Ritual de la Penitencia (2 de diciembre de 1973)
Capítulo IV. Textos variados que pueden emplearse en la celebración de la reconciliación.
B. Para reconciliar a varios penitentes
V. INVITACIONES A LA CONFESIÓN GENERAL DE LOS PECADOS
271. Cuando la oración se dirige al Padre:
1
Pidamos, hermanos, al Dios omnipotente y misericordioso, que no se complace en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva, que quienes hoy lloramos nuestros pecados, no sintamos en el futuro sus efectos, y que no volvamos a caer en lo mismo de lo que hoy nos arrepentimos.
R. Perdona, Señor, perdona a tu pueblo.
2
Nuestro Dios es clemente, su inmensa misericordia borra nuestros pecados, y su perdón nos libra de las culpas pasadas. Pidámosle confiadamente que nos conceda el perdón de nuestros pecados, ya que venimos arrepentidos de corazón.
R. Te rogamos, óyenos.
3
Dios entregó a su Hijo a la muerte por nuestros pecados, y lo resucitó para nuestra justificación. Humildemente dirijámonos a él, diciendo:
R. Ten piedad de tu pueblo, Señor.
4
Pidamos a Dios, nuestro Padre, que espera a los hijos que se alejan y abraza a los que vuelven, que reciba benignamente a quienes hoy regresamos a su casa.
R. Hemos pecado, Señor, pero no tomes en consideración nuestras culpas.
(O bien: Padre, hemos pecado contra ti, ya no somos dignos de que nos llames hijos tuyos.)
5
Dirijamos nuestras súplicas a Dios, que busca lo que había perecido, que acerca lo que se había alejado, que une lo que estaba roto, que cura lo que está enfermo:
R. Cura, Señor, nuestras enfermedades.
272. Cuando la oración se dirige a Cristo:
1
Invoquemos humildemente a Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, para que consigamos el perdón de nuestras ofensas y, a la vez, que nos reconciliemos con la Iglesia a la que hemos herido con nuestras culpas.
R. Señor Jesús, sálvanos.
2
Con oración confiada y esperanza segura, acudamos a Cristo que, por nuestros pecados y los de todos los hombres, se entregó voluntariamente y con inmenso amor a la muerte.
R. Cristo, óyenos.
3
Oremos confiadamente a Cristo, el Buen Pastor, que busca la oveja perdida y, una vez encontrada, la recibe lleno de alegría.
R. Búscanos y recíbenos, Señor.
4
Hermanos, con humildad y confianza, dirijamos nuestras preces a Jesucristo que cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado. Digamos todos juntos:
R. ¿A quién iremos?, Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
(O bien: Nosotros hemos creído y conocido que tú eres Cristo, el Hijo de Dios).
(O bien: Compadécete de nosotros y ayúdanos, Señor).
5
Supliquemos confiadamente a Cristo, Nuestro Señor, que seentregó a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, diciendo:
R. Tú eres nuestro Salvador.
(O bien: Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No publico comentarios anónimos.