COMÚN DE LA DEDICACIÓN DE UNA
IGLESIA.
EN EL ANIVERSARIO DE LA DEDICACIÓN
II. Fuera de
la iglesia dedicada
Antífona de
entrada Ap 21, 2
Vi la ciudad santa, la nueva
Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como
una esposa que se ha adornado para su esposo [T.
P. Aleluya].
Vidi civitátem sanctam, Ierúsalem
novam, descendéntem de caelo a Deo, parátam sicut sponsam ornátam
viro suo (T.P. Allelúia).
O bien: Ap 21, 3
He aquí la morada de Dios entre los
hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el «Dios
con ellos» será su Dios
[T. P.
Aleluya].
Ecce tabernáculum Dei cum
homínibus! Et habitábit cum eis, et ipsi pópulus eius erunt, et
ipse Deus cum eis erit eórum Deus (T.P.
allelúia).
Monición de
entrada
Celebramos hoy el aniversario de la
dedicación de la iglesia-catedral de nuestra diócesis de N.
Allí se hace visible la Iglesia local, cuando la asamblea es presidida por el obispo, rodeado de su presbiterio y con la activa y plena participación del pueblo santo de Dios. La sede del obispo es la cátedra, símbolo de su misión de pastor y maestro en la fe, responsable principal del anuncio del Evangelio en la diócesis. En la iglesia-catedral, con ocasión de la solemnidad de la Pascua, el obispo bendice los santos óleos, con que son ungidos los fieles en diversas celebraciones eclesiales. Allí son ordenados los ministros de la Iglesia, imponiéndoles el obispo las manos, para que sean colaboradores suyos en la diversas comunidades de a diócesis. Todos nosotros, como piedras vivas, entramos en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado.
Allí se hace visible la Iglesia local, cuando la asamblea es presidida por el obispo, rodeado de su presbiterio y con la activa y plena participación del pueblo santo de Dios. La sede del obispo es la cátedra, símbolo de su misión de pastor y maestro en la fe, responsable principal del anuncio del Evangelio en la diócesis. En la iglesia-catedral, con ocasión de la solemnidad de la Pascua, el obispo bendice los santos óleos, con que son ungidos los fieles en diversas celebraciones eclesiales. Allí son ordenados los ministros de la Iglesia, imponiéndoles el obispo las manos, para que sean colaboradores suyos en la diversas comunidades de a diócesis. Todos nosotros, como piedras vivas, entramos en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado.
Acto penitencial
- Tú, que
has venido a reunir a los hijos de Dios dispersos en la unidad de tu
Iglesia: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, la piedra desechada por los constructores que ha venido a ser la piedra angular de la Iglesia: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que con el Padre y el Espíritu Santo habitas en nosotros como en tu propio templo: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad
R. Señor, ten piedad.
- Tú, la piedra desechada por los constructores que ha venido a ser la piedra angular de la Iglesia: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que con el Padre y el Espíritu Santo habitas en nosotros como en tu propio templo: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad
Se dice
Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, que preparas
una morada eterna a tu majestad con piedras vivas y elegidas,
multiplica en tu Iglesia la gracia que le has dado, de modo que tu
pueblo fiel crezca siempre para la edificación de la Jerusalén del
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Collecta
Deus, qui de vivis et eléctis
lapídibus aetérnum habitáculum tuae praeparas maiestáti,
multíplica super Ecclésiam tuam grátiam, quam dedísti, ut fidélis
tibi pópulus in caeléstis aedificatiónem Ierúsalem semper
accréscat. Per Dóminum.
O bien:
Oh, Dios, que has
querido que tu esposa se llamara Iglesia, haz que el pueblo reunido
en tu nombre te venere, te ame, te siga y, guiado por ti, llegue al
cielo que le has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo.
Vel:
Deus, qui Ecclésiam tuam sponsam
vocáre dignátus es, da, ut plebs nómini tuo insérviens te tímeat,
te díligat, te sequátur et ad caeléstia promíssa, te ducénte,
pervéniat. Per Dóminum.
LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del
común del aniversario de la Dedicación de una iglesia (Lec. IV)
PRIMERA
LECTURA (fuera de tiempo pascual) 1 Re 8, 22-23. 27-30
Tus ojos se
hallen abiertos hacia este templo
Lectura del primer libro de los Reyes.
En aquellos días, Salomón se puso en
pie ante el altar del Señor frente a de toda la asamblea de Israel,
extendió las manos al cielo y dijo:
«Señor, Dios de Israel, no hay Dios
como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra, tú que guardas
la alianza y la fidelidad a tus siervos que caminan ante ti de todo
corazón.
¿Habitará Dios con los hombres en la
tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte,
¡cuánto menos este templo que yo te he erigido!
Inclínate a la plegaria y a la súplica
de tu siervo. Señor, Dios mío. Escucha el clamor y la oración que
tu siervo entono hoy en tu presencia. Que día y noche tus ojos se
hallen abiertos hacia este templo, hacia este lugar de que
declaraste: "Allí estará mi Nombre". Atiende la plegaria
que tu servidor entona en este lugar. Escucha la súplica de tu
siervo y tu pueblo Israel entonen en este lugar. Escucha tú, hacia
el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona».
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
PRIMERA
LECTURA (Tiempo pascual) Ap 21, 9b-14
Te mostraré la
novia, la esposa del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis.
El Ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, a la
esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte
grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que
descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios;
su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de
jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y elevada,
tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres
grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres
puertas, al sur tres puertas, la poniente tres puertas, y la muralla
de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los
doce apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 121, 1bc-2. 3-4. 8-9 (R.: cf. 1bc)
R. Vamos
alegres a la casa del Señor
In domum Dómini laetantes íbimus
O bien:
Aleluya.
V. ¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos
alegres a la casa del Señor
In domum Dómini laetantes íbimus
V. Jerusalén
está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor.
R. Vamos
alegres a la casa del Señor
In domum Dómini laetantes íbimus
V. Por mis
hermanos y compañeros
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos
alegres a la casa del Señor
In domum Dómini laetantes íbimus
Aleluya (o
versículo antes del Evangelio) 2 Crón 7, 16a
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. He
elegido y santificado este templo -dice el Señor- para que mi Nombre
esté en él eternamente. R.
Elégi et sanctificávi locum istum,
dicit Dóminus, tu sit nomen meum ibi in sempitérnum.
EVANGELIO
Jn 2, 13-22
Hablaba del
templo de su templo
╬
Lectura del Santo Evangelio según San Juan.
R. Gloria
a ti Señor.
Se acercaba la Pascua de los judíos y
Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores
de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo
un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes;
y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y
a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis
en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que
está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le
preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar
así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días
lo levantaré».
Los judíos le replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado
construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su
cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se
acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la
palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Catecismo de la Iglesia Católica
1179 El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 24) de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las "piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio espiritual" (1 P 2, 4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2 Co 6, 16).
1180 Cuando el ejercicio de la libertad religiosa no es impedido (cf DH 4), los cristianos construyen edificios destinados al culto divino. Estas iglesias visibles no son simples lugares de reunión, sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo.
1181 "En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y consuelo de los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Debe ser hermosa y apropiada para la oración y para las celebraciones sagradas" (PO 5; cf SC 122-127). En esta "casa de Dios", la verdad y la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar (cf SC 7):
1182 El altar de la Nueva Alianza es la Cruz del Señor (cf Hb 13, 10), de la que manan los sacramentos del Misterio pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es también la mesa del Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado (cf IGMR 259). En algunas liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo murió y resucitó verdaderamente).
1183 El tabernáculo debe estar situado "dentro de las iglesias en un lugar de los más dignos con el mayor honor" (MF). La nobleza, la disposición y la seguridad del tabernáculo eucarístico (SC 128) deben favorecer la adoración del Señor realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar.
El Santo Crisma (Myron), cuya unción es signo sacramental del sello del don del Espíritu Santo, es tradicionalmente conservado y venerado en un lugar seguro del santuario. Se puede colocar junto a él el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos.
1184 La sede del obispo (cátedra) o del sacerdote "debe significar su oficio de presidente de la asamblea y director de la oración" (IGMR 271).
El ambón: "La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia haya un sitio reservado para su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la Palabra, se vuelva espontáneamente la atención de los fieles" (IGMR 272).
1185 La reunión del pueblo de Dios comienza por el Bautismo; por tanto, el templo debe tener lugar apropiado para la celebración del Bautismo y favorecer el recuerdo de las promesas del bautismo (agua bendita).
La renovación de la vida bautismal exige la penitencia. Por tanto el templo debe estar preparado para que se pueda expresar el arrepentimiento y la recepción del perdón, lo cual exige asimismo un lugar apropiado.
El templo también debe ser un espacio que invite al recogimiento y a la oración silenciosa, que prolonga e interioriza la gran plegaria de la Eucaristía.
1186 Finalmente, el templo tiene una significación escatológica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un umbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva al que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre "enjugará toda lágrima de sus ojos" (Ap 21, 4). Por eso también la Iglesia es la casa de todos los hijos de Dios, ampliamente abierta y acogedora.
1561 (...) la Eucaristía celebrada por el obispo tiene una significación muy especial como expresión de la Iglesia reunida en torno al altar bajo la presidencia de quien representa visiblemente a Cristo, Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia (cf SC 41; LG 26).
Oración de los
fieles
Oremos al Señor nuestro Dios a quien
los cielos y la tierra no pueden contener.
- Para que el Señor que habita en su Iglesia, la conserve serena entre las tempestades de este mundo y haga de ella verdadera morada de Dios entre los hombres. Roguemos al Señor.
- Para que todos los cristianos, como piedras vivas cimentadas sobre Cristo, la piedra angular, seamos transformados por él como ofrenda permanente. Roguemos al Señor.
- Para que las familias sin hogar a causa de la guerra, la violencia, la migración o los desastres naturales encuentren en nosotros la ayuda y la acogida que necesitan. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor que habita en su Iglesia, la conserve serena entre las tempestades de este mundo y haga de ella verdadera morada de Dios entre los hombres. Roguemos al Señor.
- Para que todos los cristianos, como piedras vivas cimentadas sobre Cristo, la piedra angular, seamos transformados por él como ofrenda permanente. Roguemos al Señor.
- Para que las familias sin hogar a causa de la guerra, la violencia, la migración o los desastres naturales encuentren en nosotros la ayuda y la acogida que necesitan. Roguemos al Señor.
-
Para que cuantos nos reunimos hoy en esta casa de oración y cuantos
se congregan en las demás iglesias del mundo vivamos todos en
caridad fraterna y formemos el templo santo donde reside la gloria de
Dios. Roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que te dignas tener una morada entre nosotros, escucha nuestras oraciones y concede con bondad cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que te dignas tener una morada entre nosotros, escucha nuestras oraciones y concede con bondad cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre
las ofrendas
Recibe, Señor, esta
ofrenda y concede a los que te invocamos la gracia de los sacramentos
y el fruto de nuestros ruegos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, quaesumus, Dómine, munus
oblátum, et poscéntibus concéde, ut hic sacramentórum virtus et
votórum obtineátur efféctus. Per Christum.
Prefacio: El
misterio de la Iglesia, que es esposa de Cristo y templo del
Espíritu.
En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque generosamente te dignas
habitar en toda casa consagrada a la oración, para hacer de
nosotros, con la ayuda constante de tu gracia, templo del Espíritu
Santo, resplandeciente por la santidad de vida.
Con tu acción constante santificas
a la Iglesia, esposa de Cristo, representada en edificios visibles,
para colocarla en el cielo para gloria tuya, como madre gozosa por la
multitud de sus hijos.
Por eso, con los santos y con todos
los ángeles, te alabamos, diciendo sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et
salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine,
sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: Qui domum oratiónis
muníficus inhabitáre dignáris, ut, grátia tua perpétuis fovénte
subsídiis, templum Spíritus Sancti ipse nos perfícias,
acceptábilis vitae splendóre corúscans.
Sed et visibílibus aedifíciis
adumbrátam, Christi sponsam Ecclésiam perénni operatióne
sanctíficas, ut, innumerábili prole mater exsúltans, in glóriam
tuam collocétur in caelis.
Et ídeo, cum Sanctis et Angelis
univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes:
R. Santo, Santo, Santo...
Antífona de la
comunión Cf. 1 Pe 2, 5
Como piedras vivas entráis en la
construcción de una casa espiritual, un sacerdocio santo [T.
P. Aleluya].
Tamquam lápides vivi
superaedificámini, domus spiritális, sacerdótium sanctum (T.P.
allelúia).
O bien: Cf. Mt
21, 13; Lc 11, 10
Mi casa será casa de oración, dice
el Señor: en ella todo el que pide recibe, el que busca halla y al
que llama se le abre [T.
P. Aleluya].
Domus mea, domus orátionis
vocábitur, dicit Dóminus: in ea omnis qui petit, áccipit; et qui
quaerit, ínvenit; et pulsánti aperiétur (T.P.
allelúia).
Oración después
de la comunión
Oh, Dios, que has querido hacer de
tu Iglesia signo temporal de la Jerusalén del cielo, concédenos,
por la participación en este sacramento, ser transformados en templo
de tu gracia y entrar en la morada de tu gloria. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Deus, qui nobis supérnam Ierúsalem
per temporále Ecclésiae tuae signum adumbráre voluísti, da,
quaesumus, ut, huius participatióne sacraménti, nos tuae grátiae
templum effícias, et habitatiónem glóriae tuae íngredi concédas.
Per Christum.
Se puede usar la
fórmula de la bendición solemne
Dedicación de
una iglesia y en el aniversario
Dios, Señor del cielo y de la
tierra, que os ha congregado hoy para celebrar el aniversario de la
dedicación de la iglesia de N.,
multiplique sobre vosotros las bendiciones del cielo.
Deus, Dóminus caeli et terrae, qui
vos hódie ad huius domus dedicatiónem adunávit, ipse vos caelésti
benedictióne fáciat abundáre.
R. Amén.
Él, que quiso reunir en su Hijo a
todos los hijos dispersos, haga de vosotros templo suyo y morada del
Espíritu Santo.
Concedátque vobis fíeri templum
suum et habitáculum Spíritus Sancti, qui omnes fílios dispérsos
vóluit in Fílio suo congregári.
R. Amén.
Para que así, felizmente
purificados de toda mancha, podáis tener en vosotros a Dios como
huésped y poseer, con todos los santos, la herencia de la eterna
dicha.
Quátenus felíciter emundáti,
habitatórem Deum in vobismetípsis possítis habére, et aetérnae
beatitúdinis hereditátem cum ómnibus Sanctis possidére.
R. Amén.
Y la bendición de Dios
todopoderoso, Padre, Hijo ✠
y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Et benedíctio Dei omnipoténtis,
Patris, et Fílii, ✠
et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.
R. Amén
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