicidad
eterna de los santos, roguemos al Señor.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Que nosotros, los que ahora lloramos su
muerte, podamos salir al encuentro de Cristo cuando él vuelva,
acompañados de nuestro hermano (nuestra hermana) que hoy nos ha
dejado, roguemos al Señor.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Oración
Te encomendarnos, Señor, a nuestro
hermano (nuestra hermana) N., a quien en
esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor; concédele ahora que,
libre de todos sus males, participe en tu descanso eterno, y, pues
para él (ella) acabó ya este primer mundo, admítelo (admítela)
ahora en tu paraíso, donde no hay llanto ni luto ni dolor, sino paz
y alegría sin fin, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos
de los siglos.
R. Amén.
FORMULARIO III
Antífona
¡Dichoso el que ha muerto en el Señor!
Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen.
Preces
Pidamos por nuestro hermano (nuestra
hermana) a Jesucristo, que ha dicho: «Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí no morirá para siempre».
Tú que resucitaste a los muertos,
concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana).
R. Te lo
pedimos, Señor.
Tú que desde la cruz prometiste el
paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana)
N., en tu reino.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Tú que experimentaste el dolor de la
muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro
hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección.
R. Te lo
pedimos, Señor.
Tú que lloraste ante la tumba de tu
amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la
muerte de nuestro hermano (nuestra hermana).
R. Te lo
pedimos, Señor.
Oración
Señor, nuestra vida es corta y frágil;
la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda. Pero tú vives
eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de
confianza, ponemos en tus manos a nuestro hermano (nuestra hermana)
N., que acaba de dejarnos. Perdónale
sus faltas y acógelo (acógela) en tu reino, para que viva feliz en
tu presencia por los siglos de los siglos.
R. Amén.
FORMULARIO IV
Antífona
El coro de los ángeles te reciba, y
Cristo, tu Señor, te coloque en el seno de Abrahán, para que junto
a Lázaro, pobre en esta vida, tengas descanso eterno.
Preces
Señor, a ti elevamos nuestros ojos en
este momento en que va a desaparecer para siempre de nuestra mirada
el rostro amigo a nuestro hermano (nuestra hermana) a quien tanto
hemos amado en este mundo.
Después de esta vida, donde sólo tuvo
la visión de la fe.
R.
Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después del amor y de las alegrías
que en este mundo iluminaron su vida.
R.
Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después de los trabajos y sufrimientos
que, en su peregrinar terreno, lo (la) hicieron llorar.
R.
Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Después de su sed de conocer la verdad
y gozar del bien.
R.
Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Y porque él (ella) creyó en ti sin
haberte visto.
R.
Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro.
Oración
Señor Dios, que has querido que
nuestro hermano (nuestra hermana) N., a
través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que
por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua
de tu Hijo, aleja a tu siervo (sierva) todo vestigio de corrupción
terrena, y, pues quisiste marcarlo (marcarla) ya en su vida mortal
con el sello de tu Espíritu Santo, dígnate resucitarlo
(resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.
FORMULARIO V
Cuando la oración
ante un difunto se lleva a cabo individualmente, puede hacerse con el
formulario siguiente:
Antífona
Tú, Señor, que eres el descanso
después del trabajo y la vida después de la muerte, concede a
nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno.
Preces
A ti, Señor, grito, respóndeme; haz
caso de las súplicas que te dirijo en este momento de dolor por la
muerte de tu siervo (sierva) N.
Señor Jesucristo, acógelo (acógela)
en compañía de todos los elegidos que nos han precedido.
Concédele gozar siempre de su paz.
Que encuentre en ti el perdón de sus
pecados.
Que goce eternamente de la felicidad de
los santos.
Que te contemple a ti, luz verdadera, y
goce de tu presencia.
Conforta a sus familiares y a cuantos
lloran su muerte.
Oración
Concede, oh Padre, a tu siervo (sierva)
N., que se ha separado de nosotros, la
herencia prometida; da cumplimiento a su esperanza de felicidad y de
paz; infunde serenidad y fortaleza en quienes ahora lloran su
ausencia y fortalécelos con la certeza de la vida eterna que, en tu
gran amor, has dispuesto para toda la familia humana, por la fuerza
de la muerte y de la resurrección de Cristo, que vive y reina por
los siglos de los siglos.
R. Amén.
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