tag:blogger.com,1999:blog-27996011160859393912024-02-05T11:29:43.092+01:00Misa diaria y Liturgia práctica.Textos para la pastoral litúrgica de la Misa y otras celebraciones litúrgicas, en España. Se proponen los textos en castellano (y el de la edición "typica" en latín) elegidos por el autor entre las variantes posibles de la Liturgia ordinaria de la Iglesia. En cada entrada de la misa diaria primero se recoge un texto sobre Liturgia, luego el Calendario Litúrgico de España. Después viene la Misa del día. Al final se describen los santos y beatos del día siguiente, según el Martirologio Romano.Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.comBlogger1989125tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-86852043560378539952022-12-05T21:17:00.001+01:002022-12-05T21:17:56.720+01:003 Martes, Feria del Tiempo de Navidad o Santísimo Nombre de Jesús, memoria libre.SOBRE LITURGIA<br /><br />MISAL: para la feria ants. y oracs. / para la memoria ants. y oracs. props.; Pf. Nav.<br /><br />LECC.: vol. II.<br /><br />-1 Jn 2, 29 -3, 6. Todo el que permanece él no peca.<br /><br />-Sal 97. R. Los confines de la tierra han contemplado de nuestro Dios.<br /><br />-Jn 1, 29-34. Este es el Cordero de Dios<br /><br />TIEMPO DE NAVIDAD Introducción al tiempo de Navidad Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (nn. 106-107) En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la manifestación del Señor: su humilde nacimiento en Belén, anunciado a los pastores, primicia de Israel que acoge al Salvador; la manifestación a los Magos, «venidos de Oriente» (Mt 2, 1), primicia de los gentiles, que en Jesús recién nacido reconocen y adoran al Cristo Mesías; la teofanía en el río Jordán, donde Jesús fue proclamado por el Padre «hijo predilecto» (Mt 3, 17) y comienza públicamente su ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús «manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él» (Jn 2, 11). Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente relacionadas con el misterio de la manifestación del Señor: el martirio de los Santos Inocentes (28 de diciembre), cuya sangre fue derramada a causa del odio a Jesús y del rechazo de su reino por parte de Herodes; la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de enero; la fiesta de la Sagrada Familia (domingo dentro de la Octava), en la que se celebra el santo núcleo familiar en el que «Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de enero, memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María; y, aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación del Señor (2 de febrero), celebración del encuentro del Mesías con su pueblo, representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía mesiánica de Simeón. Descripción de las lecturas de la misa De los Prenotandos del Leccionario (nn. 95-96) Solemnidades, fiestas y domingos: En la vigilia y en las tres misas de Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición romana. En el domingo dentro de la Octava de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia, el Evangelio es de la infancia de Jesús, las demás lecturas hablan de las virtudes de la vida doméstica. En la Octava de Navidad y solemnidad de Santa María, Madre de Dios, las lecturas tratan de la Virgen, Madre de Dios, y de la imposición del San- tísimo nombre de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad las lecturas tratan del misterio de la Encarnación. En la Epifanía del Señor, la lectura del Antiguo Testamento y el Evangelio conservan la tradición romana; en la lectura apostólica se lee un texto relativo a la vocación de los paganos a la salvación. En la fiesta del Bautismo del Señor, los textos se refieren a este misterio. Ferias: Desde el día 29 de diciembre, se hace una lectura continua de toda la primera carta de san Juan, que ya se empezó a leer el día 27 de diciembre, fiesta del mismo san Juan, y en el día siguiente, fiesta de los Santos Inocentes. Los Evangelios se refieren a las manifestaciones del Señor. En efecto, se leen los acontecimientos de la infancia de Jesús, tomados del Evangelio de san Lucas (días 29 y 30 de diciembre), el primer capítulo del Evangelio de san Juan (31 de diciembre al 5 de enero), y las principales manifestaciones del Señor, tomadas de los cuatro Evangelios (7 al 12 de enero). Normas particulares del tiempo de Navidad Misa 1. Cada día del tiempo de Navidad tiene formulario propio. 2. En las memorias obligatorias, a partir del 2 de enero, se dice la colecta propia; en cambio, la oración sobre las ofrendas y la de después de la comunión, si no son propias, se pueden tomar o del común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El prefacio se toma del tiempo o del común. 3. En las ferias y memorias libres, a partir del 2 de enero, se puede elegir la misa de feria, o la misa de uno de los santos de los que se hace memoria libre, o la misa de algún santo inscrito ese día en el Martirologio (cf. OGMR, 355b). En las memorias de los santos se toma la colecta propia o, si carece de ella, la del común correspondiente; en cambio, la oración sobre las ofrendas y la de después de la comunión, si no son propias, se pueden tomar o del común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El prefacio se toma del tiempo o del común. 4. Durante la Octava de Navidad se dice la misa del día litúrgico pro- pio. Toda memoria que pueda estar señalada para ese día debe tomarse como libre, y solo se hace conmemoración: se toma la oración colec- ta, el resto de las oraciones deben tomarse del día litúrgico propio (cf. OGMR, 355a). El prefacio se toma del tiempo. 5. Durante la Octava de Navidad no se permiten las misas por diversas necesidades y votivas, a menos que haya mandato o permiso del Ordinario, exceptuando en todo caso las solemnidades (cf. OGMR, 374). Después de la Octava solo se permiten si la necesidad o la verdadera utilidad pastoral lo requieren (cf. OGMR, 376). 6. Los domingos no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial (cf. OGMR, 380). Durante la Octava y las ferias del tiempo de Navidad pueden celebrarse la misa exequial y las misas de difuntos después de recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no se permiten las misas cotidianas de difuntos durante todo este tiempo litúrgico (cf. OGMR, 381). 48 – Introducción Tiempo de Navidad – 49 7. El color de las vestiduras litúrgicas es el blanco (cf. OGMR, 346a). En las memorias de los santos, a partir del 2 de enero, puede usarse el color propio (blanco o rojo), pero durante la Octava de Navidad, aunque se haga conmemoración de la memoria de un mártir, debe usarse el color blanco. En cambio, en las fiestas de los santos durante la Octava de Navidad se usa el color propio del santo (blanco o rojo). Liturgia de las Horas 8. Durante la Octava de Navidad: en los oficios del tiempo, excepto en días particulares, se usan los elementos propios de la primera parte del tiempo de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de cada hora. Tiene rúbricas propias. Todos los días se dice Te Deum. 9. A partir del 2 de enero: en los oficios del tiempo, excepto en días particulares, se usan los elementos propios de la segunda parte del tiempo de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de cada hora. La salmodia se toma del día correspondiente de la semana. 10. Las memorias de los santos de la Octava de la Natividad del Señor: si alguien quisiera hacer la conmemoración de estas, se realizan de la siguiente manera (cf. OGLH, 239): - En el Oficio de lectura se reza todo del Tiempo, y después de la segunda lectura y su responsorio se añade la lectura hagiográfica propia del santo con su responsorio y se concluye con la oración del santo. - En Laudes y Vísperas se reza todo del tiempo, y después de la ora- ción conclusiva (que se dice sin la conclusión acostumbrada «Por nues- tro Señor Jesucristo…»), se añade la antífona propia del santo (o del Común) y la oración del santo con la conclusión. 11. Durante toda la Navidad: los salmos de la Hora intermedia con una antífona sola. Calendarios particulares 12. Durante la Octava de la Natividad del Señor: se permiten solo las so- lemnidades y fiestas particulares, las memorias obligatorias particulares se trasladan de forma permanente a otro día. 13. A partir del 2 de enero: el domingo siguiente a la Epifanía solo se permiten las solemnidades, en cuyo caso la fiesta del Bautismo del Señor se traslada al lunes siguiente, por lo que el tiempo de Navidad concluiría después de las completas de ese lunes. Las fiestas y memorias que coinciden con este domingo se omiten. Los demás días se permiten todas las celebraciones. 24 VIERNES. Después de la Hora Nona: COMIENZA EL TIEMPO DE NAVIDAD Y LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR — Todos los sacerdotes pueden celebrar o concelebrar tres misas, con tal que se celebren a su tiempo: medianoche, aurora y día. — Los que celebran solo una misa, dicen la que corresponda a la hora del día. — El sacerdote que hoy celebra tres misas puede percibir tres estipendios (c. 951, 1). 24 VIERNES por la tarde: Misa de la vigilia (blanco). MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. LECC.: vol. I (C). - Is 62, 1-5. El Señor te prefiere a ti. - Sal 88. R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. - Hch 13, 16-17. 22-25. Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de David. - Mt 1, 1-25. Genealogía de Jesucristo, Hijo de David. Liturgia de las Horas: I Vísp. de la Natividad del Señor. Comp. Dom. I. La bendición del belén colocado en la iglesia puede hacerse al final de las Vísperas o al final de la misa de la noche (cf. Bendicional, nn. 1245 y ss.). Al iniciarse las fiestas de Navidad, puede bendecirse el árbol adornado para este tiempo (cf. Bendicional, nn. 1272 y ss.).Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-52982763140267848022022-12-05T05:46:00.034+01:002022-12-05T21:23:46.400+01:002 enero 2023, Lunes. Stos Basilio Magno Y Gregorio Nacianceno, memoria obligatoria.<div>conocen y adoran al Cristo Mesías; la teofanía en
el río Jordán, donde Jesús fue proclamado por el Padre «hijo predilecto»
(Mt 3, 17) y comienza públicamente su ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús «manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en él» (Jn 2, 11).
Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente
relacionadas con el misterio de la manifestación del Señor: el martirio
de los Santos Inocentes (28 de diciembre), cuya sangre fue derramada a
causa del odio a Jesús y del rechazo de su reino por parte de Herodes;
la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de enero; la fiesta de la Sagrada
Familia (domingo dentro de la Octava), en la que se celebra el santo
núcleo familiar en el que «Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante
Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de enero, memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María;
y, aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación del Señor (2 de febrero), celebración del encuentro del Mesías
con su pueblo, representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía
mesiánica de Simeón.
Descripción de las lecturas de la misa
De los Prenotandos del Leccionario (nn. 95-96)
Solemnidades, fiestas y domingos: En la vigilia y en las tres misas de
Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición romana. En el domingo dentro de la Octava de
Navidad, fiesta de la Sagrada Familia, el Evangelio es de la infancia de
Jesús, las demás lecturas hablan de las virtudes de la vida doméstica. En
la Octava de Navidad y solemnidad de Santa María, Madre de Dios, las
lecturas tratan de la Virgen, Madre de Dios, y de la imposición del San- tísimo nombre de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad las
lecturas tratan del misterio de la Encarnación. En la Epifanía del Señor,
la lectura del Antiguo Testamento y el Evangelio conservan la tradición
romana; en la lectura apostólica se lee un texto relativo a la vocación de
los paganos a la salvación. En la fiesta del Bautismo del Señor, los textos
se refieren a este misterio.
Ferias: Desde el día 29 de diciembre, se hace una lectura continua de
toda la primera carta de san Juan, que ya se empezó a leer el día 27 de
diciembre, fiesta del mismo san Juan, y en el día siguiente, fiesta de los
Santos Inocentes. Los Evangelios se refieren a las manifestaciones del
Señor. En efecto, se leen los acontecimientos de la infancia de Jesús, tomados del Evangelio de san Lucas (días 29 y 30 de diciembre), el primer
capítulo del Evangelio de san Juan (31 de diciembre al 5 de enero), y las
principales manifestaciones del Señor, tomadas de los cuatro Evangelios
(7 al 12 de enero).
Normas particulares del tiempo de Navidad
Misa
1. Cada día del tiempo de Navidad tiene formulario propio.
2. En las memorias obligatorias, a partir del 2 de enero, se dice la colecta
propia; en cambio, la oración sobre las ofrendas y la de después de la
comunión, si no son propias, se pueden tomar o del común o de la feria
correspondiente (cf. OGMR, 363). El prefacio se toma del tiempo o del
común.
3. En las ferias y memorias libres, a partir del 2 de enero, se puede elegir
la misa de feria, o la misa de uno de los santos de los que se hace memoria libre, o la misa de algún santo inscrito ese día en el Martirologio (cf.
OGMR, 355b). En las memorias de los santos se toma la colecta propia
o, si carece de ella, la del común correspondiente; en cambio, la oración
sobre las ofrendas y la de después de la comunión, si no son propias,
se pueden tomar o del común o de la feria correspondiente (cf. OGMR,
363). El prefacio se toma del tiempo o del común.
4. Durante la Octava de Navidad se dice la misa del día litúrgico propio. Toda memoria que pueda estar señalada para ese día debe tomarse
como libre, y solo se hace conmemoración: se toma la oración colecta, el resto de las oraciones deben tomarse del día litúrgico propio (cf.
OGMR, 355a). El prefacio se toma del tiempo.
5. Durante la Octava de Navidad no se permiten las misas por diversas
necesidades y votivas, a menos que haya mandato o permiso del Ordinario, exceptuando en todo caso las solemnidades (cf. OGMR, 374).
Después de la Octava solo se permiten si la necesidad o la verdadera
utilidad pastoral lo requieren (cf. OGMR, 376).
6. Los domingos no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial (cf. OGMR, 380). Durante la Octava y las ferias del tiempo de Navidad pueden celebrarse la misa exequial y las misas de difuntos después
de recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no
se permiten las misas cotidianas de difuntos durante todo este tiempo
litúrgico (cf. OGMR, 381).
48 – Introducción
Tiempo de Navidad – 49
7. El color de las vestiduras litúrgicas es el blanco (cf. OGMR, 346a). En
las memorias de los santos, a partir del 2 de enero, puede usarse el color
propio (blanco o rojo), pero durante la Octava de Navidad, aunque se
haga conmemoración de la memoria de un mártir, debe usarse el color
blanco. En cambio, en las fiestas de los santos durante la Octava de Navidad se usa el color propio del santo (blanco o rojo).
Liturgia de las Horas
8. Durante la Octava de Navidad: en los oficios del tiempo, excepto en
días particulares, se usan los elementos propios de la primera parte del
tiempo de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de
cada hora. Tiene rúbricas propias. Todos los días se dice Te Deum.
9. A partir del 2 de enero: en los oficios del tiempo, excepto en días particulares, se usan los elementos propios de la segunda parte del tiempo
de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de cada
hora. La salmodia se toma del día correspondiente de la semana.
10. Las memorias de los santos de la Octava de la Natividad del Señor:
si alguien quisiera hacer la conmemoración de estas, se realizan de la
siguiente manera (cf. OGLH, 239):
- En el Oficio de lectura se reza todo del Tiempo, y después de la
segunda lectura y su responsorio se añade la lectura hagiográfica propia
del santo con su responsorio y se concluye con la oración del santo.
- En Laudes y Vísperas se reza todo del tiempo, y después de la oración conclusiva (que se dice sin la conclusión acostumbrada «Por nuestro Señor Jesucristo…»), se añade la antífona propia del santo (o del
Común) y la oración del santo con la conclusión.
11. Durante toda la Navidad: los salmos de la Hora intermedia con una
antífona sola.
Calendarios particulares
12. </div><div>* Durante la Octava de la Natividad del Señor: se permiten solo las solemnidades y fiestas particulares, las memorias obligatorias particulares
se trasladan de forma permanente a otro día.
13. </div><div>* A partir del 2 de enero: el domingo siguiente a la Epifanía solo se
permiten las solemnidades, en cuyo caso la fiesta del Bautismo del Señor
se traslada al lunes siguiente, por lo que el tiempo de Navidad concluiría
después de las completas de ese lunes. </div><div>* Las fiestas y memorias que coinciden con este domingo se omiten. Los demás días se permiten todas las
celebraciones.</div><div><br /></div><div>24 VIERNES. Después de la Hora Nona: </div><div>COMIENZA EL TIEMPO DE NAVIDAD
Y LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR </div><div>— Todos los sacerdotes pueden celebrar o concelebrar tres misas, con tal que se celebren a su tiempo: medianoche, aurora y día. </div><div>— Los que celebran solo una misa, dicen la que corresponda a la hora del día. </div><div>— El sacerdote que hoy celebra tres misas puede percibir tres estipendios (c. 951, 1). </div><div><br /></div><div>24 VIERNES por la tarde:
Misa de la vigilia (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C). </div><div>- Is 62, 1-5. El Señor te prefiere a ti. </div><div>- Sal 88. R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. </div><div>- Hch 13, 16-17. 22-25. Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de David. </div><div>- Mt 1, 1-25. Genealogía de Jesucristo, Hijo de David. </div><div><br /></div><div>Liturgia de las Horas: I Vísp. de la Natividad del Señor.
Comp. Dom. I.</div><div><br /></div><div>* La bendición del belén colocado en la iglesia puede hacerse al final
de las Vísperas o al final de la misa de la noche (cf. Bendicional,
nn. 1245 y ss.).</div><div>* Al iniciarse las fiestas de Navidad, puede bendecirse el árbol adornado para este tiempo (cf. Bendicional, nn. 1272 y ss.).
50 </div><div>– Diciembre
Octava de la Natividad del Señor </div><div>– 51
25 SÁBADO. Misa a medianoche:
Misa de medianoche (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C). </div><div>- Is 9, 1-6. Un hijo se nos ha dado. </div><div>- Sal 95. R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. </div><div>- Tit 2, 11-14. Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres. </div><div>- Lc 2, 1-14. Hoy os ha nacido un Salvador.
En medio de la oscuridad de esta noche brilla Cristo, la luz verdadera, y pedimos gozar un día en el cielo del esplendor de la
gloria (1.ª orac.). Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el
Señor (Ev.). Este Hijo que se nos ha dado trae al mundo una paz
sin límites, para siempre (1 lect.). La primera venida de Cristo en
la humildad de Belén que celebramos hoy nos anuncia la dicha
que esperamos, su aparición gloriosa al fin de los tiempos. Y esa
esperanza nos debe llevar a una vida sobria, honrada y religiosa
(2 lect.). Damos gracias hoy, porque el Verbo hecho carne nos
lleva al amor de lo invisible de Dios (cf. Pf. I).</div><div>* Tras el saludo inicial de la misa, el celebrante u otro ministro puede
proclamar el anuncio del nacimiento del Salvador (véase pág. 386).
Liturgia de las Horas: conviene celebrar antes de la misa
una Vigilia solemne con el Oficio de lectura.</div><div>* No celebran Completas los que participan en esta vigilia.</div><div>* La adecuación de las Horas del Oficio con el tiempo real impide
la celebración de Laudes inmediatamente después de la misa de
medianoche.</div><div>* Diciembre</div><div>* Misa a la aurora:
Misa de la aurora (blanco). </div><div>MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C). </div><div>- Is 62, 11-12. Mira a tu salvador, que llega. </div><div>- Sal 96. R. Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el
Señor. </div><div>- Tit 3, 4-7. Según su propia misericordia, nos salvó. </div><div>- Lc 2, 15-20. Los pastores encontraron a María y a José y al niño.</div><div>* Misa del día:
Misa del día (blanco).</div><div>Diciembre</div><div>* Primera semana del salterio</div><div>MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C). </div><div>- Is 52, 7-10. Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios. </div><div>- Sal 97. R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de
nuestro Dios. </div><div>- Heb 1, 1-6. Dios nos ha hablado por el Hijo. </div><div>- Jn 1, 1-18. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
El Hijo de Dios ha compartido nuestra naturaleza humana para
que nosotros podamos compartir su vida divina (1.ª orac.). En la
1 lect. y en el sal. resp. se proclama la victoria de nuestro Dios,
que nos salva no por los poderes de este mundo sino desde la
humildad del niño nacido en Belén. Es el Verbo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, que se hizo carne y habitó entre
nosotros. Por medio de Él, Dios nos ha hablado (2 lect.) y esa
Palabra sigue viva entre nosotros y es la luz que brilla en medio
de las tinieblas de este mundo y que debemos acoger en la fe y
el amor para que así podamos ser hijos de Dios (Ev.).
Los fieles que hubiesen comulgado en la misa de medianoche pueden volver a hacerlo en la misa del día.
Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio de la solemnidad. Te Deum.
Comp. Dom. II.
Martirologio: elog. prop. de la fiesta de la Sagrada Familia, pág. 43, y elogs. del 26 de diciembre, pág. 735.
Primera semana del Salterio</div><div>conocen y adoran al Cristo Mesías; la teofanía en
el río Jordán, donde Jesús fue proclamado por el Padre «hijo predilecto»
(Mt 3, 17) y comienza públicamente su ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús «manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en él» (Jn 2, 11).
Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente
relacionadas con el misterio de la manifestación del Señor: el martirio
de los Santos Inocentes (28 de diciembre), cuya sangre fue derramada a
causa del odio a Jesús y del rechazo de su reino por parte de Herodes;
la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de enero; la fiesta de la Sagrada
Familia (domingo dentro de la Octava), en la que se celebra el santo
núcleo familiar en el que «Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante
Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de enero, memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María;
y, aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación del Señor (2 de febrero), celebración del encuentro del Mesías
con su pueblo, representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía
mesiánica de Simeón.
Descripción de las lecturas de la misa
De los Prenotandos del Leccionario (nn. 95-96)
Solemnidades, fiestas y domingos: En la vigilia y en las tres misas de
Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición romana. En el domingo dentro de la Octava de
Navidad, fiesta de la Sagrada Familia, el Evangelio es de la infancia de
Jesús, las demás lecturas hablan de las virtudes de la vida doméstica. En
la Octava de Navidad y solemnidad de Santa María, Madre de Dios, las
lecturas tratan de la Virgen, Madre de Dios, y de la imposición del San- tísimo nombre de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad las
lecturas tratan del misterio de la Encarnación. En la Epifanía del Señor,
la lectura del Antiguo Testamento y el Evangelio conservan la tradición
romana; en la lectura apostólica se lee un texto relativo a la vocación de
los paganos a la salvación. En la fiesta del Bautismo del Señor, los textos
se refieren a este misterio.
Ferias: Desde el día 29 de diciembre, se hace una lectura continua de
toda la primera carta de san Juan, que ya se empezó a leer el día 27 de
diciembre, fiesta del mismo san Juan, y en el día siguiente, fiesta de los
Santos Inocentes. Los Evangelios se refieren a las manifestaciones del
Señor. En efecto, se leen los acontecimientos de la infancia de Jesús, tomados del Evangelio de san Lucas (días 29 y 30 de diciembre), el primer
capítulo del Evangelio de san Juan (31 de diciembre al 5 de enero), y las
principales manifestaciones del Señor, tomadas de los cuatro Evangelios
(7 al 12 de enero).
Normas particulares del tiempo de Navidad
Misa
1. Cada día del tiempo de Navidad tiene formulario propio.
2. En las memorias obligatorias, a partir del 2 de enero, se dice la colecta
propia; en cambio, la oración sobre las ofrendas y la de después de la
comunión, si no son propias, se pueden tomar o del común o de la feria
correspondiente (cf. OGMR, 363). El prefacio se toma del tiempo o del
común.
3. En las ferias y memorias libres, a partir del 2 de enero, se puede elegir
la misa de feria, o la misa de uno de los santos de los que se hace memoria libre, o la misa de algún santo inscrito ese día en el Martirologio (cf.
OGMR, 355b). En las memorias de los santos se toma la colecta propia
o, si carece de ella, la del común correspondiente; en cambio, la oración
sobre las ofrendas y la de después de la comunión, si no son propias,
se pueden tomar o del común o de la feria correspondiente (cf. OGMR,
363). El prefacio se toma del tiempo o del común.
4. Durante la Octava de Navidad se dice la misa del día litúrgico propio. Toda memoria que pueda estar señalada para ese día debe tomarse
como libre, y solo se hace conmemoración: se toma la oración colecta, el resto de las oraciones deben tomarse del día litúrgico propio (cf.
OGMR, 355a). El prefacio se toma del tiempo.
5. Durante la Octava de Navidad no se permiten las misas por diversas
necesidades y votivas, a menos que haya mandato o permiso del Ordinario, exceptuando en todo caso las solemnidades (cf. OGMR, 374).
Después de la Octava solo se permiten si la necesidad o la verdadera
utilidad pastoral lo requieren (cf. OGMR, 376).
6. Los domingos no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial (cf. OGMR, 380). Durante la Octava y las ferias del tiempo de Navidad pueden celebrarse la misa exequial y las misas de difuntos después
de recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no
se permiten las misas cotidianas de difuntos durante todo este tiempo
litúrgico (cf. OGMR, 381).
48 – Introducción
Tiempo de Navidad – 49
7. El color de las vestiduras litúrgicas es el blanco (cf. OGMR, 346a). En
las memorias de los santos, a partir del 2 de enero, puede usarse el color
propio (blanco o rojo), pero durante la Octava de Navidad, aunque se
haga conmemoración de la memoria de un mártir, debe usarse el color
blanco. En cambio, en las fiestas de los santos durante la Octava de Navidad se usa el color propio del santo (blanco o rojo). </div><div>Liturgia de las Horas (8. Durante la Octava de Navidad: en los oficios del tiempo, excepto en
días particulares, se usan los elementos propios de la primera parte del
tiempo de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de
cada hora. Tiene rúbricas propias. Todos los días se dice Te Deum.
9. A partir del 2 de enero: en los oficios del tiempo, excepto en días particulares, se usan los elementos propios de la segunda parte del tiempo
de Navidad, además de la antífona del invitatorio y el himno de cada
hora. La salmodia se toma del día correspondiente de la semana.
10. Las memorias de los santos de la Octava de la Natividad del Señor:
si alguien quisiera hacer la conmemoración de estas, se realizan de la
siguiente manera (cf. OGLH, 239):
- En el Oficio de lectura se reza todo del Tiempo, y después de la
segunda lectura y su responsorio se añade la lectura hagiográfica propia
del santo con su responsorio y se concluye con la oración del santo.
- En Laudes y Vísperas se reza todo del tiempo, y después de la oración conclusiva (que se dice sin la conclusión acostumbrada «Por nuestro Señor Jesucristo…»), se añade la antífona propia del santo (o del
Común) y la oración del santo con la conclusión.
11. Durante toda la Navidad: los salmos de la Hora intermedia con una
antífona sola.
Calendarios particulares
12. Durante la Octava de la Natividad del Señor: se permiten solo las solemnidades y fiestas particulares, las memorias obligatorias particulares
se trasladan de forma permanente a otro día.
13. </div><div>A partir del 2 de enero: el domingo siguiente a la Epifanía solo se
permiten las solemnidades, en cuyo caso la fiesta del Bautismo del Señor
se traslada al lunes siguiente, por lo que el tiempo de Navidad concluiría
después de las completas de ese lunes. Las fiestas y memorias que coinciden con este domingo se omiten. Los demás días se permiten todas las
celebraciones. </div><div><br /></div><div>* JORNADA DE LA SAGRADA FAMILIA (pontificia es modelo de virtudes domésticas y de unión en el amor (Co). Con ella comenzó a existir la familia, en la que se evangeliza, como Iglesia, y se evangeliza. La primera lectura nos recuerda la vida de familia en el amor</div><div><br /></div><div><b>24 <span style="color: #cc0000;">VIERNES por la tarde: </span></b></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>de la vigilia (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). </div><div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><b>LECC.: </b>vol.<b> I (C). </b></div><div><b>- Is 62, 1-5. </b><i>El Señor te prefiere a ti. </i></div><div><b>- Sal 88. </b>R. <i>Cantaré eternamente las misericordias del Señor. </i></div><div><b>- Hch 13, 16-17. 22-25. </b><i>Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de David. </i></div><div><b>- Mt 1, 1-25. </b><i>G</i><i>enealogía de Jesucristo, Hijo de David. </i></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;"><u>Liturgia de las Horas:</u></span></b> <i>de la Natividad del Señor. Comp. Dom. I.</i></div><div>*La bendición del belén colocado en la iglesia puede hacerse al final
de las Vísperas o al final de la misa de la noche (cf. Bendicional,
nn. 1245 y ss.).</div><div>* Al iniciarse las fiestas de Navidad, puede bendecirse el árbol adornado para este tiempo (cf. Bendicional, nn. 1272 y ss.). </div><div>50 – Diciembre
Octava de la Natividad del Señor – </div><div>51
25 SÁBADO. Misa a medianoche:
Misa de medianoche (blanco). </div><div>MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C).
- Is 9, 1-6. Un hijo se nos ha dado. </div><div>- Sal 95. R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. </div><div>- Tit 2, 11-14. Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres. </div><div>- Lc 2, 1-14. Hoy os ha nacido un Salvador.
En medio de la oscuridad de esta noche brilla Cristo, la luz verdadera, y pedimos gozar un día en el cielo del esplendor de la
gloria (1.ª orac.). Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el
Señor (Ev.). Este Hijo que se nos ha dado trae al mundo una paz
sin límites, para siempre (1 lect.). La primera venida de Cristo en
la humildad de Belén que celebramos hoy nos anuncia la dicha
que esperamos, su aparición gloriosa al fin de los tiempos. Y esa
esperanza nos debe llevar a una vida sobria, honrada y religiosa
(2 lect.). Damos gracias hoy, porque el Verbo hecho carne nos
lleva al amor de lo invisible de Dios (cf. Pf. I).</div><div><br /></div><div>* Tras el saludo inicial de la misa, el celebrante u otro ministro puede
proclamar el anuncio del nacimiento del Salvador (véase pág. 386). </div><div><br /></div><div>Liturgia de las Horas: conviene celebrar antes de la misa
una Vigilia solemne con el Oficio de lectura.
No celebran Completas los que participan en esta vigilia.
</div><div>La adecuación de las Horas del Oficio con el tiempo real impide
la celebración de Laudes inmediatamente después de la misa de
medianoche.
5</div><div>2 – Diciembre* Misa a la aurora:
Misa de la aurora (blanco). </div><div>MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C). </div><div>- Is 62, 11-12. Mira a tu salvador, que llega. </div><div>- Sal 96. R. Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el
Señor. </div><div>- Tit 3, 4-7. Según su propia misericordia, nos salvó. </div><div>- Lc 2, 15-20. Los pastores encontraron a María y a José y al niño. </div><div>0 Misa del día:
Misa del día (blanco). </div><div>MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div>LECC.: vol. I (C).
<br />- Is 52, 7-10. Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios. </div><div>- Sal 97. R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de
nuestro Dios. </div><div>- Heb 1, 1-6. Dios nos ha hablado por el Hijo. </div><div>- Jn 1, 1-18. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
El Hijo de Dios ha compartido nuestra naturaleza humana para
que nosotros podamos compartir su vida divina (1.ª orac.). En la
1 lect. y en el sal. resp. se proclama la victoria de nuestro Dios,
que nos salva no por los poderes de este mundo sino desde la
humildad del niño nacido en Belén. Es el Verbo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, que se hizo carne y habitó entre
nosotros. Por medio de Él, Dios nos ha hablado (2 lect.) y esa
Palabra sigue viva entre nosotros y es la luz que brilla en medio
de las tinieblas de este mundo y que debemos acoger en la fe y
el amor para que así podamos ser hijos de Dios (Ev.).</div><div>* Los fieles que hubiesen comulgado en la misa de medianoche pueden volver a hacerlo en la misa del día. * Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial. </div><div><br /></div><div>Liturgia de las Horas: oficio de la solemnidad. Te Deum.
Comp. Dom. II. </div><div><br />Martirologio: elog. prop. de la fiesta de la Sagrada Familia, pág. 43, y elogs. del 26 de diciembre, pág. 735. </div><div><br /></div><div>Primera semana del Salterio</div><div><br /></div><div><b>24 <span style="color: #cc0000;"><u>VIERNES por la tarde: </u></span></b></div><div><u><span style="color: #cc0000;"><b>Misa</b></span></u> de la vigilia (<span style="color: #cc0000;"><u>blanco</u></span>). </div><div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><span style="color: #cc0000;"><b>LECC.:</b></span> vol. <b>I (C).<span style="color: #cc0000;"> </span></b></div><div><b>- Is 62, 1-5.</b> <i>El Señor te prefiere a ti. </i></div><div><b>- Sal 88.</b> R.<i> Cantaré eternamente las misericordias del Señor. </i></div><div><b>- Hch 13, 16-17. 22-25. </b><i>Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de </i>David. </div><div><b>- Mt 1, 1-25. </b><i>Genealogía de Jesucristo, Hijo de David. </i></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> I Vísp. de la Natividad del Señor.
Comp. Dom. I.</div><div><span style="color: #cc0000;">*</span>de la noche (cf. Bendicional,
nn. 1245 y ss.).</div><div><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b>Al iniciarse las fiestas de Navidad, puede bendecirse el árbol adornado para este tiempo (cf. Bendicional, nn. 1272 y ss.).
50 – Diciembre
Octava de la Natividad del Señor – 51 </div><div><br /></div><div><b>25 <span style="color: #cc0000;">SÁBADO. Misa a medianoche: </span></b></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>de medianoche (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). </div><div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><b>LECC.: </b>vol. <b>I (C). </b></div><div><b>- Is 9, 1-6. </b><i>Un hijo se nos ha dado.</i> </div><div><b>- Sal 95.</b> R. <i>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. </i></div><div><b>- Tit 2, 11-14.<i> </i></b><i>Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres.</i></div><div><b>- Lc 2, 1-14. </b><i>Hoy os ha nacido un Salvador.
En medio de la oscuridad de esta noche brilla Cristo, la luz verdadera, y pedimos gozar un día en el cielo del esplendor de la
gloria (1.ª orac.). Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el
Señor (Ev.). Este Hijo que se nos ha dado trae al mundo una paz
sin límites, para siempre (1 lect.). La primera venida de Cristo en
la humildad de Belén que celebramos hoy nos anuncia la dicha
que esperamos, su aparición gloriosa al fin de los tiempos. Y esa
esperanza nos debe llevar a una vida sobria, honrada y religiosa
(2 lect.). Damos gracias hoy, porque el Verbo hecho carne nos
lleva al amor de lo invisible de Dios (cf. Pf. I). Tras el saludo inicial de la misa, el celebrante u otro ministro puede
proclamar el anuncio del nacimiento del Salvador (véase pág. 386).
Liturgia de las Horas: conviene celebrar antes de la misa
una Vigilia solemne con el Oficio de lectura. No celebran Completas los que participan en esta vigilia. La adecuación de las Horas del Oficio con el tiempo real impide
la celebración de Laudes inmediatamente después de la misa de
medianoche. </i></div><div><u><span style="color: #cc0000;">* Misa a la aurora:</span></u>
Misa de la aurora (<u><span style="color: #cc0000;">blanco</span></u>).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por
obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV.
<b>LECC.:</b> vol. <b>I (C). </b></div><div><b>- Is 62, 11-12. </b><i>Mira a tu salvador, que llega. </i></div><div><b>- Sal 96. </b>R. <i>Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el
Señor. </i></div><div><b>- Tit 3, 4-7.</b> <i>Según su propia misericordia, nos salvó. </i></div><div><b>- Lc 2, 1-14. </b><i>Los pastores encontraron a María y a José y al niño. </i></div><div><br /></div><div>Durante la Octava de la Natividad del Señor: se permiten solo las solemnidades y fiestas particulares, las memorias obligatorias particulares se trasladan de forma permanente a otro día. 13. A partir del 2 de enero: el domingo siguiente a la Epifanía solo se permiten las solemnidades, en cuyo caso la fiesta del Bautismo del Señor se traslada al lunes siguiente, por lo que el tiempo de Navidad concluiría después de las completas de ese lunes. Las fiestas y memorias que coinciden con este domingo se omiten. Los demás días se permiten todas las celebraciones. sola. Calendarios particulares 12. Durante la Octava de la Natividad del Señor: se permiten solo las solemnidades y fiestas particulares, las memorias obligatorias particulares se trasladan de forma permanente a otro día. 13. </div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">A partir del 2 de enero: </span></b>el domingo siguiente a la Epifanía solo se permiten las solemnidades, en cuyo caso la fiesta del Bautismo del Señor se traslada al lunes siguiente, por lo que el tiempo de Navidad concluiría después de las completas de ese lunes. </div><div><br /></div><div>Las fiestas y memorias que coinciden con este domingo se omiten. Los demás días se permiten todas las celebraciones.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b><u>Liturgia de las Horas:</u></b> </span>oficio de la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II. <br /><br /><b><u><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></u></b> elog. prop. de la fiesta de la Sagrada Familia, pág. 43, y elogs. del 26 de diciembre, pág. 735. <div><span style="color: #cc0000;"><u><b>Primera semana del Salterio.</b></u></span></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-78717877389276863082022-12-05T05:45:00.000+01:002022-12-05T05:45:13.897+01:00Sábado 31 diciembre 2022, Día VII dentro de la Octava de la Natividad del Señor o san Silvestre I, papa, conmemoración.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br /><b><u>DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA</u><br /><br />La solemnidad de santa María, Madre de Dios<br /></b><br />115. El 1 de Enero, Octava de la Navidad, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La maternidad divina y virginal de María constituye un acontecimiento salvífico singular: para la Virgen fue presupuesto y causa de su gloria extraordinaria; para nosotros es fuente de gracia y de salvación, porque "por medio de ella hemos recibido al Autor de la vida".<br /><br />La solemnidad del 1 de Enero, eminentemente mariana, ofrece un espacio particularmente apto para el encuentro entre la piedad litúrgica y la piedad popular: la primera celebra este acontecimiento con las formas que le son propias; la segunda, si está formada de manera adecuada, no dejará de dar vida a expresiones de alabanza y felicitación a la Virgen por el nacimiento de su Hijo divino, y de profundizar en el contenido de tantas fórmulas de oración, comenzando por la que resulta tan entrañable a los fieles: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores".<br /><br />116. En Occidente el 1 de Enero es un día para felicitarse: es el inicio del año civil. Los fieles están envueltos en el clima festivo del comienzo del año y se intercambian, con todos, los deseos de "Feliz año". Sin embargo, deben saber dar a esta costumbre un sentido cristiano, y hacer de ella casi una expresión de piedad. Los fieles saben que "el año nuevo" está bajo el señorío de Cristo y por eso, al intercambiarse las felicitaciones y deseos, lo ponen, implícita o explícitamente, bajo el dominio de Cristo, a quien pertenecen los días y los siglos eternos (cfr. Ap 1,8; 22,13).<br /><br />Con esta conciencia se relaciona la costumbre, bastante extendida, de cantar el 1 de Enero el himno Veni, creator Spiritus, para que el Espíritu del Señor dirija los pensamientos y las acciones de todos y cada uno de los fieles y de las comunidades cristianas durante todo el año.<br /><br />117. Entre los buenos deseos, con los que hombres y mujeres se saludan el 1 de Enero, destaca el de la paz. El "deseo de paz" tiene profundas raíces bíblicas, cristológicas y navideñas; los hombres de todos los tiempos invocan el "bien de la paz" , aunque atentan contra él frecuentemente, y en el modo más violento y destructor: con la guerra.<br /><br />La Sede Apostólica, partícipe de las aspiraciones profundas de los pueblos, desde el 1967, ha señalado para el 1 de Enero la celebración de la "Jornada mundial de la paz".<br /><br />La piedad popular no ha permanecido insensible ante esta iniciativa de la Sede Apostólica y, a la luz del Príncipe de la paz recién nacido, convierte este día en un momento importante de oración por la paz, de educación en la paz y en los valores que están indisolublemente unidos a la misma, como la libertad, la solidaridad y la fraternidad, la dignidad de la persona humana, el respeto de la naturaleza, el derecho al trabajo y el carácter sagrado de la vida, y de denuncia de situaciones injustas, que turban las conciencias y amenazan la paz.<br /><br /><b>MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO</b><div class="abstract text parbase vaticanrichtext"><p><b><u>PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 55 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ</u></b><br />1 DE ENERO DE 2022<br /><br /><b>Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera</b><br /><br />1. <i>«¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz!» (Is 52,7).</i><br /><br />Las palabras del profeta Isaías expresan el consuelo, el suspiro de alivio de un pueblo exiliado, agotado por la violencia y los abusos, expuesto a la indignidad y la muerte. El profeta Baruc se preguntaba al respecto: «¿Por qué, Israel, estás en una tierra de enemigos y envejeciste en un país extranjero? ¿Por qué te manchaste con cadáveres y te cuentas entre los que bajan a la fosa?» (3,10-11). Para este pueblo, la llegada del mensajero de la paz significaba la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro prometedor.<br /><br />Todavía hoy, el camino de la paz, que san Pablo VI denominó con el nuevo nombre de desarrollo integral [1], permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada. A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario. Como en el tiempo de los antiguos profetas, el clamor de los pobres y de la tierra [2] sigue elevándose hoy, implorando justicia y paz.<br /><br />En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. [3] Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados.<br /><br />Aquí me gustaría proponer<i> tres caminos</i> para construir una paz duradera. En primer lugar, <i>el diálogo</i> entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, <i>la educación,</i> como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último,<i> el trabajo </i>para una plena realización de la dignidad humana. Estos tres elementos son esenciales para «la gestación de un pacto social» [4], sin el cual todo proyecto de paz es insustancial.<br /><br />2. <i>Diálogo entre generaciones para construir la paz</i><br /><br />En un mundo todavía atenazado por las garras de la pandemia, que ha causado demasiados problemas, «algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones» [5].<br /><br />Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere siempre una confianza básica entre los interlocutores. Debemos recuperar esta confianza mutua. La actual crisis sanitaria ha aumentado en todos la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo. La soledad de los mayores va acompañada en los jóvenes de un sentimiento de impotencia y de la falta de una idea común de futuro. Esta crisis es ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas. De hecho, durante la pandemia hemos visto generosos ejemplos de compasión, colaboración y solidaridad en todo el mundo.<br /><br />Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida.<br /><br />Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Por un lado, los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores; por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de los jóvenes.<br /><br />Los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ―los mayores― y los continuadores de la historia ―los jóvenes―; tampoco pueden prescindir de la voluntad de cada uno de nosotros de dar cabida al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo los propios intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro. La crisis global que vivimos nos muestra que el encuentro y el diálogo entre generaciones es la fuerza propulsora de una política sana, que no se contenta con administrar la situación existente «con parches o soluciones rápidas» [6], sino que se ofrece como forma eminente de amor al otro [7], en la búsqueda de proyectos compartidos y sostenibles.<br /><br />Si sabemos practicar este diálogo intergeneracional en medio de las dificultades, «podremos estar bien arraigados en el presente, y desde aquí frecuentar el pasado y el futuro: frecuentar el pasado, para aprender de la historia y para sanar las heridas que a veces nos condicionan; frecuentar el futuro, para alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, suscitar profecías, hacer florecer esperanzas. De ese modo, unidos, podremos aprender unos de otros» [8]. Sin raíces, ¿cómo podrían los árboles crecer y dar fruto?<br /><br />Sólo hay que pensar en la cuestión del cuidado de nuestra casa común. De hecho, el propio medioambiente «es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente» [9]. Por ello, tenemos que apreciar y alentar a los numerosos jóvenes que se esfuerzan por un mundo más justo y atento a la salvaguarda de la creación, confiada a nuestro cuidado. Lo hacen con preocupación y entusiasmo y, sobre todo, con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo [10] que nos imponen las dificultades derivadas de la crisis ética y socio-ambiental actual [11].<br /><br />Por otra parte, la oportunidad de construir juntos caminos hacia la paz no puede prescindir de la educación y el trabajo, lugares y contextos privilegiados para el diálogo intergeneracional. Es la educación la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones, y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común.<br /><br />3. <i>La instrucción y la educación como motores de la paz</i><br /><br />El presupuesto para la instrucción y la educación, consideradas como un gasto más que como una inversión, ha disminuido significativamente a nivel mundial en los últimos años. Sin embargo, estas constituyen los principales vectores de un desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable, y son indispensables para la defensa y la promoción de la paz. En otras palabras, la instrucción y la educación son las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso.<br /><br />Los gastos militares, en cambio, han aumentado, superando el nivel registrado al final de la “guerra fría”, y parecen destinados a crecer de modo exorbitante [12].<br /><br />Por tanto, es oportuno y urgente que cuantos tienen responsabilidades de gobierno elaboren políticas económicas que prevean un cambio en la relación entre las inversiones públicas destinadas a la educación y los fondos reservados a los armamentos. Por otra parte, la búsqueda de un proceso real de desarme internacional no puede sino causar grandes beneficios al desarrollo de pueblos y naciones, liberando recursos financieros que se empleen de manera más apropiada para la salud, la escuela, las infraestructuras y el cuidado del territorio, entre otros.<br /><br />Me gustaría que la inversión en la educación estuviera acompañada por un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado [13]. Esta cultura, frente a las fracturas de la sociedad y a la inercia de las instituciones, puede convertirse en el lenguaje común que rompa las barreras y construya puentes. «Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación» [14]. Por consiguiente, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural a través de «un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad» [15]. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno [16].<br /><br />Invertir en la instrucción y en la educación de las jóvenes generaciones es el camino principal que las conduce, por medio de una preparación específica, a ocupar de manera provechosa un lugar adecuado en el mundo del trabajo [17].<br /><br />4. <i>Promover y asegurar el trabajo construye la paz</i><br /><br />El trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso.<br /><br />La situación del mundo del trabajo, que ya estaba afrontando múltiples desafíos, se ha visto agravada por la pandemia de Covid-19. Millones de actividades económicas y productivas han quebrado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables; muchos de aquellos que desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política; la instrucción a distancia ha provocado en muchos casos una regresión en el aprendizaje y en los programas educativos. Asimismo, los jóvenes que se asoman al mercado profesional y los adultos que han caído en la desocupación afrontan actualmente perspectivas dramáticas.<br /><br />El impacto de la crisis sobre la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes, ha sido particularmente devastador. A muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, es como si no existieran. Tanto ellos como sus familias viven en condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja. A eso se agrega que actualmente sólo un tercio de la población mundial en edad laboral goza de un sistema de seguridad social, o puede beneficiarse de él sólo de manera restringida. La violencia y la criminalidad organizada aumentan en muchos países, sofocando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo que se fomente el bien común. La respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno.<br /><br />El trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad. Por eso, «no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» [18]. Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad.<br /><br />Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.<br /><br />En esta perspectiva hay que estimular, acoger y sostener las iniciativas que instan a las empresas al respeto de los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, sensibilizando en ese sentido no sólo a las instituciones, sino también a los consumidores, a la sociedad civil y a las realidades empresariales. Estas últimas, cuanto más conscientes son de su función social, más se convierten en lugares en los que se ejercita la dignidad humana, participando así a su vez en la construcción de la paz. En este aspecto la política está llamada a desempeñar un rol activo, promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social. Y todos aquellos que actúan en este campo, comenzando por los trabajadores y los empresarios católicos, pueden encontrar orientaciones seguras en la <i>doctrina social de la Iglesia.<br /></i><br />Queridos hermanos y hermanas: Mientras intentamos unir los esfuerzos para salir de la pandemia, quisiera renovar mi agradecimiento a cuantos se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la instrucción, la seguridad y la tutela de los derechos, para ofrecer la atención médica, para facilitar el encuentro entre familiares y enfermos, para brindar ayuda económica a las personas indigentes o que han perdido el trabajo. Aseguro mi recuerdo en la oración por todas las víctimas y sus familias.<br /><br />A los gobernantes y a cuantos tienen responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y a los animadores de las comunidades eclesiales, como también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo. Que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de paz. Y que siempre los preceda y acompañe la bendición del Dios de la paz.<br /><br /><i>Vaticano, 8 de diciembre de 2021</i><br /><br /><b>Francisco</b><br />____________________________________</p><p><span style="font-size: x-small;">[1] Cf. Carta enc. <i>Populorum progressio</i> (26 marzo 1967), 76ss.<br />[2] Cf. Carta enc. <i>Laudato si’ </i>(24 mayo 2015), 49 .<br />[3] Cf. Carta enc. <i>Fratelli tutti </i>(3 octubre 2020), 231.<br />[4] <i>Ibíd.</i>, 218.<br />[5]<i> Ibíd.,</i> 199.<br />[6] <i>Ibíd.,</i> 179.<br />[7] Cf. <i>ibíd.</i>, 180.<br />[8] Exhort. ap. postsin. <i>Christus vivit </i>(25 marzo 2019), 199.<br />[9] Carta enc. <i>Laudato si’ </i>(24 mayo 2015), 159.<br />[10] Cf. ibíd., 163; 202.<br />[11] Cf. ibíd., 139.<br />[12] Cf. <i>Mensaje a los participantes en el 4º Foro de París sobre la paz</i>, 11-13 noviembre 2021.<br />[13] Cf. Carta enc.<i> Laudato si’ </i>(24 mayo 2015), 231; <i>Mensaje para la LIV Jornada Mundial de la Paz. La cultura del cuidado como camino de paz</i> (8 diciembre 2020).<br />[14] Carta enc. <i>Fratelli tutti </i>(3 octubre 2020), 199.<br />[15] <i>Videomensaje con ocasión del Encuentro “Global Compact on Education. Together to Look Beyond”</i> (15 octubre 2020).<br />[16] Cf. <i>Videomensaje con ocasión de la Cumbre virtual de alto nivel sobre retos climáticos </i>(12 diciembre 2020).<br />[17] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. <i>Laborem exercens</i> (14 septiembre 1981), 18.<br />[18] Carta enc. <i>Laudato si’ </i>(24 mayo 2015), 128.</span><br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span></b><br /><br /><b>1 <span style="color: #cc0000;"><u>+ SÁBADO. OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, solemnidad</u></span></b><br /><br /><i>Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la Octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como «Theotokos», porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre (elog. del Martirologio Romano).</i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>de la solemnidad (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>).<br /><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. I de BVM («en la maternidad»), embolismos propios de la Octava en las PP.EE. No se puede decir la PE IV.<br /><b>LECC.:</b> vol. <b>I (C).</b><br /><b>- Núm 6, 22-27. </b><i>Invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré.</i><br /><b>- Sal 66. </b>R. <i>Que Dios tenga piedad y nos bendiga.</i><br /><b>- Gál 4, 4-7. </b><i>Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer.</i><br /><b>- Lc 2, 16-21.</b> <i>Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.</i><br /><br />La liturgia de hoy celebra que la Virgen María, al haber dado a luz a la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, en ella encarnado, es verdaderamente la Madre de Dios y como tal la invocamos confiando en su intercesión por nosotros (cf. 1.ª orac.). El Hijo nació de una mujer bajo la ley. Por eso fue circuncidado a los ocho días de nacer y le pusieron por nombre Jesús, que significa Dios Salvador (cf. 2 lect. y Ev.). Al ser el primer día del año, la 1 lect. nos presenta la fórmula de bendición de los israelitas, que termina así: «El Señor se fije en ti y te conceda la paz». Hoy, en la Jornada Mundial por la Paz, la pedimos, por intercesión de santa María, Madre de Dios.<br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>JORNADA POR LA PAZ (mundial y pontificia): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.<br /><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.<br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>oficio de la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.<br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 2 de enero, pág. 89.<br /><b>CALENDARIOS: HH. de Belén:</b> Santa María, Madre de Dios, Nuestra Señora de Belén (S).<br /><br /><b>TERMINA LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR</b><br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br />1 de enero<br /><span style="color: #cc0000;">Octava de Navidad</span><br /><b><u>SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS</u></b><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada</span><br /><b>¡Salve, Madre santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.</b><br /><i>Salve, sancta Parens, eníxa puérpera Regem, qui caelum terrámque regit in saecula saeculórum.</i><br /><span style="color: #cc0000;">O bien: Cf. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33</span><br /><b>Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y es admirable su nombre: Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo; y su reino no tendrá fin.</b><br /><i>Lux fulgébit hódie super nos, quia natus est nobis Dóminus; et vocábitur admirábilis, Deus, Princeps pacis, Pater futúri saeculi: cuius regni non erit finis.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span><br />Celebramos hoy la solemnidad de santa María, Madre de Dios, en la Octava de la Natividad y en el día de la circuncisión de su Hijo. Aclamamos a la Virgen María como la «Madre de Dios» porque en ella la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros el Hijo de Dios. En este primer día del año pedimos al Príncipe de la paz, el Hijo de María, que la paz verdadera que él trajo con su venida llegue a todos los pueblos de la tierra.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Acto penitencial<br /><i>Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las invocaciones propias del tiempo de Navidad o las proponen a continuación.</i></span><br />- Te que has venido a salvar al pueblo de sus pecados: Señor, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Señor, ten piedad.<br />- Tú el fruto bendito del vientre de María: Cristo, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Cristo ten piedad<br />- Tú que eres nuestra paz: Señor, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Señor ten piedad.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Monición al Gloria<br />Se dice</span> Gloria. <i><span style="color: #cc0000;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span></i><br />Nuestra alabanza se eleva ahora a Dios, el Padre eterno, por Jesucristo, el Señor del tiempo, del año nuevo que hoy comenzamos.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Oh, Dios, que por la maternidad virginal de santa María entregaste a los hombres los bienes de la salvación eterna, concédenos experimentar la intercesión de aquella por quien hemos merecido recibir al autor de la vida, tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. El, que vive y reina contigo.</b><br /><i>Deus, qui salútis aetérnae, beátae Maríae virginitáte fecúnda, humáno géneri praemia praestitísti, tríbue, quaesumus, ut ipsam pro nobis intercédere sentiámus, per quam merúimus Fílium tuum auctórem vitae suscípere. Qui tecum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b><br />Lecturas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Octava de la Natividad del Señor (Lec. I A).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA </b>Núm 6. 22-27<br />Invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré</span><br />Lectura del libro de los Números.<br /><br />El Señor habló a Moisés:<br />«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:<br />“El Señor te bendiga y te proteja,<br />ilumine su rostro sobre ti<br />y te conceda su favor.<br />El Señor te muestre tu rostro<br />y te conceda la paz”.<br />Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Salmo responsorial Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 (R.: 2a)<br />R.</span> <b>Que Dios tenga piedad y nos bendiga.</b><br /><i>Deus misereátur nostri, et benedícat nobis.</i><br /><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Que Dios tenga piedad nos bendiga,<br />ilumine su rostro sobre nosotros;<br />conozca la tierra tus caminos,<br />todos los pueblos tu salvación.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Que Dios tenga piedad y nos bendiga.</b><br /><i>Deus misereátur nostri, et benedícat nobis.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Que canten de alegría las naciones,<br />porque riges el mundo con justicia<br />y gobiernas las naciones de la tierra.<br /><span style="color: #cc0000;">R.<b> </b></span><b>Que Dios tenga piedad y nos bendiga.</b><br /><i>Deus misereátur nostri, et benedícat nobis.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Oh Dios, que te alaben los pueblos,<br />que todos los pueblos te alaben.<br />Que Dios nos bendiga; que le teman<br />todos los confines de la tierra.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span><b> Que Dios tenga piedad y nos bendiga.</b><br /><i>Deus misereátur nostri, et benedícat nobis.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><b>SEGUNDA LECTURA</b> Gál 4, 4-7<br />Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer</span><br />Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas<br /><br />Hermanos:<br />Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.<br />Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Aleluya Heb 1, 1-2<br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V. </span><b>En muchas ocasiones habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><i>Multifáriam olim Deus loquens pátribus in prophétis, novíssime diébus istis locútus est nobis in Fílio.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 2, 16-21<br />Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús<br />╬ </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.<br /><br />En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.<br />Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.<br />Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.<br />Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.<br /></p></div><div><br /></div><div><span style="color: #073763;"><b>SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS</b><br />LIV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ<br /><b>HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO<br />Basílica de San Pedro. Viernes, 1 de enero de 2021</b><br /><i>[Homilía del Santo Padre, leída por Su Eminencia el Cardenal Pietro Parolin]</i><br />Las lecturas de la liturgia de hoy resaltan tres verbos, que se cumplen en la Madre de Dios: bendecir, nacer y encontrar.<br /><i>Bendecir.</i> En el Libro de los Números el Señor pide que los ministros sagrados bendigan a su pueblo: «Bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga”» (6,23-24). No es una exhortación piadosa, sino una petición concreta. Y es importante que también hoy los sacerdotes bendigan al Pueblo de Dios, sin cansarse; y que además todos los fieles sean portadores de bendición, que bendigan. El Señor sabe que necesitamos ser bendecidos: lo primero que hizo después de la creación fue decir bien de cada cosa y decir muy bien de nosotros. Pero ahora, con el Hijo de Dios, no recibimos sólo palabras de bendición, sino la misma bendición: Jesús es la bendición del Padre. En Él el Padre, dice san Pablo, nos bendice «con toda clase de bendiciones» (Ef 1,3). Cada vez que abrimos el corazón a Jesús, la bendición de Dios entra en nuestra vida.<br />Hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza, que viene a nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia. María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa, inmediatamente reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1,42). Son las palabras que repetimos en el Avemaría. Acogiendo a María somos bendecidos, pero también aprendemos a bendecir. La Virgen, de hecho, enseña que la bendición se recibe para darla. Ella, la bendita, fue bendición para todos los que la encontraron: para Isabel, para los esposos de Caná, para los Apóstoles en el Cenáculo… También nosotros estamos llamados a bendecir, a decir bien en nombre de Dios. El mundo está gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo cada día. Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros.<br />El segundo verbo es <i>nacer. </i>San Pablo remarca que el Hijo de Dios ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). En pocas palabras nos dice una cosa maravillosa: que el Señor nació como nosotros. No apareció ya adulto, sino niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de nueve meses en el seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia humanidad. El corazón del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida tomó el oxígeno de ella. Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella Dios se unió a nuestra carne para siempre. María —le gustaba decir a san Francisco— «ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad» (San Buenaventura, <i>Legenda major</i>, 9,3). Ella no es sólo el puente entre Dios y nosotros, es más todavía: es el camino que Dios ha recorrido para llegar a nosotros y es la senda que debemos recorrer nosotros para llegar a Él. A través de María encontramos a Dios como Él quiere: en la ternura, en la intimidad, en la carne. Sí, porque Jesús no es una idea abstracta, es concreto, encarnado, nació de mujer y creció pacientemente. Las mujeres conocen esta concreción paciente, nosotros los hombres somos frecuentemente más abstractos y queremos las cosas inmediatamente; las mujeres son concretas y saben tejer con paciencia los hilos de la vida. Cuántas mujeres, cuántas madres de este modo hacen nacer y renacer la vida, dando un porvenir al mundo.<br />No estamos en el mundo para morir, sino para generar vida. La Santa Madre de Dios nos enseña que el primer paso para dar vida a lo que nos rodea es amarlo en nuestro interior. Ella, dice hoy el Evangelio, “conservaba todo en su corazón” (cf. Lc 2,19). Y es del corazón que nace el bien: qué importante es tener limpio el corazón, custodiar la vida interior, la oración. Qué importante es educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las cosas. Todo comienza ahí, del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación. No sirve conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas. Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se necesita la vacuna para el corazón: y esta vacuna es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros.<br />El tercer verbo es<i> encontrar. </i>El Evangelio nos dice que los pastores «encontraron a María y a José, y al Niño» (v. 16). No encontraron signos prodigiosos y espectaculares, sino una familia sencilla. Allí, sin embargo, encontraron verdaderamente a Dios, que es grandeza en lo pequeño, fortaleza en la ternura. Pero, ¿cómo hicieron los pastores para encontrar este signo tan poco llamativo? Fueron llamados por un ángel. Tampoco nosotros habríamos encontrado a Dios si no hubiésemos sido llamados por gracia. No podíamos imaginar un Dios semejante, que nace de una mujer y revoluciona la historia con la ternura, pero por gracia lo hemos encontrado. Y hemos descubierto que su perdón nos hace renacer, que su consuelo enciende la esperanza, y su presencia da una alegría incontenible. Lo hemos encontrado, pero no debemos perderlo de vista. El Señor, de hecho, no se encuentra una vez para siempre: sino que hemos de encontrarlo cada día. Por eso el Evangelio describe a los pastores siempre en búsqueda, en movimiento: “fueron corriendo, encontraron, contaron, se volvieron dando gloria y alabanza a Dios” (cf. vv. 16-17.20). No eran pasivos, porque para acoger la gracia es necesario mantenerse activos.<br />Y nosotros, ¿qué debemos encontrar al inicio de este año? Sería hermoso encontrar tiempo para alguien. El tiempo es una riqueza que todos tenemos, pero de la que somos celosos, porque queremos usarla sólo para nosotros. Hemos de pedir la gracia de encontrar tiempo: tiempo para Dios y para el prójimo: para el que está solo, para el que sufre, para el que necesita ser escuchado y cuidado. Si encontramos tiempo para regalar, nos sorprenderemos y seremos felices, como los pastores. Que la Virgen, que ha llevado a Dios en el tiempo, nos ayude a dar nuestro tiempo. Santa Madre de Dios, a ti te consagramos el nuevo año. Tú, que sabes custodiar en el corazón, cuídanos. Bendice nuestro tiempo y enséñanos a encontrar tiempo para Dios y para los demás. Nosotros con alegría y confianza te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios! Y que así sea.</span><br /><br /><b style="color: #073763;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</b></div><span style="color: #073763;"><b>Solemnidad de Santa María Madre de Dios<br />123. </b>«En la Octava de Navidad y solemnidad de Sagrada María, Madre de Dios, las lecturas tratan de la Virgen, Madre de Dios, y de la imposición del santísimo nombre de Jesús» (OLM 95). Esta Festividad cierra la octava de la Solemnidad de la Navidad y, en muchos lugares del mundo, señala también el comienzo del año nuevo. Las lecturas y las oraciones ofrecen la oportunidad de considerar, todavía una vez más, la identidad del Niño del que estamos celebrando el Nacimiento. Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. El antiguo título de <i>Theotokos </i>(Madre de Dios) ratifica la naturaleza, tanto humana como divina, de Cristo. Él es también nuestro Salvador (Jesús, el nombre que recibe en la circuncisión, pero que le fue asignado por el ángel antes de la concepción). Él nos salva desde el momento que ha nacido bajo la Ley y nos redime por medio de su Sangre derramada. El rito de la circuncisión celebra la entrada de Jesús en la alianza y anuncia con anticipación «la Sangre de la nueva y eterna alianza que será derramada por vosotros y por todos para el perdón de los pecados». También es un tema central de esta Celebración la función de María en la obra de la Salvación, tanto en relación con Cristo, que por medio de Ella ha recibido la naturaleza humana, como con los miembros de su Cuerpo: es la Madre de la Iglesia que intercede por nosotros. Por último, la celebración del año nuevo ofrece la ocasión de dar gracias por las bendiciones recibidas en el año apenas trascurrido y de pedir para que en el año que nos espera podamos, como María, colaborar con Dios en la incesante misión de Cristo. La oración sobre las ofrendas enlaza a la perfección estos dos argumentos: «Señor y Dios nuestro, que en tu providencia das principio y cumplimiento a todo bien, concede, te rogamos, a cuantos celebramos hoy la fiesta de la Madre de Dios, Santa María, que así como nos llena de gozo celebrar el comienzo de nuestra salvación, nos alegremos un día de alcanzar su plenitud. Por Jesucristo nuestro Señor».<br /><b>Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica.<br />Ciclos ABC. Solemnidad de María Santísima Madre de Dios.<br /><i>Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre</i><br />464 </b>El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.<br /><b>465 </b>Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, "venido en la carne" (cf. 1Jn 4, 2-3; 2Jn 7). Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un concilio reunido en Antioquía, que Jesucristo es hijo de Dios por naturaleza y no por adopción. El primer concilio ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es "engendrado, no creado, de la misma substancia ['homoousios'] que el Padre" y condenó a Arrio que afirmaba que "el Hijo de Dios salió de la nada" (DS 130) y que sería "de una substancia distinta de la del Padre" (DS 126).<br /><b>466</b> La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandría y el tercer concilio ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que "el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre" (DS 250). La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el concilio de Efeso proclamó en el año <b>431 </b>que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: "Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne" (DS 251).<br /><b>467 </b>Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a esta herejía, el cuarto concilio ecuménico, en Calcedonia, confesó en el año 451:<br />"Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la humanidad, `en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado' (Hb 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona" (DS 301-302).<br /><b>468 </b>Después del concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto concilio ecuménico, en Constantinopla el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola <i>hipóstasis</i> [o persona], que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (DS 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuído a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya Cc. Efeso: DS 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos (cf. DS 424) y la misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la santísima Trinidad" (DS 432).<br /><b>469 </b>La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. El es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor:<br />"<i>Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit</i>" ("Permaneció en lo que era y asumió lo que no era"), canta la liturgia romana (LH, antífona de laudes del primero de enero; cf. S. León Magno, serm. 21, 2-3). Y la liturgia de S. Juan Crisóstomo proclama y canta: "Oh Hijo Unico y Verbo de Dios, siendo inmortal te has dignado por nuestra salvación encarnarte en la santa Madre de Dios, y siempre Virgen María, sin mutación te has hecho hombre, y has sido crucificado. Oh Cristo Dios, que por tu muerte has aplastado la muerte, que eres Uno de la Santa Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, sálvanos! (Tropario "<i>O monoghenis</i>").<br /><b><i>María es la Madre de Dios</i><br />495</b> Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús"(Jn 2, 1; Jn 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios ["Theotokos"] (cf. DS 251).<br /><b>2677</b> "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros… " Con Isabel, nos maravillamos y decimos: "¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: "Hágase tu voluntad".<br />"Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la Misericordia", a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos "ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra (cf Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso.<br /><b><i>Nuestra adopción como hijos de Dios</i><br />1 </b>Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.<br /><b>52 </b>Dios, que "habita una luz inaccesible" (1Tm 6, 16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. Ef 1, 4-5). Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.<br /><b>270</b> Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6, 32); por la adopción filial que nos da ("Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso": 2Co 6, 18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados.<br /><b>294</b> La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros "hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef 1, 5-6): "Porque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios" (S. Ireneo, haer. 4, 20, 7). El fin último de la creación es que Dios, "Creador de todos los seres, se hace por fin `todo en todas las cosas' (1Co 15, 28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad" (AG 2).<br /><b>422 </b>"Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). He aquí "la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de toda expectativa: El ha enviado a su "Hijo amado" (Mc 1, 11).<br /><b>654</b> Hay un doble aspecto en el misterio Pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios (cf. Rm 4, 25) "a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… así también nosotros vivamos una nueva vida" (Rm 6, 4). Consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia (cf. Ef 2, 4-5; 1P 1, 3). Realiza la adopción filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jesús mismo llama a sus discípulos después de su Resurrección: "Id, avisad a mis hermanos" (Mt 28, 10; Jn 20, 17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiación adoptiva confiere una participación real en la vida del Hijo único, la que ha revelado plenamente en su Resurrección.<br /><b>1709</b> El que cree en Cristo se hace hijo de Dios. Esta adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la unión con su Salvador el discípulo alcanza la perfección de la caridad, la santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la gloria del cielo.<br /><b>2009</b> La adopción filial, haciéndonos partícipes por la gracia de la naturaleza divina, puede conferirnos, según la justicia gratuita de Dios, un verdadero mérito. Se trata de un derecho por gracia, el pleno derecho del amor, que nos hace "coherederos" de Cristo y dignos de obtener la "herencia prometida de la vida eterna" (Cc. de Trento: DS 1546). Los méritos de nuestras buenas obras son dones de la bondad divina (cf. Cc. de Trento: DS 1548). "La gracia ha precedido; ahora se da lo que es debido… los méritos son dones de Dios" (S. Agustín, serm. 298, 4–5).<br /><b><i>Jesús observa la Ley y la perfecciona</i><br />527 </b>La Circuncisión de Jesús, al octavo día de su nacimiento (cf. Lc 2, 21) es señal de su inserción en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cf. Ga 4, 4) y de su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida. Este signo prefigura "la circuncisión en Cristo" que es el Bautismo (Col 2, 11-13).<br /><b>577 </b>Al comienzo del Sermón de la montaña, Jesús hace una advertencia solemne presentando la Ley dada por Dios en el Sinaí con ocasión de la Primera Alianza, a la luz de la gracia de la Nueva Alianza:<br />"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o un ápice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de estos mandamientos menores, y así lo enseñe a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; en cambio el que los observe y los enseñe, ese será grande en el Reino de los cielos" (Mt 5, 17-19).<br /><b>578</b> Jesús, el Mesías de Israel, por lo tanto el más grande en el Reino de los cielos, se debía sujetar a la Ley cumpliéndola en su totalidad hasta en sus menores preceptos, según sus propias palabras. Incluso es el único en poderlo hacer perfectamente (cf. Jn 8, 46). Los judíos, según su propia confesión, jamás han podido cumplir jamás la Ley en su totalidad, sin violar el menor de sus preceptos (cf. Jn 7, 19; Hch 13, 38-41; Hch 15, 10). Por eso, en cada fiesta anual de la Expiación, los hijos de Israel piden perdón a Dios por sus transgresiones de la Ley. En efecto, la Ley constituye un todo y, como recuerda Santiago, "quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos" (St 2, 10; cf. Ga 3, 10; Ga 5, 3).<br /><b>579</b> Este principio de integridad en la observancia de la Ley, no sólo en su letra sino también en su espíritu, era apreciado por los fariseos. Al subrayarlo para Israel, muchos judíos del tiempo de Jesús fueron conducidos a un celo religioso extremo (cf. Rm 10, 2), el cual, si no quería convertirse en una casuística "hipócrita" (cf. Mt 15, 3-7; Lc 11, 39-54) no podía más que preparar al pueblo a esta intervención inaudita de Dios que será la ejecución perfecta de la Ley por el único Justo en lugar de todos los pecadores (cf. Is 53, 11; Hb 9, 15).<br /><b>580</b> El cumplimiento perfecto de la Ley no podía ser sino obra del divino Legislador que nació sometido a la Ley en la persona del Hijo (cf Ga 4, 4). En Jesús la Ley ya no aparece grabada en tablas de piedra sino "en el fondo del corazón" (Jr 31, 33) del Siervo, quien, por "aportar fielmente el derecho" (Is 42, 3), se ha convertido en "la Alianza del pueblo" (Is 42, 6). Jesús cumplió la Ley hasta tomar sobre sí mismo "la maldición de la Ley" (Ga 3, 13) en la que habían incurrido los que no "practican todos los preceptos de la Ley" (Ga 3, 10) porque, ha intervenido su muerte para remisión de las transgresiones de la Primera Alianza" (Hb 9, 15).<br /><b>581</b> Jesús fue considerado por los Judíos y sus jefes espirituales como un "rabbi" (cf. Jn 11, 28; Jn 3, 2; Mt 22, 23-Mt 24, 34-36). Con frecuencia argumentó en el marco de la interpretación rabínica de la Ley (cf. Mt 12, 5; Mt 9, 12; Mc 2, 23 - 27; Lc 6, 6 - 9; Jn 7, 22 - 23). Pero al mismo tiempo, Jesús no podía menos que chocar con los doctores de la Ley porque no se contentaba con proponer su interpretación entre los suyos, sino que "enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas" (Mt 7, 28-29). La misma Palabra de Dios, que resonó en el Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es la que en él se hace oír de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1). Esa palabra no revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretación definitiva: "Habéis oído también que se dijo a los antepasados … pero yo os digo" (Mt 5, 33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas "tradiciones humanas" (Mc 7, 8) de los fariseos que "anulan la Palabra de Dios" (Mc 7, 13).<br /><b>582</b> Yendo más lejos, Jesús da plenitud a la Ley sobre la pureza de los alimentos, tan importante en la vida cotidiana judía, manifestando su sentido "pedagógico" (cf. Ga 3, 24) por medio de una interpretación divina: "Todo lo que de fuera entra en el hombre no puede hacerle impuro … - así declaraba puros todos los alimentos - … Lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas" (Mc 7, 18-21). Jesús, al dar con autoridad divina la interpretación definitiva de la Ley, se vio enfrentado a algunos doctores de la Ley que no recibían su interpretación a pesar de estar garantizada por los signos divinos con que la acompañaba (cf. Jn 5, 36; Jn 10, 25. 37-38; Jn 12, 37). Esto ocurre, en particular, respecto al problema del sábado: Jesús recuerda, frecuentemente con argumentos rabínicos (cf. Mt 12, 25-27; Jn 7, 22-24), que el descanso del sábado no se quebranta por el servicio de Dios (cf. Mt 12, 5; Nm 28, 9) o al prójimo (cf. Lc 13, 15-16; Lc 14, 3-4) que realizan sus curaciones.<br /><b><i>La Ley nueva nos libra da las restricciones de la Ley antigua</i><br />580 </b>El cumplimiento perfecto de la Ley no podía ser sino obra del divino Legislador que nació sometido a la Ley en la persona del Hijo (cf Ga 4, 4). En Jesús la Ley ya no aparece grabada en tablas de piedra sino "en el fondo del corazón" (Jr 31, 33) del Siervo, quien, por "aportar fielmente el derecho" (Is 42, 3), se ha convertido en "la Alianza del pueblo" (Is 42, 6). Jesús cumplió la Ley hasta tomar sobre sí mismo "la maldición de la Ley" (Ga 3, 13) en la que habían incurrido los que no "practican todos los preceptos de la Ley" (Ga 3, 10) porque, ha intervenido su muerte para remisión de las transgresiones de la Primera Alianza" (Hb 9, 15).<br /><b>1972 </b>La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad (cf St 1, 25; St 2, 12), porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición del siervo "que ignora lo que hace su señor", a la de amigo de Cristo, "porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15, 15), o también a la condición de hijo heredero (cf Ga 4, 1-7. 21-31; Rm 8, 15).<br /><b><i>Por medio del Espíritu Santo podemos llamar a Dios “Abba”</i><br />683 </b>"Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:<br />El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo (San Ireneo, dem. 7).<br /><b>689</b> Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e individible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.<br /><b>1695</b> "Justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (1Co 6, 11), "santificados y llamados a ser santos" (1Co 1, 2), los cristianos se convierten en "el templo del Espíritu Santo" (cf 1Co 6, 19). Este "Espíritu del Hijo" les enseña a orar al Padre (cf Ga 4, 6) y, haciéndose vida en ellos, les hace obrar (cf Ga 5, 25) para dar "los frutos del Espíritu" (Ga 5, 22) por la caridad operante. Curando las heridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente por una transformación espiritual (cf Ef 4, 23), nos ilumina y nos fortalece para vivir como "hijos de la luz" (Ef 5, 8), "por la bondad, la justicia y la verdad" en todo (Ef 5, 9).<br /><b>2766</b> Pero Jesús no nos deja una fórmula para repetirla de modo mecánico (cf Mt 6, 7; 1R 18, 26-29). Como en toda oración vocal, el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios, enseña a los hijos de Dios a hablar con su Padre. Jesús no sólo nos enseña las palabras de la oración filial, sino que nos da también el Espíritu por el que éstas se hacen en nosotros "espíritu y vida" (Jn 6, 63). Más todavía: la prueba y la posibilidad de nuestra oración filial es que el Padre "ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: '¡Abbá, Padre!'" (Ga 4, 6). Ya que nuestra oración interpreta nuestros deseos ante Dios, es también "el que escruta los corazones", el Padre, quien "conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión en favor de los santos es según Dios" (Rm 8, 27). La oración al Padre se inserta en la misión misteriosa del Hijo y del Espíritu.<br /><b>2777</b> En la liturgia romana, se invita a la asamblea eucarística a rezar el Padre Nuestro con una audacia filial; las liturgias orientales usan y desarrollan expresiones análogas: "Atrevernos con toda confianza", "Haznos dignos de". Ante la zarza ardiendo, se le dijo a Moisés: "No te acerques aquí. Quita las sandalias de tus pies" (Ex 3, 5). Este umbral de la santidad divina, sólo lo podía franquear Jesús, el que "después de llevar a cabo la purificación de los pecados" (Hb 1, 3), nos introduce en presencia del Padre: "Hénos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio" (Hb 2, 13):<br />"La conciencia que tenemos de nuestra condición de esclavos nos haría meternos bajo tierra, nuestra condición terrena se desharía en polvo, si la autoridad de nuestro mismo Padre y el Espíritu de su Hijo, no nos empujasen a proferir este grito: 'Abbá, Padre' (Rm 8, 15)… ¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a Dios Padre suyo, sino solamente cuando lo íntimo del hombre está animado por el Poder de lo alto?" (San Pedro Crisólogo, serm. 71).<br /><b>2778</b> Este poder del Espíritu que nos introduce en la Oración del Señor se expresa en las liturgias de Oriente y de Occidente con la bella palabra, típicamente cristiana: "parrhesia", simplicidad sin desviación, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humilde, certeza de ser amado (cf Ef 3, 12; Hb 3, 6; Hb 4, 16; Hb 10, 19; 1Jn 2, 28; 1Jn 3, 21; 1Jn 5, 14).<br /><b><i>El nombre de Jesús</i><br />430</b> Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc 2, 7), es él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.<br /><b>431</b> En la historia de la salvación, Dios no se ha contentado con librar a Israel de "la casa de servidumbre" (Dt 5, 6) haciéndole salir de Egipto. El lo salva además de su pecado. Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a Dios (cf. Sal 51, 6), sólo el es quien puede absolverlo (cf. Sal 51, 12). Por eso es por lo que Israel tomando cada vez más conciencia de la universalidad del pecado, ya no podrá buscar la salvación más que en la invocación del Nombre de Dios Redentor (cf. Sal 79, 9).<br /><b>432</b> El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la persona de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la redención universal y definitiva de los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación (cf. Jn 3, 18 ; Hch 2, 21 y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12; cf. Hch 9, 14; St 2, 7).<br /><b>433 </b>El Nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al año por el sumo sacerdote para la expiación de los pecados de Israel, cuando había asperjado el propiciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio (cf. Lv 16, 15-16; Si 50, 20; Hb 9, 7). El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios (cf. Ex 25, 22; Lv 16, 2; Nm 7, 89; Hb 9, 5). Cuando San Pablo dice de Jesús que "Dios lo exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre" (Rm 3, 25) significa que en su humanidad "estaba Dios reconciliando al mundo consigo" (2Co 5, 19).<br /><b>434</b> La Resurrección de Jesús glorifica el nombre de Dios Salvador (cf. Jn 12, 28) porque de ahora en adelante, el Nombre de Jesús es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del "Nombre que está sobre todo nombre" (Flp 2, 9). Los espíritus malignos temen su Nombre (cf. Hch 16, 16-18; Hch 19, 13-16) y en su nombre los discípulos de Jesús hacen milagros (cf. Mc 16, 17) porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, él se lo concede (Jn 15, 16).<br /><b>435</b> El Nombre de Jesús está en el corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se acaban con la fórmula "<i>Per Dominum Nostrum Jesum Christum…</i> " ("Por Nuestro Señor Jesucristo… "). El "Avemaría" culmina en "y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". La oración del corazón, en uso en oriente, llamada "oración a Jesús" dice: "Jesucristo, Hijo de Dios, Señor ten piedad de mí, pecador". Numerosos cristianos mueren, como Santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una única palabra: "Jesús".<br /><b>2666</b> Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: Jesús. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf Ex 3, 14; Ex 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: "Jesús", "YHVH salva" (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir "Jesús" es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; Hch 3, 15-16; Ga 2, 20).<br /><b>2667</b> Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrollada en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!" Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18, 13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.<br /><b>2668 </b>La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en "palabrerías" (Mt 6, 7), sino que "conserva la Palabra y fructifica con perseverancia" (cf Lc 8, 15). Es posible "en todo tiempo" porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús.<br /><b>2812 </b>Finalmente, el Nombre de Dios Santo se nos ha revelado y dado, en la carne, en Jesús, como Salvador (cf Mt 1, 21; Lc 1, 31): revelado por lo que Él es, por su Palabra y por su Sacrificio (cf Jn 8, 28; Jn 17, 8; Jn 17, 17-19). Esto es el núcleo de su oración sacerdotal: "Padre santo … por ellos me consagro a mí mismo, para que ellos también sean consagrados en la verdad" (Jn 17, 19). Jesús nos "manifiesta" el Nombre del Padre (Jn 17, 6) porque "santifica" él mismo su Nombre (cf Ez 20, 39; Ez 36, 20-21). Al terminar su Pascua, el Padre le da el Nombre que está sobre todo nombre: Jesús es Señor para gloria de Dios Padre (cf Flp 2, 9-11).</span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Monición al Credo<br />Se dice</span> Credo. <i><span style="color: #cc0000;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span></i><br />En el comienzo de este año de gracia, confesamos nuestra fe en el Dios eterno, que se ha manifestado en el tiempo con sus intervenciones salvadoras.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Oremos al Señor, nuestro Dios, que con su mirada abarca los tiempos y el universo.<br />- Por la Iglesia, que peregrina por este mundo en el transcurso de los siglos hasta el gran día de Jesucristo, para que realice fielmente su misión. Roguemos al Señor.<br />- Por todas las naciones, para que, superando la guerra y toda clase de violencia, pongan sus riquezas en común al servicio de la gran familia humana. Roguemos al Señor.<br />- Por nuestra patria, por el rey y el gobierno, por todos los ciudadanos para que procuremos todos con la mayor generosidad de ánimo lo que conviene al bien común. Roguemos al Señor.<br />- Por los que trabajan por la paz, la reconciliación de todos y el reconocimiento de los derechos humanos, para que sus esfuerzos no sean en vano. Roguemos al Señor.<br />- Por nuestra ciudad (nuestro pueblo) y por nosotros, aquí reunidos, para que el año que comenzamos sea para todos año de bienes, año de gracia. Roguemos al Señor.<br /><b><span style="color: #cc0000;">D</span></b>ios todopoderoso y eterno, que santificas el tiempo con tus intervenciones salvadoras, concédenos la paz, que el mundo no puede dar, para que te sirvamos todos los días de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Oh, Dios, que generosamente das principio y cumplimiento a todo bien, concede, a cuantos nos alegramos en la solemnidad de la santa Madre de Dios, que, así como nos gloriamos del comienzo de la salvación, nos alegremos de su plenitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Deus, qui bona cuncta ínchoas benígnus et pérficis, da nobis, de sollemnitáte sanctae Dei Genetrícis laetántibus, sicut de inítiis tuae grátiae gloriámur ita de perfectióne gaudére. Per Christum.<br /></i><br />PREFACIO I DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA<br /><span style="color: #cc0000;">LA MATERNIDAD DE MARÍA</span><br /><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.<br />Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la maternidad de santa María, siempre virgen.<br />Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo, y, sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.<br />Por él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones, tiemblan las potestades, los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:<br />Et te in solemnitate beátae Maríae semper Vírginis collaudáre, benedícere et praedicáre.<br />Quae et Unigénitum tuum Sancti Spíritus obumbratióne concépit, et, virginitátis glória permanénte, lumen aetérnum mundo effúdit, Iesum Christum Dóminum nostrum.<br />Per quem maiestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Caeli caelorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:</i><br /><b>Santo, Santo, Santo...<br /></b><span style="color: #cc0000;"><br /><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.</a><br /><i>Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</i> </span>Reunidos en comunión <span style="color: #cc0000;"><i>propio. Se dice:</i></span> para celebrar el día santo.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Heb 13, 8</span><br /><b>Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.</b><br /><i>Iesus Christus heri et hódie, ipse et in saecula.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Hemos recibido con alegría los sacramentos del cielo; concédenos Señor, que nos ayuden para la vida eterna a cuantos proclamamos a la Bienaventurada siempre Virgen María Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Súmpsimus, Dómine, laeti sacraménta caeléstia: praesta, quaesumus, ut ad vitam nobis profíciant sempitérnam, qui beátam semper Vírginem Maríam Fílii tui Genetrícem et Ecclésiae Matrem profitéri gloriámur. Per Christum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Se puede utilizar la bendición solemne de la Santísima Virgen</span><br /><b>Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones.</b><br /><i>Deus, qui per beátae Maríae Vírginis partum genus humánum sua vóluit benignitáte redímere, sua vos dignétur benedictióne ditáre.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.<br /><b>Que os acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien habéis recibido al Autor de la vida.</b><br /><i>Eiúsque semper et ubíque patrocínia sentiátis, per quam auctórem vitae suscípere meruístis.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.<br /><b>Y a todos vosotros, reunidos hoy para celebrar con devoción esta fiesta de María, el Señor os conceda la alegría del Espíritu y los bienes de su reino.</b><br /><i>Et qui hodiérna die devótis méntibus convenístis, spiritálium gaudiórum caelestiúmque praemiórum vobíscum múnera reportétis.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.<br /><b>Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo <span style="color: #cc0000;">+</span></b> <b>y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</b><br /><i>Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, </i><b><span style="color: #cc0000;">+</span></b><i> et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO<br /></u></span><span style="color: #cc0000;"><br />Elogios del día 2 de enero<br /><span style="font-size: medium;">M</span></span></b>emoria de los <b>san Basilio Magno y san Gregorio Nazianceno</b>, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia, actual Turquía, apodado “Magno” por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero de 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, y mereció por ello ser llamado “Teólogo”. La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores. <span style="color: #cc0000;">(389)</span><br /><b>2. </b>En Roma, muerte de <b>san Telesforo, papa,</b> que, según recuerda san Ireneo, fue el séptimo sucesor de los apóstoles y sufrió un glorioso martirio. <span style="color: #cc0000;">(c. 136)</span><br /><b>3.</b> En el territorio de Cori, a treinta millas de la ciudad de Roma, <b>santos Argeo, Narciso y Marcelino, mártires</b>. <span style="color: #cc0000;">(s. IV)</span><br /><b>4*. </b>En Marsella, ciudad de Provenza, en la Galia, actual Francia,<b> san Teodoro, obispo</b>, que, esforzándose en establecer la disciplina eclesiástica, fue objeto de persecución por parte de los reyes Childeberto y Guntramno, quienes le exiliaron por tres veces. <span style="color: #cc0000;">(594)</span><br /><b>5*. </b>En el monasterio de Bobbio, en la región italiana de Emilia-Romaña, <b>san Bladulfo, presbítero y monje</b>, discípulo de san Columbano. <span style="color: #cc0000;">(c. 630)</span><br /><b>6. </b>En Milán, ciudad de la región de Lombardía, también en Italia, <b>san Juan Bueno, obispo</b>, que restituyó a esta población la sede episcopal, anteriormente trasladada por causa de los lombardos a la ciudad de Génova. Por su fe y sus buenas costumbres fue grato a Dios y a los hombres.<span style="color: #cc0000;"> (c. 660)</span><br /><b>7*. </b>En la región de Tulle, en Aquitania, hoy Francia,<b> san Vincenciano, eremita</b>.<b> </b><span style="color: #cc0000;">(672)</span><br /><b>8*.</b> En Luimneach, ciudad de Hibernia, actual Irlanda, <b>san Mainquino</b>, celebrado como <b>obispo</b>. <span style="color: #cc0000;">(s. VII)</span><br /><b>9. </b>En el monasterio de Corbie, en la Galia Ambianense, hoy Francia,<b> san Adalardo, abad</b>, quien dispuso las cosas para que todos tuviesen lo necesario, de modo que nadie abundase en lo superfluo o pereciese por la miseria, y así dieran alabanza a Dios. <span style="color: #cc0000;">(826)</span><br /><b>10*. </b>En Maurienne, lugar de Saboya, también Francia en la actualidad, <b>san Airaldo, obispo</b>, que, tanto en la soledad de Portes como en la sede de Maurienne, supo conciliar la prudencia del pastor con la austeridad y las costumbres de los cartujos.<span style="color: #cc0000;"> (1146)</span><br /><b>11*.</b> En Troina, población de Sicilia, en Italia, <b>san Silvestre, abad</b>, que vivió bajo la disciplina de los santos Padres de Oriente.<span style="color: #cc0000;"> (s. XII)</span><br /><b>12*.</b> En Forlí, en la región también italiana de Emilia-Romaña, <b>beato Marcolino Amanni</b>, presbítero de la Orden de Predicadores, que, en el silencio y la soledad, dedicó con gran sencillez toda su vida al servicio de los pobres y de los niños. <span style="color: #cc0000;">(1397)</span><br /><b>13*.</b> En Soncino, lugar de Lombardía, de nuevo en Italia, beata Estefanía Quinzani, virgen de la Tercera Orden de Santo Domingo, dedicada enteramente a la contemplación de la Pasión del Señor y a la instrucción cristiana de las jóvenes. <span style="color: #cc0000;">(1530)</span><br /><b>14*.</b> En la ciudad de Angers, en Francia,<b> beatos Guillermo Repin y Lorenzo Bâtard</b>, presbíteros y mártires, que fueron guillotinados durante la Revolución Francesa por su fidelidad a la Iglesia.<span style="color: #cc0000;"> (1794)</span><br /><div><b>15*. </b>En la ciudad de Lachine, en la provincia canadiense de Quebec, <b>beata María Ana (María Stella) Soureau-Blondin</b>, virgen, la cual, aunque analfabeta en su juventud, fundó la Congregación de Hermanas de Santa Ana, para la educación de los hijos de los campesinos, y dio siempre muestras de un carisma extraordinario en favor de la enseñanza a los jóvenes. <span style="color: #cc0000;">(1890)</span></div><br />MARTIROLOGIO: elogs. del 1 de enero<br /><br />31 SÁBADO. Después de la Hora Nona:<div><br /></div><div><br /></div><div>Misa vespertina de la solemnidad de santa María, Madre de Dios (blanco).</div><div><br /></div><div>Liturgia de las Horas: I Visp. del oficio de la solemnidad. Comp. Dom. I o II.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /><br /><br /></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-8415679814526340052022-12-05T05:33:00.000+01:002022-12-05T05:33:43.852+01:001 Domingo, 2023. Octava de la Natividad del Señor, Santa María, Madre de Dios, solemnidad.SOBRE LITURGIA<br /><br /><br /><div class="fauxcolumn-outer fauxcolumn-left-outer" style="background-color: #ffc20a; border: 0px; bottom: 0px; color: #161616; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 12.88px; left: 0px; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 0px; position: absolute; top: 0px; width: 180px;"><div class="fauxborder-left" style="background-position: left top; background-repeat: repeat-y; border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="fauxborder-right" style="background-position: right top; background-repeat: repeat-y; border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 0px;"></div><div class="fauxcolumn-inner" style="border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div><div class="cap-bottom" style="background-position: left bottom; background-repeat: repeat-x; border: 0px; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="cap-left" style="background-position: left bottom; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: left; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div><div class="cap-right" style="background-position: right bottom; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: right; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div></div><div class="fauxcolumn-outer fauxcolumn-right-outer" style="background-color: #ffc20a; border: 0px; bottom: 0px; color: #161616; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 12.88px; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 0px; position: absolute; right: 0px; top: 0px; width: 180px;"><div class="cap-top" style="background-position: left top; background-repeat: repeat-x; border: 0px; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="cap-left" style="background-position: left top; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: left; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div><div class="cap-right" style="background-position: right top; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: right; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div><div class="fauxborder-left" style="background-position: left top; background-repeat: repeat-y; border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="fauxborder-right" style="background-position: right top; background-repeat: repeat-y; border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: 0px;"></div><div class="fauxcolumn-inner" style="border: 0px; height: 29030.3px; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div><div class="cap-bottom" style="background-position: left bottom; background-repeat: repeat-x; border: 0px; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="cap-left" style="background-position: left bottom; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: left; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div><div class="cap-right" style="background-position: right bottom; background-repeat: no-repeat; border: 0px; float: right; height: 0px; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div></div><div class="columns-inner" style="background-color: #ffc20a; border: 0px; color: #161616; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 12.88px; margin: 0px; min-height: 0px; padding: 0px;"><div class="column-center-outer" style="border: 0px; float: left; height: auto !important; margin: 0px; padding: 0px; position: relative; width: 570px;"><div class="column-center-inner" style="border: 0px; height: auto !important; margin: 0px; padding: 0px 5px;"><div class="main section" id="main" name="Principal" style="border: 0px; height: auto !important; margin: 0px 15px; padding: 0px;"><div class="widget Blog" data-version="1" id="Blog1" style="border: 0px; height: auto !important; line-height: 1.4; margin: 0px; min-height: 0px; padding: 0px; position: relative;"><div class="blog-posts hfeed" style="border: 0px; height: auto !important; margin: 0px; padding: 0px;"><div class="date-outer" style="border: 0px; height: auto !important; margin: 0px; padding: 0px;"></div></div></div></div></div></div></div>CALENDARIO<br /><br /><br /><br />TEXTOS MISA<br /><br /><br /><br />MARTIROLOGIO<br /><br /><br /><br /><br /><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-64155050624326299512022-11-30T01:47:00.001+01:002022-11-30T01:47:12.468+01:00Viernes 26 diciembre 2021, Sagrada Familia: Jesús, María y José, fiesta, ciclo A.<p> <b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b></p><br /><b><u>DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA</u><br /><br />La fiesta de la Sagrada Familia</b><br /><br />112. La fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José (Domingo en la octava de Navidad) ofrece un ámbito celebrativo apropiado para el desarrollo de algunos ritos o momentos de oración, propios de la familia cristiana.<br /><br />El recuerdo de José, de María y del niño Jesús, que se dirigen a Jerusalén, como toda familia hebrea observante, para realizar los ritos de la Pascua (cfr. Lc 2,41-42), animará a que toda la familia acepte la invitación a participar unida, ese día, en la Eucaristía. Y resultaría muy significativo que la familia se encomendase nuevamente al patrocinio de la Sagrada Familia de Nazaret, la bendición de los hijos, prevista en el Ritual, y donde sea oportuno, la renovación de las promesas matrimoniales asumidas por los esposos, convertidos ya en padres, en el día de su matrimonio, así como las promesas de los desposorios con las que los novios formalizan su proyecto de fundar en el futuro una nueva familia.<br /><br />Pero más allá del día de la fiesta, a los fieles les agrada recurrir a la Sagrada Familia de Nazaret en muchas circunstancias de la vida: se inscriben con gusto en las Asociaciones de la Sagrada Familia, para configurar su propio núcleo familiar según el modelo de la Familia de Nazaret, y dirigen a la misma jaculatorias frecuentes, mediante las que se encomiendan a su patrocinio y piden la asistencia para el momento de la muerte.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span></b><br /><br /><b>26 <span style="color: #cc0000;"><u>+ DOMINGO. SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, fiesta</u></span><br /></b><br /><i>Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos (elog. del Martirologio Romano).</i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Misa</span></b> de la fiesta (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>).<br /><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.<br /><b>LECC.:</b> vol. <b>I (A).<br />- Eclo 3, 2-6. 12-14.</b> <i>Quien teme al Señor honrará a sus padres.<br /></i><div><i>o bien:</i><b> Col 3, 12-21.</b> <i>La vida de familia en el Señor.</i></div><div><b>- Sal 127.</b> R. <i>Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.</i></div><div><i><br /></i><div>La Sagrada Familia es modelo de virtudes domésticas y de unión en el amor (Co). Con ella comenzó a existir la familia como Iglesia doméstica, en la que se evangeliza y se practica la vida cristiana. La primera lectura nos recuerda que hay que honrar a los padres. La segunda lectura nos recuerda la vida de familia vivida en el Señor, con el amor como ceñidor de la unidad consumada, aun en medio de los problemas y dificultades de la vida: así, en la huida a Egipto que nos presenta el Evangelio, la Sagrada Familia permaneció unida, cumpliendo en todo la voluntad de Dios.</div><div><br /><div><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> JORNADA DE LA SAGRADA FAMILIA (pontificia y dependiente de la CEE): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.<br /><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.<br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de la fiesta. Te Deum. Comp. Dom. II.<br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio: </span></b>elogs. del 27 de diciembre, pág. 736.<br /><b>CALENDARIOS: Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, Siervas de San José y Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia: </b>(S).<br /><div><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA<br /></u></span></b><br /><b><u>LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ</u></b><br /><span style="color: #cc0000;">Fiesta</span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Cf. Lc 2, 16</span><br /><b>Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre.</b><br /><i>Venérunt pastóres festinántes, et invenérunt Maríam et Ioseph et Infántem pósitum in praesépio.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span><br />Hoy contemplamos a Jesús con María y José: es la fiesta de la Sagrada Familia. Jesús, hecho hombre, ha tenido necesidad de una familia, donde ha pasado la mayor parte de su existencia sin otro acontecimiento extraordinario que la vida cotidiana, donde ha aprendido la sabiduría de la fe de su pueblo y la oración confiada a Dios. La Sagrada Familia se nos propone como modelo de confianza en Dios, de disponibilidad a su plan de salvación y de fidelidad para ponerlo en práctica.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Acto penitencial</span><br /><i><span style="color: #cc0000;">Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las invocaciones propias del tiempo de Navidad o las que se proponen a continuación.</span></i><br />- Tú, que has venido a cumplir la voluntad del Padre: Señor, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Señor, ten piedad.<br />- Tú, que, despojado de tu rango, pasaste por uno de tantos: Cristo, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Cristo, ten piedad.<br />- Tú, que te sometiste obediente a María y a José: Señor, ten piedad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Señor, ten piedad.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Monición al Gloria<br />Se dice</span> Gloria. <i><span style="color: #cc0000;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span></i><br />Recitamos<span style="color: #cc0000;"> (</span>cantamos<span style="color: #cc0000;">) </span>el himno de alabanza que prolonga el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.</b><br /><i>Deus, qui praeclára nobis sanctae Famíliae dignátus es exémpla praebére, concéde propítius, ut, domésticis virtútibus caritatísque vínculis illam sectántes, in laetítia domus tuae praemiis fruámur aetérnis. Per Dóminum.</i></div><div><i><br /></i></div><div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b style="color: #cc0000;">LITURGIA DE LA PALABRA</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Domingo Octava de Navidad. La Sagrada Familia: Jesús, María y José (Lec. I C).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> Eclo 3, 2-6. 12-14</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Quien teme al Señor honrará a sus padres</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura del libro del Eclesiástico.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El Señor honra más al padre que a los hijos</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y afirma el derecho de la madre sobre ellos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Quien honra a su padre expía sus pecados,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y, cuando rece, será escuchado.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Quien respeta a su padre tendrá larga vida,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y quien honra a su madre obedece al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hijo, cuida de tu padre en su vejez</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y durante su vida no le causes tristeza.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Porque la compasión hacia el padre no será olvidada</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y te servirá para reparar tus pecados.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5 (R.: cf. 1bc)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Beati omnes qui timent Dóminum, qui ambulant in viis eius.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Dichoso el que teme al Señor<br />y sigue sus caminos.<br />Comerás del fruto de tu trabajo,<br />serás dichoso, te irá bien.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Beati omnes qui timent Dóminum, qui ambulant in viis eius.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Tu mujer, como parra fecunda,<br />en medio de tu casa;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">tus hijos, como renuevos de olivo,<br />alrededor de tu mesa.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Beati omnes qui timent Dóminum, qui ambulant in viis eius.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Ésta es la bendición del hombre<br />que teme al Señor.<br />Que el Señor te bendiga desde Sión,<br />que veas la prosperidad de Jerusalén<br />todos los días de tu vida.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Beati omnes qui timent Dóminum, qui ambulant in viis eius.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>SEGUNDA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> Col 3, 12-21</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">La vida de familia vivida en el Señor</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hermanos:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div></div><div><br /></div><div><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b></span><span style="color: #cc0000;"> Mt 2, 13-15. 19-23</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Toma al niño y a su madre y huye a Egipto</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span> Lectura del santo Evangelio según san Mateo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«De Egipto llamé a mi hijo».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.</div><br /><span style="color: #073763;"><b>Papa Francisco</b></span><br /><span style="color: #073763;"><b>FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET<br />ÁNGELUS. Domingo, 26 de diciembre de 2021</b><br />Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!<br />Hoy celebramos la Sagrada Familia de Nazaret. Dios eligió a una familia humilde y sencilla para venir entre nosotros. Contemplemos la belleza de este misterio, destacando también dos aspectos concretos para nuestras familias.<br />El primero: la familia es la historia de la que provenimos. Cada uno de nosotros tiene su propia historia, nadie nació mágicamente, con una varita mágica, cada uno de nosotros tiene una historia y la familia es la historia de la que venimos. El Evangelio de la liturgia de hoy nos recuerda que Jesús es también hijo de una historia familiar. Lo vemos viajar a Jerusalén con María y José para la Pascua; luego hace preocupar a su madre y a su padre, que no lo encuentran; una vez encontrado, vuelve a casa con ellos (cf. Lc 2,41-52). Es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos. Esto es importante también para nosotros: venimos de una historia entretejida de lazos de amor y la persona que somos hoy nace, no tanto de los bienes materiales que hemos gozado, sino del amor que hemos recibido, del amor en el seno de la familia. Puede que no hayamos nacido en una familia excepcional y sin problemas, pero es nuestra historia ―cada uno debe pensar: es mi historia―, son nuestras raíces: ¡si las cortamos, la vida se seca! Dios no nos creó para ser caballeros solitarios, sino para caminar juntos. Démosle las gracias y recemos por nuestras familias. Dios piensa en nosotros y quiere que estemos juntos: agradecidos, unidos, capaces de proteger nuestras raíces. Y tenemos que pensar en esto, en la propia historia.<br />El segundo aspecto: aprendemos a ser una familia cada día. En el Evangelio vemos que incluso en la Sagrada Familia no todo va bien: hay problemas inesperados, angustia, sufrimiento. No existe la Sagrada Familia de las estampitas. María y José pierden a Jesús y lo buscan angustiados, luego lo encuentran después de tres días. Y cuando, sentado entre los maestros del Templo, responde que debe atender los asuntos de su Padre, no lo entienden. Necesitan tiempo para aprender a conocer a su hijo. Así es también para nosotros: cada día, en la familia, hay que aprender a escucharnos y comprendernos, a caminar juntos, a afrontar los conflictos y las dificultades. Es el reto diario, y se gana con la actitud adecuada, con pequeñas atenciones, con gestos sencillos, cuidando los detalles de nuestras relaciones. Y también esto, nos ayuda mucho hablar en familia, hablar en la mesa, el diálogo entre padres e hijos, el diálogo entre hermanos, nos ayuda a vivir esta raíz familiar que viene de los abuelos, el diálogo con los abuelos.<br />¿Y cómo se hace esto? Fijémonos en María, que en el Evangelio de hoy dice a Jesús: «Tu padre y yo te estábamos buscando» (v. 48). Tu padre y yo; no dice yo y tu padre: ¡antes del “yo” está el “tú”! Aprendamos esto: antes del yo está el tú. En mi idioma hay un adjetivo para las personas que dicen primero “yo” y luego “tú”: “yo, me, conmigo, para mí y en mi beneficio”. Gente que es así, primero yo y luego tú. No, en la Sagrada Familia, primero el tú y luego el yo. Para preservar la armonía en la familia, hay que luchar contra la dictadura del “yo”. Cuando el “yo” se infla. Es peligroso cuando, en lugar de escucharnos, nos reprochamos nuestros errores; cuando, en lugar de preocuparnos por los demás, nos centramos en nuestras propias necesidades; cuando, en lugar de hablar, nos aislamos con nuestros teléfonos móviles; es triste ver a una familia en la comida, cada uno con su teléfono móvil sin hablar con los demás; cada uno habla con su teléfono; cuando nos acusamos unos a otros, repitiendo siempre las mismas frases, escenificando una comedia ya vista en la que cada uno quiere tener razón y al final hay un frío silencio. Ese silencio cortante y frío después de una discusión familiar. ¡Eso es feo, feísimo! Repito un consejo: por la noche, después de todo, hagan las paces. Siempre. No vayan a dormir sin hacer las paces. Nunca vayan a dormir sin haber hecho las paces, porque si no, al día siguiente habrá una “guerra fría·. Y esta es peligrosa porque comenzará una historia de reproches, una historia de resentimientos. ¡Cuántas veces, por desgracia, nacen conflictos dentro de las paredes del hogar como resultado de silencios demasiado largos y egoísmos no curados! A veces incluso se llega a la violencia física y moral. Esto rompe la armonía y mata a la familia. Pasemos del “yo” al “tú”. Lo que debe importar más en la familia es el “tú”. Y cada día, por favor, recen un poco juntos, si pueden hacer el esfuerzo, para pedir a Dios el don de la paz en familia. ¡Y comprometámonos todos ―padres, hijos, Iglesia, sociedad civil― a apoyar, defender y proteger la familia que es nuestro tesoro!<br />Que la Virgen María, esposa de José y madre de Jesús, proteja a nuestras familias.<br />Después del Ángelus<br />Me dirijo ahora a los matrimonios de todo el mundo:<br />Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, se publica una <i>Carta que escribí pensando en ustedes</i>. Quiere ser mi regalo de Navidad para ustedes, los esposos: un estímulo, una señal de cercanía y también una oportunidad para meditar. Es importante reflexionar y experimentar la bondad y la ternura de Dios, que con mano paternal guía los pasos de los matrimonios por el camino del bien. Que el Señor dé a todos los matrimonios la fuerza y la alegría de continuar el camino que han emprendido. También quiero recordarles que nos acercamos al Encuentro Mundial de las Familias: los invito a preparar este acontecimiento, especialmente con la oración, y a vivirlo en sus diócesis, junto con otras familias.<br />Y hablando de la familia, me viene a la mente una preocupación, una verdadera preocupación, al menos aquí en Italia: el invierno demográfico. Parece que muchos han perdido la aspiración de seguir adelante con los hijos y muchas parejas prefieren quedarse sin hijos, o con uno solo. Piensen en esto, es una tragedia. Hace unos minutos he visto en el programa “A Sua immagine” cómo hablaban de este grave problema, el invierno demográfico. Hagamos todo lo posible para recuperar nuestra conciencia, para superar este invierno demográfico que va contra nuestras familias, contra nuestra patria, incluso contra nuestro futuro.<br />Saludo ahora a todos ustedes, peregrinos que han venido de Italia y de diferentes países: ―Veo aquí polacos, brasileños, y también veo allí colombianos― familias, grupos parroquiales, asociaciones. Renuevo mi deseo de que la contemplación del Niño Jesús, corazón y centro de las fiestas de Navidad, suscite actitudes de fraternidad y de compartir en las familias y en las comunidades. Y para celebrar un poco la Navidad, será bueno visitar el pesebre aquí en la plaza y los 100 pesebres que están bajo la columnata, también esto nos ayudará.<br />En estos días he recibido muchos mensajes de felicitaciones desde Roma y desde otras partes del mundo. Lamentablemente, no me es posible responder a todos, pero rezo por cada uno y agradezco especialmente las oraciones que tantos de ustedes han prometido hacer. Por favor, recen por mí, no se olviden. Muchas gracias y feliz día de la Sagrada Familia. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b style="color: #073763;">ÁNGELUS, Jueves 29 de diciembre de 2013</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!</span><br /><span style="color: #073763;">En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada belén nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a san José, en la cueva de Belén. Dios quiso nacer en una familia humana, quiso tener una madre y un padre, como nosotros.</span><br /><span style="color: #073763;">Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia por el camino doloroso del destierro, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por miedo, incertidumbre, incomodidades (cf. Mt 2, 13-15.19-23). Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias.</span><br /><span style="color: #073763;">En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables. Por ello, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que se ve obligada a huir, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación, que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero pensemos también en los demás "exiliados": yo les llamaría "exiliados ocultos", esos exiliados que pueden encontrarse en el seno de las familias mismas: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias que estorban. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos.</span><br /><span style="color: #073763;">Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares.</span><br /><span style="color: #073763;">Hoy, nuestra mirada a la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de la vida que ella lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, les ayuda a convertirse cada vez más en una comunidad de amor y de reconciliación, donde se experimenta la ternura, la ayuda mutua y el perdón recíproco. Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide "permiso", cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir "gracias", y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir "perdón", en esa familia hay paz y hay alegría. Recordemos estas tres palabras. Pero las podemos repetir todos juntos: permiso, gracias, perdón. (Todos: permiso, gracias, perdón) Desearía alentar también a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio, en efecto, pasa ante todo a través de las familias, para llegar luego a los diversos ámbitos de la vida cotidiana.</span><br /><span style="color: #073763;">Invoquemos con fervor a María santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a san José, su esposo. Pidámosle a ellos que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan realizar con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado.</span><br /><br /><b><span style="color: #073763;">Papa Benedicto XVI</span></b><br /><b><span style="color: #073763;">ÁNGELUS, Plaza de San Pedro. Domingo 26 de diciembre de 2010</span></b><br /><span style="color: #073763;">Queridos hermanos y hermanas:</span><br /><span style="color: #073763;">El Evangelio según san Lucas narra que los pastores de Belén, después de recibir del ángel el anuncio del nacimiento del Mesías, "fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 16). Así pues, a los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús se les presentó la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido. Por eso, el primer domingo después de Navidad, la liturgia nos hace celebrar la fiesta de la Sagrada Familia. Este año tiene lugar precisamente al día siguiente de la Navidad y, prevaleciendo sobre la de san Esteban, nos invita a contemplar este "icono" en el que el niño Jesús aparece en el centro del afecto y de la solicitud de sus padres. En la pobre cueva de Belén –escriben los Padres de la Iglesia– resplandece una luz vivísima, reflejo del profundo misterio que envuelve a ese Niño, y que María y José custodian en su corazón y dejan traslucir en sus miradas, en sus gestos y sobre todo en sus silencios. De hecho, conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: "El que ha de nacer será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35).</span><br /><span style="color: #073763;">Sin embargo, el nacimiento de todo niño conlleva algo de este misterio. Lo saben muy bien los padres que lo reciben como un don y que, con frecuencia, así se refieren a él. Todos hemos escuchado decir alguna vez a un papá y a una mamá: "Este niño es un don, un milagro". En efecto, los seres humanos no viven la procreación meramente como un acto reproductivo, sino que perciben su riqueza, intuyen que cada criatura humana que se asoma a la tierra es el "signo" por excelencia del Creador y Padre que está en el cielo. ¡Cuán importante es, por tanto, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amados. Esto es lo que necesitan los niños: el amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, les permite descubrir el sentido de la vida. La Sagrada Familia de Nazaret pasó por muchas pruebas, como la de la "matanza de los inocentes" –nos la recuerda el Evangelio según san Mateo–, que obligó a José y María a emigrar a Egipto (cf. Mt 2, 13-23). Ahora bien, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una educación sólida.</span><br /><span style="color: #073763;">Queridos amigos, ciertamente la Sagrada Familia es singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es "modelo de vida" para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana y, al hacerlo así, la bendijo y consagró. Encomendemos, por tanto, a la Virgen y a san José a todas las familias, para que no se desalienten ante las pruebas y dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación.</span><br /><b><span style="color: #073763;">La Infancia de Jesús</span></b><br /><b><i><span style="color: #073763;">Huida a Egipto y retorno a la tierra de Israel</span></i></b><br /><span style="color: #073763;">Después de terminar la narración de los Magos, entra de nuevo en escena san José como protagonista, pero no actúa por iniciativa propia, sino según las órdenes que recibe nuevamente del ángel de Dios en un sueño: se le manda levantarse a toda prisa, tomar al niño y a su madre, huir a Egipto y permanecer allí hasta nueva orden, «porque Herodes va a buscar al niño para matarlo» (Mt 2, 13).</span><br /><span style="color: #073763;">En el año 7 a. C., Herodes había hecho ajusticiar a sus hijos Alejandro y Aristóbulo porque presentía que eran una amenaza para su poder. En el año 4 a. C. había eliminado por la misma razón también al hijo Antípater (cf. Stuhlmacher, p. 85). Él pensaba exclusivamente según las categorías del poder. El saber por los Magos de un pretendiente al trono debió de ponerlo en guardia. Visto su carácter, estaba claro que ningún escrúpulo le habría frenado.</span><br /><span style="color: #073763;">«Al verse burlado por los Magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los Magos» (Mt 2, 16). Es cierto que no sabemos nada sobre este hecho por fuentes que no sean bíblicas, pero, teniendo en cuenta tantas crueldades cometidas por Herodes, eso no demuestra que no se hubiera producido el crimen. En este sentido, Rudolf Pesch cita al autor judío Abraham Shalit: «La creencia en la llegada o el nacimiento en un futuro inmediato del rey mesiánico estaba entonces en el ambiente. El déspota suspicaz veía por doquier traición y hostilidad, y una vaga voz que llegaba a sus oídos podía fácilmente haber sugerido a su mente enfermiza la idea de matar a los niños nacidos en el último período. La orden por tanto nada tiene de imposible» (en Pesch, p. 72).</span><br /><span style="color: #073763;">La realidad histórica del hecho, sin embargo, es puesta en tela de juicio por un cierto número de exegetas fundándose en otra consideración: se trataría aquí del motivo, ampliamente difundido, del niño regio perseguido, un motivo que, aplicado a Moisés en la literatura de aquel tiempo, habría encontrado una forma que se podía considerar como modelo para este relato sobre Jesús. No obstante, los textos citados no son convincentes en la mayoría de los casos y, además, muchos de ellos son de una época posterior al Evangelio de Mateo. La narración más cercana, temporal y materialmente, es la <i>haggadah</i> de Moisés, transmitida por Flavio Josefo, una narración que da un nuevo giro a la verdadera historia del nacimiento y el rescate de Moisés.</span><br /><span style="color: #073763;">El Libro del Éxodo relata que el faraón, ante el aumento numérico y la importancia creciente de la población judía, teme una amenaza para su país, Egipto, y por eso no sólo aterroriza a la minoría judía con trabajos forzados, sino que ordena también matar a los varones recién nacidos. Gracias a una estratagema de su madre, Moisés es rescatado y crece en la corte del rey de Egipto como hijo adoptivo de la hija del faraón; pero más tarde tuvo que huir a causa de su intervención en favor de la atormentada población judía (cf. Ex 2).</span><br /><span style="color: #073763;">La<i> haggadah</i> nos cuenta la historia de Moisés de otra manera: los expertos en la Escritura habían vaticinado al rey que en aquella época iba a nacer un niño de sangre judía que, una vez adulto, destruiría el imperio de los egipcios, haciendo a su vez poderosos a los israelitas. En vista de esto, el rey había ordenado arrojar al río y matar a todos los niños judíos inmediatamente después de nacer. Pero al padre de Moisés se le habría aparecido Dios en sueños, prometiendo salvar al niño (cf. Gnilka, p. 34 s). A diferencia de la razón aducida en el Libro del Éxodo, aquí se debe exterminar a los niños judíos para eliminar con seguridad también al niño anunciado: Moisés.</span><br /><span style="color: #073763;">Este último aspecto, así como la aparición en sueños que promete al padre el rescate, acercan la narración al relato sobre Jesús, Herodes y los niños inocentes asesinados. Sin embargo, estas similitudes no son suficientes para presentar el relato de san Mateo como una simple variante cristiana del<i> haggadah</i> de Moisés Las diferencias entre los dos relatos son demasiado grandes para ello. Por otra parte, las Antiquitates de Flavio Josefo se han de colocar muy probablemente en un tiempo posterior al Evangelio de Mateo, aunque la historia en si misma parece indicar una tradición más antigua.</span><br /><span style="color: #073763;">Pero, en una perspectiva completamente distinta, también Mateo ha retomado la historia de Moisés para encontrar a partir de ella la interpretación de todo el evento. Él ve la clave de comprensión en las palabras del profeta: «Desde Egipto llamé a mi hijo» (Os 11, 1). Oseas narra la historia de Israel como una historia de amor entre Dios y su pueblo. La atención de Dios por Israel, sin embargo, no se describe aquí con la imagen del amor esponsal, sino con la del amor de los padres. «Por eso Israel recibe también el título de “hijo”… en el sentido de la filiación por adopción. El gesto fundamental del amor paterno es liberar al hijo de Egipto» (Deissler, <i>Zwülf Propheten</i>, p. 50). Para Mateo, el profeta habla aquí de Cristo: él es el verdadero Hijo. Es a él a quien el Padre ama y llama desde Egipto.</span><br /><span style="color: #073763;">Para el evangelista, la historia de Israel comienza otra vez y de un modo nuevo con el retorno de Jesús de Egipto a la Tierra Santa. Porque la primera llamada para volver del país de la esclavitud había ciertamente fracasado bajo muchos aspectos. En Oseas, la respuesta a la llamada del Padre es un alejamiento de los que fueron llamados: «Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mi» (Os 11, 2). Este alejarse ante la llamada a la liberación lleva a una nueva esclavitud: «Volverán a la tierra de Egipto, Asiria será su rey, porque rehusaron convertirse» (Os 11, 5). Así que Israel, por decirlo así, sigue estando todavía, una y otra vez, en Egipto.</span><br /><span style="color: #073763;">Con la huida a Egipto y su regreso a la tierra prometida, Jesús concede el don del éxodo definitivo. Él es verdaderamente el Hijo. Él no se irá para alejarse del Padre. Vuelve a casa y lleva a casa. Él está siempre en camino hacia Dios y con eso conduce del destino al hogar, a lo que es esencial y propio. Jesús, el verdadero Hijo, ha ido él mismo al «exilio» en un sentido muy profundo para traernos a todos desde la alienación hasta casa.</span><br /><span style="color: #073763;">La breve narración de la matanza de los inocentes, que viene a continuación del pasaje sobre la huida a Egipto, la concluye Mateo de nuevo con una palabra profética, esta vez tomada del Libro del profeta Jeremías: «Se escucha un grito en Rama, gemidos y un llanto amargo: Raquel, que llora a sus hijos, no quiere ser consolada, pues se ha quedado sin ellos» (Jr 31, 15; Mt 2, 18). En Jeremías, estas palabras están en el contexto de una profecía caracterizada por la esperanza y la alegría, y en la que el profeta, con palabras llenas de confianza, anuncia la restauración de Israel: «El que dispersó a Israel lo reunirá. Lo guardará como un pastor a su rebaño; porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte.» (Jr 31, 10 s).</span><br /><span style="color: #073763;">Todo el capítulo pertenece probablemente al primer período de la obra de Jeremías, cuando la caída del reino asirio, por un lado, y la reforma cultual del rey Josías, por otro, reanimaban la esperanza de una restauración del reino del norte, Israel, donde habían dejado honda huella las tribus de José y Benjamín, los hijos de Raquel. Por eso, en Jeremías, al lamento de la madre sigue inmediatamente una palabra de consolación: «Esto dice el Señor: “Reprime la voz de tu llanto, seca las lágrimas de tus ojos, pues tendrán recompensa tus penas: volverán del país enemigo…”» (Jr 31, 16).</span><br /><span style="color: #073763;">En Mateo hay dos cambios respecto al profeta: en los días de Jeremías, el sepulcro de Raquel estaba localizado en los confines benjaminita-efraimita, es decir, hacia el reino del norte, hacia la región de las tribus de los hijos de Raquel, cercano, por cierto, al pueblo original del profeta. Ya durante la época veterotestamentaria, la ubicación del sepulcro se había desplazado hacia el sur, a la región de Belén, y allí la localizaba también Mateo.</span><br /><span style="color: #073763;">El segundo cambio es que el evangelista omite la profecía consoladora del retorno; queda sólo el lamento. La madre sigue estando desolada. Así, en Mateo, la palabra del profeta –el lamento de la madre sin la respuesta consoladora– es como un grito a Dios, una petición de la consolación no recibida y todavía esperada; un grito al que efectivamente sólo Dios mismo puede responder, porque la única consolación verdadera, que va más allá de las meras palabras, sería la resurrección. Sólo en la resurrección se superaría la injusticia, revocado el llanto amargo: «pues se ha quedado sin ellos». En nuestra época histórica sigue siendo actual el grito de las madres a Dios, pero la resurrección de Jesús nos refuerza al mismo tiempo en la esperanza del verdadero consuelo.</span><br /><span style="color: #073763;">También el último paso del relato de la infancia según Mateo concluye de nuevo con una cita de cumplimiento que debe desvelar el sentido de todo lo acaecido. Una vez más comparece con gran relieve la figura de san José. Dos veces recibe en sueños una orden y así se presenta de nuevo como quien escucha y sabe discernir, como quien es obediente y a la vez decidido y juiciosamente emprendedor. Primero se le dice que Herodes ha muerto, por lo que ha llegado para él y los suyos la hora de regresar. Este regreso es presentado con una cierta solemnidad: «Y entró en tierra de Israel» (Mt 2, 21).</span><br /><span style="color: #073763;">Pero una vez allí debe afrontar de inmediato la situación trágica de Israel en aquel momento histórico: se entera de que en Judea reina Arquelao, el más cruel de los hijos de Herodes. Por tanto no puede quedarse allí –es decir, en Belén–, en el lugar de residencia de la familia de Jesús. José recibe entonces en sueños la orden de ir a Galilea.</span><br /><span style="color: #073763;">Que José, al haberse dado cuenta de los problemas en Judea, no haya continuado simplemente por iniciativa propia su viaje hasta Galilea, gobernada por el no tan cruel Antipas, sino que fuera mandado por el ángel, tiene por objeto mostrar que la proveniencia de Jesús de Galilea concuerda con la guía divina de la historia. Durante la actividad pública de Jesús, la mención de su origen galileo es siempre una muestra de que él no podía ser el Mesías prometido. De modo casi imperceptible, Mateo se opone ya aquí a esta argumentación. Retoma más tarde el mismo tema al comienzo del ministerio público de Jesús, y demuestra fundándose en Isaías (Is 8, 23-9, 2) que precisamente allí, en tierras envueltas en «sombras de muerte», debía surgir la «luz grande»: en el antiguo reino del norte, en el «país de Zabulón y país de Neftalí» (Mt 4, 14-16).</span><br /><span style="color: #073763;">Pero Mateo tiene que vérselas con una objeción todavía más concreta es decir que no había ninguna promesa sobre el lugar de Nazaret: de allí no podía ciertamente venir el Salvador (cf. Jn 1, 46). A esto, el evangelista replica: José «se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría nazareno» (Mt 2, 23). Con esto quiere decir que en el momento de la redacción del Evangelio era ya un dato histórico el que a Jesús se le llamara «el Nazareno», haciendo referencia a su origen, y que con ello se muestra que es el heredero de la promesa. Contrariamente a las precedentes citaciones proféticas, Mateo no se refiere aquí a una determinada palabra de la Escritura, sino al conjunto de los profetas. La esperanza de éstos se resume en este apelativo de Jesús.</span><br /><span style="color: #073763;">Mateo ha dejado con esto un problema difícil para los exegetas de todos los tiempos: ¿Dónde encuentra esta palabra de esperanza su fundamento en los profetas?</span><br /><span style="color: #073763;">Antes de ocuparnos de esta cuestión, tal vez sea útil hacer algunas observaciones de carácter lingüístico. El Nuevo Testamento utiliza dos formas para llamar a Jesús, <i>Nazoreo</i> y Nazareno. Mateo, Juan y los Hechos de los Apóstoles usan <i>Nazoreo</i>; Marcos habla sin embargo de Nazareno; en Lucas se encuentran ambas formas. En el mundo de la lengua semítica, a los seguidores de Jesús se les llama «<i>nazorei</i>» y, en el ámbito grecorromano, cristianos (cf. Hch 11, 26). Pero ahora hemos de preguntarnos muy concretamente: ¿Hay en el Antiguo Testamento algún rastro de una profecía que conduzca a la palabra «<i>nazoreo</i>» y que pueda aplicarse a Jesús?</span><br /><span style="color: #073763;">Ansgar Wucherpfenning ha compendiado cuidadosamente la difícil discusión exegética en su monografía sobre san José. Trataré de seleccionar únicamente los puntos más importantes. Hay dos líneas principales para una solución.</span><br /><span style="color: #073763;">La primera se remite a la promesa del nacimiento del juez Sansón. El ángel que anuncia su nacimiento dice que él sería un «<i>nazoreo</i>», consagrado a Dios desde el seno materno, y esto –como dice la madre– «hasta el día de su muerte» (Jc 13, 5-7). Contra la deducción de que Jesús fuera un «<i>nazoreo</i>» en este sentido, habla por sí solo el hecho de que él no responde a los criterios establecidos en el Libro de los Jueces para ello, en particular la prohibición de tomar alcohol. Él no era un «<i>nazoreo</i>» en el sentido clásico de la palabra. Pero esta calificación vale ciertamente para él, que fue consagrado totalmente a Dios, hecho propiedad de Dios desde el seno materno hasta la muerte, y de un modo que supera con creces aspectos externos como éstos. Si volvemos a ver lo que dice Lucas sobre la presentación-consagración de Jesús, el «primogénito», a Dios en el templo, o si tenemos presente cómo el evangelista Juan muestra a Jesús como el que viene totalmente del Padre, vive de él y está orientado hacia él, se puede ver entonces con extraordinaria nitidez que Jesús ha sido verdaderamente consagrado a Dios desde el seno materno hasta la muerte en la cruz.</span><br /><span style="color: #073763;">La segunda línea de interpretación se apoya en que, en el nombre «<i>nazoreo</i>» puede resonar también el término<i> nezer</i>, que está en el centro de Isaías (Is 11, 1): «Brotará un renuevo (<i>nezer</i>) del tronco de Jesé.» Esta palabra profética ha de leerse en el contexto de la trilogía mesiánica de Is 7, 1 («La virgen está encinta y da a luz un hijo»), Is 9, 1 (Luz en las tinieblas, «un niño nos ha nacido») e Is 11 (el retoño del tronco, sobre el que se posará el espíritu del Señor). Puesto que Mateo se refiere explícitamente a Isaías 7 y 9, es lógico suponer también en él una insinuación a Isaías 11. La particularidad de esta promesa es que enlaza, más allá de David, con el fundador de la estirpe de Jesé. Del tronco aparentemente ya muerto, Dios hace brotar un nuevo retoño: pone un nuevo comienzo que, sin embargo, permanece en profunda continuidad con la historia precedente de la promesa.</span><br /><span style="color: #073763;">En este contexto, ¿cómo no pensar en el final de la genealogía de Jesús según san Mateo, genealogía por un lado totalmente caracterizada por la continuidad del actuar salvífico de Dios y que, por otro lado, al final invierte el rumbo y habla de un inicio enteramente nuevo por una intervención de Dios mismo con el don de un nacimiento que ya no proviene de un «generar» humano? Sí, podemos suponer con buenas razones que Mateo haya oído resonar en el nombre de Nazaret la palabra profética del «retoño» (nezer) y haya visto en la denominación de Jesús como Nazoreo una referencia al cumplimiento de la promesa, según la cual Dios daría un nuevo brote del tronco muerto de Isaías, sobre el cual se posaría el Espíritu de Dios.</span><br /><span style="color: #073763;">Si a esto añadimos que, en la inscripción de la cruz, Jesús es denominado <i>Nazoreo</i> (<i>ho Nazòraìos</i>) (cf. Jn 19, 19), el título adquiere su pleno significado: lo que inicialmente debía indicar solamente su proveniencia, alude sin embargo al mismo tiempo a su naturaleza: él es el «retoño», el que está totalmente consagrado a Dios, desde el seno materno hasta la muerte.</span><br /><span style="color: #073763;">Al final de este largo capítulo se plantea la pregunta: ¿Cómo hemos de entender todo esto? ¿Es verdaderamente historia acaecida, o es sólo una meditación teológica expresada en forma de historias? A este respecto, Jean Daniélou observa con razón: «A diferencia de la narración de la anunciación [a María], la adoración de los Magos no afecta a ningún aspecto esencial de la fe. Podría ser una creación de Mateo, inspirada por una idea teológica; en ese caso, nada se vendría abajo» (p. 105). El mismo Daniélou, sin embargo, llega a la convicción de que se trata de acontecimientos históricos, cuyo significado ha sido teológicamente interpretado por la comunidad judeocristiana y por Mateo.</span><br /><span style="color: #073763;">Por decirlo de manera sencilla: ésta es también mi convicción. Pero hemos de constatar que en el curso de los últimos cincuenta años se ha producido un cambio de opinión en la apreciación de la historicidad, que no se basa en nuevos conocimientos de la historia, sino en una actitud diferente ante la Sagrada Escritura y al mensaje cristiano en su conjunto. Mientras que Gerhard Delling, en el cuarto volumen del <i>Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament </i>(1942), consideraba aún la historicidad del relato sobre los Magos asegurada de manera convincente por la investigación histórica (cf. p. 362, nota 11), ahora incluso exegetas de orientación claramente eclesial, como Nellessen o Rudolf Ernst Pesch, son contrarios a la historicidad, o por lo menos dejan abierta la cuestión.</span><br /><span style="color: #073763;">Ante esta situación, es digna de atención la toma de posición, cuidadosamente ponderada, de Klaus Berger en su comentario de 2011 al Nuevo Testamento: «Aun en el caso de un único testimonio… hay que suponer, mientras no haya prueba en contra, que los evangelistas no pretenden engañar a sus lectores, sino narrarles los hechos históricos… Rechazar por mera sospecha la historicidad de esta narración va más allá de toda competencia imaginable de los historiadores» (p. 20).</span><br /><span style="color: #073763;">No puedo por menos que concordar con esta afirmación. Los dos capítulos del relato de la infancia en Mateo no son una meditación expresada en forma de historias, sino al contrario: Mateo nos relata la historia verdadera, que ha sido meditada e interpretada teológicamente, y de este modo nos ayuda a comprender más a fondo el misterio de Jesús.</span><br /><div><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">B. Fiesta de la Sagrada Familia</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>120.</b> "El domingo dentro de la Octava de Navidad, Fiesta de la Sagrada Familia, el Evangelio es el de la infancia de Jesús, las demás lecturas hablan de las virtudes de la vida doméstica" (OLM 95). Los Evangelistas, en esencia, no contaron nada sobre la vida de Jesús desde su Nacimiento hasta el comienzo de su ministerio público; lo poco que nos ha sido transmitido lo escuchamos en los pasajes evangélicos propuestos para esta Fiesta. Los portentos que rodean el Nacimiento del Salvador se debilitan y la Sagrada Familia vive una vida doméstica muy común, que viene ofrecida a las familias como modelo a imitar, tal como sugieren las oraciones de esta celebración.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>121.</b> Cada día, en diversos lugares del mundo, la institución familiar soporta grandes retos y, por ello, sería apropiado que el homileta hablara de ello. No obstante, más que ofrecer una simple exhortación moral sobre los valores de la familia, el homileta debería inspirarse en las lecturas del día para hablar de la familia cristiana como escuela de discipulado. Cristo, del que celebramos su Nacimiento, ha venido al mundo para hacer la voluntad del Padre: tal obediencia, dócil a la inspiración del Espíritu Santo, tiene que encontrar un lugar en cada familia cristiana. José obedece al ángel y conduce al Hijo y a su Madre a Egipto (Año A); María y José obedecen la Ley presentando al Niño en el Templo (Año B) y yendo hacia Jerusalén para la fiesta de la Pascua judía (Año C). Jesús, por su parte, obedece a sus padres terrenales pero el deseo de estar en la casa del Padre es todavía más grande (Año C). Como cristianos, somos miembros también de otra familia, que se reúne en torno a la mesa familiar del altar para alimentarnos del Sacrificio que se ha cumplido, ya que Cristo ha obedecido hasta la muerte. Tenemos que ver a las familias como Iglesia doméstica en la que poner en práctica aquel modelo de amor oblativo de sí mismo que asimilamos en la Eucaristía. De este modo, todas las familias cristianas se abre también hacia afuera para formar parte de la nueva familia y más amplia de Jesús: «El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mc 3, 35).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>122. </b>La comprensión del sentido cristiano de la vida familiar ayuda al homileta a explicar la lectura tomada de la Carta de san Pablo a los Colosenses. El precepto apostólico, según el cual la mujer debe estar sometida al marido, puede chocar a nuestros contemporáneos; si el homileta piensa no comentar esto, sería más prudente recurrir a la versión breve de la lectura. No obstante, los pasajes complicados de la Escritura, en la mayor parte de los casos, tienen mucho que enseñarnos y este caso específico ofrece al homileta la ocasión de afrontar un argumento con el que podría no estar de acuerdo el oyente moderno, pero que de suyo representa una fortaleza si se comprende correctamente. La referencia a un texto similar, tomado de la Carta de san Pablo a los Efesios (Ef 5, 21-6, 4), nos permite profundizar en su significado. Pablo, en este texto, discute las recíprocas responsabilidades de la vida familiar. La frase clave es la siguiente: «Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano» (Ef 5, 21). La originalidad de la enseñanza del Apóstol no reside en el hecho de que la mujer deba estar sometida a su marido, condición ya asumida en la cultura de su tiempo. Lo que es novedoso y, además, propiamente cristiano, es, sobre todo, que esta sumisión debe ser recíproca: si la mujer debe obedecer al marido, él, a su vez, como Cristo, debe sacrificar su propia vida por su esposa. En segundo lugar, la razón de la mutua sumisión no está dirigida simplemente a la armonía de la familia o al bien de la sociedad, sino que se realiza por temor de Cristo. En otras palabras, la sumisión recíproca en la familia es una expresión del discipulado cristiano; la casa familiar es, o tendría que llegar a ser, un lugar donde manifestamos nuestro amor a Dios sacrificando nuestras vidas el uno por el otro. El homileta puede lanzar el reto a los oyentes para que lleven a cabo en sus relaciones este amor de auto-oblación, que es el corazón de la vida y de la misión de Cristo, celebrado en la "comida familiar" de la Eucaristía.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica.</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ciclo A. Sagrada Familia.</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La Sagrada Familia</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>531 </b>Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios (cf. Ga 4, 4), vida en la comunidad. De todo este período se nos dice que Jesús estaba "sometido" a sus padres y que "progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2, 51-52).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>532 </b>Con la sumisión a su madre, y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: "No se haga mi voluntad … "(Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (cf. Rm 5, 19).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>533 </b>La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús a través de los caminos más ordinarios de la vida humana:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio … Una lección de silencio ante todo. Que nazca en nosotros la estima del silencio, esta condición del espíritu admirable e inestimable … Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su carácter sagrado e inviolable … Una lección de trabajo. Nazaret, oh casa del "Hijo del Carpintero", aquí es donde querríamos comprender y celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano … ; cómo querríamos, en fin, saludar aquí a todos los trabajadores del mundo entero y enseñarles su gran modelo, su hermano divino" (Pablo VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>534</b> El hallazgo de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 41-52) es el único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: "¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?" María y José "no comprendieron" esta palabra, pero la acogieron en la fe, y María "conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón", a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La familia cristiana, una Iglesia doméstica</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1655</b> Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, "con toda su casa", habían llegado a ser creyentes (cf Hch 18, 8). Cuando se convertían deseaban también que se salvase "toda su casa" (cf Hch 16, 31 y Hch 11, 14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no creyente.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1656 </b>En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, "Ecclesia domestica" (LG 11; cf. FC, 21). En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada" (LG 11).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1657</b> Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, "en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras" (LG 10). El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y "escuela del más rico humanismo" (GS 52, 1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1658</b> Es preciso recordar asimismo a un gran número de personas que permanecen solteras a causa de las concretas condiciones en que deben vivir, a menudo sin haberlo querido ellas mismas. Estas personas se encuentran particularmente cercanas al corazón de Jesús; y, por ello, merecen afecto y solicitud diligentes de la Iglesia, particularmente de sus pastores. Muchas de ellas viven sin familia humana, con frecuencia a causa de condiciones de pobreza. Hay quienes viven su situación según el espíritu de las bienaventuranzas sirviendo a Dios y al prójimo de manera ejemplar. A todas ellas es preciso abrirles las puertas de los hogares, "iglesias domésticas" y las puertas de la gran familia que es la Iglesia. "Nadie se sienta sin familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia de todos, especialmente para cuantos están `fatigados y agobiados' (Mt 11, 28)" (FC, 85).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2204 </b>"La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial; por eso… puede y debe decirse iglesia doméstica" (FC, 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5, 21-Ef 6, 4; Col 3, 18-21; 1 P 3, 1-7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2205 </b>La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2206</b> Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es una "comunidad privilegiada" llamada a realizar un "propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos" (GS 52, 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Los deberes de los miembros de la familia</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Deberes de los hijos</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2214</b> La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (cf. Ef 3, 14); es el fundamento del honor de los padres. El respeto de los hijos, menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre (cf Pr 1, 8; Tb 4, 3-4), se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une. Es exigido por el precepto divino (cf Ex 20, 12).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2215 </b>El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia. "Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?" (Si 7, 27-28).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2216</b> El respeto filial se revela en la docilidad y la obediencia verdaderas. "Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre… en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al despertar" (Pr 6, 20-22). "El hijo sabio ama la instrucción, el arrogante no escucha la reprensión" (Pr 13, 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2217</b> Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia. "Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor" (Col 3, 20; cf Ef 6, 1). Los hijos deben obedecer también las prescripciones razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los han confiado. Pero si el hijo está persuadido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Cuando sean mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres. Deben prever sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los dones del Espíritu Santo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2218 </b>El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En cuanto puedan deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante los tiempos de enfermedad, de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud (cf Mc 7, 10-12).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"El Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre" (Si 3, 2-6).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, se indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor… Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre" (Si 3, 12-13.16)).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2219 </b>El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar; atañe también a las relaciones entre hermanos y hermanas. El respeto a los padres irradia en todo el ambiente familiar. "Corona de los ancianos son los hijos de los hijos" (Pr 17, 6). "Soportaos unos a otros en la caridad, en toda humildad, dulzura y paciencia" (Ef 4, 2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2220</b> Los cristianos están obligados a una especial gratitud para con aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautismo y la vida en la Iglesia. Puede tratarse de los padres, de otros miembros de la familia, de los abuelos, de los pastores, de los catequistas, de otros maestros o amigos. "Evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti" (2Tm 1, 5).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Deberes de los padres</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2221</b> La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual. El papel de los padres en la educación "tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse" (GE 3). El derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales e inalienables (cf FC, 36).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2222 </b>Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre del cielo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2223</b> Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones "materiales e instintivas a las interiores y espirituales" (CA 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"El que ama a su hijo, le azota sin cesar… el que enseña a su hijo, sacará provecho de él" (Si 30, 1-2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor" (Ef 6, 4).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2224</b> El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2225</b> Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos son para sus hijos los "primeros anunciadores de la fe" (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante la vida entera, serán auténticos preámbulos y apoyos de una fe viva.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2226</b> La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2227</b> Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf GS 48, 4). Todos y cada uno se concederán generosamente y sin cansarse los perdones mutuos exigidos por las ofensas, las querellas, las injusticias, y las omisiones. El afecto mutuo lo sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18, 21-22; Lc 17, 4).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2228 </b>Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres se traducen ante todo por el cuidado y la atención que consagran en educar a sus hijos, en proveer a sus necesidades físicas y espirituales. En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la misma dedicación llevan a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de su razón y de su libertad.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2229</b> Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, tienen el derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones. Este derecho es fundamental. En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos (cf GE 6). Los poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2230 </b>Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el derecho de elegir su profesión y su estado de vida. Estas nuevas responsabilidades deberán asumirlas en una relación confiada con sus padres, cuyo parecer y consejo pedirán y recibirán dócilmente. Los padres deben cuidar no violentar a sus hijos ni en la elección de una profesión ni en la de su futuro cónyuge. Este deber de no inmiscuirse no les impide, sino al contrario, ayudarles con consejos juiciosos, particularmente cuando se proponen fundar un hogar.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2231 </b>Hay quienes no se casan para poder cuidar a sus padres, o sus hermanos y hermanas, para dedicarse más exclusivamente a una profesión o por otros motivos dignos. Estas personas pueden contribuir grandemente al bien de la familia humana.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">LA FAMILIA Y EL REINO DE DIOS</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2232 </b>Los vínculos familiares, aunque son muy importantes, no son absolutos. A la par el hijo crece, hacia una madurez y autonomía humanas y espirituales, la vocación singular que viene de Dios se afirma con más claridad y fuerza. Los padres deben respetar esta llamada y favorecer la respuesta de sus hijos para seguirla. Es preciso convencerse de que la vocación primera del cristiano es seguir a Jesús (cf Mt 16, 25): "El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mi" (Mt 10, 37).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2233 </b>Hacerse discípulo de Jesús es aceptar la invitación a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: "El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mt 12, 49).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Los padres deben acoger y respetar con alegría y acción de gracias el llamamiento del Señor a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La huida a Egipto</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>333 </b>De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios"' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios… " (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; Mt 2, 13. 19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2M 10, 29-30; 2M 11, 8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; Mt 25, 31 ; Lc 12, 8-9).<br /><b>530</b> La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13 - 18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: "Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron"(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Exodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><br /><br /></span></div></div></div><div><span style="color: #cc0000;">Se dice </span>Credo<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Oremos al Señor nuestro Dios, Padre de la gran familia humana.<br />- Por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios: para que sepa acoger a todos. Roguemos al Señor.<br />- Por los gobernantes, para que procuren con tenacidad la solución de los graves problemas de educación, vivienda y salarios que afectan a la familia. Roguemos al Señor.<br />- Por los padres, para que sepan educar a sus hijos, respetando su personalidad y ganándose su confianza. Roguemos al Señor.<br />- Por los novios, para que, preparándose seriamente durante el noviazgo, sean capaces de realizar su vida familiar según el proyecto de Dios. Roguemos al Señor.<br />- Por todos los hogares, para que sepamos discernir los valores permanentes que es preciso salvaguardar. Roguemos al Señor.<br />- Por las familias desunidas, por las familias que sufren, para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. Roguemos al Señor.<br />- Por nosotros aquí reunidos, para que la Eucaristía que celebramos fomente en nosotros el espíritu de familia. Roguemos al Señor.<br /><b><span style="color: #cc0000;">E</span></b>scucha, Señor, la plegaria de tu Iglesia, que pone su confianza en tu amor y su mirada en el hogar de Nazaret. Por Jesucristo nuestro Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por intercesión de la Virgen Madre de Dios y de San José, que guardes a nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Hóstiam tibi placatiónis offérimus, Dómine, supplíciter deprecántes, ut, Deíparae Vírginis beatíque Ioseph interveniénte suffrágio, famílias nostras in tua grátia fírmiter et pace constítuas. Per Christum.</i><br /><br />PREFACIO I DE NAVIDAD<br /><span style="color: #cc0000;">CRISTO, LUZ DEL MUNDO</span><br /><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.<br />Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:<br />Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, Santo, Santo…<br /></b><br /><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-iii.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA III.</a><br />Se dice el recuerdo propio en la intercesión</span> Atiende los deseos<span style="color: #cc0000;">. Se dice:</span> en tu presencia en el día santo.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Cf. Bar 3, 38</span><br /><b>Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió en medio de los hombres.</b><br /><i>Deus noster in terris visus est, et cum homínibus conversátus est.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Padre misericordioso, concede a cuantos has renovado con estos divinos sacramentos imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia para que, después de las tristezas de esta vida, podamos gozar de su eterna compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Quos caeléstibus réficis sacraméntis, fac, clementíssime Pater, sanctae Famíliae exémpla iúgiter imitári, ut, post aerúmnas saeculi, eius consórtium consequámur aetérnum. Per Christum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Se puede utilizar la bendición solemne de la Natividad del Señor.</span><br /><b>Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó este día santo aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.</b><br /><i>Deus infinítae bonitátis, qui incarnatióne Fílii sui mundi ténebras effugávit, et eius gloriósa nativitáte hanc diem sacratíssimam irradiávit, effúget a vobis ténebras vitiórum, et irrádiet corda vestra luce virtútum.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.<br /><b>Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.</b><br /><i>Quique eius salutíferae nativitátis gáudium magnum pastóribus ab Angelo vóluit nuntiári, ipse mentes vestras suo gáudio ímpleat, et vos Evangélii sui núntios effíciat.<br /></i><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.<br /><b>Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.</b><br /><i>Et, qui per eius incarnatiónem terréna caeléstibus sociávit, dono vos suae pacis et bonae répleat voluntátis, et vos fáciat Ecclésiae consórtes esse caeléstis.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.<br /><b>Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo</b> <span style="color: #cc0000;"><b>+</b></span><b> y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</b><br /><i>Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, </i><b><span style="color: #cc0000;">+</span></b> <i>et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.</div><div><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b></div><br /><b><span style="color: #cc0000;">Elogios del día 27 de diciembre<br /><span style="font-size: medium;">F</span></span></b>iesta de<b> san Juan, apóstol y evangelista</b>, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro, fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio.<span style="color: #cc0000;"> (s. I)</span><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>2*. </b>Conmemoración de <b>santa Fabiola, viuda</b> romana, que, según el testimonio de san Jerónimo, dedicó y llevó a cabo su penitencia en beneficio de los pobres.<span style="color: #cc0000;"> (399)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>3.</b> En Apamea, lugar de Bitinia, hoy Turquía, pasión de <b>san Teodoro, monje </b>de la laura de San Sabas, en Palestina, presbítero y mártir, el cual, junto con su hermano san Teófanes, por defender las sagradas imágenes, sufrió en Constantinopla azotes, cárcel, destierro y llagas en la frente, llamado por esto el “Grapto”, y murió finalmente en la cárcel.<span style="color: #cc0000;"> (841)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>4*.</b> En la ciudad de Santander, en Cantabria, en el litoral de España, <b>beato Alafredo Parte</b>, presbítero de la Orden Clérigos Regulares de las Escuelas Pías y mártir, que, por ser sacerdote, en tiempo de persecución fue llevado al glorioso martirio.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>5*. </b>En una embarcación anclada ante la mencionada ciudad de Santander, en España, <b>beato José María Corbín Ferrer</b>, mártir, que, perseguido por la fe, alcanzó la gracia del martirio.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div></div></div><span style="color: #073763;">- <b>Beata Sara Salkaházi </b>(Budapest, Hungría 1899-1944). Virgen, religiosa del Instituto de las Religiosas de la Asistencia, mártir.<br />-<b> Beato Francisco Spoto </b>(Biringi, R. D. Congo 1924-1964) Sacerdote de la congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres, y mártir.</span></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-8033741908171621872022-11-30T01:08:00.004+01:002022-11-30T01:13:03.888+01:00Jueves 29 diciembre 2022, Día V dentro de la Octava de la Natividad del Señor o santo Tomás Becket, obispo y mártir, conmemoración.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span><br /><br />29 <span style="color: #cc0000;"><u>JUEVES. DÍA V DENTRO DE LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR o SANTO TOMÁS BECKET, obispo y mártir, conmemoración</u></span></b> <div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>del día V dentro de la Octava (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). </div><div><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props. [para la conm. 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Gl., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><b>LECC.: </b>vol. <b>II. </b></div><div><b>- 1 Jn 2, 3-11.</b> <i>Quien ama a su hermano permanece en la luz. </i></div><div><b>- Sal 95. </b>R. <i>Alégrese el cielo, goce la tierra. </i></div><div><b>- Lc 2, 22-35. </b><i>Luz para alumbrar a las naciones.</i></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial y en el primer aniversario. </div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>oficio del día 29; se puede hacer la conmemoración. Te Deum. Vísp. como II Vísp. del día 25 y props. Comp. Dom. I o II. </div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 30 de diciembre, pág. 740.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br /><div>29 de diciembre<br /><b><u>Día V dentro de la Octava de la Natividad del Señor</u></b><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Jn 3, 16</span><br /><b>Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.</b><br /><i>Sic Deus diléxit mundum, ut Fílium suum Unigénitum daret, ut omnis qui credit in eum non péreat, sed hábeat vitam aetérnam.</i><br /><br /></div><div><span style="color: #cc0000;">Monición al Gloria<br />Se dice</span> Gloria<span style="color: #cc0000;"><i>. Puede introducirse con la siguiente monición:</i></span> Recitamos <span style="color: #cc0000;">(</span>cantamos<span style="color: #cc0000;">) </span>el himno de alabanza que prolonga el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Dios invisible y todopoderoso, que has disipado las tinieblas del mundo con la llegada de tu luz, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.</b><br /><i>Omnípotens et invisíbilis Deus, qui tuae lucis advéntu mundi ténebras effugásti, seréno vultu nos, quaesumus, intuére, ut magnificéntiam nativitátis Unigéniti tui dignis praecóniis collaudémus. Qui tecum.</i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">En la conmemoración:</span></b><br />29 de diciembre<br /><b><u>Santo Tomás Becket, obispo y mártir</u></b><br /><br /><i><span style="color: #cc0000;">Oración colecta de la conmemoración, el resto del día de la octava de Navidad</span></i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span><br />Conmemoramos hoy a santo Tomas Becket, obispo y mártir, que nació en Londres el año 1118. Por defender la justicia y la Iglesia, fue obligado a desterrarse de la sede de Canterbury y de su misma patria, Inglaterra, a la que volvió al cabo de seis años. Tuvo que elegir entre la amistad con el rey Enrique II y su responsabilidad como pastor. La fidelidad a la Iglesia le ocasionó sufrimientos y destierro y, por último, el martirio, siendo asesinado por los esbirros del rey en el año 1170.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Oh, Dios, que has concedido al mártir santo Tomás Becket entregar su vida con grandeza de alma por causa de la justicia, concédenos, por su intercesión, estar dispuestos a dar nuestra vida por Cristo en este mundo para poder recuperarla en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.</b><br /><i>Deus, qui beáto Thomae mártyri pro iustítia magno ánimo vitam profúndere tribuísti, da nobis, eius intercessióne, nostram pro Christo vitam in hoc saeculo abnegáre, ut eam in caelo inveníre possímus. Per Dóminum.</i></div><div><br /><b style="color: #cc0000;">LITURGIA DE LA PALABRA</b></div><div><span style="color: #cc0000;">Lecturas del 29 de diciembre, Día V dentro de la Octava de la Natividad (Lec. II).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA</b> 1 Jn 2, 3-11<br />Quien ama a su hermano permanece en la luz</span><br />Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.<br /><br />Queridos hermanos:<br />En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.<br />Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.<br />En esto conocemos que estamos en él.<br />Quien dice que permanece en él debe caminar como él caminó.<br />Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado.<br />Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo —y esto es verdadero en él y en vosotros—, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya.<br />Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.<br /><br /></div><div>Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial </b>Sal 95,1-2a. 2b-3. 5b-6 (R.: 11a)<br />R. </span><b>Alégrese el cielo, goce la tierra.</b><br /><i>Læténtur cæli et exsúltet terra.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Cantad al Señor un cántico nuevo,<br />cantad al Señor, toda la tierra;<br />cantad al Señor, bendecid su nombre.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Alégrese el cielo, goce la tierra.</b><br /><i>Læténtur cæli et exsúltet terra.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Proclamad día tras día su victoria.<br />Contad a los pueblos su gloria,<br />sus maravillas a todas las naciones.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Alégrese el cielo, goce la tierra.</b><br /><i>Læténtur cæli et exsúltet terra.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>El Señor ha hecho el cielo;<br />honor y majestad lo preceden,<br />fuerza y esplendor están en su templo.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Alégrese el cielo, goce la tierra.</b><br /><i>Læténtur cæli et exsúltet terra.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b> Lc 2, 32<br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V. </span><b>Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><i>Lumen ad revelatiónem géntium, et glória plebis tuæ Israel.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 2, 22-35<br />Luz para alumbrar a las naciones<br />╬ </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.<br /><br />Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».<br />Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.<br />Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:<br />«Ahora, Señor, según tu promesa,<br />puedes dejar a tu siervo irse en paz.<br />Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”,<br />a quien has presentado ante todos los pueblos:<br />“luz para alumbrar a las naciones”<br />y gloria de tu pueblo Israel».<br />Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:<br />«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /><span style="color: #073763;"><b>Papa Francisco, Ángelus 31-diciembre-2017</b><br /></span><div><span style="color: #073763;">Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios y también de nosotros mismos; para «rebatir» las seguridades mundanas sobre las que pretendemos apoyarnos; para hacernos «resurgir» hacia un camino humano y cristiano verdadero, sobre los valores del Evangelio. No hay situación familiar que esté excluida de este camino nuevo de renacimiento y de resurrección. Y cada vez que las familias, también las heridas y marcadas por la fragilidad, fracasos y dificultades vuelven a la fuente de la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades inimaginables.</span></div><div><br /></div><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Invoquemos confiadamente al Padre y digámosle:<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación.<br />- Para que la Iglesia, iluminada por la luz de Cristo, sea luz para los pueblos que buscan a Cristo. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que los gobernantes sean ejemplares para todos como ciudadanos por su honradez y espíritu de trabajo. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que los pobres sientan siempre cercano el ejemplo y la presencia de la Virgen María y de san José. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que nosotros permanezcamos siempre en la Palabra de Dios, que escuchamos, y así demos frutos de vida. Oremos.<span style="color: #cc0000;"> R.</span><br /><b><span style="color: #cc0000;">P</span></b>adre y Señor nuestro, acoge las oraciones de tu pueblo, para que pueda vivir siempre en la luz de Cristo. Él, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Acepta, Señor, nuestras ofrendas en las que vas a realizar un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Súscipe, Dómine, múnera nostra, quibus exercéntur commércia gloriósa, ut, offeréntes quae dedísti, teípsum mereámur accípere. Per Christum.<br /></i><br />PREFACIO I DE NAVIDAD<br /><span style="color: #cc0000;">CRISTO, LUZ DEL MUNDO<br /></span><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.<br />Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:<br />Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, Santo, Santo…</b><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-ii.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA II.</a><br /><i>Se dice la intercesión</i></span><i> </i>Acuérdate, Señor <span style="color: #cc0000;"><i>propia. Se dice:</i></span> reunida aquí en el día santo.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Cf. Lc 1, 78</span><br /><b>Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos ha visitado el Sol que nace de lo alto.</b><br /><i>Per víscera misericórdiae Dei nostri, visitávit nos Oriens ex alto.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Concédenos, Dios todopoderoso, que, por la eficacia de estos santos misterios, se fortalezca constantemente nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.<br /></b><i>Da, quaesumus, omnípotens Deus, ut mysteriórum virtúte sanctórum iúgiter vita nostra firmétur. Per Christum.<br /></i><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b><br /><b><span style="color: #990000;"><u><br /></u></span><span style="color: #cc0000;">Elogios del día 30 de diciembre</span></b><br /><b>1. </b>En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de <b>san Félix I, papa</b>, el cual rigió la Iglesia romana en tiempo del emperador Aureliano. <span style="color: #cc0000;">(274)</span><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>2.</b> En Widdin, lugar de Mesia Inferior, en la actual Bulgaria,<b> san Hermetes</b>, exorcista y mártir.<span style="color: #cc0000;"> (s. III/IV)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>3. </b>Conmemoración de <b>san Anisio</b>, obispo de Tesalónica, en Grecia, que vivió en tiempo del emperador Teodosio y a quien los Romanos Pontífices le constituyeron vicario apostólico en Eslavonia, siendo colmado de alabanzas por san Ambrosio.<span style="color: #cc0000;"> (c. 406)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>4.</b> En Tours, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, <b>san Perpetuo, obispo</b>, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias. <span style="color: #cc0000;">(491)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>5*. </b>En Aosta, en los Alpes Grayos, en Italia, <b>san Jocundo, obispo</b>.<span style="color: #cc0000;"> (c. 502)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>6.</b> En Fly, cerca de Beauvais, en el territorio de Neustria, en la Francia actual, <b>san Geremaro</b>, abad del monasterio que él mismo fundó en este lugar. <span style="color: #cc0000;">(c. 658)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>7*. </b>En Worcester, en Inglaterra, <b>san Egvino</b>, obispo, que fundó el monasterio local.<span style="color: #cc0000;"> (707)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>8. </b>En la región de los Abruzos, en Italia,<b> san Rainerio, obispo</b> de Forcone, cuya habilidad en administrar los bienes alabó el papa Alejandro II.<span style="color: #cc0000;"> (1077)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>9*. </b>En Canne, lugar de Apulia, también en la Italia actual, <b>san Rogerio, obispo</b>.<span style="color: #cc0000;"> (s. XII)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>10*.</b> Cerca de la población de Frazzanò, en la isla igualmente italiana de Sicilia, <b>san Lorenzo, monje</b> según la disiciplina de los Padres Orientales, insigne por la austeridad de vida y por su constante predicación. <span style="color: #cc0000;">(c. 1162)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>11*. </b>En Palestrina, en la región del Lacio, asimismo en Italia,<b> beata Margarita Colonna</b>, virgen, que a las riquezas y placeres del siglo prefirió la pobreza por Cristo, a quien sirvió profesando la Regla de santa Clara.<span style="color: #cc0000;"> (1280)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>12*.</b> En Génova, en la región de Liguria, en Italia, <b>beata Eugenia Ravasco</b>, virgen, que fundó el Instituto de Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, a las que encomendó la educación de niñas y el cuidado de enfermos y de la infancia menesterosa. <span style="color: #cc0000;">(1900)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>13*.</b> En el territorio de Pancalieri, cerca de Turín, igualmente en Italia, <b>beato Juan María Boccardo</b>, presbítero, el cual, trabajando infatigablemente en el cuidado de los ancianos y enfermos, fundó el Instituto de Hijas Pobres de San Cayetano.<span style="color: #cc0000;"> (1913)</span></div></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-49958954230514737312022-11-30T01:07:00.000+01:002022-11-30T01:09:44.856+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad del "Corpus Christi" (23-junio-2011).<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br /><b><u>SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DEL <i>CORPUS CHRISTI</i></u><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Basílica de San Juan de Letrán. Jueves 23 de junio de 2011<br /><br />Queridos hermanos y hermanas:<br /><br />La fiesta del <i>Corpus Christi </i>es inseparable del Jueves Santo, de la misa <i>in Caena Domini</i>, en la que se celebra solemnemente la institución de la Eucaristía. Mientras que en la noche del Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se entrega a nosotros en el pan partido y en el vino derramado, hoy, en la celebración del <i>Corpus Christi</i>, este mismo misterio se presenta para la adoración y la meditación del pueblo de Dios, y el Santísimo Sacramento se lleva en procesión por las calles de la ciudad y de los pueblos, para manifestar que Cristo resucitado camina en medio de nosotros y nos guía hacia el reino de los cielos. Lo que Jesús nos dio en la intimidad del Cenáculo, hoy lo manifestamos abiertamente, porque el amor de Cristo no es sólo para algunos, sino que está destinado a todos. En la misa <i>in Caena Domini</i> del pasado Jueves Santo puse de relieve que en la Eucaristía tiene lugar la conversión de los dones de esta tierra —el pan y el vino—, con el fin de transformar nuestra vida e inaugurar de esta forma la transformación del mundo. Esta tarde quiero retomar esta consideración.<br /><br />Todo parte, se podría decir, del corazón de Cristo, que en la Última Cena, en la víspera de su pasión, dio gracias y alabó a Dios y, obrando así, con el poder de su amor, transformó el sentido de la muerte hacia la cual se dirigía. El hecho de que el Sacramento del altar haya asumido el nombre de «Eucaristía» —«acción de gracias»— expresa precisamente esto: que la conversión de la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo es fruto de la entrega que Cristo hizo de sí mismo, donación de un Amor más fuerte que la muerte, Amor divino que lo hizo resucitar de entre los muertos. Esta es la razón por la que la Eucaristía es alimento de vida eterna, Pan de vida. Del corazón de Cristo, de su «oración eucarística» en la víspera de la pasión, brota el dinamismo que transforma la realidad en sus dimensiones cósmica, humana e histórica. Todo viene de Dios, de la omnipotencia de su Amor uno y trino, encarnada en Jesús. En este Amor está inmerso el corazón de Cristo; por esta razón él sabe dar gracias y alabar a Dios incluso ante la traición y la violencia, y de esta forma cambia las cosas, las personas y el mundo.<br /><br />Esta transformación es posible gracias a una comunión más fuerte que la división: la comunión de Dios mismo. La palabra «comunión», que usamos también para designar la Eucaristía, resume en sí misma la dimensión vertical y la dimensión horizontal del don de Cristo. Es bella y muy elocuente la expresión «recibir la comunión» referida al acto de comer el Pan eucarístico. Cuando realizamos este acto, entramos en comunión con la vida misma de Jesús, en el dinamismo de esta vida que se dona a nosotros y por nosotros. Desde Dios, a través de Jesús, hasta nosotros: se transmite una única comunión en la santa Eucaristía. Lo escuchamos hace un momento, en la segunda lectura, de las palabras del apóstol san Pablo dirigidas a los cristianos de Corinto: «El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1 Co 10, 16-17).<br /><br />San Agustín nos ayuda a comprender la dinámica de la comunión eucarística cuando hace referencia a una especie de visión que tuvo, en la cual Jesús le dijo: «Manjar soy de grandes: crece y me comerás. Ni tú me mudarás en ti como al manjar de tu carne, sino tú te mudarás en mí» (<i>Confesiones</i> VII, 10, 18). Por eso, mientras que el alimento corporal es asimilado por nuestro organismo y contribuye a su sustento, en el caso de la Eucaristía se trata de un Pan diferente: no somos nosotros quienes lo asimilamos, sino él nos asimila a sí, para llegar de este modo a ser como Jesucristo, miembros de su cuerpo, una cosa sola con él. Esta transformación es decisiva. Precisamente porque es Cristo quien, en la comunión eucarística, nos transforma en él; nuestra individualidad, en este encuentro, se abre, se libera de su egocentrismo y se inserta en la Persona de Jesús, que a su vez está inmersa en la comunión trinitaria. De este modo, la Eucaristía, mientras nos une a Cristo, nos abre también a los demás, nos hace miembros los unos de los otros: ya no estamos divididos, sino que somos uno en él. La comunión eucarística me une a la persona que tengo a mi lado, y con la cual tal vez ni siquiera tengo una buena relación, y también a los hermanos lejanos, en todas las partes del mundo. De aquí, de la Eucaristía, deriva, por tanto, el sentido profundo de la presencia social de la Iglesia, come lo testimonian los grandes santos sociales, que han sido siempre grandes almas eucarísticas. Quien reconoce a Jesús en la Hostia santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre y sed, que es extranjero, que está desnudo, enfermo o en la cárcel; y está atento a cada persona, se compromete, de forma concreta, en favor de todos aquellos que padecen necesidad. Del don de amor de Cristo proviene, por tanto, nuestra responsabilidad especial de cristianos en la construcción de una sociedad solidaria, justa y fraterna. Especialmente en nuestro tiempo, en el que la globalización nos hace cada vez más dependientes unos de otros, el cristianismo puede y debe hacer que esta unidad no se construya sin Dios, es decir, sin el amor verdadero, ya que se dejaría espacio a la confusión, al individualismo, a los atropellos de todos contra todos. El Evangelio desde siempre mira a la unidad de la familia humana, una unidad que no se impone desde fuera, ni por intereses ideológicos o económicos, sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los otros, porque nos reconocemos miembros de un mismo cuerpo, del cuerpo de Cristo, porque hemos aprendido y aprendemos constantemente del Sacramento del altar que el gesto de compartir, el amor, es el camino de la verdadera justicia.<br /><br />Volvamos ahora al gesto de Jesús en la Última Cena. ¿Qué sucedió en ese momento? Cuando él dijo: Este es mi cuerpo entregado por vosotros; esta es mi sangre derramada por vosotros y por muchos, ¿qué fue lo que sucedió? Con ese gesto, Jesús anticipa el acontecimiento del Calvario. Él acepta toda la Pasión por amor, con su sufrimiento y su violencia, hasta la muerte en cruz. Aceptando la muerte de esta forma la transforma en un acto de donación. Esta es la transformación que necesita el mundo, porque lo redime desde dentro, lo abre a las dimensiones del reino de los cielos. Pero Dios quiere realizar esta renovación del mundo a través del mismo camino que siguió Cristo, más aún, el camino que es él mismo. No hay nada de mágico en el cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a través de la lógica humilde y paciente del grano de trigo que muere para dar vida, la lógica de la fe que mueve montañas con la fuerza apacible de Dios. Por esto Dios quiere seguir renovando a la humanidad, la historia y el cosmos a través de esta cadena de transformaciones, de la cual la Eucaristía es el sacramento. Mediante el pan y el vino consagrados, en los que está realmente presente su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos a él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces, por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica de entrega, como granos de trigo unidos a él y en él. Así se siembran y van madurando en los surcos de la historia la unidad y la paz, que son el fin al que tendemos, según el designio de Dios.<br /><br />Caminamos por los senderos del mundo sin espejismos, sin utopías ideológicas, llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, como la Virgen María en el misterio de la Visitación. Con la humildad de sabernos simples granos de trigo, tenemos la firma certeza de que el amor de Dios, encarnado en Cristo, es más fuerte que el mal, que la violencia y que la muerte. Sabemos que Dios prepara para todos los hombres cielos nuevos y una tierra nueva, donde reinan la paz y la justicia; y en la fe entrevemos el mundo nuevo, que es nuestra patria verdadera. También esta tarde, mientras se pone el sol sobre nuestra querida ciudad de Roma, nosotros nos ponemos en camino: con nosotros está Jesús Eucaristía, el Resucitado, que dijo: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos» (Mt 28, 21). ¡Gracias, Señor Jesús! Gracias por tu fidelidad, que sostiene nuestra esperanza. Quédate con nosotros, porque ya es de noche. «Buen pastor, pan verdadero, oh Jesús, piedad de nosotros: aliméntanos, defiéndenos, llévanos a los bienes eternos en la tierra de los vivos». Amén.<br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-9359558651848052922022-11-30T00:45:00.000+01:002022-11-30T00:45:49.264+01:00Miércoles 28 diciembre 2022, Santos Inocentes, mártires, fiesta.<div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><b><u>DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA</u><br /><br />La fiesta de los Santos Inocentes</b></div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><br /></div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;">113. Desde el final del siglo VI, la Iglesia celebra el 28 de Diciembre la memoria de los niños a los que mató el ciego furor de Herodes por causa de Jesús (cfr. Mt 2,16-17). La tradición litúrgica los llama "Santos Inocentes" y los considera mártires. A lo largo de los siglos, en el arte, en la poesía y en la piedad popular, los sentimientos de ternura y de simpatía han rodeado la memoria de este "pequeño rebaño de corderos inmolados"; a estos sentimientos se ha unido siempre la indignación por la violencia con que fueron arrancados de las manos de sus madres y entregados a la muerte.</div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><br /></div></div>En nuestros días los niños padecen todavía innumerables formas de violencia, que atentan contra su vida, dignidad, moralidad y derecho a la educación. Hay que tener presente en este día la innumerable multitud de niños no nacidos y asesinados al amparo de las leyes que permiten el aborto, un crimen abominable. La piedad popular, atenta a los problemas concretos, en no pocos lugares ha dado vida a manifestaciones de culto y a formas de caridad como la asistencia a las madres embarazadas, la adopción de los niños e impulsar su educación.<div><b><span style="color: #990000;"><u><br /></u></span></b></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span><br /><br />28 <span style="color: #cc0000;"><u>MIÉRCOLES. LOS SANTOS INOCENTES, mártires, fiesta </u></span></b><br /><br /><i>Fiesta de los Santos Inocentes, mártires, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien habían adorado los Magos. Fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios y el Cordero (elog. del Martirologio Romano). </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Misa</span></b> de la fiesta (<span style="color: #cc0000;">rojo</span>). <br /><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props., Gl., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. <br /><b>LECC.: </b>vol.<b> IV. <br />- 1 Jn 1, 5 — 2, 2. </b><i>La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. </i><br /><b>- Sal 123. R. </b><i>Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador. </i><br /><b>- Mt 2, 13-18.</b> <i>Herodes mató a todos los niños en Belén.</i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial. <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>oficio de la fiesta. Te Deum. Vísp. como II Vísp. del día 25 y props. Comp. Dom. I o II. <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 29 de diciembre, pág. 738. <br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA<br /></u></span></b><br />28 de diciembre<br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><u><b>SANTOS INOCENTES, MÁRTIRES</b></u></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Fiesta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Los niños inocentes murieron por Cristo, siguieron al Cordero sin mancha, a quien alaban por siempre: Gloria a ti, Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Innocéntes pro Christo infántes occísi sunt, ipsum sequúntur Agnum sine mácula, et dicunt semper: Glória tibi, Dómine.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hoy se celebra la fiesta de los Santos Inocentes, mártires, niños fueron ejecutados en Belén de Judea por el rey Herodes, para pereciera con ellos el Niño Jesús, a quien habían adorado los Magos. Pasaron así del regazo de sus madres al abrazo del Padre. Fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice</span> Gloria.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Oh, Dios, los mártires inocentes pregonan hoy tu gloria no de palabra, sino con su muerte; concédenos dar testimonio con nuestra vida de la fe que confesamos con los labios. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus, cuius hodiérna die praecónium Innocéntes mártyres non loquéndo sed moriéndo conféssi sunt, da, quaesumus, ut fidem tuam, quam lingua nostra lóquitur, étiam móribus vita fateátur. Per Dóminum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas propias de la fiesta de los Santos Inocentes, mártires (Lec. IV).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> 1 Jn 1, 5-2, 2</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Queridos hermanos:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Anima nostra sicut passer erépta est de láqueo venántium.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,<br />cuando nos asaltaban los hombres,<br />nos habrían tragado vivos:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">tanto ardía su ira contra nosotros.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Anima nostra sicut passer erépta est de láqueo venántium.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Nos habrían arrollado las aguas,<br />llegándonos el torrente hasta el cuello;<br />nos habrían llegado hasta el cuello<br />las aguas espumantes.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Anima nostra sicut passer erépta est de láqueo venántium.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> La trampa se rompió,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y escapamos.<br />Nuestro auxilio es el nombre del Señor,<br />que hizo el cielo y la tierra.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Anima nostra sicut passer erépta est de láqueo venántium.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>A ti, oh Dios te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos; a ti te ensalza el blanco ejército de los mártires, Señor.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur; te mártyrum candidátus laudat exércitus, Dómine.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Mt 2, 13-18<br />Herodes mandó matar a todos los niños en Belén</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Mateo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«De Egipto llamé a mi hijo».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">es Raquel que llora por sus hijos</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús</div><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><b><span style="color: #073763;">Papa Francisco, Ángelus 29-diciembre-2013</span></b></div></div></div></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;">Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares.</span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span></div></div></div></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Al Señor Jesús, a quien los Santos Inocentes de Belén confesaron dando por él su vida, dirijamos nuestras oraciones, para que las presente ante el Padre.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por la Iglesia, para que proclame siempre con valentía el derecho a la vida de todo ser humano. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por todos los que sufren violencia y persecución por causa del Evangelio y de la justa defensa de los derechos humanos, para que por intercesión de los Santos Inocentes sean fortalecidos en la lucha contra toda forma de mal. Roguemos al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por todos los que detentan alguna forma de poder: para que sepan siempre ejercerlo al servicio del bien común y, sobre todo, de los más pobres e indefensos. Roguemos al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por nosotros: para que consigamos acercarnos a Dios con la sencillez y apertura que Cristo pide para poder entrar en el reino de los cielos. Roguemos al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>T</b></span>e lo pedimos, Padre, por tu Hijo Jesucristo, que quiso asumir en la encarnación, por amor nuestro, la condición de niño desvalido y necesitado. Él, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Recibe, Señor, las ofrendas de tus fieles siervos y purifícalos al celebrar piadosamente tus misterios, con los que santificas incluso a aquellos que no te conocen. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Súscipe, Dómine, quaesumus, devotórum múnera famulórum, et eos tuis purífica serviéntes pietáte mystériis, quibus étiam iustíficas ignorántes. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;">PREFACIO III DE NAVIDAD</span></div><div lang="es-ES"><span style="color: #cc0000;">EL INTERCAMBIO REALIZADO EN LA ENCARNACIÓN DEL VERBO</span></div><div lang="es-ES"><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.</b></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por él, hoy resplandece el maravilloso intercambio de nuestra redención: porque al asumir tu Verbo nuestra debilidad, no sólo asume dignidad eterna nuestra naturaleza humana, sino que esta unión admirable nos hace a nosotros eternos.</b></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por eso, unidos a los coros angélicos, te alabamos proclamando llenos de alegría:</b></span></div><div lang="es-ES"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.</i></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Per quem hódie commércium nostrae reparatiónis effúlsit, quia, dum nostra fragílitas a tuo Verbo suscípitur, humána mortálitas non solum in perpétuum transit honórem, sed nos quoque, mirándo consórtio, reddit aetérnos.</i></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Et ídeo, choris angélicis sociáti, te laudámus in gáudio confiténtes:</i></span></div><div lang="es-ES"><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div lang="es-ES"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice el recuerdo propio en la intercesión </span><span lang="es-ES">Atiende los deseos</span><span style="color: #cc0000;">. Se dice:</span><span lang="es-ES"> en tu presencia en el día santo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Ap 14, 4</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Estos fueron rescatados como primicias de los hombres para Dios y el Cordero. Estos son los que siguen al Cordero adonde quiera que vaya.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hi empti sunt ex homínibus, primítiae Deo et Agno; hi sequúntur Agnum quocúmque íerit.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Concede, Señor, las riquezas de la salvación a los fieles que han recibido tu alimento santo en la fiesta de quienes, incapaces todavía de confesar de palabra a tu Hijo, han sido coronados con la gracia celestial en virtud del nacimiento de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Salvatiónis abundántiam tríbue, Dómine, fidélibus in eórum festivitáte tua sancta suméntibus, qui, Fílium tuum humána necdum voce profiténtes, caelésti sunt grátia pro eius nativitáte coronáti. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.</i></div><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Elogios del día 29 de diciembre</span></b><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #cc0000; font-size: medium;">S</span></b><b>anto Tomas Becket</b>, obispo y mártir, que, por defender la justicia y la Iglesia fue obligado a desterrarse de la sede Canterbury y de su misma patria, Inglaterra, a la que volvió al cabo de seis años y donde padeció mucho hasta que emigró hacia Cristo, al ser asesinado en la catedral por los esbirros del rey Enrique II.<span style="color: #cc0000;"> (1170)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>2. </b>Conmemoración de <b>san David, rey y profeta</b>, hijo de Jesé betlehemita, que encontró gracia ante Dios y fue ungido con el santo óleo por el profeta Samuel para regir el pueblo de Israel. Trasladó a la ciudad de Jerusalén el arca del Señor, y Dios le juró que su descendencia permanecería para siempre, porque de él nacería Jesucristo según la carne.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>3. </b>En Arlés, lugar de Provenza, en la Galia, actualmente Francia, <b>san Trófimo</b>, considerado como el primer obispo de esta sede. <span style="color: #cc0000;">(s. III)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>4.</b> En Cartago, en la actual Túnez,<b> san Libosio</b>, obispo de Vaga y mártir, que en el concilio de Cartago afirmó acerca del bautismo de los herejes: Cristo dijo en el Evangelio: «Yo soy la verdad, y no dijo: Yo soy la costumbre».<span style="color: #cc0000;"> (c. 258)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>5. </b>En Milán, en la región italiana de Liguria, <b>san Martiniano, obispo</b>. <span style="color: #cc0000;">(c. 431)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>6. </b>En Constantinopla, hoy Estambul, en Turquía, <b>san Marcelo</b>, abad del monasterio de los Acemetes en el Bósforo, donde día y noche, sin cesar, se cantaban salmos. <span style="color: #cc0000;">(c. 480)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>7. </b>En Exmes, población de Neustria, actual Francia, <b>san Ebrulfo</b>, abad del monasterio de Saint-Fuscien, en tiempo del rey Childerberto.<span style="color: #cc0000;"> (c. 596)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>8*. </b>En Palermo, en la región italiana de Sicilia, <b>beato Gerardo Cagnoli</b>, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que durante mucho tiempo hizo vida eremítica. <span style="color: #cc0000;">(1342)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>9*.</b> En Londres, en Inglaterra, <b>beato Guillermo Howard</b>, mártir, que, siendo vizconde de Stafford, profesó la fe católica, y por esto fue acusado de conspirar contra el rey Carlos II y, debido a esto, sentenciado a morir degollado por su fe en Cristo.<span style="color: #cc0000;"> (1680)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>10. </b>En Seúl, ciudad de Corea, <b>santos Benedicta Ion Kyong-nyon</b>, viuda y catequista, <b>y seis compañeros</b>*, mártires, todos los cuales sufrieron muchos suplicios a causa de ser cristianos, y acabaron decapitados. <span style="color: #cc0000;">(1839)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: x-small;"><b>*</b>Sus nombres son: san Pedro Ch’oe Ch’ang-hub, catequista; Bárbara Cho Chung-i, viuda de san Sebastián Nam I-gwam; Magdalena Han Yong-i, viuda; Isabel Chong Chong-hye, virgen, hija de santa Cecilia Yu So-sa y hermana de san Pablo Chong Ha-sang; Bárbara Ko Sun-i, mujer de san Agustín Pak Chong-won; y Magdalena Yi Yong-dog, virgen, hermana de santa Catalina Yi.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>11*. </b>En Paterna, en la región de Valencia, en España, <b>beato José Aparicio Sanz</b>, presbítero y mártir, que derramó su sangre por Cristo al arreciar la persecución contra la fe.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>12*. </b>En el pueblo de Picadero de Paterna, de la misma región de Valencia, <b>beatos mártires Enrique Juan Requena</b>, presbítero, <b>y José Perpiñá Nácher</b>, los cuales lucharon noblemente por Cristo.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>13*.</b> En la localidad de San Miguel de los Reyes, de nuevo en la región valenciana,<b> beato Juan Bautista Ferreres Boluda</b>, presbítero de la orden de la Compañía de Jesús y mártir, que durante la misma persecución, imitando la pasión de Cristo, consiguió la palma el martirio.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-19624932670935455122022-11-27T02:46:00.000+01:002022-11-27T02:46:26.784+01:00Martes 27 diciembre 2022, San Juan, apóstol y evangelista, fiesta.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br />VIAGGIO APOSTOLICO IN COREA, PAPUA NUOVA GUINEA, ISOLE SALOMONE E THAILANDIA<br /><b><u>INCONTRO CON I MALATI</u><br />OMELIA DI GIOVANNI PAOLO II</b><br />Chiesa di San Giuseppe - Port Moresby (Papua Nuova Guinea)<br />Martedì, 8 maggio 1984<br /><br />Cari fratelli e sorelle.<br /><br />1. La pace di nostro Signore Gesù Cristo riempia i vostri cuori! Sia benvenuta questa occasione di essere tra voi che portate il peso della malattia e del dolore, e di incoraggiarvi a unire le vostre sofferenze alle sofferenze di Cristo.<br /><br />Quando Gesù incaricò i suoi apostoli di “predicare il Vangelo ad ogni creatura” (Mc 16, 15), promise che certi segni avrebbero accompagnato la loro opera. “Nel mio nome - disse - scacceranno i demoni, parleranno lingue nuove . . . imporranno le mani ai malati e questi guariranno” (Mc 16, 17-18). Queste parole del nostro Salvatore ci rivelano come l’assistenza agli infermi sia strettamente legata alla predicazione del Vangelo e costituisca una parte importante della missione di Cristo nel mondo.<br /><br />Non può sorprendere, dunque, che i missionari venuti a Papua Nuova Guinea non solo portassero la buona novella della salvezza, ma anche si prendessero cura dei malati. E davvero la loro amorevole compassione per coloro che soffrivano fece un’impressione profonda sui vostri avi. Guardando a questo esempio di carità e fede, essi accolsero benevolmente fra loro i missionari e aprirono le porte dei loro cuori al Vangelo del nostro Signore Gesù Cristo.<br /><br />2. Con uguali sentimenti io vengo a voi oggi. Vengo a dirvi del mio amore per voi in Cristo, e ad assicurarvi la sollecitudine pastorale dell’intera Chiesa. La Chiesa, come Gesù suo redentore, vuole sempre essere vicina a coloro che soffrono. Essa li eleva al Signore con la preghiera. Offre loro consolazione e speranza. Li aiuta a trovare un senso nelle apprensioni e nel dolore, insegnando loro che la sofferenza non è una punizione divina, né la conseguenza di un maleficio degli spiriti maligni. La Chiesa porta ad esempio Cristo che, attraverso la sua crocifissione e risurrezione, ha riscattato tutta la sofferenza dell’umanità e ha così conferito un senso a questo mistero della umana esistenza.<br /><br />La Chiesa offre grazia e forza per mezzo del sacramento dell’Unzione degli infermi. Seguendo il rituale descritto da san Giacomo, il sacerdote che amministra questo sacramento prega per la persona malata “dopo averla unta con olio, nel nome del Signore” (Gc 5, 14). In tal modo, il Signore, nella sua misericordia e nel suo amore, aiuta la persona malata con la grazia dello Spirito Santo; la libera dal peccato, la salva e la eleva. Questo sacramento della Chiesa è un’esperienza che conforta, eleva e santifica il malato; è un incontro personale con Cristo, il redentore e guaritore dell’umanità.<br /><br />3. Cari fratelli e sorelle, voglio che sappiate quanto siete importanti per la Chiesa, perché svolgete un ruolo insostituibile nella sua missione di salvezza. Quando portate le vostre sofferenze in unione con il Signore, nostro salvatore, voi, come dice san Paolo, “completate nella vostra carne quello che manca ai patimenti di Cristo, a favore del suo corpo che è la Chiesa” (Col 1, 24). Unendo le vostre sofferenze al sacrificio di Cristo, aiutate gli altri a prendere parte alla redenzione di Cristo. Cooperate con Cristo nel portare la sua salvezza in Papua Nuova Guinea e nel mondo. Nel cercare di vivere il mistero della sofferenza in unione con Cristo, siate uomini e donne di preghiera. Dice san Giacomo: “Pregate gli uni per gli altri per essere guariti. Molto vale la preghiera del giusto fatta con insistenza” (Gc 5,16).<br /><br />Provate in modo particolare a incoraggiare e sostenere i vostri fratelli e sorelle che soffrono. Fate che la vostra sofferenza, sopportata nell’amore per Cristo, formi in voi un cuore pieno di compassione e misericordia. Possa il nostro Padre celeste “colmare ogni vostro bisogno secondo la sua ricchezza con magnificenza in Gesù Cristo” (Fil 4, 19). E possa l’amore di Gesù essere sempre nei vostri cuori.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u> CALENDARIO</u></span><br /><br />27 <span style="color: #cc0000;"><u>MARTES. SAN JUAN, apóstol y evangelista, fiesta </u></span><br /></b><br /><i>Fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio (elog. del Martirologio Romano). </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>de la fiesta (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). <br /><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props., Gl., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. Conveniente PE I. No se puede decir la PE IV.<br /><b>LECC.:</b> vol.<b> IV. <br />- 1 Jn 1, 1-4.</b> <i>Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. </i><br /><b>- Sal 96. </b>R. <i>Alegraos, justos, con el Señor. </i><br /><b>- Jn 20, 1a. 2-8.</b> <i>El otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro.</i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial. <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de la fiesta. Te Deum. Vísp. como II Vísp. del día 25 y props. Comp. Dom. I o II. <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio: </span></b>elogs. del 28 de diciembre, pág. 737. <br /><b>CALENDARIOS: Barcelona:</b> Aniversario de la ordenación episcopal del cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo, emérito (1987). <br /><b>Huelva: </b>Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. José Vilaplana Blasco, obispo, emérito (1984).<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br />27 de diciembre<div><div style="margin-bottom: 0cm;"><u><b>SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA</b></u></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Fiesta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Este es Juan, que durante la cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor: apóstol bienaventurado, a quien fueron revelados los secretos divinos y difundió la palabra de vida por toda la tierra.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Iste est Ioánnes, qui supra pectus Dómini in cena recúbuit: beátus Apóstolus, cui reveláta sunt secréta caeléstia, et verba vitae in toto terrárum orbe diffúdit.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">O bien: Cf. Eclo 15, 5</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>En medio de la asamblea le abrirá la boca, y el Señor lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia, lo revestirá con un vestido de gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>In médio Ecclésiae apéruit os eius, et implévit eum Dóminus spíritu sapiéntiae et intelléctus; stolam glóriae índuit eum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Hoy se celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de él a María como madre. En su Evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo y apóstol que nos anuncia lo que oyó, lo que sus ojos vieron y sus manos palparon, para que nuestra alegría sea completa.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice</span> Gloria.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Oh, Dios, que por medio del apóstol san Juan nos has revelado las misteriosas profundidades de tu Verbo, concédenos comprender con inteligencia y amor lo que él ha hecho resonar en nuestros oídos admirablemente. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus, qui per beátum apóstolum Ioánnem Verbi tui nobis arcána reserásti, praesta, quaesumus, ut, quod ille nostris áuribus excellénter infúdit, intellegéntiae competéntis eruditióne capiámus. Per Dóminum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas propias de la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista (Lec. IV).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> 1 Jn 1, 1-4</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Queridos hermanos:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12 (R.: 12a)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Alegraos, justos, con el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Laetámini, iusti, in Dómino.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> El Señor reina, la tierra goza,<br />se alegran las islas innumerables.<br />Tiniebla y nube lo rodean,<br />justicia y derecho sostienen su trono.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Alegraos, justos, con el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Laetámini, iusti, in Dómino.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Los montes se derriten como cera ante el Señor,<br />ante el Señor de toda la tierra;<br />los cielos pregonan su justicia,<br />y todos los pueblos contemplan su gloria.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Alegraos, justos, con el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Laetámini, iusti, in Dómino.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Amanece la luz para el justo,<br />y la alegría para los rectos de corazón.<br />Alegraos, justos, con el Señor,<br />celebrad su santo nombre.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Alegraos, justos, con el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Laetámini, iusti, in Dómino.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos; a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur; te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b></span><span style="color: #cc0000;"> Jn 20, 2-8</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">El otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #dc2300;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Juan.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Gloria a ti, Señor Jesús.</div><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><b><span style="color: #073763;">Del Papa Benedicto XVI, Ex. Ap. <i>Verbum Domini</i> 5.</span></b></div></div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;">Juan, a quien la tradición señala como el "discípulo al que Jesús amaba" (Jn 13, 23; Jn 20, 2; Jn 21, 7.20), sacó de su experiencia personal de encuentro y seguimiento de Cristo, una certeza interior: Jesús es la Sabiduría de Dios encarnada, su Palabra eterna que se ha hecho hombre mortal (Cf. Ángelus, 4 enero 2009)</span><span style="color: #073763;">.13 Que aquel que "vio y creyó" (Jn 20, 8) nos ayude también a nosotros a reclinar nuestra cabeza sobre el pecho de Cristo (cf. Jn 13, 25), del que brotaron sangre y agua (cf. Jn 19, 34), símbolo de los sacramentos de la Iglesia. Siguiendo el ejemplo del apóstol Juan y de otros autores inspirados, dejémonos guiar por el Espíritu Santo para amar cada vez más la Palabra de Dios.</span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span></div></div></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El evangelista san Juan contempló al Señor Jesús en la Palabra hecha carne. Por su intercesión, elevemos al Padre nuestra oración.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por la Iglesia, para que viva siempre mejor el mandato del amor, recordado y testimoniado por el evangelista san Juan. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por todos los que anuncian el Evangelio a través de la predicación, la catequesis y los distintos medios de comunicación social, para que puedan hacerlo en todo momento con la sabiduría y profundidad del apóstol san Juan. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por todos los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, para que sean fortalecidos por la asistencia maternal de la Virgen María, confiada por Cristo en la cruz a su discípulo amado. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por todos nosotros, para que, por la intercesión de san Juan, unamos la intimidad en la oración al ardor apostólico en el servicio a Dios y a los hermanos. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>P</b></span>adre de bondad, tu Hijo, que quiso acampar entre nosotros, te presenta hoy las súplicas de tu Iglesia. Acógelas en tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Santifica, Señor, los dones que hemos presentado para que, al participar de esta cena, nos abramos al misterio del Verbo eterno que revelaste a tu apóstol san Juan en la misma fuente. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Múnera, quaesumus, Dómine, obláta sanctífica, et praesta, ut ex huius cenae convívio aetérni Verbi secréta hauriámus, quae ex eódem fonte apóstolo tuo Ioánni revelásti. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;">PREFACIO II NAVIDAD</span></div><div lang="es-ES"><span style="color: #cc0000;">LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO EN LA ENCARNACIÓN</span></div><div lang="es-ES"><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.</b></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Porque en el misterio santo que hoy celebramos, el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído, para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado.</b></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por eso, te alabamos con todos los ángeles, aclamándote llenos de alegría:</b></span></div><div lang="es-ES"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.</i></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Qui, in huius venerándi festivitáte mystérii, invisíbilis in suis, visíbilis in nostris appáruit, et ante témpora génitus esse copit in témpore; ut, in se érigens cuncta deiécta, in íntegrum restitúeret univérsa, et hóminem pérditum ad caeléstia regna revocáret.</i></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Unde et nos, cum ómnibus Angelis te laudámus, iucúnda celebratióne clamántes:</i></span></div><div lang="es-ES"><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div lang="es-ES"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span lang="es-ES"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000;">propio. Se dice:</span><span lang="es-ES"> para celebrar el día santo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Jn 1, 14. 16</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; de su plenitud todos hemos recibido.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Verbum caro factum est, et habitávit in nobis. Et de plenitúdine eius nos omnes accépimus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Dios todopoderoso, te pedimos, por el misterio que hemos celebrado, que el Verbo hecho carne, a quien anunció el apóstol san Juan, habite siempre entre nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Praesta, quaesumus, omnípotens Deus, ut Verbum caro factum, quod beátus Ioánnes apóstolus praedicávit, per hoc mystérium quod celebrávimus hábitet semper in nobis. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.</i><br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b><br /><br /></div><b><span style="color: #cc0000;">Elogios del 28 de diciembre<br /><span style="font-size: medium;">F</span></span></b>iesta de los<b> santos Inocentes mártires</b>, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien habían adorado los Magos. Fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios y el Cordero.<br /><b>2. </b>En Alejandría de Egipto,<b> san Teona, obispo</b>, que fue el maestro y predecesor de san Pedro, mártir. <span style="color: #cc0000;">(300)</span><br /><b>3. </b>Conmemoración de <b>san Antonio, monje</b>, que llevó vida solitaria y, siendo ya anciano, se recluyó en el monasterio de Lérins, en la región de Provenza, en la actual Francia, donde, amable y docto, murió piadosamente. <span style="color: #cc0000;">(c. 520)</span><br /><b>4*. </b>En Matelica, lugar del Piceno, actual región de Las Marcas, en Italia,<b> beata Matías Nazzareni</b>, abadesa de la Orden de Clarisas. <span style="color: #cc0000;">(1326)</span><br /><b>5.</b> En Lyon, en Francia, muerte de <b>san Francisco de Sales</b>, obispo de Ginebra, cuya memoria se celebra en la fecha de su sepultura en Annecy, el día veinticuatro de enero.<span style="color: #cc0000;"> (1622)</span><br /><b>6. </b>En Roma,<b> san Gaspar del Búfalo</b>, presbítero, el cual lucho denodadamente por la libertad de la Iglesia y, encarcelado, no cesó de conducir a los pecadores por el camino recto, principalmente con la devoción a la preciosísima sangre de Cristo, en cuyo honor fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas de la Preciosa Sangre. <span style="color: #073763;">(1837)</span><br /><b>7*. </b>En Nápoles, en Italia, <b>beata Catalina Volpicelli</b>, virgen, que entregada a la asistencia de los pobres y enfermos fundó el Instituto de Esclavas del Sagrado Corazón, con la finalidad de que siempre manifestase una caridad activa, adaptada a las necesidades de los tiempos. <span style="color: #cc0000;">(1894)</span><br /><b>8*. </b>En Kiev, en Ucrania, <b>beato Gregorio Khomysyn</b>, obispo de Stanislaviv y mártir, el cual, en tiempo de persecución de la fe, mereció sentarse en el convite celestial del Cordero (1945).</div><br /><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-47085780321232966262022-11-27T02:41:00.008+01:002022-11-27T02:42:43.408+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa de la Cena del Señor (21-abril-2011).<b><u>SANTA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR</u><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Basílica de San Juan de Letrán. Jueves Santo, 21 de abril de 2011<br /><br />«Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22,15). Con estas palabras, Jesús comenzó la celebración de su última cena y de la institución de la santa Eucaristía. Jesús tuvo grandes deseos de ir al encuentro de aquella hora. Anhelaba en su interior ese momento en el que se iba a dar a los suyos bajo las especies del pan y del vino. Esperaba aquel momento que tendría que ser en cierto modo el de las verdaderas bodas mesiánicas: la transformación de los dones de esta tierra y el llegar a ser uno con los suyos, para transformarlos y comenzar así la transformación del mundo. En el deseo de Jesús podemos reconocer el deseo de Dios mismo, su amor por los hombres, por su creación, un amor que espera. El amor que aguarda el momento de la unión, el amor que quiere atraer hacia sí a todos los hombres, cumpliendo también así lo que la misma creación espera; en efecto, ella aguarda la manifestación de los hijos de Dios (cf. Rm 8,19). Jesús nos desea, nos espera. Y nosotros, ¿tenemos verdaderamente deseo de él? ¿No sentimos en nuestro interior el impulso de ir a su encuentro? ¿Anhelamos su cercanía, ese ser uno con él, que se nos regala en la Eucaristía? ¿O somos, más bien, indiferentes, distraídos, ocupados totalmente en otras cosas? Por las parábolas de Jesús sobre los banquetes, sabemos que él conoce la realidad de que hay puestos que quedan vacíos, la respuesta negativa, el desinterés por él y su cercanía. Los puestos vacíos en el banquete nupcial del Señor, con o sin excusas, son para nosotros, ya desde hace tiempo, no una parábola sino una realidad actual, precisamente en aquellos países en los que había mostrado su particular cercanía. Jesús también tenía experiencia de aquellos invitados que vendrían, sí, pero sin ir vestidos con el traje de boda, sin alegría por su cercanía, como cumpliendo sólo una costumbre y con una orientación de sus vidas completamente diferente. San Gregorio Magno, en una de sus homilías se preguntaba: ¿Qué tipo de personas son aquellas que vienen sin el traje nupcial? ¿En qué consiste este traje y como se consigue? Su respuesta dice así: Los que han sido llamados y vienen, en cierto modo tienen fe. Es la fe la que les abre la puerta. Pero les falta el traje nupcial del amor. Quien vive la fe sin amor no está preparado para la boda y es arrojado fuera. La comunión eucarística exige la fe, pero la fe requiere el amor, de lo contrario también como fe está muerta.<br /><br />Sabemos por los cuatro Evangelios que la última cena de Jesús, antes de la Pasión, fue también un lugar de anuncio. Jesús propuso una vez más con insistencia los elementos fundamentales de su mensaje. Palabra y Sacramento, mensaje y don están indisolublemente unidos. Pero durante la Última Cena, Jesús sobre todo oró. Mateo, Marcos y Lucas utilizan dos palabras para describir la oración de Jesús en el momento central de la Cena: «<i>eucharistesas</i>» y «<i>eulogesas</i>» -«agradecer» y «bendecir». El movimiento ascendente del agradecimiento y el descendente de la bendición van juntos. Las palabras de la transustanciación son parte de esta oración de Jesús. Son palabras de plegaria. Jesús transforma su Pasión en oración, en ofrenda al Padre por los hombres. Esta transformación de su sufrimiento en amor posee una fuerza transformadora para los dones, en los que él ahora se da a sí mismo. Él nos los da para que nosotros y el mundo seamos transformados. El objetivo propio y último de la transformación eucarística es nuestra propia transformación en la comunión con Cristo. La Eucaristía apunta al hombre nuevo, al mundo nuevo, tal como éste puede nacer sólo a partir de Dios mediante la obra del Siervo de Dios.<br /><br />Gracias a Lucas y, sobre todo, a Juan sabemos que Jesús en su oración durante la Última Cena dirigió también peticiones al Padre, súplicas que contienen al mismo tiempo un llamamiento a sus discípulos de entonces y de todos los tiempos. Quisiera en este momento referirme sólo una súplica que, según Juan, Jesús repitió cuatro veces en su oración sacerdotal. ¡Cuánta angustia debió sentir en su interior! Esta oración sigue siendo de continuo su oración al Padre por nosotros: es la plegaria por la unidad. Jesús dice explícitamente que esta súplica vale no sólo para los discípulos que estaban entonces presentes, sino que apunta a todos los que creerán en él (cf. Jn 17, 20). Pide que todos sean uno «como tú, Padre, en mí, y yo en ti, para que el mundo crea» (Jn 17, 21). La unidad de los cristianos sólo se da si los cristianos están íntimamente unidos a él, a Jesús. Fe y amor por Jesús, fe en su ser uno con el Padre y apertura a la unidad con él son esenciales. Esta unidad no es algo solamente interior, místico. Se ha de hacer visible, tan visible que constituya para el mundo la prueba de la misión de Jesús por parte del Padre. Por eso, esa súplica tiene un sentido eucarístico escondido, que Pablo ha resaltado con claridad en la Primera carta a los Corintios: «El pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan» (1 Co 10, 16s). La Iglesia nace con la Eucaristía. Todos nosotros comemos del mismo pan, recibimos el mismo cuerpo del Señor y eso significa: Él nos abre a cada uno más allá de sí mismo. Él nos hace uno entre todos nosotros. La Eucaristía es el misterio de la íntima cercanía y comunión de cada uno con el Señor. Y, al mismo tiempo, es la unión visible entre todos. La Eucaristía es sacramento de la unidad. Llega hasta el misterio trinitario, y crea así a la vez la unidad visible. Digámoslo de nuevo: ella es el encuentro personalísimo con el Señor y, sin embargo, nunca es un mero acto de devoción individual. La celebramos necesariamente juntos. En cada comunidad está el Señor en su totalidad. Pero es el mismo en todas las comunidades. Por eso, forman parte necesariamente de la Oración eucarística de la Iglesia las palabras: «<i>una cum Papa nostro et cum Episcopo nostro</i>». Esto no es un añadido exterior a lo que sucede interiormente, sino expresión necesaria de la realidad eucarística misma. Y nombramos al Papa y al Obispo por su nombre: la unidad es totalmente concreta, tiene nombres. Así, se hace visible la unidad, se convierte en signo para el mundo y establece para nosotros mismos un criterio concreto.<br /><br />San Lucas nos ha conservado un elemento concreto de la oración de Jesús por la unidad: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos» (Lc 22, 31s). Hoy comprobamos de nuevo con dolor que a Satanás se le ha concedido cribar a los discípulos de manera visible delante de todo el mundo. Y sabemos que Jesús ora por la fe de Pedro y de sus sucesores. Sabemos que Pedro, que va al encuentro del Señor a través de las aguas agitadas de la historia y está en peligro de hundirse, está siempre sostenido por la mano del Señor y es guiado sobre las aguas. Pero después sigue un anuncio y un encargo. «Tú, cuando te hayas convertido…»: Todos los seres humanos, excepto María, tienen necesidad de convertirse continuamente. Jesús predice la caída de Pedro y su conversión. ¿De qué ha tenido que convertirse Pedro? Al comienzo de su llamada, asustado por el poder divino del Señor y por su propia miseria, Pedro había dicho: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador» (Lc 5, 8). En la presencia del Señor, él reconoce su insuficiencia. Así es llamado precisamente en la humildad de quien se sabe pecador y debe siempre, continuamente, encontrar esta humildad. En Cesarea de Filipo, Pedro no había querido aceptar que Jesús tuviera que sufrir y ser crucificado. Esto no era compatible con su imagen de Dios y del Mesías. En el Cenáculo no quiso aceptar que Jesús le lavase los pies: eso no se ajustaba a su imagen de la dignidad del Maestro. En el Huerto de los Olivos blandió la espada. Quería demostrar su valentía. Sin embargo, delante de la sierva afirmó que no conocía a Jesús. En aquel momento, eso le parecía un pequeña mentira para poder permanecer cerca de Jesús. Su heroísmo se derrumbó en un juego mezquino por un puesto en el centro de los acontecimientos. Todos debemos aprender siempre a aceptar a Dios y a Jesucristo como él es, y no como nos gustaría que fuese. También nosotros tenemos dificultad en aceptar que él se haya unido a las limitaciones de su Iglesia y de sus ministros. Tampoco nosotros queremos aceptar que él no tenga poder en el mundo. También nosotros nos parapetamos detrás de pretextos cuando nuestro pertenecer a él se hace muy costoso o muy peligroso. Todos tenemos necesidad de una conversión que acoja a Jesús en su ser-Dios y ser-Hombre. Tenemos necesidad de la humildad del discípulo que cumple la voluntad del Maestro. En este momento queremos pedirle que nos mire también a nosotros como miró a Pedro, en el momento oportuno, con sus ojos benévolos, y que nos convierta.<br /><br />Pedro, el convertido, fue llamado a confirmar a sus hermanos. No es un dato exterior que este cometido se le haya confiado en el Cenáculo. El servicio de la unidad tiene su lugar visible en la celebración de la santa Eucaristía. Queridos amigos, es un gran consuelo para el Papa saber que en cada celebración eucarística todos rezan por él; que nuestra oración se une a la oración del Señor por Pedro. Sólo gracias a la oración del Señor y de la Iglesia, el Papa puede corresponder a su misión de confirmar a los hermanos, de apacentar el rebaño de Jesús y de garantizar aquella unidad que se hace testimonio visible de la misión de Jesús de parte del Padre.<br /><br />«Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros». Señor, tú tienes deseos de nosotros, de mí. Tú has deseado darte a nosotros en la santa Eucaristía, de unirte a nosotros. Señor, suscita también en nosotros el deseo de ti. Fortalécenos en la unidad contigo y entre nosotros. Da a tu Iglesia la unidad, para que el mundo crea. Amén.<br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-66471688048803759902022-11-26T00:53:00.005+01:002022-11-26T01:17:05.817+01:00Lunes 26 diciembre 2022, San Esteban, protomártir, fiesta.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br />VIAGGIO APOSTOLICO IN COREA, PAPUA NUOVA GUINEA, ISOLE SALOMONE E THAILANDIA<br /><b><u>SANTA MESSA PER LE VOCAZIONI</u><br />OMELIA DI GIOVANNI PAOLO II</b><br />Stadio di Port Moresby (Papua Nuova Guinea)<br />Lunedì, 7 Maggio 1984<br /><br />Cari fratelli e sorelle in Gesù Cristo.<br /><br />1. “Voi siete miei amici, se farete ciò che io vi comando . . . Vi ho chiamati amici, perché tutto ciò che ho udito dal Padre l’ho fatto conoscere a voi” (Gv 15, 14-15).<br /><br />Queste parole Cristo le ha dette agli apostoli nella “sala al piano superiore”, la notte prima della sua passione. Sono parole di amicizia e di amore per quanti aveva chiamato a seguirlo più da vicino, parole di sostegno e di incoraggiamento per quelli che avevano scelto di continuare la sua opera di salvezza in obbedienza alla volontà del Padre.<br /><br />Oggi la Chiesa celebra e vive queste parole di Cristo nella liturgia serale che ho la gioia di offrire con voi in questo stadio di Port Moresby. Proclamo queste parole a voi ai quali Cristo ha fatto conoscere ciò che egli ha udito dal Padre suo, a voi che avete fatto ciò che egli vi ha comandato. Oggi offro queste parole a tutti coloro che continuano l’opera degli apostoli in Papua Nuova Guinea: ai vescovi innanzitutto, assieme ai loro sacerdoti, ai religiosi e alle religiose e agli apostoli laici di questo Paese, specialmente ai numerosi zelanti catechisti.<br /><br />2. In questo momento i miei pensieri vanno in particolar modo ai missionari: a quelli che per primi portarono il messaggio di Cristo a queste isole e a quelli che continuano a prestare qui oggi il loro servizio. Non è possibile raccontare tutta la storia del Vangelo in Papua Nuova Guinea; voglio però rendere omaggio alla sacra storia dell’evangelizzazione e ricordare alcuni di quegli apostoli vissuti e morti perché i figli e le figlie di questa terra potessero conoscere e amare Gesù Cristo, il Figlio di Dio e salvatore del mondo.<br /><br />Il primo tentativo di evangelizzazione fu fatto dai Maristi nelle isole di Woodlark e Rooke nel 1847. Ma essi dovettero andarsene. Cinque anni dopo un altro tentativo fu fatto dai missionari del Pime. Ma dopo solo tre anni anch’essi furono obbligati ad abbandonare il lavoro missionario, non senza che uno di loro avesse dato la vita per la fede con il martirio: il beato Giovanni Mazzucconi, morto a Woodlark nel 1855 e recentemente beatificato a Roma.<br /><br />Con l’arrivo dei missionari del Sacro Cuore nella festa di san Michele arcangelo nel 1882, spuntò l’alba della nuova era, nell’ininterrotta evangelizzazione di quella che è oggi la Papua Nuova Guinea. Tre missionari, sotto la guida di padre André Navarre, sbarcarono sull’isola Matupit nel porto di Rabaul, in New Britain. Con gratitudine ricordiamo il popolo di Nodup e il loro “grande capo” To Litur, che accolsero fra loro i missionari e offrirono protezione e una terra nella quale vivere.<br /><br />Da questi umili inizi a Nopud, si sviluppò progressivamente un’evangelizzazione inarrestabile attraverso l’infaticabile impegno dei missionari e sotto l’illuminata guida di una serie di santi e zelanti vescovi. Tra questi, uno speciale riconoscimento merita il vicario apostolico di New Britain, il vescovo Louis Couppé.<br /><br />Nel 1885 i missionari del Sacro Cuore si assunsero l’incarico dell’attività missionaria in un’altra area, questa volta lungo le zone costiere della Nuova Guinea, note come Papua, non lontano da dove oggi celebriamo l’Eucaristia. Qui, il 4 luglio, per la prima volta su suolo papuano, veniva offerto a Dio il santo sacrificio della messa, un anniversario che viene ancora ricordato con particolare devozione. Tra gli operai apostolici che provvidenzialmente guidarono la crescita dell’attività missionaria lungo le coste della Papua e verso l’interno, due santi vescovi meritano una specifica menzione: il vescovo Henry Verjus, che morì in giovane età, essendo stata la sua salute gravemente pregiudicata dalle privazioni e dai sacrifici di una vita eroica; e il vescovo Alain Guynot de Boismenu, che, come secondo vicario apostolico della Nuova Guinea, promosse per molti anni la causa delle missioni e lasciò dietro di sé un esempio luminoso di santità di vita. Non posso tralasciare di ricordare a questo punto che, fin dai primi inizi, il lavoro dei missionari del Sacro Cuore fu generosamente assistito dalle Figlie di nostra Signora del Sacro Cuore. Più tardi si unirono ad esse le suore missionarie del Sacro Cuore di Gesù. Cinque coraggiose donne di questo secondo istituto furono in seguito nel numero dei “martiri di Baining”.<br /><br />Nel 1896 la Società del Verbo Divino, sotto la guida di padre Eberhard Limbrock, inaugurò una terza area di attività missionaria, lungo la costa nord-est della Nuova Guinea. Mentre i loro fratelli missionari predicavano il Vangelo nelle zone costiere, i padri William Ross e Ivo Schaefer si fecero pionieri nel portare la luce di Cristo Signore alle popolazioni delle valli montane. Così, quello che cominciò molto umilmente nell’isola Tumleo presso Aitape abbraccia ora le due arcidiocesi di Madang e di Mount Hagen, assieme a otto sedi suffraganee.<br /><br />Tre anni dopo, i padri Maristi si assunsero l’incarico di una quarta area di conquista missionaria nelle Salomone settentrionali. Stabilitisi prima nelle isole Shortland nel 1899, spostarono poi il centro della loro attività missionaria a Kieta, nell’isola Bougainville. Oggi la diocesi di Bougainville con il suo vescovo autoctono dà un’ampia testimonianza del lavoro compiuto dai coraggiosi missionari.<br /><br />Vediamo così come, da queste quattro differenti aree di attività missionaria, la Papua Nuova Guinea ha oggi quattro sedi metropolitane con quattordici diocesi. Dio ha largamente benedetto questo Paese e ha reso fecondi i coraggiosi sforzi dei missionari che vennero qui per comando di Cristo con il messaggio della salvezza e l’amore fraterno.<br /><br />3. Avendo davanti agli occhi i meravigliosi e lodevoli sforzi di tutti questi missionari e di molti altri, ci vengono alla mente le parole della prima lettura della odierna liturgia: “Dimentichi del passato” (comprese le loro famiglie, i loro amici e il Paese d’origine), essi erano “protesi verso il futuro”, correndo verso la meta (cf. Fil 3, 13-14): la costruzione del regno del Dio vivente, la Chiesa di Gesù Cristo, in mezzo ai loro fratelli e sorelle di queste lontane isole, di quella che oggi è Papua Nuova Guinea. Per l’amore del Vangelo, essi “soffrirono la perdita di ogni cosa”, al fine di “guadagnare Cristo” (Fil 3, 8) e per lui guadagnare nuovi membri del regno di Dio, anch’essi redenti mediante la sua croce e la sua risurrezione.<br /><br />È oggi mio sincero desiderio rendere lode e grazie al Dio vivente, insieme con voi, amati fratelli e sorelle, per questa meravigliosa divina chiamata che ha già portato frutti copiosi in questa terra. “Te Deum laudamus”!<br /><br />La Chiesa che vive in mezzo a nuovi popoli e nazioni, gradatamente cresce verso la maturità man mano che i figli e le figlie indigeni accolgono e rispondono alla divina chiamata del Vangelo, non solo vivendo fedelmente i sacramenti del Battesimo e della Cresima, ma anche abbracciando le vocazioni evangeliche al ministero sacerdotale e alla vita consacrata.<br /><br />4. La Chiesa, come corpo di Cristo, cresce in questa terra con una sua vita propria, con i suoi doni caratteristici di natura e di grazia, pur partecipando all’unità della Chiesa universale. È mia fervida preghiera che la Chiesa in Papua Nuova Guinea, man mano che continua a crescere e a maturare, possa godere di una grande fioritura di vocazioni al sacerdozio e alla vita religiosa. Vorrei che un numero sempre più grande di vostri figli e figlie potesse attentamente ascoltare e prontamente accogliere queste parole di Cristo che parlano di una speciale scelta personale da parte di Dio, di una fecondità apostolica: “Non voi avete scelto me, ma io ho scelto voi e vi ho costituiti perché andiate e portiate frutto e il vostro frutto rimanga” (Gv 15, 16). È nel piano di Dio che i sacerdoti e i religiosi si mettano al servizio delle famiglie cristiane e che le famiglie cristiane, a loro volta, contribuiscano a creare le condizioni di fede favorevoli nelle quali i giovani possano sentire la chiamata di Dio.<br /><br />La Chiesa missionaria in questo Paese ha ben compreso l’importanza di favorire le vocazioni. In questo campo, l’istituzione delle scuole di formazione per catechisti e insegnanti si sono dimostrate provvidenziali nelle varie regioni. Il risultato di questi sforzi si è visto quando Louis Vangeke, il primo sacerdote di questo Paese, ordinato nel 1937, fu ordinato vescovo da papa Paolo VI a Sydney, Australia, nel 1970.<br /><br />Grandi sforzi richiese l’istituzione dei seminari minori. Il primo fu fondato a Vunapope, in New Britain, nel 1937, e il secondo un anno dopo ad Alexishafen presso Madang. Seguirono altre iniziative, e si deve fare particolare menzione del coraggioso lavoro di formazione seminaristica compiuto durante i difficili anni della Seconda guerra mondiale.<br /><br />Oggi avete la fortuna di possedere il seminario regionale maggiore di Bomana, che prepara al sacerdozio giovani provenienti da tutte le Chiese locali. Questi seminaristi ci danno grande speranza per il futuro della Chiesa in Papua Nuova Guinea. A mano a mano che il loro numero cresce, la Chiesa diventa veramente se stessa. Oggi quattro figli di questo Paese sono in mezzo a voi in qualità di vescovi.<br /><br />Grazie a Dio molte donne di Papua Nuova Guinea hanno accolto la sua chiamata alla vita religiosa. Fin dal 1912 fu fondata la prima congregazione locale di suore: le Figlie di Maria Immacolata. E sei anni dopo ebbero inizio qui in Papua le Serve del Signore (Handmaids of the Lord). Inoltre, molte giovani donne si sono affiancate alle congregazioni missionarie rendendo il loro servizio sia nel Paese, sia fuori di esso. Ci sono state anche vocazioni di fratelli religiosi, e nonostante molte difficoltà, essi non mancano oggi in Papua Nuova Guinea. Prego che con la grazia di Dio il loro numero cresca.<br /><br />5. Oggi ci riuniamo in questo stadio per dare testimonianza del fatto che la Chiesa di Cristo è un tempio vivente fatto di uomini e di donne di questa terra. In questa storica circostanza, eleviamo i nostri cuori in ardente preghiera per un maggior numero di vocazioni sacerdotali e religiose grazie alle quali il lavoro di evangelizzazione possa progredire. Esse sono così necessarie per la vita e la continua crescita della Chiesa in Papua Nuova Guinea, così necessarie per il bene di tutto il popolo di Dio. Come Gesù disse: “La messe e molta, ma gli operai sono pochi! Pregate dunque il padrone della messe che mandi operai nella sua messe!” (Mt 9, 37-38).<br /><br />Facciamo questa preghiera, amato popolo di Papua Nuova Guinea, nel nome di Cristo, sapendo che tutto quello che chiediamo al Padre nel suo nome, egli ce lo concederà (cf. Gv 15, 16). Facciamo questa preghiera per la gloria della Santissima Trinità: Padre, Figlio e Spirito Santo. Amen.<br /><br /> <b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span></b><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><i>Cuarta semana del Salterio <br /></i></span><div>26<span style="color: #cc0000;"> <b><u>LUNES. SAN ESTEBAN, protomártir, fiesta </u></b></span><div><br /></div><div><i>Fiesta de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, que fue
el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores
de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en
Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que
veía al Señor sentado en la gloria a la derecha del Padre, al ser lapidado mientras
oraba por los perseguidores (elog. del Martirologio Romano). </i><div><br /></div><div><span style="color: #cc0000;">Misa</span> de la fiesta (<span style="color: #cc0000;">rojo</span>). <div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Pf. Nav., embolismos props. de
la Octava en las PP. EE. Conveniente PE I. No se puede decir
la PE IV. <div><div><b>LECC.: </b>vol.<b> IV. </b><div><b>- Hch 6, 8-10; 7, 54-59.</b> <i>Veo los cielos abiertos. </i><div><b>- Sal 30.</b> R.<i> A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. </i><div><b>- Mt 10, 17-22. </b><i>No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de
vuestro Padre.</i><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial. <div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de la fiesta. Te Deum. Vísp.
como II Vísp. del día 25 y props. Comp. Dom. I o II. <div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio: </span></b>elogs. del 27 de diciembre, pág. 736. <div><b>CALENDARIOS: Girona: </b>Aniversario de la muerte de Mons. Jaume Camprodón Rovira, obispo, emérito (2016).<div><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br />26 de diciembre<br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><u><b>SAN ESTEBAN, PROTOMARTIR</b></u></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Fiesta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Las puertas del cielo se han abierto para san Esteban, el primero de los mártires, y por eso triunfa coronado en el cielo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Apértae sunt iánuae caeli beáto Stéphano, qui in número Mártyrum invéntus est primus, et ídeo triúmphat in caelis coronátus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En este primer día de la Octava de la Natividad del Señor celebramos la fiesta de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio. También fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo. Como el Señor en el momento de su muerte, oraba por sus perseguidores mientras era lapidado. Ocurrió en el siglo I.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice</span> Gloria.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Concédenos, Señor, imitar lo que celebramos para que aprendamos a amar a los enemigos, al celebrar el nacimiento para el cielo de quien supo orar también por los perseguidores. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Da nobis, quaesumus, Dómine, imitári quod cólimus, ut discámus et inimícos dilígere, quia eius natalícia celebrámus, qui novit étiam pro persecutóribus exoráre. Per Dóminum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas propias de la fiesta de San Esteban, protomártir (Lec. IV).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA </b></span><span style="color: #cc0000;">Hch 6, 8-10; 7, 54-60</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Veo los cielos abiertos</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Señor Jesús, recibe mi espíritu».</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 (R.: 6a)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Sé la roca de mi refugio,<br />un baluarte donde me salve,<br />tú que eres mi roca y mi baluarte;<br />por tu nombre dirígeme y guíame.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> A tus manos encomiendo mi espíritu:<br />tú, el Dios leal, me librarás;<br />tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.<br />Te has fijado en mi aflicción.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Líbrame de los enemigos que me persiguen.<br />Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,<br />sálvame por tu misericordia.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b> Sal 117, 26a y 27a</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Bendito el que viene en nombre del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Benedíctus qui venit in nómine Dómini; Deus Dóminus, et illúxit nobis.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO </b>Mt 10, 17-22</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Mateo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.</div><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><b style="color: #073763;">Del Papa Francisco, Audiencia general 7-mayo-2014</b></div></div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;">En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco, dejamos a un lado nuestra lógica personal, impuesta la mayoría de las veces por nuestras cerrazones, nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y aprendemos, en cambio, a preguntar al Señor: ¿cuál es tu deseo?, ¿cuál es tu voluntad?, ¿qué te gusta a ti? De este modo madura en nosotros una sintonía profunda, casi connatural en el Espíritu y se experimenta cuán verdaderas son las palabras de Jesús que nos presenta el Evangelio de Mateo: "No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros" (Mt 10, 19-20). Es el Espíritu quien nos aconseja, pero nosotros debemos dejar espacio al Espíritu, para que nos pueda aconsejar. Y dejar espacio es rezar, rezar para que Él venga y nos ayude siempre.</span><br /><span style="color: #073763;">Como todos los demás dones del Espíritu, también el de consejo constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no nos habla sólo en la intimidad del corazón, nos habla sí, pero no sólo allí, sino que nos habla también a través de la voz y el testimonio de los hermanos. Es verdaderamente un don grande poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en los momentos más complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor.</span></div></div><div style="margin-bottom: 0px;"><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;"><br /></span></div></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Al Señor Jesús, el Testigo fiel, el Servidor de todos, elevemos confiados nuestras suplicas, avaladas por la gloriosa intercesión de san Esteban.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que toda la Iglesia dé testimonio valiente del Evangelio y, con la fuerza del Espíritu, lo anuncie a través de su vida y de su palabra hablada. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que los pobres y necesitados en el cuerpo y en el espíritu encuentren siempre hermanos que les sirvan entregada y generosamente. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que, por la intercesión de san Esteban, que supo anunciar con valentía el mensaje de Cristo, los que luchan en favor de la justicia y de la verdad tengan el valor que en todo momento necesitan. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que todos nosotros, como el protomártir Esteban, seamos fortalecidos en la fe y en la capacidad para perdonarnos mutuamente. Oremos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>T</b></span>e lo pedimos, Padre, que en Cristo coronaste al santo mártir Esteban con la gloria eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Acepta, Señor, los dones de nuestra devoción en el día de la gloriosa memoria del mártir san Esteban. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Múnera, quaesumus, Dómine, tibi sint hodiérnae devotiónis accépta, quae beáti Stéphani mártyris commemorátio gloriósa deprómit. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;">PREFACIO I DE NAVIDAD</span></div><div lang="es-ES"><span style="color: #cc0000;">CRISTO, LUZ DEL MUNDO</span></div><div lang="es-ES"><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.</b></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.</b></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b></span></div><div lang="es-ES"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:</i></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.</i></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i></span></div><div lang="es-ES"><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span lang="es-ES"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000;">propio. Se dice:</span><span lang="es-ES"> para celebrar el día santo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Hch 7, 59</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Lapidábant Stéphanum, invocántem et dicéntem: Dómine Iesu, súscipe spíritum meum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Señor, te damos gracias por la abundancia de tus misericordias para con nosotros, al salvarnos por el nacimiento de tu Hijo y llenarnos de alegría en la fiesta de tu mártir san Esteban. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Grátias ágimus, Dómine, multiplicátis circa nos miseratiónibus tuis, qui et Fílii tui nativitáte nos salvas, et beáti mártyris Stéphani celebratióne laetíficas. Per Christum.</i></div><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b></div><div><b><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del día 27 de diciembre<br />Fi</span></b>esta de san J<b>uan, apóstol y evangelista</b>, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro, fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio. (s. I)<br /><b>2*. </b>Conmemoración de <b>santa Fabiola</b>, viuda romana, que, según el testimonio de san Jerónimo, dedicó y llevó a cabo su penitencia en beneficio de los pobres. (399)<br /><b>3.</b> En Apamea, lugar de Bitinia, hoy Turquía, <b>pasión de san Teodoro</b>, monje de la laura de San Sabas, en Palestina, presbítero y mártir, el cual, junto con su hermano san Teófanes, por defender las sagradas imágenes, sufrió en Constantinopla azotes, cárcel, destierro y llagas en la frente, llamado por esto el “Grapto”, y murió finalmente en la cárcel. (841)<br /><b>4*. </b>En la ciudad de Santander, en Cantabria, en el litoral de España, <b>beato Alafredo Parte</b>, presbítero de la Orden Clérigos Regulares de las Escuelas Pías y mártir, que, por ser sacerdote, en tiempo de persecución fue llevado al glorioso martirio. (1936)<br /><b>5*.</b> En una embarcación anclada ante la mencionada ciudad de Santander, en España,<b> beato José María Corbín Ferrer</b>, mártir, que, perseguido por la fe, alcanzó la gracia del martirio. (1936)<br /><span style="color: #073763;">- <b>Beata Sara Salkaházi</b> (Budapest, Hungría 1899-1944). Virgen, religiosa del Instituto de las Religiosas de la Asistencia, mártir.<br />-<b> Beato Francisco Spoto</b> (Biringi, R. D. Congo 1924-1964) Sacerdote de la congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres, y mártir.</span></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-85089695086882747582022-11-25T01:40:00.001+01:002022-11-25T13:21:27.940+01:00Domingo 25 diciembre 2021, Día de Navidad: Natividad del Señor, solemnidad. Misa del día.<p><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO<br /></u></span></b><br /><b><span style="color: #cc0000;"><u>SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR</u></span><br /></b></p><div><br /></div><div><b>25 <span style="color: #cc0000;">SÁBADO. + Misa del día:</span></b></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Misa</span></b> del día (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>).</div><div><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra...», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.</div><div><b>LECC.:</b> vol.<b> I (B).</b></div><div><b>- Is 52, 7-10. </b><i>Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.</i></div><div><b>- Sal 97. </b>R. <i>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</i></div><div><b>- Heb 1, 1-6. </b><i>Dios nos ha hablado por el Hijo.</i></div><div><b>- Jn 1, 1-18. </b><i>El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.</i></div><br />El Verbo, el Hijo de Dios, ha compartido con nosotros nuestra naturaleza humana para que nosotros podamos compartir con él su vida divina. Una vida divina que nos trae también el don de la inmortalidad. (Co y De). Así, por la fe y el bautismo somos en verdad hijos de Dios. Por el nacimiento de su Hijo en la humildad de nuestra carne, Dios ha confundido nuestra soberbia y vencido al pecado del mundo. Hoy, en verdad, nos ha amanecido un día sagrado. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.<div><br /><div><div><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> Los fieles que hubiesen comulgado en la misa de medianoche pueden volver a hacerlo en la misa del día.</div><div><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.</div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.</div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elog. prop. de la fiesta de la Sagrada Familia, pág. 43. del 26 de diciembre, pág. 735.</div><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br />25 de diciembre.<br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><u><b>NATIVIDAD DEL SEÑOR.</b></u></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Solemnidad</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Misa del día</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Cf. Is 9, 5</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a hombros el principado, y es su nombre:<span lang="es-ES"> Ángel del gran consejo.</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Puer natus est nobis, et fílius datus est nobis, cuius impérium super húmerum eius, et vocábitur nomen eius magni consílii Angelus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Nos hemos reunido este día en comunión con todos los creyentes en Cristo, que en todos los países del orbe celebran, como nosotros, la Navidad del Señor. A todos nos ha convocado el mensaje del ángel a los pastores de Belén: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». Él es el Sol de justicia que nace de lo alto y es la luz que viene a alumbrar a todas las naciones. Acojámoslo con alegría porque a quienes vivimos en tinieblas nos ha brillado una gran luz.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Monición al Gloria</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice</span> Gloria.<span style="color: #cc0000;"> Puede introducirse con la siguiente monición.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El himno que vamos a recitar <span style="color: #cc0000;">(</span>cantar<span style="color: #cc0000;">)</span> comienza con el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor. Hacemos nuestros sus sentimientos de adoración y alabanza.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Oh, Dios, que estableciste admirablemente la dignidad del hombre y la restauraste de modo aún más admirable, concédenos compartir la divinidad de aquel que se dignó participar de la condición humana. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus, qui humánae substántiae dignitátem et mirabíliter condidísti, et mirabílius reformásti, da, quaesumus, nobis eius divinitátis esse consórtes, qui humanitátis nostrae fíeri dignátus est párticeps. Qui tecum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas de la Misa del día de la Natividad del Señor (Lecc. I ABC).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> Is 52, 7-10</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura del libro de Isaías.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">¡Qué hermosos son sobre los montes</div><div style="margin-bottom: 0cm;">los pies del mensajero que proclama la paz,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">que anuncia la buena noticia,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">que pregona la justicia,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">porque ven cara a cara al Señor,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">que vuelve a Sión.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Romped a cantar a coro,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">ruinas de Jerusalén,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">porque el Señor ha consolado a su pueblo,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">ha rescatado a Jerusalén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Ha descubierto el Señor su santo brazo</div><div style="margin-bottom: 0cm;">a los ojos de todas las naciones,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y verán los confines de la tierra</div><div style="margin-bottom: 0cm;">la salvación de nuestro Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 (R.: 3cd)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Cantad al Señor un cántico nuevo,<br />porque ha hecho maravillas.<br />Su diestra le ha dado la victoria,<br />su santo brazo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> El Señor da a conocer su salvación,<br />revela a las naciones su justicia.<br />Se acordó de su misericordia y su fidelidad<br />en favor de la casa de Israel.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Los confines de la tierra han contemplado<br />la salvación de nuestro Dios.<br />Aclama al Señor, tierra entera;<br />gritad, vitoread, tocad.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Tañed la cítara para el Señor,<br />suenen los instrumentos:<br />con clarines y al son de trompetas,<br />aclamad al Rey y Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>SEGUNDA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> Heb 1, 1-6</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Dios nos ha hablado por el Hijo</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura de la carta a los Hebreos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy”; y en otro lugar: “Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo”?</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Nos ha amanecido un día sagrado; venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Dies sanctificátus illúxit nobis: veníte, gentes, et adoráte Dóminum: quia hódie descéndit lux magna super terram.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b></span><span style="color: #cc0000;"> (forma larga) Jn 1, 1-18</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Juan.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Él estaba en el principio junto a Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Juan da testimonio de él y grita diciendo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b></span><span style="color: #cc0000;"> (forma breve) Jn 1, 1-5. 9-14</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Juan.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Él estaba en el principio junto a Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.<br /></div><br /><span style="color: #073763;"><b>MENSAJE URBI ET ORBI<br />DEL SANTO PADRE FRANCISCO<br />NAVIDAD 2021</b><br />Balcón central de la Basílica Vaticana<br />Sábado, 25 de diciembre de 2021<br />Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!<br />La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.<br />El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.<br />Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza.<br />Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades» (Carta enc. <i>Fratelli tutti</i>, 198). En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos.<br />En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.<br />Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día.<br />Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes.<br />Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo, pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo. En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.<br />Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país.<br />Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes.<br />Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso.<br />Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el grito de los pueblos de la región del Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.<br />Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos.<br />Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social.<br />Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles.<br />Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas» [1].<br />Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida.<br />Queridos hermanos y hermanas:<br />Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, sólo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz.<br />¡Feliz Navidad a todos!</span></div><div><span style="color: #073763;"><br />[1] Discurso en el Centro de acogida e identificación de Mitilene (5 diciembre 2021).</span><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;"><br /></span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">A. Las celebraciones de la Navidad</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>110. </b>«En la vigilia y en las tres Misas de Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición Romana» (OLM 95). Un momento distintivo de la Solemnidad de la Navidad del Señor es la costumbre de celebrar tres misas diferentes: la de medianoche, la de la aurora y la del día. Con la reforma posterior al Concilio Vaticano II se ha añadido una vespertina en la vigilia. A excepción de las comunidades monásticas, no es normal que todos participen en las tres (o cuatro) celebraciones; la mayor parte de los fieles participará en una Liturgia que será su «Misa de Navidad». Por ello se ha llevado a cabo una selección de lecturas para cada celebración. No obstante, antes de considerar algunos temas integrales y comunes a los textos litúrgicos y bíblicos, resulta ilustrativo examinar la secuencia de las cuatro misas.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>111.</b> La Navidad es la fiesta de la luz. Es opinión difundida que la celebración del Nacimiento del Señor se fijó a finales de diciembre para dar un valor cristiano a la fiesta pagana del Sol invictus. Aunque podría también no ser así. Si ya en la primera parte del siglo III, Tertuliano escribió que en algunos calendarios Cristo fue concebido el 25 de marzo, día que se considera como el primero del año, es posible que la fiesta de la Navidad haya sido calculada a partir de esta fecha. En todo caso, ya desde el siglo IV, muchos Padres reconocen el valor simbólico del hecho de que los días se alargan después de la Fiesta de la Navidad. Las fiestas paganas que exaltan la luz en la oscuridad del invierno no eran extrañas, y las fiestas invernales de la luz aún hoy son celebradas en algunos lugares por los no creyentes. A diferencia de ello, las lecturas y las oraciones de las diversas Liturgias natalicias evidencian el tema de la verdadera Luz que viene a nosotros en Jesucristo. El primer prefacio de Navidad exclama, dirigiéndose a Dios Padre: «Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor». El homileta debería acentuar esta dinámica de la luz en las tinieblas, que inunda estos días gozosos. Presentamos a continuación una síntesis de las características de cada Celebración.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>115. La Misa del día. </b>Como un sol resplandeciente ya en lo alto del cielo, el Prólogo del Evangelio de san Juan aclara la identidad del niño del pesebre. El evangelista afirma: «Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad". Con anterioridad, como recuerda la segunda lectura, Dios había hablado de muchas maneras por medio de los profetas; pero ahora "en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria" Esta es su grandeza, por la que lo adoran los mismos ángeles. Y aquí está la invitación para que todos se unan a ellos: "adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra" (canto al evangelio).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>116.</b> El Verbo se hace carne para redimirnos, gracias a su Sangre derramada, y ensalzarnos con él a la gloria de la Resurrección. Los primeros discípulos reconocieron la relación íntima entre la Encarnación y el Misterio Pascual, como testimonia el himno citado en la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 5-11). La luz de la Misa de medianoche es la misma luz de la Vigilia Pascual. Las colectas de estas dos grandes Solemnidades comienzan con términos muy similares. En Navidad, el sacerdote dice: «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera»; en Pascua: «Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la Resurrección del Señor». La segunda lectura de la Misa de la aurora propone una síntesis admirable de la revelación del Misterio de la Trinidad y de nuestra introducción al mismo a través del Bautismo: «Cuando se apareció la Bondad de Dios, nuestro Salvador, y su Amor al hombre, sino que según su propia misericordia nos ha salvado: con el baño del segundo nacimiento, y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna». Las oraciones propias de la Misa del día hablan de Cristo como autor de nuestra generación divina y de cómo su nacimiento manifiesta la reconciliación que nos hace amables a los ojos de Dios. La colecta, una de las más antiguas del tesoro de las oraciones de la Iglesia, expresa sintéticamente porqué el Verbo se hace carne: «Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza; y de modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana». Una de las finalidades fundamentales de la homilía es, como afirma el presente Directorio, la de anunciar el Misterio Pascual de Cristo. Los textos de la Navidad ofrecen explícitas oportunidades para hacerlo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>117.</b> Otra finalidad de la homilía es la de conducir a la comunidad hacia el Sacrificio Eucarístico, en el que el misterio Pascual se hace presente. Es un indicador claro la palabra «hoy», a la que recurren con frecuencia los textos litúrgicos de las Misas de Navidad. El Misterio del Nacimiento de Cristo está presente en esta celebración, pero como en su primera venida, solo puede ser percibido con la mirada de la fe. Para los pastores el gran «signo» fue, simplemente, un pobre niño clocado en el pesebre, aunque en su recuerdo glorificaban y alababan a Dios por lo que habían visto. Con la mirada de la fe tenemos que percibir al mismo Cristo, nacido hoy, bajo los signos del pan y del vino. El <i>admirabile commercium</i> del que nos habla la colecta del día de Navidad, según la cual Cristo comparte nuestra humanidad y nosotros su divinidad, se manifiesta de modo particular en la Eucaristía, como sugieren las oraciones de la celebración. En la media noche rezamos así en la oración sobre las ofrendas: «Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones en el que nos muestras tu divina largueza, haznos partícipes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable». Y en la de la aurora: «Señor, que estas ofrendas sean signo del Misterio de Navidad que estamos celebrando; y así como tu Hijo, hecho hombre, se manifestó como Dios, así nuestras ofrendas de la tierra nos hagan partícipes de los dones del cielo». Y también, en el prefacio III de Navidad: "Por él, hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva: pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>118. </b>La referencia a la inmortalidad roza otro tema recurrente en los textos de Navidad: la celebración es sólo una parada momentánea en nuestra peregrinación. El mensaje escatológico, tan evidente en el tiempo de Adviento, también encuentra aquí su expresión. En la colecta de la Vigilia, rezamos: «que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención; concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez». En la segunda lectura de la Misa de medianoche, el Apóstol nos exhorta «a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo». Y por último, en la oración después de la comunión de la Misa del día, pedimos que Cristo, autor de nuestra generación divina, nacido en este día, «nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad».</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>119.</b> Las lecturas y las oraciones de Navidad ofrecen un rico alimento al pueblo de Dios peregrino en esta vida; revelando a Cristo como Luz del mundo, nos invitan a sumergirnos en el Misterio Pascual de nuestra redención a través del «hoy» de la Celebración Eucarística. El homileta puede presentar este banquete al pueblo de Dios reunido para celebrar el nacimiento del Señor, exhortándole a imitar a María, la Madre de Jesús, que «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Evangelio, Misa de la aurora).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ciclo C. Solemnidad de la Navidad.</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">“<i><b>¿Por qué el Verbo se hizo carne?”</b></i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>456 </b>Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>457</b> El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1Jn 4, 10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1Jn 4, 14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1Jn 3, 5):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdida la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>458</b> El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1Jn 4, 9). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>459</b> El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí … "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>460</b> El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (S. Ireneo, haer. , 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (S. Atanasio, Inc. , 54, 3). <i>"Unigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo"</i> ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de A., opusc 57 <i>in festo Corp. Chr.</i> , 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">566 La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">la Encarnación</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">461 Volviendo a tomar la frase de San Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 5-8; cf. LH, cántico de vísperas del sábado).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>462</b> La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>463</b> La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "El ha sido manifestado en la carne" (1Tm 3, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>470</b> Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"El Hijo de Dios… trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado" (GS 22, 2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El alma y el conocimiento humano de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>471 </b>Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituído al alma o al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un alma racional humana (cf. DS 149).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>472 </b>Este alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; Mc 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de esclavo" (Flp 2, 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>473</b> Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10, 39: DS 475). "La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella misma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios" (S. Máximo el Confesor, qu. dub. 66). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; Jn 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba también la penetración divina que tenía de los pensamientos secretos del corazón de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; Jn 6, 61; etc.).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>474</b> Debido a su unión con la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (cf. Mc 8, 31; Mc 9, 31; Mc 10, 33-34; Mc 14, 18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13, 32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La voluntad humana de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>475</b> De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto concilio ecuménico (Cc. de Constantinopla III en el año 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (DS 556).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El verdadero cuerpo de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>476</b> Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letrán en el año 649: DS 504). Por eso se puede "pintar la faz humana de Jesús (Ga 3, 2). El séptimo Concilio ecuménico (Cc. de Nicea II, en el año 787: DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>477 </b>Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (Cc. Nicea II: DS 601).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El Corazón del Verbo encarnado</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>478 </b>Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo… del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Enc. <i>"Haurietis aquas"</i>: DS 3924; cf. DS 3812).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">El misterio de la Navidad</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>437</b> El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2Tm 2, 8; Ap 22, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>525 </b>Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">La Virgen da hoy a luz al Eterno</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Los ángeles y los pastores le alaban</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Y los magos avanzan con la estrella.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Porque Tú has nacido para nosotros,</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Niño pequeño, ¡Dios eterno!</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">(Kontakion, de Romanos el Melódico)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>526 </b>"Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3, 7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable intercambio":</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><i>"O admirabile commercium! </i>El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (LH, antífona de la octava de Navidad).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Jesús es el Hijo de David</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>439</b> Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; Mt 9, 27; Mt 12, 23; Mt 15, 22; Mt 20, 30; Mt 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25–26; Jn 11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La virginidad de María</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>496 </b>Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10 - 64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido <i>"absque semine ex Spiritu Sancto" </i>(Cc Letrán, año 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Así, S. Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, … Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente" (Smyrn. 1–2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>559</b> ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1, 32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; Lc 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Jesús escucha la oración</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2616 </b>La oración a Jesús ya ha sido escuchada por él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladrón: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paralítico: cf Mc 2, 5; la hemorroísa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las lágrimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: <i>"Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis"</i> ("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a El dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en El nuestras voces; y la voz de El, en nosotros", Sal 85, 1; cf IGLH 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Dios ha dicho todo en su Verbo</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>65</b> "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1, 1-2:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>102 </b>A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en plenitud (cf. Hb 1, 1-3):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (S. Agustín, Psal. 103, 4, 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Cristo encarnado es adorado por los ángeles</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>333</b> De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios"' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios… " (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; Mt 2, 13. 19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2M 10, 29-30; 2M 11, 8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; Mt 25, 31 ; Lc 12, 8-9).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La Encarnación y las imágenes de Cristo</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1159</b> La imagen sagrada, el icono litúrgico, representa principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios… con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor" (S. Juan Damasceno, imag. 1, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1160</b> La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación recíproca" (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1161</b> Todos los signos de la celebración litúrgica hacen referencia a Cristo: también las imágenes sagradas de la Santísima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de testigos" (Hb 12, 1) que continúan participando en la salvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través de sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente transfigurado "a su semejanza" (cf Rm 8, 29; 1Jn 3, 2), quien se revela a nuestra fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en Cristo:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos" (Cc. de Nicea II: DS 600).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1162</b> "La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios" (S. Juan Damasceno, imag. 127). La contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2131 </b>Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio ecuménico (celebrado en Nicea en 787), justificó contra los iconoclastas el culto de las imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. Encarnándose, el Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2502 </b>El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza Sobreeminente Invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, "Resplandor de su gloria e Impronta de su esencia" (Hb 1, 3), en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9), belleza espiritual reflejada en la Santísima Virgen Madre de Dios, los Angeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Monición al Credo</b></span></div><span style="color: #cc0000;">Se dice </span>Credo. <span style="color: #cc0000;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span><br />Al proclamar nuestra fe en el misterio de la encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios, expresaremos nuestra adoración arrodillándonos al decir en el Credo las palabras <span>«</span>y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre<span>»</span><span>.</span><br /><span style="color: #cc0000;">A las palabras:</span> Y por obra... <span style="color: #cc0000;">hay que arrodillarse.</span><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Oración de los fieles</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra, para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por todos los pueblos, razas y naciones, para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por el rey, por la familia real, por el gobierno de la nación, por los gobiernos de todas las naciones, para que sus decisiones sean para el bien de todos. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados, los que sufren la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos, para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor, para que, renacidos a la vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por nuestra ciudad (nuestro pueblo), por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos, para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría de la Navidad. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>T</b></span>e lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne que vive y reina por los siglos de los siglos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Acepta, Señor, la ofrenda de este día solemne en el que se manifestó el sacrificio perfecto de nuestra reconciliación y comenzó para nosotros la plenitud del culto divino. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Oblátio tibi sit, Dómine, hodiérnae sollemnitátis accépta, qua et nostrae reconciliatiónis procéssit perfécta placátio, et divíni cultus nobis est índita plenitúdo. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;">PREFACIO III DE NAVIDAD</span></div><div lang="es-ES"><span style="color: #cc0000;">EL INTERCAMBIO REALIZADO EN LA ENCARNACIÓN DEL VERBO</span></div><div lang="es-ES"><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.</b></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por él, hoy resplandece el maravilloso intercambio de nuestra redención: porque al asumir tu Verbo nuestra debilidad, no sólo asume dignidad eterna nuestra naturaleza humana, sino que esta unión admirable nos hace a nosotros eternos.</b></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por eso, unidos a los coros angélicos, te alabamos proclamando llenos de alegría:</b></span></div><div lang="es-ES"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.</i></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Per quem hódie commércium nostrae reparatiónis effúlsit, quia, dum nostra fragílitas a tuo Verbo suscípitur, humána mortálitas non solum in perpétuum transit honórem, sed nos quoque, mirándo consórtio, reddit aetérnos.</i></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Et ídeo, choris angélicis sociáti, te laudámus in gáudio confiténtes:</i></span></div><div lang="es-ES"><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span lang="es-ES"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000;">propio. Se dice:</span><span lang="es-ES"> para celebrar el día santo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de la comunión Sal 98, 3</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Vidérunt omnes fines terrae salutáre Dei nostri.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Dios misericordioso, hoy que nos ha nacido el Salvador del mundo para comunicarnos la vida divina, te pedimos que nos hagas igualmente partícipes del don de su inmortalidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Praesta, miséricors Deus, ut natus hódie Salvátor mundi, sicut divínae nobis generatiónis est auctor, ita et immortalitátis sit ipse largítor. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.</i></div><br /><span style="color: #cc0000;">Se puede utilizar la bendición solemne de la <b>Natividad del Señor.</b></span><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó esta noche santa aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus infinítae bonitátis, qui incarnatióne Fílii sui mundi ténebras effugávit, et eius gloriósa nativitáte hanc noctem sacratíssimam irradiávit, effúget a vobis ténebras vitiórum, et irrádiet corda vestra luce virtútum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Quique eius salutíferae nativitátis gáudium magnum pastóribus ab Angelo vóluit nuntiári, ipse mentes vestras suo gáudio ímpleat, et vos Evangélii sui núntios effíciat.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Et, qui per eius incarnatiónem terréna caeléstibus sociávit, dono vos suae pacis et bonae répleat voluntátis, et vos fáciat Ecclésiae consórtes esse caeléstis.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo </b><span style="color: #cc0000;"><b>+</b></span><b> y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, <span style="color: #cc0000;"><b>+</b></span> et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.</i></div><div style="line-height: 16px; margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span></b><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u><br /></u></span></b></div><div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #cc0000; font-size: medium;">F</span></b>iesta de <b>san Esteban, protomártir</b>, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que lo veía sentado en la gloria a la derecha del Padre, al ser lapidado mientras oraba por los perseguidores. <span style="color: #cc0000;">(s. I)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>2. </b>En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, <b>san Dionisio, papa</b>, el cual, después de la persecución bajo el emperador Valeriano, consoló con piadosas cartas y con su presencia a los hermanos y a los afligidos, con dinero redimió de los sufrimientos a los cautivos y enseñó a los ignorantes los principios de la fe, brillando en toda virtud. <span style="color: #cc0000;">(268)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>3.</b> Conmemoración de <b>san Zenón, obispo </b>de Mayuma, en Palestina, que edificó una basílica a sus sobrinos mártires Eusebio, Nestabio y Zenón, y hasta el fin de su vida trabajó como tejedor para procurarse el sustento y ayudar a los pobres.<span style="color: #cc0000;"> (c. 400)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>4. </b>En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura del<b> papa san Zósimo</b>. (418)</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>5.</b> En Sardis, ciudad de Lidia, <b>san Eutimio, obispo y mártir</b>, a quien el emperador Miguel el Iconoclasta desterró a causa del enfrentamiento motivado por el culto de las sagradas imágenes, y más tarde, durante el imperio de Teófilo, tras ser castigado inhumanamente con azotes, consumó el martirio.<span style="color: #cc0000;"> (824)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>6. </b>En Madrid, en España, <b>santa Vicenta María López Vicuña</b>, virgen, que fundó y propagó el Instituto de Hijas de María Inmaculada, para que cuidaran del cuerpo y del alma de las jóvenes que, por razón del servicio doméstico, se encontraban alejadas de sus familias (1890).</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>7. </b>En el pueblo de Song-Khon, en Tailandia, <b>beatas mártires Inés Phila y Lucía Khambang,</b> vírgenes de la Congregación de Hermanas Amantes de la Cruz, <b>y también Águeda Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Hampai y María Phon</b>, todas las cuales, al no querer negar la fe cristiana, fueron fusiladas en el cementerio del pueblo. <span style="color: #cc0000;">(1940)</span><br /><b>8*.</b> En el lugar llamado Dragali, en Montenegro, <b>beato Segundo Pollo</b>, presbítero de Vercelli, que, ejerciendo de capellán castrense durante la guerra, al asistir a un soldado moribundo fue herido, y murió poco después desangrado.<span style="color: #cc0000;"> (1941).</span></div></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-26391735742007976312022-11-25T01:32:00.000+01:002022-11-25T01:32:02.288+01:00Domingo 25 diciembre 2022: Natividad del Señor, solemnidad. Misa a la Aurora.<span id="docs-internal-guid-616b7ca1-7fff-49e4-8924-2cc93ed08b4d"><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">25 de diciembre. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; text-decoration-line: underline; text-decoration-skip-ink: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">NATIVIDAD DEL SEÑOR.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Solemnidad</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misa de la aurora</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Die 25 decembris</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">IN NATIVITATE DOMINI</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sollemnitas</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ad Missam in aurora</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antífona de entrada Cf. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y es admirable su nombre: Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo; y su reino no tendrá fin.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiphona ad introitum Cf. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lux fulgébit hódie super nos, quia natus est nobis Dóminus; et vocábitur admirábilis, Deus, Princeps pacis, Pater futúri saeculi: cuius regni non erit finis.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Monición de entrada</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Nos hemos reunido con la luz del nuevo día, en comunión con todos los creyentes en Cristo, que en todos los países del orbe celebran, como nosotros, la Navidad del Señor. Cristo es el Sol de justicia que nace de lo alto y es la luz que viene a alumbrar a todas las naciones. Acojámoslo con alegría porque a quienes vivimos en tinieblas nos ha brillado una gran luz.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Se dice</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Dicitur</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria in excélsis.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oración colecta</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Concede, Dios todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la nueva luz de tu Verbo hecho carne, que lo que brilla por la fe en nuestro espíritu resplandezca en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Collecta</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Da, quaesumus, omnípotens Deus, ut dum nova incarnáti Verbi tui luce perfúndimur, hoc in nostro respléndeat ópere, quod per fidem fulget in mente. Per Dóminum.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">LITURGIA DE LA PALABRA</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lecturas propias de la Misa de la aurora en la Natividad del Señor (Lec. I ABC).</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">PRIMERA LECTURA</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Is 62, 11-12</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mira a tu salvador, que llega</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del libro de Isaías.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Señor hace oír esto, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">hasta el confín de la tierra: </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«Decid a la hija de Sión: </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mira a tu salvador, que llega, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">el premio de su victoria lo acompaña, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">la recompensa lo precede». </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor», </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra de Dios.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Te alabamos, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Salmo responsorial</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Sal 96, 1 y 6. 11-12 (R.: Cf. Is 9, 1. 5)</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lux fulgebit hódie super nos: quia natus est nobis Dóminus</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. El Señor reina, la tierra goza, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">se alegran las islas innumerables. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Los cielos pregonan su justicia, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y todos los pueblos contemplan su gloria. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lux fulgebit hódie super nos: quia natus est nobis Dóminus</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Amanece la luz para el justo, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y la alegría para los rectos de corazón. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Alegraos, justos, con el Señor, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">celebrad su santo nombre. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lux fulgebit hódie super nos: quia natus est nobis Dóminus</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">SEGUNDA LECTURA</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Tit 3, 4-7</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Según su propia misericordia, nos salvó</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura de la carta del apóstol San Pablo a Tito</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Querido hermano:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra de Dios.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Te alabamos Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aleluya</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Lc 2, 14</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Aleluya, aleluya, aleluya.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Gloria in altíssimis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntatis.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">EVANGELIO</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Lc </span><span style="color: #dc2300; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2, 15-20</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Los pastores encontraron a María y a José y al niño</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">╬</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del santo Evangelio según san Lucas.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria a ti, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado».</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria a ti, Señor Jesús.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">A. Las celebraciones de la Navidad</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">110.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> «En la vigilia y en las tres Misas de Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición Romana» (OLM 95). Un momento distintivo de la Solemnidad de la Navidad del Señor es la costumbre de celebrar tres misas diferentes: la de medianoche, la de la aurora y la del día. Con la reforma posterior al Concilio Vaticano II se ha añadido una vespertina en la vigilia. A excepción de las comunidades monásticas, no es normal que todos participen en las tres (o cuatro) celebraciones; la mayor parte de los fieles participará en una Liturgia que será su «Misa de Navidad». Por ello se ha llevado a cabo una selección de lecturas para cada celebración. No obstante, antes de considerar algunos temas integrales y comunes a los textos litúrgicos y bíblicos, resulta ilustrativo examinar la secuencia de las cuatro misas.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">111. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La Navidad es la fiesta de la luz. Es opinión difundida que la celebración del Nacimiento del Señor se fijó a finales de diciembre para dar un valor cristiano a la fiesta pagana del Sol invictus. Aunque podría también no ser así. Si ya en la primera parte del siglo III, Tertuliano escribió que en algunos calendarios Cristo fue concebido el 25 de marzo, día que se considera como el primero del año, es posible que la fiesta de la Navidad haya sido calculada a partir de esta fecha. En todo caso, ya desde el siglo IV, muchos Padres reconocen el valor simbólico del hecho de que los días se alargan después de la Fiesta de la Navidad. Las fiestas paganas que exaltan la luz en la oscuridad del invierno no eran extrañas, y las fiestas invernales de la luz aún hoy son celebradas en algunos lugares por los no creyentes. A diferencia de ello, las lecturas y las oraciones de las diversas Liturgias natalicias evidencian el tema de la verdadera Luz que viene a nosotros en Jesucristo. El primer prefacio de Navidad exclama, dirigiéndose a Dios Padre: «Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor». El homileta debería acentuar esta dinámica de la luz en las tinieblas, que inunda estos días gozosos. Presentamos a continuación una síntesis de las características de cada Celebración.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">114. La Misa de la Aurora.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Las lecturas propuestas para esta Celebración son particularmente concisas. Somos como aquellos que se despertaron en la gélida luz del alba, preguntándose si la aparición angélica en medio de la noche había sido un sueño. Los pastores, con ese innato buen sentido propio de los pobres, piensan entre sí: «Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor». Van corriendo y encuentran exactamente lo que les había anunciado el Ángel: una pobre pareja y su Hijo apenas recién nacido, dormido en un pesebre para los animales. ¿Su reacción a esta escena de humilde pobreza? Vuelven glorificando y alabando a Dios por lo que han visto y oído, y todos los que los escuchan quedan impresionados por lo que les han referido. Los pastores vieron, y también nosotros estamos invitados a ver, algo mucho más trascendente que la escena que nos llena de emoción y que ha sido objeto de tantas representaciones artísticas. Pero esta realidad se puede ver sólo con los ojos de la fe y emerge con la luz del día, en la siguiente Celebración.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">116. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Verbo se hace carne para redimirnos, gracias a su Sangre derramada, y ensalzarnos con él a la gloria de la Resurrección. Los primeros discípulos reconocieron la relación íntima entre la Encarnación y el Misterio Pascual, como testimonia el himno citado en la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 5-11). La luz de la Misa de medianoche es la misma luz de la Vigilia Pascual. Las colectas de estas dos grandes Solemnidades comienzan con términos muy similares. En Navidad, el sacerdote dice: «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera»; en Pascua: «Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la Resurrección del Señor». La segunda lectura de la Misa de la aurora propone una síntesis admirable de la revelación del Misterio de la Trinidad y de nuestra introducción al mismo a través del Bautismo: «Cuando se apareció la Bondad de Dios, nuestro Salvador, y su Amor al hombre, sino que según su propia misericordia nos ha salvado: con el baño del segundo nacimiento, y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna». Las oraciones propias de la Misa del día hablan de Cristo como autor de nuestra generación divina y de cómo su nacimiento manifiesta la reconciliación que nos hace amables a los ojos de Dios. La colecta, una de las más antiguas del tesoro de las oraciones de la Iglesia, expresa sintéticamente porqué el Verbo se hace carne: «Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza; y de modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana». Una de las finalidades fundamentales de la homilía es, como afirma el presente Directorio, la de anunciar el Misterio Pascual de Cristo. Los textos de la Navidad ofrecen explícitas oportunidades para hacerlo.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">117.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Otra finalidad de la homilía es la de conducir a la comunidad hacia el Sacrificio Eucarístico, en el que el misterio Pascual se hace presente. Es un indicador claro la palabra «hoy», a la que recurren con frecuencia los textos litúrgicos de las Misas de Navidad. El Misterio del Nacimiento de Cristo está presente en esta celebración, pero como en su primera venida, solo puede ser percibido con la mirada de la fe. Para los pastores el gran «signo» fue, simplemente, un pobre niño clocado en el pesebre, aunque en su recuerdo glorificaban y alababan a Dios por lo que habían visto. Con la mirada de la fe tenemos que percibir al mismo Cristo, nacido hoy, bajo los signos del pan y del vino. El </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">admirabile commercium</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> del que nos habla la colecta del día de Navidad, según la cual Cristo comparte nuestra humanidad y nosotros su divinidad, se manifiesta de modo particular en la Eucaristía, como sugieren las oraciones de la celebración. En la media noche rezamos así en la oración sobre las ofrendas: «Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones en el que nos muestras tu divina largueza, haznos partícipes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable». Y en la de la aurora: «Señor, que estas ofrendas sean signo del Misterio de Navidad que estamos celebrando; y así como tu Hijo, hecho hombre, se manifestó como Dios, así nuestras ofrendas de la tierra nos hagan partícipes de los dones del cielo». Y también, en el prefacio III de Navidad: "Por él, hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva: pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos".</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">118. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La referencia a la inmortalidad roza otro tema recurrente en los textos de Navidad: la celebración es sólo una parada momentánea en nuestra peregrinación. El mensaje escatológico, tan evidente en el tiempo de Adviento, también encuentra aquí su expresión. En la colecta de la Vigilia, rezamos: «que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención; concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez». En la segunda lectura de la Misa de medianoche, el Apóstol nos exhorta «a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo». Y por último, en la oración después de la comunión de la Misa del día, pedimos que Cristo, autor de nuestra generación divina, nacido en este día, «nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad».</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">119.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Las lecturas y las oraciones de Navidad ofrecen un rico alimento al pueblo de Dios peregrino en esta vida; revelando a Cristo como Luz del mundo, nos invitan a sumergirnos en el Misterio Pascual de nuestra redención a través del «hoy» de la Celebración Eucarística. El homileta puede presentar este banquete al pueblo de Dios reunido para celebrar el nacimiento del Señor, exhortándole a imitar a María, la Madre de Jesús, que «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Evangelio, Misa de la aurora).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Ciclos ABC. Solemnidad de la Navidad.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">“¿Por qué el Verbo se hizo carne?”</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">456 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">457</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1Jn 4, 10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1Jn 4, 14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1Jn 3, 5):</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdida la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">458</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1Jn 4, 9). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">459</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí … "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">460</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (S. Ireneo, haer. , 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (S. Atanasio, Inc. , 54, 3). </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Unigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de A., opusc 57 in festo Corp. Chr. , 1).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">566</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">la Encarnación</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">461</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Volviendo a tomar la frase de San Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 5-8; cf. LH, cántico de vísperas del sábado).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">462</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">463</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "El ha sido manifestado en la carne" (1Tm 3, 16).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">470</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"El Hijo de Dios… trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado" (GS 22, 2).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">El alma y el conocimiento humano de Cristo</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">471 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituído al alma o al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un alma racional humana (cf. DS 149).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">472 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Este alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; Mc 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de esclavo" (Flp 2, 7).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">473</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10, 39: DS 475). "La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella misma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios" (S. Máximo el Confesor, qu. dub. 66). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; Jn 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba también la penetración divina que tenía de los pensamientos secretos del corazón de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; Jn 6, 61; etc.).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">474</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Debido a su unión con la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (cf. Mc 8, 31; Mc 9, 31; Mc 10, 33-34; Mc 14, 18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13, 32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">La voluntad humana de Cristo</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">475</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto concilio ecuménico (Cc. de Constantinopla III en el año 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (DS 556).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">El verdadero cuerpo de Cristo</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">476</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letrán en el año 649: DS 504). Por eso se puede "pintar la faz humana de Jesús (Ga 3, 2). El séptimo Concilio ecuménico (Cc. de Nicea II, en el año 787: DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">477 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (Cc. Nicea II: DS 601).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">El Corazón del Verbo encarnado</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">478 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo… del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Enc. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Haurietis aquas"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">: DS 3924; cf. DS 3812).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">El misterio de la Navidad</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">437</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2Tm 2, 8; Ap 22, 16).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">525 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">La Virgen da hoy a luz al Eterno</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Los ángeles y los pastores le alaban</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Y los magos avanzan con la estrella.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Porque Tú has nacido para nosotros,</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Niño pequeño, ¡Dios eterno!</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">(</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Kontakion</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, de Romanos el Melódico)</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">526 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3, 7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable intercambio":</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">O admirabile commercium!</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (LH, antífona de la octava de Navidad).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Jesús es el Hijo de David</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">439</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; Mt 9, 27; Mt 12, 23; Mt 15, 22; Mt 20, 30; Mt 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25–26; Jn 11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">La virginidad de María</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">496 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"absque semine ex Spiritu Sancto"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> (Cc Letrán, año 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Así, S. Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, … Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente" (Smyrn. 1–2).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">559</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1, 32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; Lc 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Jesús escucha la oración</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2616 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La oración a Jesús ya ha sido escuchada por él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladrón: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paralítico: cf Mc 2, 5; la hemorroísa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las lágrimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> "Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> ("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a El dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en El nuestras voces; y la voz de El, en nosotros", Sal 85, 1; cf IGLH 7).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Dios ha dicho todo en su Verbo</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">65</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1, 1-2:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">102 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en plenitud (cf. Hb 1, 1-3):</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (S. Agustín, Psal. 103, 4, 1).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">Cristo encarnado es adorado por los ángeles</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">333</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios"' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios… " (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; Mt 2, 13. 19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2M 10, 29-30; 2M 11, 8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; Mt 25, 31 ; Lc 12, 8-9).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">La Encarnación y las imágenes de Cristo</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1159</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La imagen sagrada, el icono litúrgico, representa principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios… con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor" (S. Juan Damasceno, imag. 1, 16).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1160</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación recíproca" (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1161</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Todos los signos de la celebración litúrgica hacen referencia a Cristo: también las imágenes sagradas de la Santísima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de testigos" (Hb 12, 1) que continúan participando en la salvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través de sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente transfigurado "a su semejanza" (cf Rm 8, 29; 1Jn 3, 2), quien se revela a nuestra fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en Cristo:</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><span style="color: #073763;">"Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos" (Cc. de Nicea II: DS 600).</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1162</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> "La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios" (S. Juan Damasceno, imag. 127). La contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2131 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio ecuménico (celebrado en Nicea en 787), justificó contra los iconoclastas el culto de las imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. Encarnándose, el Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes.</span></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #073763;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2502 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza Sobreeminente Invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, "Resplandor de su gloria e Impronta de su esencia" (Hb 1, 3), en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9), belleza espiritual reflejada en la Santísima Virgen Madre de Dios, los Angeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.</span></span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Monición al Credo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Se dice </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Credo. </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Al proclamar nuestra fe en el misterio de la encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios, expresaremos nuestra adoración arrodillándonos al decir en el Credo las palabras «y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre».</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">A las palabras:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Y por obra... </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">hay que arrodillarse.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oración de los fieles</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">- </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra, para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">- </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por todos los pueblos, razas y naciones, para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">- </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por el rey, por la familia real, por el gobierno de la nación, por los gobiernos de todas las naciones, para que sus decisiones sean para el bien de todos. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">-</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados, los que sufren la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos, para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">-</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor, para que, renacidos a la vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">-</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Por nuestra ciudad (nuestro pueblo), por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos, para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría de la Navidad. Roguemos al Señor.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">T</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">e lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne que vive y reina por los siglos de los siglos.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oración sobre las ofrendas</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Señor, te pedimos que estas ofrendas sean dignas del misterio de esta Navidad que estamos celebrando, para que, del mismo modo que resplandece como Dios el engendrado como hombre, estos dones terrenos nos comuniquen la vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Super oblata</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Múnera nostra, quaesumus, Dómine, nativitátis hodiérnae mystériis apta provéniant, ut sicut homo génitus idem praefúlsit et Deus, sic nobis haec terréna substántia cónferat quod divínum est. Per Christum.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">PREFACIO II NAVIDAD</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO EN LA ENCARNACIÓN</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">38. Este prefacio se dice en las misas del día de Navidad y de su octava; durante la octava, se dice incluso en aquellas misas que, si se celebraran en otro tiempo, tendrían prefacio propio, a no ser que se trate de la misa de un misterio o Persona divina, que tiene prefacio propio. También se dice en las ferias del tiempo de Navidad.</span><span style="color: #dc2300; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Porque en el misterio santo que hoy celebramos, el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído, para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por eso, te alabamos con todos los ángeles, aclamándote llenos de alegría:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">I. </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">propio. En la misa que se celebra en la vigilia o en la noche de Navidad se dice: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">para celebrar la noche santa</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">; después se dice siempre:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> para celebrar el día santo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">II.</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Cuando se utiliza la plegaria eucarística II, se dice la intercesión </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Acuérdate, Señor </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">propia. En la misa que se celebra en la</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">vigilia o en la noche de Navidad se dice:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">reunida aquí en la noche santa</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">; después se dice siempre: reunida aquí en el día santo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">III.</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Cuando se utiliza la plegaria eucarística III, se dice el recuerdo propio en la intercesión </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Atiende los deseos.</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> En la misa que se celebra en la vigilia o en la noche de Navidad se dice: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">en tu presencia en la noche santa</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">; después se dice siempre:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> en tu presencia en el día santo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; white-space: pre-wrap;"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.</i></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><i>Qui, in huius venerándi festivitáte mystérii, invisíbilis in suis, visíbilis in nostris appáruit, et ante témpora génitus esse copit in témpore; ut, in se érigens cuncta deiécta, in íntegrum restitúeret univérsa, et hóminem pérditum ad caeléstia regna revocáret.</i></span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><i>Unde et nos, cum ómnibus Angelis te laudámus, iucúnda celebratióne clamántes:</i></span></p><b>Santo, Santo, Santo…</b><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quando adhibetur Canon romanus, dicitur</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Communicántes </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">proprium, ut infra. In Missa quae celebratur in Vigilia et in nocte Nativitatis Domini dicitur:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> et noctem sacratíssimam celebrántes, qua</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, etc.; deinde semper dicitur: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">et diem sacratíssimum celebrántes, quo</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, etc., usque ad octavam Nativitatis Domini.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">propio. Se dice:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> para celebrar la noche santa.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">PREX EUCHARISTICA I seu CANON ROMANUS.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quando adhibetur Canon romanus, dicitur</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Communicántes </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">proprium. Dicitur:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> et noctem sacratíssimam celebrántes, qua, etc.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antífona de la comunión Cf Zac 9, 9</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Salta de gozo, hija de Sion; canta, hija de Jerusalén; mira que viene tu rey, santo y salvador del mundo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiphona ad communionem Cf. Za 9, 9</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Exsúlta, fília Sion, lauda, fília Ierúsalem: ecce Rex tuus véniet sanctus et salvátor mundi.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oración después de la comunión</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Concede, Señor, a quienes hemos celebrado el nacimiento de tu Hijo con devoción gozosa, conocer con plenitud de fe la profundidad de este misterio y amarlo con la más ardiente caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Post communionem</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Da nobis, Dómine, Fílii tui nativitátem laeta devotióne coléntibus, huius arcána mystérii et plena fide cognóscere, et plenióre caritátis ardóre dilígere. Per Christum.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Se puede utilizar la bendición solemne de la Natividad del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Adhiberi potest formula benedictionis sollemnis. In Nativitate Domini.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó esta noche santa aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Deus infinítae bonitátis, qui incarnatióne Fílii sui mundi ténebras effugávit, et eius gloriósa nativitáte hanc noctem sacratíssimam irradiávit, effúget a vobis ténebras vitiórum, et irrádiet corda vestra luce virtútum.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Amén. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quique eius salutíferae nativitátis gáudium magnum pastóribus ab Angelo vóluit nuntiári, ipse mentes vestras suo gáudio ímpleat, et vos Evangélii sui núntios effíciat.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Amén. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Et, qui per eius incarnatiónem terréna caeléstibus sociávit, dono vos suae pacis et bonae répleat voluntátis, et vos fáciat Ecclésiae consórtes esse caeléstis.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Amén. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo <span style="color: #cc0000;">+</span></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">+</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper. </span></p><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Amén.</span></span><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-64161330099762566502022-11-24T09:44:00.005+01:002022-11-25T12:53:41.536+01:00Domingo 25 diciembre 2022: Natividad del Señor, solemnidad. Nochebuena, Misa a medianoche.<p><b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b></p><p><b><u>DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA</u></b></p><b>En el tiempo de Navidad<br /></b><br />106. En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la manifestación del Señor: su humilde nacimiento en Belén, anunciado a los pastores, primicia de Israel que acoge al Salvador; la manifestación a los Magos, "venidos de Oriente" (Mt 2,1), primicia de los gentiles, que en Jesús recién nacido reconocen y adoran al Cristo Mesías; la teofanía en el río Jordán, donde Jesús fue proclamado por el Padre "hijo predilecto" (Mt 3,17) y comienza públicamente su ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús "manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él" (Jn 2,11).<br /><br />107. Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente relacionadas con el misterio de la manifestación del Señor: el martirio de los Santos Inocentes (28 de Diciembre), cuya sangre fue derramada a causa del odio a Jesús y del rechazo de su reino por parte de Herodes; la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de Enero; la fiesta de la Sagrada Familia (domingo dentro de la octava), en la que se celebra el santo núcleo familiar en el que "Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y antes los hombres" (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de Enero, memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María; y, aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación del Señor (2 de Febrero), celebración del encuentro del Mesías con su pueblo, representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía mesiánica de Simeón.<br /><br />108. Gran parte del rico y complejo misterio de la manifestación del Señor encuentra amplio eco y expresiones propias en la piedad popular. Esta muestra una atención particular a los acontecimientos de la infancia del Salvador, en los que se ha manifestado su amor por nosotros. La piedad popular capta de un modo intuitivo:<br />- el valor de la "espiritualidad del don", propia de la Navidad: "un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5), don que es expresión del amor infinito de Dios que "tanto amó al mundo que nos ha dado a su Hijo único" (Jn 3,16);<br />- el mensaje de solidaridad que conlleva el acontecimiento de Navidad: solidaridad con el hombre pecador, por el cual, en Jesús, Dios se ha hecho hombre "por nosotros los hombres y por nuestra salvación"; solidaridad con los pobres, porque el Hijo de Dios "siendo rico se ha hecho pobre" para enriquecernos "por medio de su pobreza" (2 Cor 8,9);<br />- el valor sagrado de la vida y el acontecimiento maravilloso que se realiza en el parto de toda mujer, porque mediante el parto de María, el Verbo de la vida ha venido a los hombres y se ha hecho visible (cfr. 1 Jn 1,2);<br />- el valor de la alegría y de la paz mesiánicas, aspiraciones profundas de los hombres de todos los tiempos: los Ángeles anuncian a los pastores que ha nacido el Salvador del mundo, el "Príncipe de la paz" (Is 9,5) y expresan el deseo de "paz en la tierra a los hombres que ama Dios" (Lc 2,14);<br />- el clima de sencillez, y de pobreza, de humildad y de confianza en Dios, que envuelve los acontecimientos del nacimiento del niño Jesús.<br /><br />La piedad popular, precisamente porque intuye los valores que se esconden en el misterio de la Navidad, está llamada a cooperar para salvaguardar la memoria de la manifestación del Señor, de modo que la fuerte tradición religiosa vinculada a la Navidad no se convierta en terreno abonado para el consumismo ni para la infiltración del neopaganismo.<div><br /></div><div><b>La Noche de Navidad</b><br /><br />109. En el tiempo que discurre entre las primeras Vísperas de Navidad y la celebración eucarística de media noche, junto con la tradición de los villancicos, que son instrumentos muy poderosos para transmitir el mensaje de alegría y paz de Navidad, la piedad popular propone algunas de sus expresiones de oración, distintas según los países, que es oportuno valorar y, si es preciso, armonizar con las celebraciones de la Liturgia. Se pueden presentar, por ejemplo:<br />- los "nacimientos vivientes", la inauguración del nacimiento doméstico, que puede dar lugar a una ocasión de oración de toda la familia: oración que incluya la lectura de la narración del nacimiento de Jesús según San Lucas, en la cual resuenen los cantos típicos de la Navidad y se eleven las súplicas y las alabanzas, sobre todo las de los niños, protagonistas de este encuentro familiar;<br />- la inauguración del árbol de Navidad. También se presta a una acto de oración familiar semejante al anterior. Independientemente de su origen histórico, el árbol de Navidad es hoy un signo fuertemente evocador, bastante extendido en los ambientes cristianos; evoca tanto el árbol de la vida, plantado en el jardín del Edén (cfr. Gn 2,9), como el árbol de la cruz, y adquiere así un significado cristológico: Cristo es el verdadero árbol de la vida, nacido de nuestro linaje, de la tierra virgen Santa María, árbol siempre verde, fecundo en frutos. El adorno cristiano del árbol, según los evangelizadores de los países nórdicos, consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramos. Se pueden añadir otros "dones"; sin embargo, entre los regalos colocados bajo el árbol de Navidad no deberían faltar los regalos para los pobres: ellos forman parte de toda familia cristiana;<br />- la cena de Navidad. La familia cristiana que todos los días, según la tradición, bendice la mesa y da gracias al Señor por el don de los alimentos, realizará este gesto con mayor intensidad y atención en la cena de Navidad, en la que se manifiestan con toda su fuerza la firmeza y la alegría de los vínculos familiares.</div><p><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span></b></p><div><b><u><span style="color: #cc0000;">SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR </span></u></b><div><br /></div><div><b>25 <span style="color: #cc0000;">DOMINGO. Misa a medianoche: </span></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Misa</b> de medianoche (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). </div><div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><b>LECC.:</b> vol. <b>I (A). </b></div><div><b>- Is 9, 1-6.</b> <i>Un hijo se nos ha dado. </i></div><div><b>- Sal 95.</b> R. <i>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. </i></div><div><b>- Tit 2, 11-14.</b> <i>Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres. </i></div><div><b>- Lc 2, 1-14. </b><i>Hoy os ha nacido un Salvador.</i></div><div><br /></div>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Ev y Sal resp). Ese "hoy" significa que su primera venida se nos hace presente. Efectivamente, en la celebración litúrgica él sigue vinienpre-ñ<br />do en medio de la noche del mundo para iluminarnos con su gracia y prepararnos así para que un día podamos gozar en el cielo del esplendor de su gloria (Co). El mismo niño que nació en la humildad del pesebre es el que volverá lleno de gloria. Por eso debemos llevar una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo (2 Lect).</div><div><br /><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Tras el saludo inicial de la misa, el celebrante u otro ministro puede proclamar el anuncio del nacimiento del Salvador (véase pág. 386). </div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>conviene celebrar antes de la misa una Vigilia solemne con el Oficio de lectura. </div><div><b><span style="color: #cc0000;">*</span></b> No celebran Completas los que participan en esta vigilia.</div><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>La adecuación de las Horas del Oficio con el tiempo real impide la celebración de Laudes inmediatamente después de la misa de medianoche.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br />25 de diciembre.<br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><u>NATIVIDAD DEL SEÑOR.</u></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Solemnidad</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Misa de medianoche</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><i>En la Navidad del Señor todos los sacerdotes pueden celebrar o concelebrar tres misas, con tal de que se celebren a su debido tiempo.</i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Sal 2, 7</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>El Señor me ha dicho: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy».</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Dóminus dixit ad me: Fílius meus es tu, ego hódie génui te.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">O bien:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz verdadera sobre nosotros.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Gaudeámus omnes in Dómino, quia Salvátor noster natus est in mundo. Hódie nobis de caelo pax vera descéndit.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Monición de entrada</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Nos reunimos aquí esta noche -Noche buena, Noche santa- para celebrar la Navidad del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Anuncio del nacimiento del Salvador</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><i>Tras el saludo inicial, el celebrante u otro ministro puede proclamar la lectura del Martirologio desde el ambón o un atril</i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Pasados innumerables siglos desde de la creación del mundo, cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra y formó al hombre a su imagen; después también de muchos siglos, desde que el Altísimo pusiera su arco en las nubes tras el diluvio como signo de alianza y de paz; veintiún siglos después de la emigración de Abrahán, nuestro padre en la fe, de Ur de Caldea; trece siglos después de la salida del pueblo de Israel de Egipto bajo la guía de Moisés; cerca de mil años después de que David fue ungido como rey; en la semana sesenta y cinco según la profecía de Daniel; en la Olimpíada ciento noventa y cuatro, el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de la Urbe, el año cuarenta y dos del imperio de César Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz, Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su piadosísima venida, concebido del Espíritu Santo, nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judea, hecho hombre, de María Virgen: la Natividad de nuestro Señor Jesucristo según la carne.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Monición al Gloria</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se dice</span> Gloria. <span style="color: #cc0000;"><i>Puede introducirse con la siguiente monición.</i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El himno que vamos a recitar<span style="color: #cc0000;"> (</span>cantar<span style="color: #cc0000;">)</span> comienza con el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor. Hacemos nuestros sus sentimientos de adoración y alabanza.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Oh, Dios, que has hecho resplandecer esta noche santísima con el resplandor de la luz verdadera, concédenos gozar también en el cielo a quienes hemos experimentado este misterio de Luz en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus, qui hanc sacratíssimam noctem veri lúminis fecísti illustratióne claréscere, da, quaesumus, ut, cuius in terra mystéria lucis agnóvimus, eius quoque gáudiis perfruámur in caelo. Qui tecum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><i>En las misas que se celebran el día de Navidad se utilizan los siguientes formularios. Se pueden elegir las lecturas más aptas de una de las tres Misas teniendo en cuenta la conveniencia pastoral de cada asamblea.</i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas de la Misa de medianoche de la Natividad del Señor (Lec. I C).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b> Is <span style="color: #dc2300;">9, 1-6</span></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Un hijo se nos ha dado</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura del libro de Isaías.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">se gozan en tu presencia, como gozan al segar,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">como se alegran al repartirse el botín.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">el bastón de su hombro,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">los quebrantaste como el día de Madián.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Porque la bota que pisa con estrépito</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y la túnica empapada de sangre</div><div style="margin-bottom: 0cm;">serán combustible, pasto del fuego.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">lleva a hombros el principado, y es su nombre:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Padre de eternidad, Príncipe de la paz».</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Para dilatar el principado, con una paz sin límites,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">sobre el trono de David y sobre su reino.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Para sostenerlo y consolidarlo</div><div style="margin-bottom: 0cm;">con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El celo del Señor del universo lo realizará.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13 (R.: cf. Lc 2, 11)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hódie natus est nobis Salvátor, qui est Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Cantad al Señor un cántico nuevo,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">cantad al Señor, toda la tierra;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">cantad al Señor, bendecid su nombre.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hódie natus est nobis Salvátor, qui est Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Proclamad día tras día su victoria.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Contad a los pueblos su gloria,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">sus maravillas a todas las naciones.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hódie natus est nobis Salvátor, qui est Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Alégrese el cielo, goce la tierra,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">retumbe el mar y cuanto lo llena;</div><div style="margin-bottom: 0cm;">vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">aclamen los árboles del bosque.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hódie natus est nobis Salvátor, qui est Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Delante del Señor, que ya llega,</div><div style="margin-bottom: 0cm;">ya llega a regir la tierra:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">regirá el orbe con justicia</div><div style="margin-bottom: 0cm;">y los pueblos con fidelidad.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Hódie natus est nobis Salvátor, qui est Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>SEGUNDA LECTURA</b> Tit 2, 11-14</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Querido hermano:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b> Cf. Lc 2, 10-11</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Os anuncio una buena noticia: hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Evangelízo vobis gáudium magnum: natus est nobis hódie Salvátor, Christus Dóminus.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO </b>Lc <span style="color: #dc2300;">2, 1-14</span></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Hoy os ha nacido un Salvador</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;">El ángel les dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»</div><div style="margin-bottom: 0cm;">De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:</div><div style="margin-bottom: 0cm;">«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>SANTA MISA DE NOCHEBUENA<br /><u>NATIVIDAD DEL SEÑOR</u></b><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO<br />Basílica de San Pedro.Viernes, 24 de diciembre de 2021<br /><br />En la noche resplandece una luz. Un ángel aparece, la gloria del Señor envuelve a los pastores y finalmente llega el anuncio esperado durante siglos: «Hoy […] les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Pero lo que agrega el ángel es sorprendente. Indica a los pastores cómo encontrar a Dios que ha venido a la tierra: «Y esta será la señal para ustedes: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (v. 12). Este es el signo: un niño. Eso es todo: un niño en la dura pobreza de un pesebre. No hay más luces, ni resplandores, ni coros de ángeles. Sólo un niño. Nada más, como había preanunciado Isaías: «Un niño nos ha nacido» (Is 9,5).<br /><br />El Evangelio insiste en este contraste. Narra el nacimiento de Jesús a partir de César Augusto, que ordenó realizar un censo del mundo entero. Muestra al primer emperador en su grandeza. Pero, inmediatamente después, nos lleva a Belén, donde no hay nada grande, sólo un niño pobre envuelto en pañales, con unos pastores a su alrededor. Y allí está Dios, en la pequeñez. Y este es el mensaje: Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez. La pequeñez es el camino que eligió para llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos y reconducirnos hacia lo que es realmente importante.<br /><br />Hermanos, y hermanas, deteniéndonos ante el belén miremos el centro; vayamos más allá de las luces y los adornos, que son hermosos, y contemplemos al Niño. En su pequeñez es Dios. Reconozcámoslo: “Niño, Tú eres Dios, Dios-niño”. Dejémonos atravesar por este asombro escandaloso. Aquel que abraza al universo necesita que lo sostengan en brazos. Él, que ha hecho el sol, necesita ser arropado. La ternura en persona necesita ser mimada. El amor infinito tiene un corazón minúsculo, que emite ligeros latidos. La Palabra eterna es infante, es decir, incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser alimentado. El creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte: Dios viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez.<br /><br />Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el desafío de Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo entienden. Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizá incluso en nombre suyo. Dios se abaja y nosotros queremos subir al pedestal. El Altísimo indica la humildad y nosotros pretendemos brillar. Dios va en busca de los pastores, de los invisibles; nosotros buscamos visibilidad, hacernos notar. Jesús nace para servir y nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior.<br /><br />Esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la pequeñez. “Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino para la verdadera grandeza”. Pero, ¿qué quiere decir, concretamente, acoger la pequeñez? En primer lugar, quiere decir creer que Dios quiere venir en las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades cotidianas, los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo. Quiere realizar, en nuestra vida ordinaria, cosas extraordinarias. Es un mensaje de gran esperanza: Jesús nos invita a valorar y redescubrir las pequeñas cosas de la vida. Si Él está ahí con nosotros, ¿qué nos falta? Entonces, dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos. Renunciemos a las quejas y a las caras largas, a la ambición que deja insatisfechos. La pequeñez, el asombro por aquel niño pequeño: este es el mensaje.<br /><br />Pero aún hay más. Jesús no quiere venir sólo a las cosas pequeñas de nuestra vida, sino también a nuestra pequeñez: cuando nos sentimos débiles, frágiles, incapaces, incluso fracasados. Hermana, y hermano, si, como en Belén, la oscuridad de la noche te rodea, si adviertes a tu alrededor una fría indiferencia, si las heridas que llevas dentro te gritan: “Cuentas poco, no vales nada, nunca serás amado como anhelas”, esta noche, si percibes esto, Dios responde y te dice: “Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu Dios me convertí en tu hermano. Hermano amado, hermana amada, no me tengas miedo, vuelve a encontrar tu grandeza en mí. Estoy aquí para ti y sólo te pido que confíes en mí y me abras el corazón”.<br /><br />Acoger la pequeñez también significa abrazar a Jesús en los pequeños de hoy; es decir, amarlo en los últimos, servirlo en los pobres. Ellos son los que más se parecen a Jesús, que nació pobre. Es en ellos que Él quiere ser honrado. Que en esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de Dios, herirlo despreciando a los pobres con nuestra indiferencia. Son los predilectos de Jesús, que nos recibirán un día en el cielo. Una poetisa escribió: «Quien no ha encontrado el Cielo aquí abajo, difícilmente lo encontrará allá arriba» (E. Dickinson, Poemas, XVII). No perdamos de vista el Cielo, cuidemos a Jesús ahora, acariciándolo en los necesitados, porque se identificó en ellos.<br /><br />Miremos otra vez más el nacimiento y observemos que Jesús al nacer está rodeado precisamente de los pequeños, de los pobres. Son los pastores. Eran los más humildes y fueron los que estuvieron más cerca del Señor. Lo encontraron porque «pasaban la noche en el campo cuidando sus rebaños y vigilando por turnos» (Lc 2,8). Estaban allí para trabajar, porque eran pobres y su vida no tenía horarios, sino que dependía de los rebaños. No podían vivir como y donde querían, sino que se regían en base a las exigencias de las ovejas que cuidaban. Y Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias. Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba. Viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes, sino a gente pobre que trabajaba. Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo.<br /><br />Contemplemos una vez más el pesebre, dirigiendo la mirada hacia donde se divisan los magos, que peregrinan para adorar al Señor. Miremos y comprendamos que en torno a Jesús todo vuelve a la unidad: no están sólo los últimos, los pastores, sino también los eruditos y los ricos, los magos. En Belén están juntos pobres y ricos; los que adoran, como los magos, y los que trabajan, como los pastores. Todo se recompone cuando en el centro está Jesús; no nuestras ideas sobre Jesús, sino Él, el Viviente. Entonces, queridos hermanos y hermanas, volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a lo esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad. Contemplemos a los magos que peregrinan y como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén, donde Dios está en el hombre y el hombre en Dios; donde el Señor está al centro y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más cercano a Él; donde los pastores y los magos están juntos en una fraternidad más fuerte que cualquier clasificación. Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén.<br /><br />Nos hace bien ir allí, dóciles al Evangelio de Navidad que presenta a la Sagrada Familia, a los pastores y a los magos: toda gente en camino. Hermanos, y hermanas, pongámonos en camino, porque la vida es una peregrinación. Levantémonos, volvamos a despertar porque en esta noche ha brillado una luz. Es una luz amable y nos recuerda que en nuestra pequeñez somos hijos amados, hijos de la luz (cf. 1 Ts 5,5). Hermanos y hermanas, alegrémonos juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de Jesús, que desde esta noche resplandece en el mundo.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /><b><span style="color: #073763;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">A. Las celebraciones de la Navidad</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>110. </b>«En la vigilia y en las tres Misas de Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición Romana» (OLM 95). Un momento distintivo de la Solemnidad de la Navidad del Señor es la costumbre de celebrar tres misas diferentes: la de medianoche, la de la aurora y la del día. Con la reforma posterior al Concilio Vaticano II se ha añadido una vespertina en la vigilia. A excepción de las comunidades monásticas, no es normal que todos participen en las tres (o cuatro) celebraciones; la mayor parte de los fieles participará en una Liturgia que será su «Misa de Navidad». Por ello se ha llevado a cabo una selección de lecturas para cada celebración. No obstante, antes de considerar algunos temas integrales y comunes a los textos litúrgicos y bíblicos, resulta ilustrativo examinar la secuencia de las cuatro misas.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>111.</b> La Navidad es la fiesta de la luz. Es opinión difundida que la celebración del Nacimiento del Señor se fijó a finales de diciembre para dar un valor cristiano a la fiesta pagana del Sol<i> invictus</i>. Aunque podría también no ser así. Si ya en la primera parte del siglo III, Tertuliano escribió que en algunos calendarios Cristo fue concebido el 25 de marzo, día que se considera como el primero del año, es posible que la fiesta de la Navidad haya sido calculada a partir de esta fecha. En todo caso, ya desde el siglo IV, muchos Padres reconocen el valor simbólico del hecho de que los días se alargan después de la Fiesta de la Navidad. Las fiestas paganas que exaltan la luz en la oscuridad del invierno no eran extrañas, y las fiestas invernales de la luz aún hoy son celebradas en algunos lugares por los no creyentes. A diferencia de ello, las lecturas y las oraciones de las diversas Liturgias natalicias evidencian el tema de la verdadera Luz que viene a nosotros en Jesucristo. El primer prefacio de Navidad exclama, dirigiéndose a Dios Padre: «Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor». El homileta debería acentuar esta dinámica de la luz en las tinieblas, que inunda estos días gozosos. Presentamos a continuación una síntesis de las características de cada Celebración.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>113. La Misa de medianoche. </b>En el corazón de la noche, mientras el resto del mundo duerme, los cristianos abren este regalo: el don del Verbo hecho carne. El profeta Isaías anuncia: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». Continúa refiriéndose a la gloriosa victoria del héroe conquistador que ha quebrantado la vara del opresor y ha tirado al fuego los instrumentos de guerra. Anuncia que el dominio de aquel que reinará será dilatado y con una paz sin límites y, por último, le llena de títulos: «Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la Paz». El comienzo del Evangelio resalta la eminencia de tal dignatario, mencionando por su nombre al emperador y al gobernador que reinaban cuando Él irrumpe en escena. La narración prosigue con una revelación impresionante: este rey potente ha nacido en un modesto pueblecito de las fronteras del Imperio Romano y su madre «lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada». El contraste entre el héroe conquistador descrito por Isaías y el niño indefenso en el establo nos trae a la mente todas las paradojas del Evangelio. El conocimiento de estas paradojas está profundamente arraigado en el corazón de los fieles y los atrae a la Iglesia en el corazón de la noche. La respuesta apropiada es unir nuestro agradecimiento al de los ángeles, cuyo canto resuena en los cielos en esta noche.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>116. </b>El Verbo se hace carne para redimirnos, gracias a su Sangre derramada, y ensalzarnos con él a la gloria de la Resurrección. Los primeros discípulos reconocieron la relación íntima entre la Encarnación y el Misterio Pascual, como testimonia el himno citado en la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 5-11). La luz de la Misa de medianoche es la misma luz de la Vigilia Pascual. Las colectas de estas dos grandes Solemnidades comienzan con términos muy similares. En Navidad, el sacerdote dice: «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera &»; en Pascua: «Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la Resurrección del Señor .». La segunda lectura de la Misa de la aurora propone una síntesis admirable de la revelación del Misterio de la Trinidad y de nuestra introducción al mismo a través del Bautismo: «Cuando se apareció la Bondad de Dios, nuestro Salvador, y su Amor al hombre, & sino que según su propia misericordia nos ha salvado: con el baño del segundo nacimiento, y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna». Las oraciones propias de la Misa del día hablan de Cristo como autor de nuestra generación divina y de cómo su nacimiento manifiesta la reconciliación que nos hace amables a los ojos de Dios. La colecta, una de las más antiguas del tesoro de las oraciones de la Iglesia, expresa sintéticamente porqué el Verbo se hace carne: «Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza; y de modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana». Una de las finalidades fundamentales de la homilía es, como afirma el presente Directorio, la de anunciar el Misterio Pascual de Cristo. Los textos de la Navidad ofrecen explícitas oportunidades para hacerlo.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>117.</b> Otra finalidad de la homilía es la de conducir a la comunidad hacia el Sacrificio Eucarístico, en el que el misterio Pascual se hace presente. Es un indicador claro la palabra «hoy», a la que recurren con frecuencia los textos litúrgicos de las Misas de Navidad. El Misterio del Nacimiento de Cristo está presente en esta celebración, pero como en su primera venida, solo puede ser percibido con la mirada de la fe. Para los pastores el gran «signo» fue, simplemente, un pobre niño clocado en el pesebre, aunque en su recuerdo glorificaban y alababan a Dios por lo que habían visto. Con la mirada de la fe tenemos que percibir al mismo Cristo, nacido hoy, bajo los signos del pan y del vino. El <i>admirabile commercium </i>del que nos habla la colecta del día de Navidad, según la cual Cristo comparte nuestra humanidad y nosotros su divinidad, se manifiesta de modo particular en la Eucaristía, como sugieren las oraciones de la celebración. En la media noche rezamos así en la oración sobre las ofrendas: «Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones en el que nos muestras tu divina largueza, haznos partícipes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable». Y en la de la aurora: «Señor, que estas ofrendas sean signo del Misterio de Navidad que estamos celebrando; y así como tu Hijo, hecho hombre, se manifestó como Dios, así nuestras ofrendas de la tierra nos hagan partícipes de los dones del cielo». Y también, en el prefacio III de Navidad: "Por él, hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva: pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>118. </b>La referencia a la inmortalidad roza otro tema recurrente en los textos de Navidad: la celebración es sólo una parada momentánea en nuestra peregrinación. El mensaje escatológico, tan evidente en el tiempo de Adviento, también encuentra aquí su expresión. En la colecta de la Vigilia, rezamos: «que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención; concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez». En la segunda lectura de la Misa de medianoche, el Apóstol nos exhorta «a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo». Y por último, en la oración después de la comunión de la Misa del día, pedimos que Cristo, autor de nuestra generación divina, nacido en este día, «nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad».</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>119.</b> Las lecturas y las oraciones de Navidad ofrecen un rico alimento al pueblo de Dios peregrino en esta vida; revelando a Cristo como Luz del mundo, nos invitan a sumergirnos en el Misterio Pascual de nuestra redención a través del «hoy» de la Celebración Eucarística. El homileta puede presentar este banquete al pueblo de Dios reunido para celebrar el nacimiento del Señor, exhortándole a imitar a María, la Madre de Jesús, que «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Evangelio, Misa de la aurora).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><br /></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Ciclos ABC. Solemnidad de la Navidad.</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">“<i><b>¿Por qué el Verbo se hizo carne?”</b></i></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>456 </b>Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>457</b> El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1Jn 4, 10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1Jn 4, 14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1Jn 3, 5):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdida la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>458</b> El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1Jn 4, 9). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>459</b> El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí … " (Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7; cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>460</b> El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (S. Ireneo, haer. , 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (S. Atanasio, Inc. , 54, 3).<i> "Unigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo" </i>("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de A., opusc 57 in festo Corp. Chr., 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">566 La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La Encarnación</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">461 Volviendo a tomar la frase de San Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 5-8; cf. LH, cántico de vísperas del sábado).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>462</b> La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>463</b> La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "El ha sido manifestado en la carne" (1Tm 3, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>470</b> Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"El Hijo de Dios… trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado" (GS 22, 2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El alma y el conocimiento humano de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>471 </b>Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituído al alma o al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un alma racional humana (cf. DS 149).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>472 </b>Este alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; Mc 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de esclavo" (Flp 2, 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>473</b> Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10, 39: DS 475). "La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella misma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios" (S. Máximo el Confesor, qu. dub. 66). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; Jn 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba también la penetración divina que tenía de los pensamientos secretos del corazón de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; Jn 6, 61; etc.).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>474</b> Debido a su unión con la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (cf. Mc 8, 31; Mc 9, 31; Mc 10, 33-34; Mc 14, 18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13, 32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La voluntad humana de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>475</b> De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto concilio ecuménico (Cc. de Constantinopla III en el año 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (DS 556).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El verdadero cuerpo de Cristo</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>476</b> Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letrán en el año 649: DS 504). Por eso se puede "pintar la faz humana de Jesús (Ga 3, 2). El séptimo Concilio ecuménico (Cc. de Nicea II, en el año 787: DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>477 </b>Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (Cc. Nicea II: DS 601).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">El Corazón del Verbo encarnado</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>478 </b>Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo… del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Enc. <i>"Haurietis aquas"</i>: DS 3924; cf. DS 3812).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">El misterio de la Navidad</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>437</b> El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2Tm 2, 8; Ap 22, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>525 </b>Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">La Virgen da hoy a luz al Eterno</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Los ángeles y los pastores le alaban</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Y los magos avanzan con la estrella.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Porque Tú has nacido para nosotros,</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Niño pequeño, ¡Dios eterno!</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">(<i>Kontakion</i>, de Romanos el Melódico)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>526 </b>"Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3, 7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable intercambio":</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><i>"O admirabile commercium! </i>El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (LH, antífona de la octava de Navidad).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Jesús es el Hijo de David</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>439</b> Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; Mt 9, 27; Mt 12, 23; Mt 15, 22; Mt 20, 30; Mt 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25–26; Jn 11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La virginidad de María</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>496 </b>Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10 - 64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido<i> "absque semine ex Spiritu Sancto" </i>(Cc Letrán, año 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Así, S. Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, … Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente" (Smyrn. 1–2).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>559</b> ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1, 32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; Lc 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Jesús escucha la oración</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2616 </b>La oración a Jesús ya ha sido escuchada por él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladrón: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paralítico: cf Mc 2, 5; la hemorroísa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las lágrimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús:<i> "Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis"</i> ("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a El dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en El nuestras voces; y la voz de El, en nosotros", Sal 85, 1; cf IGLH 7).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Dios ha dicho todo en su Verbo</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>65</b> "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1, 1-2:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>102 </b>A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en plenitud (cf. Hb 1, 1-3):</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (S. Agustín, Psal. 103, 4, 1).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">Cristo encarnado es adorado por los ángeles</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>333</b> De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios"' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios… " (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; Mt 2, 13. 19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2M 10, 29-30; 2M 11, 8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; Mt 25, 31 ; Lc 12, 8-9).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><b><span style="color: #073763;">La Encarnación y las imágenes de Cristo</span></b></i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1159</b> La imagen sagrada, el icono litúrgico, representa principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios… con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor" (S. Juan Damasceno, imag. 1, 16).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1160</b> La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación recíproca" (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1161</b> Todos los signos de la celebración litúrgica hacen referencia a Cristo: también las imágenes sagradas de la Santísima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de testigos" (Hb 12, 1) que continúan participando en la salvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través de sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente transfigurado "a su semejanza" (cf Rm 8, 29; 1Jn 3, 2), quien se revela a nuestra fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en Cristo:</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;">"Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos" (Cc. de Nicea II: DS 600).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>1162</b> "La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios" (S. Juan Damasceno, imag. 127). La contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2131 </b>Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio ecuménico (celebrado en Nicea en 787), justificó contra los iconoclastas el culto de las imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. Encarnándose, el Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #073763;"><b>2502 </b>El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza Sobreeminente Invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, "Resplandor de su gloria e Impronta de su esencia" (Hb 1, 3), en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9), belleza espiritual reflejada en la Santísima Virgen Madre de Dios, los Ángeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Monición al Credo</b></span></div><span style="color: #cc0000;">Se dice </span>Credo. <span style="color: #cc0000;">Puede introducirse con la siguiente monición.</span><br />Al proclamar nuestra fe en el misterio de la encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios, expresaremos nuestra adoración arrodillándonos al decir en el Credo las palabras <span>«</span>y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre<span>»</span><span>.</span><br /><span style="color: #cc0000;">A las palabras:</span> Y por obra... <span style="color: #cc0000;">hay que arrodillarse.</span><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Oración de los fieles</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra, para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por todos los pueblos, razas y naciones, para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>- </b></span>Por el rey, por la familia real, por el gobierno de la nación, por los gobiernos de todas las naciones, para que sus decisiones sean para el bien de todos. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados, los que sufren la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos, para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor, para que, renacidos a la vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Por nuestra ciudad (nuestro pueblo), por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos, para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría de la Navidad. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>T</b></span>e lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne que vive y reina por los siglos de los siglos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Acepta, Señor, la ofrenda de la fiesta que hoy celebramos para que, por este sagrado intercambio, seamos semejantes a aquel en quien nuestra naturaleza está unida a la tuya. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Grata tibi sit, Dómine, quaesumus, hodiérnae festivitátis oblátio, ut, per haec sacrosáncta commércia, in illíus inveniámur forma, in quo tecum est nostra substántia. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;">PREFACIO I DE NAVIDAD</span></div><div lang="es-ES"><span style="color: #cc0000;">CRISTO, LUZ DEL MUNDO</span></div><div lang="es-ES"><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.</b></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.</b></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><b>Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b></span></div><div lang="es-ES"><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:</i></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.</i></span></div><div lang="es-ES"><span style="font-size: small;"><i>Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i></span></div><div lang="es-ES"><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span><span lang="es-ES"> Reunidos en comunión </span><span style="color: #cc0000;">propio. Se dice:</span><span lang="es-ES"> para celebrar la noche santa.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Jn 1, 14</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>El Verbo se hizo carne y hemos contemplado su gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Verbum caro factum est, et vídimus glóriam eius.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>A cuantos celebramos alegres el nacimiento de nuestro Redentor, concédenos, Señor Dios nuestro, llegar así a la perfecta comunión con él mediante una vida santa. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Da nobis, quaesumus, Dómine Deus noster, ut, qui nativitátem Redemptóris nostri frequentáre gaudémus, dignis conversatiónibus ad eius mereámur perveníre consórtium. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Se puede utilizar la bendición solemne de la Natividad del Señor.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó esta noche santa aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus infinítae bonitátis, qui incarnatióne Fílii sui mundi ténebras effugávit, et eius gloriósa nativitáte hanc noctem sacratíssimam irradiávit, effúget a vobis ténebras vitiórum, et irrádiet corda vestra luce virtútum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Quique eius salutíferae nativitátis gáudium magnum pastóribus ab Angelo vóluit nuntiári, ipse mentes vestras suo gáudio ímpleat, et vos Evangélii sui núntios effíciat.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Et, qui per eius incarnatiónem terréna caeléstibus sociávit, dono vos suae pacis et bonae répleat voluntátis, et vos fáciat Ecclésiae consórtes esse caeléstis.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo </b><span style="color: #cc0000;"><b>+</b></span><b> y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, <span style="color: #cc0000;"><b>+</b></span> et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Amén.</div></div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-44560541663161716742022-11-22T12:15:00.017+01:002022-11-22T12:25:03.448+01:00San Juan Pablo II, homilía en la celebración Eucarística «in Cena Domini» (19-abril-1984).<br /><b><u>CELEBRAZIONE EUCARISTICA «IN CENA DOMINI» NELLA BASILICA DI SAN GIOVANNI IN LATERANO</u><br />OMELIA DI GIOVANNI PAOLO II</b><br />Giovedì, 19 aprile 1984<br /><br />1. “Preso un po’ del sangue dell’Agnello lo porranno sui due stipiti e sull’architrave delle case, in cui lo dovranno mangiare” (Es 12, 7).<br /><br />La prima lettura della liturgia contiene le prescrizioni particolareggiate del Libro dell’Esodo, che riguardano la cena pasquale dell’Antico Testamento.<br /><br />La morte dell’agnello è rimasta il segno della potenza di Dio, che ha liberato il suo popolo dalla schiavitù egizia.<br /><br />Il suo corpo - “la carne arrostita al fuoco” (Es 12, 8) - tutti dovevano consumarlo in fretta, pronti a partire immediatamente quando il Signore “sarebbe passato per il paese d’Egitto” (cf. Es 12, 12). Da qui: i fianchi cinti, i sandali ai piedi e il bastone in mano.<br /><br />Porranno il sangue dell’agnello “sui due stipiti e sull’architrave delle case, in cui lo dovranno mangiare”.<br /><br />Questo sangue è divenuto segno di salvezza dalla morte dei primogeniti d’Israele, allorquando la morte colpì tutti i primogeniti in terra egizia.<br /><br />Nella tradizione dell’antica alleanza, la liberazione dalla schiavitù era stabilmente legata al rito del banchetto pasquale. Era il banchetto dell’agnello: mediante la morte di quest’agnello i figli d’Israele erano stati salvati dalla morte.<br /><br />2. “Triduum sacrum”: oggi inizia il Sacro triduo. Sull’orizzonte della nuova alleanza è apparso “l’Agnello di Dio, che toglie i peccati del mondo”. Per la prima volta lo ha indicato Giovanni al battesimo nel Giordano (cf. Gv 1, 29). Al tempo stesso era l’inizio della missione messianica di Gesù di Nazaret in mezzo a Israele.<br /><br />Sacro triduo. Ecco, si è avvicinato il tempo in cui la figura veterotestamentaria dell’agnello pasquale raggiunge il suo compimento in una nuova e definitiva realtà. Questa è la realtà che Giovanni il Battista aveva annunciato sul Giordano: l’Agnello di Dio che toglie i peccati del mondo.<br /><br />Gesù vede “che il Padre gli aveva dato tutto nelle mani” (Gv 13, 3).<br /><br />Gesù sa che “già il diavolo aveva messo nel cuore di Giuda Iscariota, figlio di Simone, di tradirlo” (Gv 13, 2).<br /><br />Gesù “si alza da tavola, depone le vesti . . . e comincia a lavare i piedi dei discepoli”, come servo (cf. Gv 13, 4.5).<br /><br />Con questo servizio del Giovedì santo si prepara a compiere il sacrificio della croce. Nel sacrificio della croce, il mistero dell’Agnello di Dio<br /><br />deve compiersi sino alla fine: deve compiersi con l’intero contenuto del mistero della Redenzione.<br /><br />L’agnello pasquale ne era l’annuncio.<br /><br />3. Il mistero della redenzione compiuto nella realtà dell’Agnello di Dio deve rimanere come sacramento della Chiesa: il sacramento dell’amore.<br /><br />Questo è il sacramento legato al rito della cena, al banchetto pasquale. La liberazione dalla prepotenza del male, dalla schiavitù del peccato e della morte, deve compiersi a prezzo della morte dell’Agnello di Dio. Questa liberazione nel mistero della redenzione si unisce nuovamente al banchetto pasquale.<br /><br />Il Signore Gesù prende il pane “e dopo aver reso grazie”, lo spezza e dice: “Questo è il mio corpo che è per voi; fate questo in memoria di me” (1 Cor 11, 24).<br /><br />Poi prende il calice del vino e dice: “Questo calice è la nuova alleanza nel mio sangue; fate questo, ogni volta che ne bevete, in memoria di me” (così secondo ciò che ha registrato san Paolo nella prima lettera ai Corinzi) (1 Cor 11, 25).<br /><br />“Ogni volta infatti che mangiate di questo pane e bevete di questo calice, voi annunziate la morte del Signore finché egli venga” (1 Cor 11, 26).<br /><br />In questo modo il Sacramento del pane e del vino ha abbracciato una volta per sempre la realtà dell’Agnello di Dio.<br /><br />O, piuttosto, la realtà dell’Agnello di Dio, compiendo nella morte di Cristo la redenzione del mondo, abbraccia per tutti i tempi il Sacramento del pane e del vino istituito durante l’ultima cena: il banchetto pasquale.<br /><br />4. Ecco che allora la Chiesa, di giorno in giorno, di generazione in generazione, trova sempre di nuovo la stessa potenza della redenzione nel Sacramento della cena del Signore sotto le specie del pane e del vino.<br /><br />E celebrando questo Santissimo Sacramento la Chiesa confessa sempre di nuovo: “Ecco l’Agnello di Dio che toglie i peccati del mondo”.<br /><br />Per mezzo del Sacramento del corpo e del sangue di Cristo la Chiesa si trova costantemente al centro stesso del mistero della Redenzione.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-35892121686334818762022-11-22T11:55:00.003+01:002022-11-22T19:39:10.633+01:00Sábado 24 diciembre 2022, Sábado 24 diciembre 2022. Víspera de Navidad: Natividad del Señor, solemnidad. Misa de la vigilia.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br /><b><u>DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA</u><br /><br />En el tiempo de Navidad<br /></b><br />106. En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la manifestación del Señor: su humilde nacimiento en Belén, anunciado a los pastores, primicia de Israel que acoge al Salvador; la manifestación a los Magos, "venidos de Oriente" (Mt 2,1), primicia de los gentiles, que en Jesús recién nacido reconocen y adoran al Cristo Mesías; la teofanía en el río Jordán, donde Jesús fue proclamado por el Padre "hijo predilecto" (Mt 3,17) y comienza públicamente su ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús "manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él" (Jn 2,11).<br /><br />107. Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente relacionadas con el misterio de la manifestación del Señor: el martirio de los Santos Inocentes (28 de Diciembre), cuya sangre fue derramada a causa del odio a Jesús y del rechazo de su reino por parte de Herodes; la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de Enero; la fiesta de la Sagrada Familia (domingo dentro de la octava), en la que se celebra el santo núcleo familiar en el que "Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y antes los hombres" (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de Enero, memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María; y, aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación del Señor (2 de Febrero), celebración del encuentro del Mesías con su pueblo, representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía mesiánica de Simeón.<br /><br />108. Gran parte del rico y complejo misterio de la manifestación del Señor encuentra amplio eco y expresiones propias en la piedad popular. Esta muestra una atención particular a los acontecimientos de la infancia del Salvador, en los que se ha manifestado su amor por nosotros. La piedad popular capta de un modo intuitivo:<br />- el valor de la "espiritualidad del don", propia de la Navidad: "un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5), don que es expresión del amor infinito de Dios que "tanto amó al mundo que nos ha dado a su Hijo único" (Jn 3,16);<br />- el mensaje de solidaridad que conlleva el acontecimiento de Navidad: solidaridad con el hombre pecador, por el cual, en Jesús, Dios se ha hecho hombre "por nosotros los hombres y por nuestra salvación"; solidaridad con los pobres, porque el Hijo de Dios "siendo rico se ha hecho pobre" para enriquecernos "por medio de su pobreza" (2 Cor 8,9);<br />- el valor sagrado de la vida y el acontecimiento maravilloso que se realiza en el parto de toda mujer, porque mediante el parto de María, el Verbo de la vida ha venido a los hombres y se ha hecho visible (cfr. 1 Jn 1,2);<br />- el valor de la alegría y de la paz mesiánicas, aspiraciones profundas de los hombres de todos los tiempos: los Ángeles anuncian a los pastores que ha nacido el Salvador del mundo, el "Príncipe de la paz" (Is 9,5) y expresan el deseo de "paz en la tierra a los hombres que ama Dios" (Lc 2,14);<br />- el clima de sencillez, y de pobreza, de humildad y de confianza en Dios, que envuelve los acontecimientos del nacimiento del niño Jesús.<br /><br />La piedad popular, precisamente porque intuye los valores que se esconden en el misterio de la Navidad, está llamada a cooperar para salvaguardar la memoria de la manifestación del Señor, de modo que la fuerte tradición religiosa vinculada a la Navidad no se convierta en terreno abonado para el consumismo ni para la infiltración del neopaganismo.<br /><br /><b>La Noche de Navidad</b><br /><br />109. En el tiempo que discurre entre las primeras Vísperas de Navidad y la celebración eucarística de media noche, junto con la tradición de los villancicos, que son instrumentos muy poderosos para transmitir el mensaje de alegría y paz de Navidad, la piedad popular propone algunas de sus expresiones de oración, distintas según los países, que es oportuno valorar y, si es preciso, armonizar con las celebraciones de la Liturgia. Se pueden presentar, por ejemplo:<br />- los "nacimientos vivientes", la inauguración del nacimiento doméstico, que puede dar lugar a una ocasión de oración de toda la familia: oración que incluya la lectura de la narración del nacimiento de Jesús según San Lucas, en la cual resuenen los cantos típicos de la Navidad y se eleven las súplicas y las alabanzas, sobre todo las de los niños, protagonistas de este encuentro familiar;<br />- la inauguración del árbol de Navidad. También se presta a una acto de oración familiar semejante al anterior. Independientemente de su origen histórico, el árbol de Navidad es hoy un signo fuertemente evocador, bastante extendido en los ambientes cristianos; evoca tanto el árbol de la vida, plantado en el jardín del Edén (cfr. Gn 2,9), como el árbol de la cruz, y adquiere así un significado cristológico: Cristo es el verdadero árbol de la vida, nacido de nuestro linaje, de la tierra virgen Santa María, árbol siempre verde, fecundo en frutos. El adorno cristiano del árbol, según los evangelizadores de los países nórdicos, consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramos. Se pueden añadir otros "dones"; sin embargo, entre los regalos colocados bajo el árbol de Navidad no deberían faltar los regalos para los pobres: ellos forman parte de toda familia cristiana;<br />- la cena de Navidad. La familia cristiana que todos los días, según la tradición, bendice la mesa y da gracias al Señor por el don de los alimentos, realizará este gesto con mayor intensidad y atención en la cena de Navidad, en la que se manifiestan con toda su fuerza la firmeza y la alegría de los vínculos familiares.<div><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span></b></div><div><b><span style="color: #990000;"><u><br /></u></span></b></div><div><b>24</b><span style="color: #cc0000;"><b> SÁBADO. </b><i>Después de la Hora Nona: </i></span><div><b>COMIENZA EL TIEMPO DE NAVIDAD
Y LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR</b></div><div><b><br /></b></div><div><b><u>SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR </u></b></div><div>— Todos los sacerdotes pueden celebrar o concelebrar tres misas, con tal que se celebren a su tiempo: medianoche, aurora y día. </div><div>— Los que celebran solo una misa, dicen la que corresponda a la hora del día. </div><div>— El sacerdote que hoy celebra tres misas puede percibir tres estipendios (c. 951, 1). </div><div><b><br /></b></div><div><u><b>24 </b><span style="color: #cc0000;"><b>SÁBADO </b><i>por la tarde:</i></span></u></div><div><u><span style="color: #cc0000;"><i><br /></i></span></u></div><div><span style="color: #cc0000;">Misa </span>de la vigilia (<span style="color: #cc0000;">blanco</span>). </div><div><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra…», todos se arrodillan), Pf. Nav., embolismos props. en
las PP. EE. No se puede decir la PE IV. </div><div><b>LECC.: </b>vol. <b>I (A). </b></div><div><b>- Is 62, 1-5. </b><i>El Señor te prefiere a ti. </i></div><div><b>- Sal 88.</b> R.<i> Cantaré eternamente las misericordias del Señor. </i></div><div><b>- Hch 13, 16-17. 22-25. </b><i>Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de David. </i></div><div><b>- Mt 1, 1-25.</b> <i>Genealogía de Jesucristo, Hijo de David. </i></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> I Vísp. de la Natividad del Señor.
Comp. Dom. I.</div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>La bendición del belén colocado en la iglesia puede hacerse al final
de las Vísperas o al final de la misa de la noche (cf. Bendicional,
nn. 1245 y ss.).</div><div><b><span style="color: #cc0000;">* </span></b>Al iniciarse las fiestas de Navidad, puede bendecirse el árbol adornado para este tiempo (cf. Bendicional, nn. 1272 y ss.).</div><div><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br /><span id="docs-internal-guid-fba97df1-7fff-405e-0d3a-5a4987b5a4cf"><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">TIEMPO DE NAVIDAD </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">25 de diciembre. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; text-decoration-line: underline; text-decoration-skip-ink: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">NATIVIDAD DEL SEÑOR.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Solemnidad</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misa de la vigilia.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Esta misa se utiliza en la tarde del día 24 de diciembre, antes o después de las primeras Vísperas de Navidad.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">TEMPUS NATIVITATIS</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Die 25 decembris</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">IN NATIVITATE DOMINI</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sollemnitas</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ad Missam in Vigilia</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Haec Missa adhibetur vespere diei 24 decembris sive ante sive post I Vesperas Nativitatis.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antífona de entrada Cf. Éx 16, 6-7</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hoy sabréis que el Señor vendrá y nos salvará, y mañana veréis la gloria del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Antiphona ad introitum Cf. Ex 16, 6-7</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hódie sciétis, quia véniet Dóminus, et salvábit nos, et mane vidébitis glóriam eius.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Monición de entrada</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Nos hemos reunido aquí este día en comunión con todos los creyentes en Cristo, que en todos los países del orbe celebran, como nosotros, la Navidad del Señor. A todos nos ha convocado el mensaje del ángel a los pastores de Belén: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor».</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Se dice</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Dicitur</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria in excélsis.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oración colecta</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Oh, Dios, que cada año nos alegras con la esperanza de nuestra redención, concede a quienes acogemos gozosos a tu Unigénito, Jesucristo Señor nuestro, como Redentor poder contemplarle sin temor cuando venga también como Juez. Él, que vive y reina contigo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Collecta</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Deus, qui nos redemptiónis nostrae ánnua exspectatióne laetíficas, praesta, ut Unigénitum tuum, quem laeti suscípimus Redemptórem, veniéntem quoque Iúdicem secúri vidére mereámur Dóminum nostrum, Iesum Christum. Qui tecum.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">LITURGIA DE LA PALABRA</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lecturas de la Misa de la vigilia de la Natividad del Señor (Lec. I ABC).</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">PRIMERA LECTURA </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Is </span><span style="color: #dc2300; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">62, 1-5</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Señor te prefiere a ti</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del libro de Isaías.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Por amor a Sion no callaré, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">por amor de Jerusalén no descansaré, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">hasta que rompa la aurora de su justicia, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y su salvación llamee como antorcha. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Los pueblos verán tu justicia, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y los reyes tu gloria; </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">te pondrán un nombre nuevo, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">pronunciado por la boca del Señor. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Serás corona fúlgida en la mano del Señor </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y diadema real en la palma de tu Dios. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ya no te llamarán «Abandonada», </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">ni a tu tierra «Devastada»; </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">a ti te llamarán «Mi predilecta», </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y a tu tierra «Desposada», </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">porque el Señor te prefiere a ti, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y tu tierra tendrá un esposo. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Como un joven se desposa con una doncella, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">así te desposan tus constructores. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Como se regocija el marido con su esposa, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">se regocija tu Dios contigo. </span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra de Dios.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Te alabamos, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Salmo responsorial</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Sal 88, 4-5. 16-17. 27 y 29 (R.: 2a)</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cantaré eternamente las misericordias del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> «Sellé una alianza con mi elegido, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">jurando a David, mi siervo: </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Te fundaré un linaje perpetuo, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">edificaré tu trono para todas las edades». </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cantaré eternamente las misericordias del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro; </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">tu nombre es su gozo cada día, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">tu justicia es su orgullo. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cantaré eternamente las misericordias del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Él me invocará: “Tú eres mi padre, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">mi Dios, mi Roca salvadora”. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Le mantendré eternamente mi favor, </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y mi alianza con él será estable. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cantaré eternamente las misericordias del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">SEGUNDA LECTURA</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Hch 13, 16-17. 22-25</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Testimonio de Pablo sobre Cristo, hijo de David</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando Pablo llegó a Antioquía de Pisidia, se puso en pie en la sinagoga y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso. </span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Después, les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Encontré a David, hijo de Jesé, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">hombre conforme a mi corazón, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">que cumplirá todos mis preceptos”. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra de Dios.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Te alabamos, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aleluya</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Aleluya, aleluya, aleluya.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">V.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Mañana quedará borrada la maldad de la tierra, y reinará sobre nosotros el Salvador del mundo.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Crástina die delébitur iníquitas terrae: et regnábit super nos Salvátor mundi.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">EVANGELIO</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> (forma larga) Mt 1, 1-25</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Genealogía de Jesucristo, hijo de David</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">╬</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del santo Evangelio según san Mateo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria a ti, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La generación de Jesucristo fue de esta manera: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">y le pondrán por nombre Enmanuel, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">que significa “Dios-con-nosotros”». </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús. </span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Gloria a ti, Señor Jesús.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">EVANGELIO</span><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> (forma breve) Mt 1, 18-25</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">María dará a luz un hijo y tú le pondrá por nombre Jesús</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">╬ </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lectura del santo Evangelio según san Mateo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Gloria a ti, Señor.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La generación de Jesucristo fue de esta manera: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">salvará a su pueblo de sus pecados». </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">que significa “Dios-con-nosotros”». </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús. </span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Palabra del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="color: #cc0000; font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">R. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Gloria a ti, Señor Jesús.</span></p><br /><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">DIRECTORIO HOMILÉTICO</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">A. Las celebraciones de la Navidad</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">110. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">«En la vigilia y en las tres Misas de Navidad, las lecturas, tanto las proféticas como las demás, se han tomado de la tradición Romana» (OLM 95). Un momento distintivo de la Solemnidad de la Navidad del Señor es la costumbre de celebrar tres misas diferentes: la de medianoche, la de la aurora y la del día. Con la reforma posterior al Concilio Vaticano II se ha añadido una vespertina en la vigilia. A excepción de las comunidades monásticas, no es normal que todos participen en las tres (o cuatro) celebraciones; la mayor parte de los fieles participará en una Liturgia que será su «Misa de Navidad». Por ello se ha llevado a cabo una selección de lecturas para cada celebración. No obstante, antes de considerar algunos temas integrales y comunes a los textos litúrgicos y bíblicos, resulta ilustrativo examinar la secuencia de las cuatro misas.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">111. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La Navidad es la fiesta de la luz. Es opinión difundida que la celebración del Nacimiento del Señor se fijó a finales de diciembre para dar un valor cristiano a la fiesta pagana del Sol </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">invictus</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">. Aunque podría también no ser así. Si ya en la primera parte del siglo III, Tertuliano escribió que en algunos calendarios Cristo fue concebido el 25 de marzo, día que se considera como el primero del año, es posible que la fiesta de la Navidad haya sido calculada a partir de esta fecha. En todo caso, ya desde el siglo IV, muchos Padres reconocen el valor simbólico del hecho de que los días se alargan después de la Fiesta de la Navidad. Las fiestas paganas que exaltan la luz en la oscuridad del invierno no eran extrañas, y las fiestas invernales de la luz aún hoy son celebradas en algunos lugares por los no creyentes. A diferencia de ello, las lecturas y las oraciones de las diversas Liturgias natalicias evidencian el tema de la verdadera Luz que viene a nosotros en Jesucristo. El primer prefacio de Navidad exclama, dirigiéndose a Dios Padre: «Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor». El homileta debería acentuar esta dinámica de la luz en las tinieblas, que inunda estos días gozosos. Presentamos a continuación una síntesis de las características de cada Celebración.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">112. La Misa vespertina de la Vigilia. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aunque la celebración de la Navidad comienza con esta Misa, las oraciones y las lecturas evocan aún un sentido de temblorosa espera; en cierto sentido, esta misa es una síntesis de todo el Tiempo de Adviento. Casi todas las oraciones están conjugadas en futuro: «Mañana contemplaréis su gloria» (antífona de entrada); «Concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez» (colecta); «Mañana quedará borrada la bondad de la tierra» (canto al Evangelio); «Concédenos, Señor, empezar estas fiestas de Navidad con una entrega digna del santo misterio del nacimiento de tu Hijo en el que has instaurado el principio de nuestra salvación» (oración sobre las ofrendas); «Se revelará la gloria del Señor» (antífona de comunión). Las lecturas de Isaías en las otras Misas de Navidad describen lo que está sucediendo, mientras que el pasaje proclamado en esta Misa cuenta lo que sucederá. La segunda lectura y el pasaje evangélico hablan de Jesús como el Hijo de David y de los antepasados humanos que han preparado el camino para su venida. La genealogía del Evangelio de san Mateo, describiendo a grandes rasgos el largo camino de la Historia de la Salvación que conduce al acontecimiento que vamos a celebrar, es similar a las lecturas del Antiguo Testamento de la Vigila Pascual. La letanía de nombres aumenta la sensación de espera. En la Misa de la Vigilia somos un poco como los niños que agarran con fuerza el regalo de Navidad, esperando la palabra que les permita abrirlo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">116. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Verbo se hace carne para redimirnos, gracias a su Sangre derramada, y ensalzarnos con él a la gloria de la Resurrección. Los primeros discípulos reconocieron la relación íntima entre la Encarnación y el Misterio Pascual, como testimonia el himno citado en la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 5-11). La luz de la Misa de medianoche es la misma luz de la Vigilia Pascual. Las colectas de estas dos grandes Solemnidades comienzan con términos muy similares. En Navidad, el sacerdote dice: «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera &»; en Pascua: «Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la Resurrección del Señor .». La segunda lectura de la Misa de la aurora propone una síntesis admirable de la revelación del Misterio de la Trinidad y de nuestra introducción al mismo a través del Bautismo: «Cuando se apareció la Bondad de Dios, nuestro Salvador, y su Amor al hombre, & sino que según su propia misericordia nos ha salvado: con el baño del segundo nacimiento, y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna». Las oraciones propias de la Misa del día hablan de Cristo como autor de nuestra generación divina y de cómo su nacimiento manifiesta la reconciliación que nos hace amables a los ojos de Dios. La colecta, una de las más antiguas del tesoro de las oraciones de la Iglesia, expresa sintéticamente porqué el Verbo se hace carne: «Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza; y de modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana». Una de las finalidades fundamentales de la homilía es, como afirma el presente Directorio, la de anunciar el Misterio Pascual de Cristo. Los textos de la Navidad ofrecen explícitas oportunidades para hacerlo.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">117.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Otra finalidad de la homilía es la de conducir a la comunidad hacia el Sacrificio Eucarístico, en el que el misterio Pascual se hace presente. Es un indicador claro la palabra «hoy», a la que recurren con frecuencia los textos litúrgicos de las Misas de Navidad. El Misterio del Nacimiento de Cristo está presente en esta celebración, pero como en su primera venida, solo puede ser percibido con la mirada de la fe. Para los pastores el gran «signo» fue, simplemente, un pobre niño clocado en el pesebre, aunque en su recuerdo glorificaban y alababan a Dios por lo que habían visto. Con la mirada de la fe tenemos que percibir al mismo Cristo, nacido hoy, bajo los signos del pan y del vino. El </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">admirabile commercium</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> del que nos habla la colecta del día de Navidad, según la cual Cristo comparte nuestra humanidad y nosotros su divinidad, se manifiesta de modo particular en la Eucaristía, como sugieren las oraciones de la celebración. En la media noche rezamos así en la oración sobre las ofrendas: «Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones en el que nos muestras tu divina largueza, haznos partícipes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable». Y en la de la aurora: «Señor, que estas ofrendas sean signo del Misterio de Navidad que estamos celebrando; y así como tu Hijo, hecho hombre, se manifestó como Dios, así nuestras ofrendas de la tierra nos hagan partícipes de los dones del cielo». Y también, en el prefacio III de Navidad: "Por él, hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva: pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos".</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">118. </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La referencia a la inmortalidad roza otro tema recurrente en los textos de Navidad: la celebración es sólo una parada momentánea en nuestra peregrinación. El mensaje escatológico, tan evidente en el tiempo de Adviento, también encuentra aquí su expresión. En la colecta de la Vigilia, rezamos: «que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención; concédenos que así como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez». En la segunda lectura de la Misa de medianoche, el Apóstol nos exhorta «a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo». Y por último, en la oración después de la comunión de la Misa del día, pedimos que Cristo, autor de nuestra generación divina, nacido en este día, «nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad».</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">119.</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Las lecturas y las oraciones de Navidad ofrecen un rico alimento al pueblo de Dios peregrino en esta vida; revelando a Cristo como Luz del mundo, nos invitan a sumergirnos en el Misterio Pascual de nuestra redención a través del «hoy» de la Celebración Eucarística. El homileta puede presentar este banquete al pueblo de Dios reunido para celebrar el nacimiento del Señor, exhortándole a imitar a María, la Madre de Jesús, que «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Evangelio, Misa de la aurora).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ciclos ABC. Solemnidad de la Navidad.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Por qué el Verbo se hizo carne?”</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">456 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">457</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1Jn 4, 10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1Jn 4, 14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1Jn 3, 5):</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdida la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">458</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1Jn 4, 9). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">459</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí … "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">460</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (S. Ireneo, haer. , 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (S. Atanasio, Inc. , 54, 3). </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Unigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de A., opusc 57 in festo Corp. Chr. , 1).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">566 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La Encarnación</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">461</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Volviendo a tomar la frase de San Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 5-8; cf. LH, cántico de vísperas del sábado).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">462</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">463</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "El ha sido manifestado en la carne" (1Tm 3, 16).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">470</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"El Hijo de Dios… trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado" (GS 22, 2).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El alma y el conocimiento humano de Cristo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">471 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituido al alma o al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un alma racional humana (cf. DS 149).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">472 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Este alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; Mc 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición de esclavo" (Flp 2, 7).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">473</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10, 39: DS 475). "La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella m isma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios" (S. Máximo el Confesor, qu. dub. 66). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento íntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; Jn 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba también la penetración divina que tenía de los pensamientos secretos del corazón de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; Jn 6, 61; etc.).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">474</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Debido a su unión con la Sabiduría divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (cf. Mc 8, 31; Mc 9, 31; Mc 10, 33-34; Mc 14, 18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13, 32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La voluntad humana de Cristo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">475</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto concilio ecuménico (Cc. de Constantinopla III en el año 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (DS 556).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El verdadero cuerpo de Cristo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">476</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letrán en el año 649: DS 504). Por eso se puede "pintar la faz humana de Jesús (Ga 3, 2). El séptimo Concilio ecuménico (Cc. de Nicea II, en el año 787: DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">477 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (Cc. Nicea II: DS 601).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El Corazón del Verbo encarnado</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">478 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo… del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Enc. "</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Haurietis aquas</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">": DS 3924; cf. DS 3812).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El misterio de la Navidad</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">437</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2Tm 2, 8; Ap 22, 16).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">525 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La Virgen da hoy a luz al Eterno</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Los ángeles y los pastores le alaban</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Y los magos avanzan con la estrella.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Porque Tú has nacido para nosotros,</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Niño pequeño, ¡Dios eterno!</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">(</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Kontakion</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">, de Romanos el Melódico)</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">526 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3, 7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable intercambio":</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">O admirabile commercium!</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (LH, antífona de la octava de Navidad).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús es el Hijo de David</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">439</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; Mt 9, 27; Mt 12, 23; Mt 15, 22; Mt 20, 30; Mt 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25–26; Jn 11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La virginidad de María</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">496 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10 - 64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido "</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">absque semine ex Spiritu Sancto</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">" (Cc Letrán, año 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Así, S. Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, … Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente" (Smyrn. 1–2).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">559</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1, 32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hosanna</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; Lc 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Jesús escucha la oración</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2616 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La oración a Jesús ya ha sido escuchada por él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladrón: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paralítico: cf Mc 2, 5; la hemorroísa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las lágrimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: "</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">" ("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a El dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en El nuestras voces; y la voz de El, en nosotros", Sal 85, 1; cf IGLH 7).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Dios ha dicho todo en su Verbo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">65</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1, 1-2:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">102 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en plenitud (cf. Hb 1, 1-3):</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (S. Agustín, Psal. 103, 4, 1).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cristo encarnado es adorado por los ángeles</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">333</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios"' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios… " (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; Mt 2, 13. 19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2M 10, 29-30; 2M 11, 8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; Mt 25, 31 ; Lc 12, 8-9).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La Encarnación y las imágenes de Cristo</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1159</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La imagen sagrada, el icono litúrgico, representa principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios… con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor" (S. Juan Damasceno, imag. 1, 16).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1160</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación recíproca" (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1161</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Todos los signos de la celebración litúrgica hacen referencia a Cristo: también las imágenes sagradas de la Santísima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de testigos" (Hb 12, 1) que continúan participando en la salvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través de sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente transfigurado "a su semejanza" (cf Rm 8, 29; 1Jn 3, 2), quien se revela a nuestra fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en Cristo:</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">"Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos" (Cc. de Nicea II: DS 600).</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">1162</span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> "La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios" (S. Juan Damasceno, imag. 127). La contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2131 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio ecuménico (celebrado en Nicea en 787), justificó contra los iconoclastas el culto de las imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. Encarnándose, el Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las imágenes.</span></p><p dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;"><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 700; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">2502 </span><span style="font-family: "Liberation Serif"; font-size: 12pt; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza Sobreeminente Invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, "Resplandor de su gloria e Impronta de su esencia" (Hb 1, 3), en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9), belleza espiritual reflejada en la Santísima Virgen Madre de Dios, los Ángeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.</span></p></span><br /><br /><br />Monición al Credo<br /><br />Se dice Credo. Puede introducirse con la siguiente monición.<br /><br />Al proclamar nuestra fe en el misterio de la encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios, expresaremos nuestra adoración arrodillándonos al decir en el Credo las palabras «y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre».<br /><br />A las palabras: Y por obra... todos se arrodillan.<br /><br /><br />Oración de los fieles<br /><br />Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.<br />- Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra, para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.<br />- Por todos los pueblos, razas y naciones, para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia. Roguemos al Señor.<br />- Por el rey, por la familia real, por el gobierno de la nación, por los gobiernos de todas las naciones, para que sus decisiones sean para el bien de todos. Roguemos al Señor.<br />- Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados, los que sufren la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos, para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo. Roguemos al Señor.<br />- Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor, para que, renacidos a la vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad. Roguemos al Señor.<br />- Por nuestra ciudad (nuestro pueblo), por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos, para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría de la Navidad. Roguemos al Señor.<br />Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne que vive y reina por los siglos de los siglos.<br /><br /><br />Oración sobre las ofrendas<br />Concédenos, Señor, iniciar con fervor la celebración de esta solemnidad del mismo modo que manifiestas en ella el comienzo de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.<br />Tanto nos, Dómine, quaesumus, promptióre servítio haec praecúrrere concéde sollémnia, quanto in his constáre princípium nostrae redemptiónis osténdis. Per Christum.<br /><br />PREFACIO I DE NAVIDAD<br /><span style="color: #cc0000;">CRISTO, LUZ DEL MUNDO</span><br /><span style="color: #cc0000;">37. Este prefacio se dice en las misas del día de Navidad y de su octava; durante la octava, se dice incluso en aquellas misas que, si se celebraran en otro tiempo, tendrían prefacio propio, a no ser que se trate de la misa de un misterio o Persona divina, que tiene prefacio propio. También se dice en las ferias del tiempo de Navidad.<br />En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.<br />Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</span><br /><i><span style="color: #cc0000;">I. Cuando se utiliza el Canon romano, se dice</span></i> Reunidos en comunión <i><span style="color: #cc0000;">propio. En la misa que se celebra en la vigilia o en la noche de Navidad se dice:</span></i> para celebrar la noche santa;<i><span style="color: #cc0000;"> después se dice siempre:</span></i> para celebrar el día santo.<br /><i><span style="color: #cc0000;">II. Cuando se utiliza la plegaria eucarística II, se dice la intercesión</span></i> Acuérdate, Señor<i><span style="color: #cc0000;"> propia. En la misa que se celebra en la vigilia o en la noche de Navidad se dice:</span></i><br />reunida aquí en la noche santa; después se dice siempre: reunida aquí en el día santo.<br /><i><span style="color: #cc0000;">III. Cuando se utiliza la plegaria eucarística III, se dice el recuerdo propio en la intercesión </span></i>Atiende los deseos. <i><span style="color: #cc0000;">En la misa que se celebra en la vigilia o en la noche de Navidad se dice:</span></i> en tu presencia en la noche santa; <i><span style="color: #cc0000;">después se dice siempre:</span></i> en tu presencia en el día santo.<br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:<br />Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, Santo, Santo…</b></div><div><br /><i><span style="color: #cc0000;">Quando adhibetur Canon romanus, dicitur</span></i> Communicántes proprium, ut infra. <i><span style="color: #cc0000;">In Missa quae celebratur in Vigilia et in nocte Nativitatis Domini dicitur:</span></i> et noctem sacratíssimam celebrántes, qua,<i><span style="color: #cc0000;"> etc.; deinde semper dicitur: </span></i>et diem sacratíssimum celebrántes, quo, <i><span style="color: #cc0000;">etc., usque ad octavam Nativitatis Domini.</span></i><br /><br /><br /><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-iii.html">PLEGARIA EUCARÍSTICA III</a><br /><i><span style="color: #cc0000;">Se dice el recuerdo propio en la intercesión</span></i> Atiende los deseos. <span style="color: #cc0000;">Se dice: </span>en tu presencia en la noche santa. <br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de la comunión Cf. Is 40, 5</span><br /><b>Se revelará la gloria del Señor, y todos los hombres juntos verán la salvación de nuestro Dios.</b><br /><i>Revelábitur glória Dómini, et vidébit omnis caro salutáre Dei nostri.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Al conmemorar el nacimiento de tu Hijo Unigénito concédenos, Señor, ser fortalecidos por el sacramento celestial que hemos comido y bebido. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Da nobis, quaesumus, Dómine, Unigéniti Fílii tui recensíta nativitáte vegetári, cuius caelésti mystério páscimur et potámur. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><i>Se puede utilizar la bendición solemne de la <b>Natividad del Señor.</b></i></span><br /><b>Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó esta noche santa aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.</b><br /><i>Deus infinítae bonitátis, qui incarnatióne Fílii sui mundi ténebras effugávit, et eius gloriósa nativitáte hanc noctem sacratíssimam irradiávit, effúget a vobis ténebras vitiórum, et irrádiet corda vestra luce virtútum.</i><br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén. </div><div><b>Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.</b><br /><i>Quique eius salutíferae nativitátis gáudium magnum pastóribus ab Angelo vóluit nuntiári, ipse mentes vestras suo gáudio ímpleat, et vos Evangélii sui núntios effíciat.</i></div><div><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.</div><div><b>Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.</b><br /><i>Et, qui per eius incarnatiónem terréna caeléstibus sociávit, dono vos suae pacis et bonae répleat voluntátis, et vos fáciat Ecclésiae consórtes esse caeléstis.</i></div><div><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén.</div><div><b>Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo <span style="color: #cc0000;">+</span> y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.</b><br /><i>Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, <b><span style="color: #cc0000;">+</span></b> et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper.</i></div><div><span style="color: #cc0000;">R. </span>Amén. </div></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-2636561857854940852022-11-22T00:39:00.002+01:002022-11-22T12:39:56.627+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa de la cena del Señor (21-abril-2011).<span style="color: #990000; font-weight: bold;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span><br /><br /><div><br /></div><div><span style="color: #990000; font-weight: bold;"><u>CALENDARIO</u></span><br /><b><br /></b><div><b>24 </b><span style="color: #cc0000;"><b>SÁBADO.</b><i> Hasta la Hora Nona (en que termina el Adviento): </i></span><div><b><span style="color: #cc0000;"><u>SÁBADO DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO </u></span></b></div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Misa </span></b>de sábado-<b>24 de diciembre</b> (<span style="color: #cc0000;">morado</span>). </div><div><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props., Pf. II o IV Adv. </div><div><b>LECC.: </b>vol. <b>II. </b></div><div><b>- 2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16. </b><i>El reino de David se mantendrá siempre
firme ante el Señor. </i></div><div><b>- Sal 88. </b>R. <i>Cantaré eternamente tus misericordias, Señor. </i></div><div><b>- Lc 1, 67-79. </b><i>Nos visitará el Sol que nace de lo alto. </i></div><div><br /></div><div><span style="color: #cc0000;"><b>Liturgia de las Horas:</b> </span>oficio de sábado-24 de diciembre. </div><div><br /></div><div><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio: </span></b>elogs. del 25 de diciembre, pág. 733. </div><div><br /></div><div><b>TERMINA EL TIEMPO DE ADVIENTO</b></div><div><br /></div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><div><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA<br /></u></span></b><br /><b><u>24 de diciembre. Feria de Adviento</u></b><br /><span style="color: #cc0000;">Misa matutina<br /><br />Antífona de entrada Cf. Gál 4, 4</span><br /><b>Ya llega la plenitud del tiempo, en la que Dios envía a su Hijo a la tierra.</b><br /><i>Ecce iam venit plenitúdo témporis, in quo misit Deus Fílium suum in terram.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que lo esperan todo de tu amor. Tú, que vives y reinas con el Padre.</b><br /><i>Festína, quaesumus, ne tardáveris, Dómine Iesu, ut advéntus tui consolatiónibus sublevéntur, qui in tua pietáte confídunt. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia saecula saeculórum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b><br />Lecturas del 24 de diciembre, Misa matutina (Lec. II).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA</b> 2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a.16<br />El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor</span><br />Lectura del segundo libro de Samuel.<br /><br />Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:<br />«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».<br />Natán dijo al rey:<br />«Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».<br />Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:<br />«Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía?<br />Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.<br />En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo.<br />Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mi; tu trono durará para siempre"».<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 (R.: cf. 2a)<br />R.<b> </b></span><b>Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.</b><br /><i>Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Cantaré eternamente las misericordias del Señor,<br />anunciaré tu fidelidad por todas las edades.<br />Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,<br />más que el cielo has afianzado tu fidelidad.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.</b><br /><i>Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> «Sellé una alianza con mi elegido,<br />jurando a David, mi siervo:<br />Te fundaré un linaje perpetuo,<br />edificaré tu trono para todas las edades».<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.</b><br /><i>Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> «Él me invocará: “Tú eres mi padre,<br />mi Dios, mi Roca salvadora”;<br />Le mantendré eternamente mi favor,<br />y mí alianza con él será estable».<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.</b><br /><i>Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Aleluya<br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><i>Oriens, splendor lucis ætérnæ et sol iustítiæ: veni, et illúmina sedéntes in ténebris et umbra mortis.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 1, 67-79<br />Nos visitará el sol que nace de lo alto<br />╬ </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.<br /><br />En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:<br />«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,<br />porque ha visitado y “redimido a su pueblo”,<br />suscitándonos una fuerza de salvación<br />en la casa de David, su siervo,<br />según lo había predicho desde antiguo<br />por boca de sus santos profetas.<br />Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos<br />y de la mano de todos los que nos odian;<br />realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,<br />recordando su santa alianza”<br />y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán”<br />para concedernos que, libres de temor,<br />arrancados de la mano de los enemigos,<br />le sirvamos con santidad y justicia,<br />en su presencia, todos nuestros días.<br />Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,<br />porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”,<br />anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados.<br />Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,<br />nos visitará el sol que nace de lo alto,<br />para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,<br />para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #073763;">Papa Francisco, Homilía,</span><span style="color: #073763;"> Gyumri, Armenia </span><span style="color: #073763;">25-junio-2016</span></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;">Una gracia que tenemos que pedir es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, como dice el Evangelio de hoy, él no nos ha olvidado, sino que se «acuerda» (cf. Lc 1, 72) de nosotros: nos ha elegido, amado, llamado y perdonado; hay momentos importantes de nuestra historia personal de amor con él que debemos reavivar con la mente y el corazón. Pero hay también otra memoria que se ha de custodiar: la memoria del pueblo. Los pueblos, en efecto, tienen una memoria, como las personas. Y la memoria de vuestro pueblo es muy antigua y valiosa. En vuestras voces resuenan la de los santos sabios del pasado; en vuestras palabras se oye el eco del que ha creado vuestro alfabeto con el fin de anunciar la Palabra de Dios; en vuestros cantos se mezclan los llantos y las alegrías de vuestra historia. Pensando en todo esto, podéis reconocer sin duda la presencia de Dios: él no os ha dejado solos. Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el Evangelio de hoy que el Señor ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68): se ha acordado de vuestra fidelidad al Evangelio, de las primicias de vuestra fe, de todos los que han dado testimonio, aun a costa de la sangre, de que el amor de Dios vale más que la vida (cf. Sal 63, 4). Qué bueno es recordar con gratitud que la fe cristiana se ha convertido en el aliento de vuestro pueblo y el corazón de su memoria.</span></div></div><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Invoquemos a Dios Padre, que nos envía a Jesucristo, Sol que nace de lo alto, y digámosle:<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Manifiesta, Señor, tu gloria.<br />- Para que el Señor Jesús abaje los montes del egoísmo y levante los valles del desánimo. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que destruya los muros del odio y allane los caminos de la concordia. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que visite con su gracia de consolación a todos los afligidos. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br />- Para que nos prepare a recibirlo con corazón puro y generoso. Oremos. <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><b><span style="color: #cc0000;">E</span></b>scúchanos, Padre de bondad, en nombre de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Acepta, Señor, con bondad los dones de esta ofrenda y haz que, al recibirlos, nos purifiquen de nuestros pecados y podamos esperar con el corazón limpio la gloriosa venida de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.</b><br /><i>Obláta tibi, Dómine, múnera benígnus assúme, ut eórum perceptióne expiémur a peccátis, et advéntus Fílii tui glóriam puris mereámur méntibus praestolári. Per Christum.</i><br /><br />PREFACIO II DE ADVIENTO<br /><span style="color: #cc0000;">LA DOBLE EXPECTACIÓN DE CRISTO</span><br /><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.<br />A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres.<br />El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.<br />Quem praedixérunt cunctórum praecónia prophetárum, Virgo Mater ineffábili dilectióne sustínuit, Ioánnes cécinit affutúrum et adésse monstrávit. Qui suae nativitátis mystérium tríbuit nos praeveníre gaudéntes, ut et in oratióne pervígiles et in suis invéniat láudibus exsultántes.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, santo Santo...<br /></b><br /><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-iii.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA III</a><br /><br />Antífona de comunión Lc 1, 68</span><br /><b>Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.</b><br /><i>Benedíctus Dóminus Deus Israel, quia visitávit et fecit redemptiónem plebis suae.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Recreados por tu admirable don, Señor, concédenos prepararnos para adorar a tu Hijo en su nacimiento, de manera que recibamos con gozo sus bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Da nobis, Dómine, hoc dono tuo mirábili recreátis, ut, sicut adoránda Fílii tui natalícia praevenímus, sic eius múnera capiámus sempitérna gaudéntes. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.<br /></i><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del 25 de diciembre<br /><span style="font-size: medium;">P</span></span></b>asados innumerables siglos desde de la creación del mundo, cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra y formó al hombre a su imagen; después también de muchos siglos, desde que el Altísimo pusiera su arco en las nubes tras el diluvio como signo de alianza y de paz; veintiún siglos después de la emigración de Abrahán, nuestro padre en la fe, de Ur de Caldea; trece siglos después de la salida del pueblo de Israel de Egipto bajo la guía de Moisés; cerca de mil años después de que David fue ungido como rey, en la semana sesenta y cinco según la profecía de Daniel; en la Olimpíada ciento noventa y cuatro, el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de la Urbe, el año cuarenta y dos del imperio de César Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz, Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su piadosísima venida, concebido del Espíritu Santo, nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judea, hecho hombre, de María Virgen: <b>la Natividad de nuestro Señor Jesucristo</b> según la carne.<br /><b>2. </b>En Roma, conmemoración de<b> santa Anastasia, mártir </b>de la región de Srijem, en Panonia, actual Croacia. <span style="color: #cc0000;">(s. III/IV)</span><br /><b>3. </b>También en Roma, en el cementerio de Aproniano, en la vía Latina, <b>santa Eugenia, mártir</b>.<span style="color: #cc0000;"> (s. III/IV)</span><br /><b>4. </b>De nuevo en Roma, igualmente en la vía Latina, <b>santos Jovino y Basileo, mártires</b>.<span style="color: #cc0000;"> (s. III/IV)</span><br /><b>5*. </b>En el monasterio de Cluny, de la región de Borgoña, en Francia,<b> beato Pedro el Venerable</b>, abad, que rigió la Orden monástica según los preceptos de la primitiva observancia y compuso muchos tratados. <span style="color: #cc0000;">(1156)</span><br /><b>6*.</b> En San Severino, lugar del Piceno, actual región italiana de Las Marcas,<b> beato Bentivolio de Bonis</b>, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador.<span style="color: #cc0000;"> (1232)</span><br /><b>7*.</b> En Unzen, en Japón,<b> beato Miguel Nakasima</b>, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, siendo catequista, a causa de su fe en Cristo consiguió la corona del martirio al ser sumergido en agua hirviendo. <span style="color: #cc0000;">(1628)</span><br /><b>8*. </b>En Roma, <b>beata María de los Apóstoles (María Teresa) von Wüllenweber</b>, virgen, alemana de origen, que inflamada por el ardor misionero fundó el Instituto de Hermanas del Divino Salvador, en Tívoli, población del Lacio. <span style="color: #cc0000;">(1907)</span><br /><b>9. </b>En Cracovia, en Polonia, <b>san Alberto (Adán) Chmielowski</b>, religioso, célebre pintor, que se entregó a los pobres procurando ser bueno con todos, y para ello fundó las Congregaciones de Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden Regular de San Francisco, siervos de los pobres. <span style="color: #cc0000;">(1916)</span><br /></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div></div><span style="color: #073763;"><b>- Beata Antonia Maria Verna</b> (1773- Rivarolo Canavese, Turín 1838). Virgen, que sintiendo en su corazón el llamado del Señor, dedicó su vida a ofrecer gratuitamente instrucción y caridad, y para ello fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Inmaculada Concepción de Ivrea.</span><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-48222552736961924962022-11-21T12:08:00.001+01:002022-11-21T12:11:49.531+01:00Viernes 23 diciembre 2022, 23 de diciembre, Viernes de la IV semana de Adviento, feria o san Juan de Kety, presbítero, conmemoración.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br />VIAGGIO APOSTOLICO IN COREA, PAPUA NUOVA GUINEA, ISOLE SALOMONE E THAILANDIA<br /><b><u>SANTA MESSA A TAEGU CON ORDINAZIONI SACERDOTALI</u><br />OMELIA DI GIOVANNI PAOLO II</b><br />Sabato, 5 maggio 1984<br /><br />Diletti fratelli e sorelle in Cristo,<br /><br />diletti giovani che ricevete il sacerdozio in questa solenne assemblea di fede e di fervente preghiera.<br /><br />1. Questa mattina, qui a Taegu, alla presenza dei vostri vescovi, di tanti ospiti, circondati da tanti sacerdoti, religiosi e laici del popolo di Dio di questa terra - e da tanti giovani entusiasti che vi amano e che vi sostengono con le loro preghiere - voi ricevete il dono del sacerdozio. È un dono a voi e alla Chiesa che viene da Cristo stesso.<br /><br />In questa giornata dedicata alla partecipazione, è buona cosa che riconosciamo che Dio stesso è il primo a condividere i suoi doni con noi. “Che cosa mai possiedi - chiede san Paolo nella lettura che abbiamo ora ascoltato - che tu non abbia ricevuto?” (1 Cor 4, 7). Infatti è attraverso il dono di Dio che d’ora innanzi sarete considerati “ministri di Cristo e amministratori dei misteri di Dio” (1 Cor 4, 1). Sono sicuro che avete meditato profondamente queste parole e che sono impresse nelle vostre menti e nei vostri cuori. Rappresentano per voi la vostra identità di sacerdoti di Gesù Cristo.<br /><br />2. Diventando sacerdoti, voi ricevete un’effusione sacramentale dello Spirito Santo. Cristo vi dà una partecipazione al suo sacerdozio: vi unisce a sé nell’opera di redenzione. È certamente un privilegio per voi essere stati scelti, ma un privilegio che comporta un servizio: un servizio come quello di Gesù, che non è venuto per essere servito, ma per servire (cf. Mt 20, 28), come quello di Maria, l’umile serva di Dio (cf. Lc 1, 48). Cristo vi ha scelti per essere ministri e amministratori. In quale modo lo servirete? Queste sono le sue parole: “Se uno mi vuole servire, mi segua” (Gv 12, 26). Come sacerdoti siete chiamati a seguire il divino Maestro in una maniera particolare. Siete chiamati ad una funzione di discepoli, che coinvolge il livello più profondo della vostra personalità. Riceverete una conformazione sacramentale a Cristo che coinvolge ogni settore della vostra vita. Stiamo parlando infatti del modo particolare del sacerdote di partecipare al mistero pasquale della passione, morte e risurrezione del nostro Salvatore. Ascoltiamo ancora le parole di Cristo: “In verità, in verità vi dico: se il chicco di grano non muore, rimane solo; se invece muore, produce molto frutto” (Gv 12, 24). La Chiesa insiste giustamente sul fatto che la vostra ordinazione sacerdotale è un “morire a se stessi”, perché è precisamente questa donazione di se stessi che apre la via per dare frutti: se il chicco di grano muore, produce molto frutto.<br /><br />3. Vi spaventano talvolta le richieste che Cristo vi fa? Certamente vi rendete conto che il vostro servizio sacerdotale esigerà spesso da voi il coraggio del sacrificio di voi stessi. È in momenti come questi che dovete avere presente il modo di reagire di Gesù a queste stesse paure, come lo descrive la lettura odierna del Vangelo: “Ora l’anima mia è turbata; e che devo dire? Padre, salvami da quest’ora? Ma per questo sono giunto a quest’ora!” (Gv 12, 27).<br /><br />Il vostro scopo come sacerdoti è di essere uno con Cristo nell’opera di redenzione: “Dove sono io, là sarà anche il mio servo” (Gv 12, 26). Possa l’esempio dei vostri sacerdoti coreani martiri parlare ai vostri cuori, rivelandovi la vera natura della vostra vocazione, allontanando ogni falsa aspettativa. Possano questi uomini, che parteciparono pienamente al mistero pasquale di Cristo, essere vostri modelli di servizio generoso e di sacrificio sacerdotale.<br /><br />4. Dove si attua oggi il mistero pasquale di Cristo? Si attua soprattutto nel grande dono dell’Eucaristia, del quale voi siete fatti ministri. Cristo affida questo supremo dono a voi. Nella celebrazione dell’Eucaristia, agendo nella persona di Cristo e proclamando il suo mistero, voi rinnovate e attualizzate il sacrificio unico del Nuovo Testamento, il sacrificio nel quale Cristo si offerse al Padre come vittima senza macchia per il perdono dei peccati (cf.<i> Lumen Gentium</i>, 28).<br /><br />Egli non affida soltanto questo dono al vostro ministero; vi invita anche a parteciparvi ancor più pienamente. Così l’Eucaristia diventa il nutrimento della vostra vita sacerdotale. Come la vita di Gesù riceve il suo pieno significato ed è completata nel mistero pasquale, così il sacerdote trova nell’Eucaristia il pieno significato della sua vita, la fonte della sua forza, e la gioia del suo servizio pastorale consacrato al popolo di Dio. Alla mensa della parola e del pane di vita voi rendete Cristo presente per la costruzione della comunità ecclesiale.<br /><br />5. È specialmente dall’Eucaristia che attingerete la forza per seguire Cristo ed essere dove egli è: “Dove sono io, là sarà anche il mio servo”. Gesù Cristo è dove il Vangelo ce lo mostra: nella povertà, nell’umiltà e nella vulnerabilità, al momento della sua nascita; nel suo condividere le gioie e i dolori del suo popolo; vicino alla vita quotidiana degli uomini e delle donne del suo Paese; nel benedire i bambini; nel conversare con i giovani, nella sua comprensione per tutti. Lo vediamo soprattutto quando prega il suo Padre celeste, cercando il silenzio e la solitudine per riflettere sulla volontà del Padre, accettando questa volontà nell’obbedienza fino alla morte (cf. Fil 2, 8). Cristo era sempre là dove lo voleva il Padre. E anche oggi egli è vicino ai poveri, ai malati, agli emarginati, agli oppressi, ai peccatori. È qui che si trova Cristo, è qui che si trova la Chiesa. Qui voi siete chiamati ad essere, come sacerdoti. Tutta questa gente è ancora in attesa della buona novella della redenzione, della speranza delle beatitudini.<br /><br />Cristo ha qualche cosa da dare ad ogni uomo, ad ogni donna o bambino che ha redento. Schiude i tesori della verità ultima e i tesori dell’amore del Padre a tutti coloro che lo ascoltano e lo accettano. Ma per poter vivere “per gli altri”, anche voi dovete vivere secondo questa verità e questo amore. Non vi lasciate ingannare da altri messaggi, anche se sono proclamati nel nome di Cristo. Siete chiamati ad essere testimoni del paradosso proposto da Cristo: “Chi ama la sua vita la perde, e chi odia la sua vita in questo mondo la conserverà per la vita eterna” (Gv 12, 25). Sì, siete chiamati ad essere portatori della speranza di vita eterna, una speranza che illumina e completa tutte le realtà temporali: “Se uno mi serve . . . il Padre lo onorerà” (Gv 12, 26).<br /><br />6. Fratelli carissimi: “Che cosa mai possiedi che tu non abbia ricevuto?” (1 Cor 4, 7). Il sacerdozio è il grande dono che Dio vi ha fatto. Metterà radici nei vostri cuori più pienamente, e produrrà frutti più abbondanti, quanto più comprenderete la gratuità del dono. Come Maria, anche voi dovete esultare in Dio vostro salvatore, che ha guardato la vostra umiltà (cf. Lc 1, 47-48). La consapevolezza della sproporzione tra la grandezza soprannaturale del dono e la vostra indegnità vi impedirà di diventare orgogliosi: come ci è stato ricordato nella prima lettura, ci impedirà di “vantarci” come se non l’avessimo ricevuto (1 Cor 4, 7).<br /><br />Soprattutto, sarete mossi a rispondere all’amore con amore: a donarvi per la salvezza del mondo con generosità e coraggio totali: a rispondere al dono con il dono. Questa è la vera sfida del vostro sacerdozio: “Quanto si richiede negli amministratori è che ognuno risulti fedele” (1 Cor 4, 2). Che siate fedeli: è questa la mia preghiera per voi; questa deve essere la vostra risposta a Cristo e alla Chiesa; questa è la prova del vostro amore per i vostri fratelli e le vostre sorelle in questo Paese, che guardano a voi per una guida e per un esempio ispiratore.<br /><br />7. Il Papa vuole rivolgere uno speciale saluto anche ai molti giovani presenti a questa ordinazione. Sono veramente felice di vederne tanti. Siete pieni di vita e di speranza, riuniti qui per partecipare al mistero pasquale del Signore nell’Eucaristia, e anche per essere testimoni di questo meraviglioso avvenimento in cui dei giovani vengono ordinati al sacerdozio. È certamente per tutti voi motivo di meraviglia che questi giovani, una parte così consistente della vostra generazione, diventino oggi sacerdoti. Anche a ognuno di voi si pone la sfida di dare un significato pieno alla propria vita, quella vita unica che vi è data di vivere.<br /><br />Siete giovani, e volete vivere. Ma dovete vivere pienamente, e con uno scopo. Dovete vivere per Dio, dovete vivere per gli altri. E nessuno può vivere questa vita al vostro posto. L’avvenire è vostro, pieno come è di pericoli e di possibilità, di speranze e di angosce, di sofferenze e di felicità. Ma l’avvenire è soprattutto una chiamata e una sfida a “conservare” la vostra vita rinunciando ad essa “perdendola” - come ha ricordato il Vangelo -, condividendola attraverso il servizio amorevole agli altri. La misura del vostro successo sarà la misura della vostra generosità. In una parola sola, dovrete vivere in Cristo Gesù, per la gloria del Padre, nell’unità dello Spirito Santo. Amen.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u> CALENDARIO</u></span><br /><br />23 <span style="color: #cc0000;"><u>VIERNES DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO, feria o SAN JUAN DE KETY, presbítero, conmemoración </u><br /><br />Misa</span></b><span style="color: #cc0000;"> </span>de feria-23 de diciembre (<span style="color: #cc0000;">morado</span>). <br /><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. II o IV de Adv. <br /><b>LECC.: </b>vol. <b>II. <br />- Mal 3, 1-4. 23-24. </b><i>Os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor. </i><br /><b>- Sal 24. </b>R. <i>Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. </i><br /><b>- Lc 1, 57-66. </b><i>Nacimiento de Juan Bautista. </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>oficio de feria-23 de diciembre o de la conmemoración, ant. Mag. «Oh, Emmanuel». <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 24 de diciembre, pág. 732.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br /><b><u>23 de diciembre. Feria de Adviento<br /></u></b><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Cf. Is 9, 5; Sal 71, 17</span><br /><b>Un niño nos va a nacer y su nombre es: Dios fuerte; él sea la bendición de todos los pueblos.</b><br /><i>Nascétur nobis párvulus, et vocábitur Deus, Fortis; in ipso benedicéntur omnes tribus terrae.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Dios todopoderoso y eterno, al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne, te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos, recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro, que se ha dignado encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.</b><br /><i>Omnípotens sempitérne Deus, nativitátem Fílii tui secúndum carnem propinquáre cernéntes, quaesumus, ut nobis indígnis fámulis tuis misericórdiam praestet Verbum, quod ex Vírgine María dignátum est caro fíeri, et in nobis habitáre Iesus Christus, Dóminus noster. Qui tecum.</i><br /><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><span style="color: #cc0000;">En la conmemoración:</span></b></div>23 de diciembre<br /><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;"><u><b>San Juan de Kety, presbítero</b></u></div><i style="color: #cc0000;"><br /></i><i style="color: #cc0000;">Oración colecta propia. El resto de la feria de Adviento.</i><br /><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Elogio del martirologio</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">San Juan de Kety, presbítero, el cual, siendo sacerdote, se dedicó a la enseñanza durante muchos años en la Academia de Cracovia, después recibió el encargo pastoral de la parroquia de Olkusia, en donde, añadiendo a la recta fe un cúmulo de virtudes, se convirtió para los cooperadores y discípulos en ejemplo de piedad y caridad hacia el prójimo, y después emigró a los gozos celestiales en Cracovia, ciudad de Polonia.<span style="color: #cc0000;"> (1473)</span></div><br /><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;"><b>Dios todopoderoso, concédenos actuar con la sabiduría de los santos, a ejemplo del presbítero san Juan de Kety, para que, practicando la misericordia con todos, obtengamos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><i>Da, quaesumus, omnípotens Deus, ut, exémplo beáti Ioánnis presbyteri, in sanctórum sciéntia procedámus, atque, misericórdiam ómnibus exhibéntes, apud te indulgéntiam consequámur. Per Dóminum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b><br />Lecturas del día 23 de diciembre, feria de Adviento (Lec. II).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA</b> Mal 3, 1-4. 23-24<br />Os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor</span><br />Lectura de la profecía de Malaquías.<br /><br />Esto dice el Señor Dios:<br />«Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí.<br />De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.<br />¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.<br />Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño.<br />Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14 (R.: Lc 21, 28)<br />R. </span><b>Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.</b><br /><i>Respícite et leváte cápita vestra, quóniam appropínquat redémptio vestra.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Señor, enséñame tus caminos,<br />instrúyeme en tus sendas:<br />haz que camine con lealtad;<br />enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.</b><br /><i>Respícite et leváte cápita vestra, quóniam appropínquat redémptio vestra.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>El Señor es bueno y es recto,<br />y enseña el camino a los pecadores;<br />hace caminar a los humildes con rectitud,<br />enseña su camino a los humildes.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.</b><br /><i>Respícite et leváte cápita vestra, quóniam appropínquat redémptio vestra.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Las sendas del Señor son misericordia y lealtad<br />para los que guardan su alianza y sus mandatos.<br />El Señor se confía a los que lo temen,<br />y les da a conocer su alianza.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.</b><br /><i>Respícite et leváte cápita vestra, quóniam appropínquat redémptio vestra.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Aleluya<br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><i>Rex géntium et lapis anguláris Ecclésaiæ: veni, et salva hóminem quem de limo formásti.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 1, 57-66<br />Nacimiento de Juan Bautista<br />╬ </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.<br /><br />A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.<br />A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:<br />«¡No! Se va a llamar Juan».<br />Y le dijeron:<br />«Ninguno de tus parientes se llama así».<br />Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.<br />Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.<br />Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:<br />«Pues ¿qué será este niño?»<br />Porque la mano del Señor estaba con él.<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;"><b>San Ambrosio </b>(<i>Catena aurea</i>)</span></div><div style="margin-bottom: 0px;"><span style="color: #073763;">Con razón se desató en seguida su lengua, porque aquella a quien había atado la incredulidad, debía ser soltada por la fe. Creamos también nosotros, para que nuestra lengua -que está ligada con los vínculos de la incredulidad- se desate por la voz de la razón. Escribamos en el espíritu los misterios, si queremos hablar; escribamos al Precursor de Cristo, pero no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Pues el que nombra a Juan, vaticina a Jesucristo. </span><br /></div><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Cristo viene para ser el Sacerdote que se ofrece e intercede por nosotros. Animados por su presencia, dirijamos al Padre nuestra oración.<br />- Para que la venida del Salvador instaure en el mundo los cielos nuevos y la tierra nueva. Oremos.<br />- Para que el Espíritu disponga los corazones de todos los cristianos para recibirlo. Oremos.<br />- Para que el mundo goce de una paz firme y duradera. Oremos.<br />- Para que la espera de la inminente venida de Cristo despierte nuestra fe adormecida, reavive nuestra esperanza y nuestra caridad. Oremos.<br /><b><span style="color: #cc0000;">E</span></b>scúchanos, Padre, en nombre de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Señor, que esta oblación, en la que alcanza su plenitud el culto que el hombre puede tributarte, restablezca nuestra amistad contigo; así celebraremos, con el alma purificada, el nacimiento de nuestro Redentor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.</b><br /><i>Haec oblátio, qua divíni cultus nobis est índita plenitúdo, sit tibi, Dómine, perfécta placátio, ut nostri Redemptóris exórdia purificátis méntibus celebrémus. Per Christum.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-iv.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA IV</a></span><div><span style="color: #cc0000;"><br />Antífona de comunión Ap 3, 20</span><br /><b>Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.</b><br /><i>Ecce sto ad óstium et pulso: si quis audíerit vocem meam, et aperúerit mihi iánuam, intrábo ad illum, et cenábo cum illo, et ipse mecum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Alimentados con el don del cielo danos benigno tu paz, Señor, para que merezcamos salir, con las lámparas encendidas, al encuentro de tu Hijo muy amado que llega. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.</b><br /><i>Caelésti múnere satiátis, Dómine, pacem tuam propitiátus indúlge, ut Fílio tuo dilectíssimo veniénti accénsis lampádibus digni praestolémur occúrsum. Per Christum.<br /></i><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del 24 de diciembre</span></b><br /><b>1. </b>Conmemoración de todos los<b> santos antepasados de Jesucristo</b>, hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán, es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos y murieron en la fe sin haber recibido las promesas, pero percibiéndolas y saludándolas, y de los que nació Cristo según la carne, que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos.<br /><b>2. </b>En Burdeos, de Aquitania, Francia en la actualidad,<b> san Delfín, obispo</b>, el cual, unido a san Paulino de Nola con una estrecha amistad, trabajó diligentemente para rechazar los errores de Prisciliano.<span style="color: #cc0000;"> (c. 404)</span><br /><b>3. </b>En Roma, conmemoración de <b>santa Tarsila, virgen</b>, cuya continua oración, calidad de vida y singular abstinencia alaba san Gregorio Magno, su sobrino. <span style="color: #cc0000;">(c. 593)</span><br /><b>4. </b>Cerca de Tréveris, en Austrasia, hoy Francia, <b>santa Irmina, abadesa</b> del cenobio de Öhren, que, siendo una matrona consagrada a Dios, fundó un pequeño monasterio en su villa de Echternach, que dotó y lo donó a san Vilibrordo.<span style="color: #cc0000;"> (c. 710)</span><br /><b>5. </b>En Cracovia, en Polonia, muerte de <b>san Juan de Kety,</b> cuya memoria se celebra el día de ayer. <span style="color: #cc0000;">(1473)</span><br /><b>6*. </b>En Bolonia, en la región italiana de Emilia-Romaña, <b>beato Bartolomé María del Monte</b>, presbítero, que predicó la Palabra de Dios al pueblo cristiano y al clero en muchas regiones de Italia, y fundó para este fin la Pía Obra de las Misiones.<span style="color: #cc0000;"> (1778)</span><br /><b>7*. </b>En Comonte, cerca de Bérgamo, en Italia, <b>santa Paula Elisabet (Constancia) Cerioli</b>, la cual, después de la muerte prematura de sus hijos, y habiendo enviudado, fundó el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia, para la educación de los niños analfabetos y huérfanos sin recursos, y conducirlos con materno gozo hacia Dios.<span style="color: #cc0000;"> (1865)</span><br /><b>8. </b>En Annaya, lugar del Líbano, muerte de <b>san Sarbelio (José) Makhluf</b>, cuya memoria se celebra el veinticuatro de julio.<span style="color: #cc0000;"> (1898)</span></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-45557280769936934692022-11-21T12:01:00.003+01:002022-11-21T12:01:32.810+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa Crismal (21-abril-2011)<b><u>SANTA MISA CRISMAL</u><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Basílica Vaticana. Jueves Santo, 21 de abril de 2011<br /><br />Queridos hermanos:<br /><br />En el centro de la liturgia de esta mañana está la bendición de los santos óleos, el óleo para la unción de los catecúmenos, el de la unción de los enfermos y el crisma para los grandes sacramentos que confieren el Espíritu Santo: Confirmación, Ordenación sacerdotal y Ordenación episcopal. En los sacramentos, el Señor nos toca por medio de los elementos de la creación. La unidad entre creación y redención se hace visible. Los sacramentos son expresión de la corporeidad de nuestra fe, que abraza cuerpo y alma, al hombre entero. El pan y el vino son frutos de la tierra y del trabajo del hombre. El Señor los ha elegido como portadores de su presencia. El aceite es símbolo del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, nos recuerda a Cristo: la palabra “Cristo” (Mesías) significa “el Ungido”. La humanidad de Jesús está insertada, mediante la unidad del Hijo con el Padre, en la comunión con el Espíritu Santo y, así, es “ungida” de una manera única, y penetrada por el Espíritu Santo. Lo que había sucedido en los reyes y sacerdotes del Antiguo Testamento de modo simbólico en la unción con aceite, con la que se les establecía en su ministerio, sucede en Jesús en toda su realidad: su humanidad es penetrada por la fuerza del Espíritu Santo. Cuanto más nos unimos a Cristo, más somos colmados por su Espíritu, por el Espíritu Santo. Nos llamamos “cristianos”, “ungidos”, personas que pertenecen a Cristo y por eso participan en su unción, son tocadas por su Espíritu. No quiero sólo llamarme cristiano, sino que quiero serlo, decía san Ignacio de Antioquía. Dejemos que precisamente estos santos óleos, que ahora son consagrados, nos recuerden esta tarea inherente a la palabra “cristiano”, y pidamos al Señor para que no sólo nos llamemos cristianos, sino que lo seamos verdaderamente cada vez más.<br /><br />En la liturgia de este día se bendicen, como hemos dicho, tres óleos. En esta triada se expresan tres dimensiones esenciales de la existencia cristiana, sobre las que ahora queremos reflexionar. Tenemos en primer lugar el óleo de los catecúmenos. Este óleo muestra como un primer modo de ser tocados por Cristo y por su Espíritu, un toque interior con el cual el Señor atrae a las personas junto a Él. Mediante esta unción, que se recibe antes incluso del Bautismo, nuestra mirada se dirige por tanto a las personas que se ponen en camino hacia Cristo – a las personas que están buscando la fe, buscando a Dios. El óleo de los catecúmenos nos dice: no sólo los hombres buscan a Dios. Dios mismo se ha puesto a buscarnos. El que Él mismo se haya hecho hombre y haya bajado a los abismos de la existencia humana, hasta la noche de la muerte, nos muestra lo mucho que Dios ama al hombre, su criatura. Impulsado por su amor, Dios se ha encaminado hacia nosotros. “Buscándome te sentaste cansado… que tanto esfuerzo no sea en vano”, rezamos en el <i>Dies irae</i>. Dios está buscándome. ¿Quiero reconocerlo? ¿Quiero que me conozca, que me encuentre? Dios ama a los hombres. Sale al encuentro de la inquietud de nuestro corazón, de la inquietud de nuestro preguntar y buscar, con la inquietud de su mismo corazón, que lo induce a cumplir por nosotros el gesto extremo. No se debe apagar en nosotros la inquietud en relación con Dios, el estar en camino hacia Él, para conocerlo mejor, para amarlo mejor. En este sentido, deberíamos permanecer siempre catecúmenos. “Buscad siempre su rostro”, dice un salmo (105,4). Sobre esto, Agustín comenta: Dios es tan grande que supera siempre infinitamente todo nuestro conocimiento y todo nuestro ser. El conocer a Dios no se acaba nunca. Por toda la eternidad podemos, con una alegría creciente, continuar a buscarlo, para conocerlo cada vez más y amarlo cada vez más. “Nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”, dice Agustín al inicio de sus Confesiones. Sí, el hombre está inquieto, porque todo lo que es temporal es demasiado poco. Pero ¿es auténtica nuestra inquietud por Él? ¿No nos hemos resignado, tal vez, a su ausencia y tratamos de ser autosuficientes? No permitamos semejante reduccionismo de nuestro ser humanos. Permanezcamos continuamente en camino hacia Él, en su añoranza, en la acogida siempre nueva de conocimiento y de amor.<br /><br />Después está el óleo de los enfermos. Tenemos ante nosotros la multitud de las personas que sufren: los hambrientos y los sedientos, las víctimas de la violencia en todos los continentes, los enfermos con todos sus dolores, sus esperanzas y desalientos, los perseguidos y los oprimidos, las personas con el corazón desgarrado. A propósito de los primeros discípulos enviados por Jesús, san Lucas nos dice: “Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos” (9, 2). El curar es un encargo primordial que Jesús ha confiado a la Iglesia, según el ejemplo que Él mismo nos ha dado, al ir por los caminos sanando a los enfermos. Cierto, la tarea principal de la Iglesia es el anuncio del Reino de Dios. Pero precisamente este mismo anuncio debe ser un proceso de curación: “…para curar los corazones desgarrados”, nos dice hoy la primera lectura del profeta Isaías (61,1). El anuncio del Reino de Dios, de la infinita bondad de Dios, debe suscitar ante todo esto: curar el corazón herido de los hombres. El hombre por su misma esencia es un ser en relación. Pero, si se trastorna la relación fundamental, la relación con Dios, también se trastorna todo lo demás. Si se deteriora nuestra relación con Dios, si la orientación fundamental de nuestro ser está equivocada, tampoco podemos curarnos de verdad ni en el cuerpo ni en el alma. Por eso, la primera y fundamental curación sucede en el encuentro con Cristo que nos reconcilia con Dios y sana nuestro corazón desgarrado. Pero además de esta tarea central, también forma parte de la misión esencial de la Iglesia la curación concreta de la enfermedad y del sufrimiento. El óleo para la Unción de los enfermos es expresión sacramental visible de esta misión. Desde los inicios maduró en la Iglesia la llamada a curar, maduró el amor cuidadoso a quien está afligido en el cuerpo y en el alma. Ésta es también una ocasión para agradecer al menos una vez a las hermanas y hermanos que llevan este amor curativo a los hombres por todo el mundo, sin mirar a su condición o confesión religiosa. Desde Isabel de Turingia, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, Camilo de Lellis hasta la Madre Teresa –por recordar sólo algunos nombres– atraviesa el mundo una estela luminosa de personas, que tiene origen en el amor de Jesús por los que sufren y los enfermos. Demos gracias ahora por esto al Señor. Demos gracias por esto a todos aquellos que, en virtud de la fe y del amor, se ponen al lado de los que sufren, dando así, en definitiva, un testimonio de la bondad de Dios. El óleo para la Unción de los enfermos es signo de este óleo de la bondad del corazón, que estas personas –junto con su competencia profesional– llevan a los que sufren. Sin hablar de Cristo, lo manifiestan.<br /><br />En tercer lugar, tenemos finalmente el más noble de los óleos eclesiales, el crisma, una mezcla de aceite de oliva y de perfumes vegetales. Es el óleo de la unción sacerdotal y regia, unción que enlaza con las grandes tradiciones de las unciones del Antiguo Testamento. En la Iglesia, este óleo sirve sobre todo para la unción en la Confirmación y en las sagradas Órdenes. La liturgia de hoy vincula con este óleo las palabras de promesa del profeta Isaías: “Vosotros os llamaréis ‘sacerdotes del Señor’, dirán de vosotros: ‘Ministros de nuestro Dios’” (61, 6). El profeta retoma con esto la gran palabra de tarea y de promesa que Dios había dirigido a Israel en el Sinaí: “Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Ex 19, 6). En el mundo entero y para todo él, que en gran parte no conocía a Dios, Israel debía ser como un santuario de Dios para la totalidad, debía ejercitar una función sacerdotal para el mundo. Debía llevar el mundo hacia Dios, abrirlo a Él. San Pedro, en su gran catequesis bautismal, ha aplicado dicho privilegio y cometido de Israel a toda la comunidad de los bautizados, proclamando: “Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Los que antes erais no-pueblo, ahora sois pueblo de Dios, los que antes erais no compadecidos. ahora sois objeto de compasión.” (1 P 2, 9-10). El Bautismo y la Confirmación constituyen el ingreso en el Pueblo de Dios, que abraza todo el mundo; la unción en el Bautismo y en la Confirmación es una unción que introduce en ese ministerio sacerdotal para la humanidad. Los cristianos son un pueblo sacerdotal para el mundo. Deberían hacer visible en el mundo al Dios vivo, testimoniarlo y llevarle a Él. Cuando hablamos de nuestra tarea común, como bautizados, no hay razón para alardear. Eso es más bien una cuestión que nos alegra y, al mismo tiempo, nos inquieta: ¿Somos verdaderamente el santuario de Dios en el mundo y para el mundo? ¿Abrimos a los hombres el acceso a Dios o, por el contrario, se lo escondemos? Nosotros –el Pueblo de Dios– ¿acaso no nos hemos convertido en un pueblo de incredulidad y de lejanía de Dios? ¿No es verdad que el Occidente, que los países centrales del cristianismo están cansados de su fe y, aburridos de su propia historia y cultura, ya no quieren conocer la fe en Jesucristo? Tenemos motivos para gritar en esta hora a Dios: “No permitas que nos convirtamos en no-pueblo. Haz que te reconozcamos de nuevo. Sí, nos has ungido con tu amor, has infundido tu Espíritu Santo sobre nosotros. Haz que la fuerza de tu Espíritu se haga nuevamente eficaz en nosotros, para que demos testimonio de tu mensaje con alegría.<br /><br />No obstante toda la vergüenza por nuestros errores, no debemos olvidar que también hoy existen ejemplos luminosos de fe; que también hoy hay personas que, mediante su fe y su amor, dan esperanza al mundo. Cuando sea beatificado, el próximo uno de mayo, el Papa Juan Pablo II, pensaremos en él llenos de gratitud como un gran testigo de Dios y de Jesucristo en nuestro tiempo, como un hombre lleno del Espíritu Santo. Junto a él pensemos al gran número de aquellos que él ha beatificado y canonizado, y que nos dan la certeza de que también hoy la promesa de Dios y su encomienda no caen en saco roto.<br /><br />Me dirijo finalmente a vosotros, queridos hermanos en el ministerio sacerdotal. El Jueves Santo es nuestro día de un modo particular. En la hora de la Última Cena el Señor ha instituido el sacerdocio de la Nueva Alianza. “Santifícalos en la verdad” (Jn 17, 17), ha pedido al Padre para los Apóstoles y para los sacerdotes de todos los tiempos. Con enorme gratitud por la vocación y con humildad por nuestras insuficiencias, dirijamos en esta hora nuestro “sí” a la llamada del Señor: Sí, quiero unirme íntimamente al Señor Jesús, renunciando a mí mismo… impulsado por el amor de Cristo. Amén.Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-53242975217623138562022-11-17T09:44:00.002+01:002022-11-17T09:45:13.288+01:00Jueves 22 diciembre 2022, 22 de diciembre, Jueves de la IV semana de Adviento, feria.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br />VIAGGIO APOSTOLICO IN COREA, PAPUA NUOVA GUINEA,<br />ISOLE SALOMONE E THAILANDIA<br /><b><u>SANTA MESSA NEL SEMINARIO MAGGIORE REGIONALE DI SEOUL</u><br />OMELIA DI GIOVANNI PAOLO II</b><br />Giovedì, 3 maggio 1984<br /><br />1. Sia lodato Gesù Cristo!<br /><br />Nella sua prima lettera ai Corinzi, san Paolo dà testimonianza alla risurrezione di Gesù Cristo. Egli dice: “Cristo morì per i nostri peccati . . . fu sepolto ed è risuscitato il terzo giorno”. Il fondamento di questa testimonianza è il fatto che il Signore risorto è apparso agli apostoli e ai discepoli e, per ultimo, a Paolo stesso (1 Cor 15, 3-4). Questo mistero centrale della fede, il mistero pasquale, il mistero della morte e risurrezione di Cristo, il grande apostolo e missionario proclamava ai cristiani di Corinto e a chiunque incontrava.<br /><br />Come san Paolo, io sono venuto oggi in Corea a testimoniare la risurrezione di Cristo. Sono venuto a parlare a tutti coloro che hanno ricevuto il Vangelo e che rimangono ad esso saldamente fedeli, a tutti coloro i quali fermamente credono che il Vangelo è la via alla salvezza. Sono anche venuto a proclamare il Gesù crocifisso e risorto a tutti quelli che liberamente scelgono di ascoltare la mia voce. Ma voi, cari seminaristi, voi, con i vostri vescovi e superiori, siete davvero i primi in Corea con i quali condivido l’alleluia della gioia pasquale della Chiesa che proclama la vittoria del Signore sopra il peccato e la morte. Voi siete i primi con i quali condivido la gioia del mistero pasquale celebrando il santo sacrificio della messa. E così dev’essere, perché voi siete nel vero senso della parola il futuro e la speranza della Chiesa in questa amata terra.<br /><br />2. Già verso il 1820, sforzi furono intrapresi da laici per coltivare vocazioni al sacerdozio. Nonostante una violenta persecuzione, i vostri santi antenati spontaneamente formarono la “Angels’ Sodality” per alimentare le vocazioni, pregare per esse e sostenerle. E fu da quelle ferventi comunità di vita cristiana che vennero i primi sacerdoti coreani: padre Andrew Kim Taegon, che si venera in questa cappella, e padre Thomas Choe Yang’up.<br /><br />Quando ancora erano seminaristi, più giovani di quanto lo siano molti di voi qui presenti, quei primi sacerdoti di Corea mostravano zelo nello studio e fame di sapere, insieme con una fede vigorosa, una obbedienza volenterosa e una perseverante speranza. A motivo di questo, ma soprattutto per la loro prontezza a morire per Cristo e per il Vangelo, essi risplendono come grandi e duraturi esempi per tutti voi.<br /><br />Dieci anni dopo il martirio di padre Kim, veniva fondato in Corea, a Paeron, nel 1855, il primo seminario. In seguito, dopo incalcolabili sforzi e sacrifici a Puhunggol, a Yongsan, a Taegu e a Togwon nel Nord, finalmente furono creati i seminari maggiori di Seoul e Kwangju. Sono lieto che l’anno scorso un seminario abbia avuto inizio a Taegu, e che un altro sia stato aperto quest’anno a Suwon per commemorare la mia venuta in Corea.<br /><br />In numero di novecento, voi siete, cari fratelli in Cristo, una consolazione e una grande promessa per la Chiesa. La Chiesa guarda a voi con grande attesa e speranza, e vi chiede di crescere sempre più nella vostra fede in Cristo attraverso l’imitazione dell’esempio di padre Kim e di padre Choe e di molti altri che hanno dato la loro vita nel servizio al Vangelo.<br /><br />3. Questo tempo di preparazione al sacerdozio dovrebbe aiutare ciascuno di voi a rafforzarvi nella convinzione che Gesù Cristo è “la via, la verità e la vita” (Gv 14, 6). Egli è la via al Padre. Gesù stesso vive per il Padre nella sua totale dedizione alla volontà del Padre, attraverso il compimento dell’opera di redenzione del mondo. Ed egli ci conduce anche al Padre.<br /><br />In seminario, mentre vi preparate al sacerdozio, dovete sforzarvi di penetrare il mistero di Cristo. Dovete cercare una sempre più profonda consapevolezza dell’unione che Cristo ha con il Padre proprio perché egli è il Figlio. Nel Vangelo di oggi egli ci dice: “Io sono nel Padre e il Padre è in me” (Gv 14, 10.11). E a motivo di questa unione con il Padre, egli può dire a Filippo: “Chi ha visto me ha visto il Padre” (Gv 14, 9). Ciascuno di voi, cari seminaristi, deve comprendere questo mistero di Gesù Cristo. Dovete afferrare questo mistero in modo tale che esso diventi per voi verità intima, verità nel vostro stesso cuore. Dovete afferrare il mistero in modo tale che esso possa prendere possesso di tutto il vostro essere.<br /><br />La meditazione del mistero di Cristo, vi condurrà a comprendere il sacerdozio e a sviluppare un atteggiamento sacerdotale. Cercate di rivestire la vostra mente e il vostro cuore di Gesù Cristo. Ricordatevi che il Salvatore crocifisso e risorto desidera che voi un giorno celebriate l’Eucaristia: il sacramento del suo stesso sacrificio per la salvezza del mondo. Questo sacrificio ha il suo inizio eterno e senza fine nell’unione del Figlio con il Padre, di cui parla il Vangelo di oggi. Il sacrificio della messa, che è il centro del vostro sacerdozio, rimane per sempre il sacrificio del Figlio di Dio che si è fatto uomo per condurci al Padre.<br /><br />4. Desidero attirare l’attenzione della Chiesa che è in Corea sull’importanza di compiere ogni possibile sforzo per suscitare le vocazioni e per fornire la miglior formazione al sacerdozio nei seminari. Abbondanza di vocazioni e una buona preparazione seminaristica: queste sono la prova della vitalità della Chiesa. Sono il segno che la croce e la risurrezione di Cristo, attraverso l’azione dello Spirito Santo, producono frutti preziosi nella Chiesa di Corea.<br /><br />Nei vostri sforzi per alimentare le vocazioni, che Dio nella sua misericordiosa provvidenza vi manda in abbondanza, il vostro primo studio sia l’assidua preghiera per questa intenzione. Pregate con fiducia il padrone della messe, ricordandovi della promessa di Gesù che abbiamo oggi udito: “Qualunque cosa chiederete nel nome mio, la farò” (Gv 14, 13).<br /><br />Permettetemi di aggiungere una parola speciale per i responsabili della formazione di questi giovani. Cari fratelli in Cristo, non dubitate mai di quanto alta sia la stima della Chiesa per voi e per il vostro lavoro, di così vitale importanza per il futuro. Mentre vi assicuro che non vi mancherà il sostegno delle mie preghiere, vi esorto anche a trasmettere non solo la conoscenza di Cristo e della sua Chiesa, ma Cristo stesso. Cristo dev’essere comunicato attraverso la purezza e la forza della parola di Dio. Ispirate un profondo amore per la persona di Gesù. Possa l’esempio della vostra vita individuale renderlo presente. Possano le vostre parole e le vostre azioni essere un segno di quanto profondamente voi credete che Gesù Cristo è “la via, la verità e la vita” (Gv 14, 6).<br /><br />Cari fratelli in Cristo: il sacerdozio è nato dall’amore di Dio. Per la Chiesa in Corea esso rappresenta tutto. Rendiamo lode a Dio per questo grande dono e per i giovani che lo trasmetteranno alle generazioni future in questa terra attraverso Cristo nostro Signore. Amen.<div><br /></div><div><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span><br /><br />22 <span style="color: #cc0000;"><u>JUEVES DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO, feria </u><br /><br />Misa</span> </b>de feria-22 de diciembre (<span style="color: #cc0000;">morado</span>). <br /><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props., Pf. II o IV Adv. <br /><b>LECC.:</b> vol. <b>II. <br />- 1 Sam 1, 24-28. </b><i>Ana da gracias por el nacimiento de Samuel. </i><br /><b>- Salmo: 1 Sam 2, 1-8. </b>R.<i> Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador. </i><br /><b>- Lc 1, 46-56.</b> <i>El Poderoso ha hecho obras grandes en mí. </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de feria-22 de diciembre, ant. Mag. «Oh, Rey». <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio: </span></b>elogs. del 23 de diciembre, pág. 730. <br /><b>CALENDARIOS: Guadix:</b> Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Francisco Jesús Orozco Mengíbar, obispo (2018).<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA<br /></u></span></b><br /><b><u>22 de diciembre. Feria de Adviento</u></b><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Sal 23, 7</span><br /><b>Portones, alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria.</b><br /><i>Attóllite, portae, cápita vestra, et elevámini, portae aeternáles, et introíbit rex glóriae.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Oh, Dios, que, al ver al hombre caído en la muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Unigénito, concede a quienes profesan humildemente la fe en su encarnación participar también en los bienes del Redentor. Él, que vive y reina contigo.</b><br /><i>Deus, qui, hóminem delápsum in mortem conspíciens, Unigéniti tui advéntum redímere voluísti, praesta, quaesumus, ut qui húmili eius incarnatiónem devotióne faténtur, ipsíus étiam Redemptóris consórtia mereántur. Qui tecum.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b><br />Lecturas del 22 de diciembre, feria de Adviento (Lec. II).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA</b> 1 Sam 1, 24-28<br />Ana da gracias por el nacimiento de Samuel</span><br />Lectura del primer libro de Samuel.<br /><br />En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo.<br />Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo:<br />«Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había mi pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida».<br />Y se postraron allí ante el Señor.<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> 1 Sam 2, 1.4-5. 6-7. 8abcd (R.: cf. 1a)<br />R. </span><b>Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.</b><br /><i>Exsultávit cor meun in dómino salvatóre meo.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Mi corazón se regocija en el Señor,<br />mi poder se exalta por Dios.<br />Mi boca se ríe de mis enemigos,<br />porque gozo con tu salvación.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.</b><br /><i>Exsultávit cor meun in dómino salvatóre meo.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Se rompen los arcos de los valientes,<br />mientras los cobardes se ciñen de valor.<br />los hartos se contratan por el pan,<br />mientras los hambrientos engordan;<br />la mujer estéril da a luz siete hijos,<br />mientras la madre de muchos queda baldía.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span><b> Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.</b><br /><i>Exsultávit cor meun in dómino salvatóre meo.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>El Señor da la muerte y la vida,<br />hunde en el abismo y levanta;<br />da la pobreza y la riqueza,<br />humilla y enaltece.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.</b><br /><i>Exsultávit cor meun in dómino salvatóre meo.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Él levanta del polvo al desvalido,<br />alza de la basura al pobre,<br />para hacer que se siente entre príncipes<br />y que herede un trono de gloria.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.</b><br /><i>Exsultávit cor meun in dómino salvatóre meo.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Aleluya<br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span><br /><i>Rex géntium et lapis anguláris Ecclésiae: veni, et salva hóminem quem de limo formásti.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 1, 46-56<br />El Poderoso ha hecho obras grandes en mí<br />╬ </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.<br /><br />En aquel tiempo, María dijo:<br />«Proclama mi alma la grandeza del Señor,<br />“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;<br />porque ha mirado la humildad de su esclava”.<br />Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,<br />porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:<br />“su nombre es santo,<br />y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.<br />Él hace proezas con su brazo:<br />dispersa a los soberbios de corazón,<br />“derriba del trono a los poderosos<br />y enaltece a los humildes,<br />a los hambrientos los colma de bienes<br />y a los ricos los despide vacíos.<br />Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia”<br />-como lo había prometido a “nuestros padres”-<br />en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».<br />María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /><span style="color: #073763;"><b>San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 241</b><style type="text/css">
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</style></span><br /><span style="color: #073763;">Nuestra Madre ha meditado largamente las palabras de las mujeres y de los hombres santos del Antiguo Testamento, que esperaban al Salvador, y los sucesos de que han sido protagonistas. Ha admirado aquel cúmulo de prodigios, el derroche de la misericordia de Dios con su pueblo, tantas veces ingrato. Al considerar esta ternura del Cielo, incesantemente renovada, brota el afecto de su Corazón inmaculado: mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío; porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava (Lc 1, 46-48). Los hijos de esta Madre buena, los primeros cristianos, han aprendido de Ella, y también nosotros podemos y debemos aprender.</span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Invoquemos confiadamente al Padre, en nombre de Jesús, que viene a traernos la Buena Noticia, y pidámosle que escuche nuestra oración.<br />- Para que toda la Iglesia se sienta reconfortada con la nueva venida de Cristo. Oremos.<br />- Para que el Señor manifieste su salvación a cuantos aún no conocen a Cristo. Oremos.<br />- Para que en este tiempo de Navidad reine la paz en todas las naciones. Oremos.<br />- Para que el Señor Jesús, con la gracia de su venida, nos colme de gracia y nos libre de todo mal. Oremos.<br /><b><span style="color: #cc0000;">A</span></b>coge, Padre, las súplicas de tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Señor, confiando en tu bondad, nos presentamos con ofrendas ante tu santo altar, para que, purificados por tu gracia, quedemos limpios en virtud de estos misterios que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>In tua pietáte confidéntes, Dómine, cum munéribus ad altária veneránda concúrrimus, ut, tua purificánte nos grátia, iísdem quibus famulámur mystériis emundémur. Per Christum.</i><br /><br />PREFACIO II DE ADVIENTO<br /><span style="color: #cc0000;">LA DOBLE EXPECTACIÓN DE CRISTO</span><br /><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.<br />A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres.<br />El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.<br />Quem praedixérunt cunctórum praecónia prophetárum, Virgo Mater ineffábili dilectióne sustínuit, Ioánnes cécinit affutúrum et adésse monstrávit. Qui suae nativitátis mystérium tríbuit nos praeveníre gaudéntes, ut et in oratióne pervígiles et in suis invéniat láudibus exsultántes.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, santo Santo...<br /></b><br /><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-v-o-por-diversas.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA II</a><br /><br />Antífona de la comunión Lc 1, 46. 49</span><br /><b>Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí.</b><br /><i>Magníficat ánima mea Dóminum, quia fecit mihi magna qui potens est.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Nos fortalezca, Señor, la participación en tu sacramento, para que, acompañados por las buenas obras, merezcamos salir al encuentro del Salvador que viene y recibir el premio de la bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Róboret nos, Dómine, tui sacraménti percéptio, ut veniénti Salvatóri mereámur cum dignis opéribus obviáre, et beatitúdinis praemia promeréri. Per Christum.</i><br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del 23 de diciembre<br /><span style="font-size: medium;">S</span></span>an Juan de Kety</b>, presbítero, el cual, siendo sacerdote, se dedicó a la enseñanza durante muchos años en la Academia de Cracovia, después recibió el encargo pastoral de la parroquia de Olkusia, donde, añadiendo a la recta fe un cúmulo de virtudes, se convirtió para los cooperadores y discípulos en ejemplo de piedad y caridad hacia el prójimo, y después emigró, el 24 de diciembre, a los gozos celestiales en Cracovia, ciudad de Polonia. <span style="color: #cc0000;">(1473)</span><br /><b>2. </b>En Gortina, de la isla de Creta, <b>diez santos mártires: Teódulo, Saturnino, Euporio, Gelasio, Euniciano, Zótico, Poncio, Agatopio, Basílides y Evaristo</b>, todos los cuales, durante la persecución bajo el emperador Decio, negándose a sacrificar públicamente en la dedicación del templo de la diosa Fortuna, sufrieron tormentos y fueron finalmente decapitados<span style="color: #cc0000;">. (250)</span><br /><b>3. </b>En Roma, conmemoración de<b> san Sérvulo</b>, que, paralítico desde la primera infancia, recostado en un pórtico, cerca de la iglesia de san Clemente, daba siempre gracias a Dios en el dolor, como escribe san Gregorio Magno, y entregaba a los pobres lo que recogía en limosnas.<span style="color: #cc0000;"> (c. 590)</span><br /><b>4*.</b> En Chartres, en la Galia,hoy Francia, <b>san Ivón, obispo</b>, que reformó la orden de los canónigos e hizo y escribió mucho en favor del sacerdocio, la concordia del imperio y la utilidad de la Iglesia.<span style="color: #cc0000;"> (1116)</span><br /><b>5*. </b>En Bressanone, en el Alto Adigio, en la actual Italia, <b>beato Hartman, obispo</b>, el cual, siendo canónigo regular, fue elevado al episcopado y gobernó aquella Iglesia con prudencia y fidelidad.<span style="color: #cc0000;"> (1164)</span><br /><b>6*. </b>En Islandia, <b>san Thorlaco, obispo</b> de Skalholt, empeñado en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo.<span style="color: #cc0000;"> (1193)</span><br /><b>7.</b> En Canterbury, en Inglaterra, conmemoración de <b>san Juan Stone</b>, presbítero de la Orden de San Agustín y mártir, que durante el reinado de Enrique VIII defendió valientemente la fe católica y consumó su martirio en el patíbulo.<span style="color: #cc0000;"> (1539)</span><br /><b>8*. </b>En Valencia, en España, <b>beato Nicolás</b>, llamado <b>"Factor"</b>, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, encendido en ardentísima caridad, experimentó raptos místicos.<span style="color: #cc0000;"> (1583)</span><br /><b>9. </b>En Montreal, en Canadá, <b>santa María Margarita d’Youville</b>, religiosa, que habiendo enviudado educó piadosamente a sus dos hijos, encauzándoles hacia el sacerdocio, y se entregó con todas sus fuerzas a la asistencia de los ancianos y pobres de todo género, para lo cual fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad. <span style="color: #cc0000;">(1771)</span><br /><b>10*. </b>En Sao Paulo, en Brasil,<b> san Antonio de Santa Ana Galvao de França</b>, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que se dedicó con fruto al ministerio de la predicación y de la penitencia, y fundó el Retiro de la Luz, en donde dirigió con gran discreción espiritual una comunidad de Hermanas. <span style="color: #cc0000;">(1822)</span> <span style="color: #073763;">Canonizado en 2007.</span><br /><b>11. </b>En el territorio de Tjyen-Tiyon, en Corea,<b> san José Cho Yun-ho</b>, mártir, que todavía joven, siguiendo las huellas de san Pedro Cho Hwa-so, su padre, murió ahorcado a causa de su fe cristiana.<span style="color: #cc0000;"> (1866)</span><br /><b>12*. </b>En la región de Valencia, en España, <b>beato Pablo Meléndez Gonzalo</b>, mártir, el cual, siendo padre de familia, al arreciar la persecución contra la fe siguió el ejemplo de Cristo sin arredrarse, y por su gracia llegó al reino eterno.<span style="color: #cc0000;"> (1936)</span></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-61499840301722065472022-11-17T09:38:00.004+01:002022-11-17T09:38:55.664+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía para la ordenación de cinco arzobispos (5-febrero-2011).<b><u>CAPILLA PAPAL PARA LA ORDENACIÓN DE CINCO ARZOBISPOS</u><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Basílica Vaticana. Sábado 5 de febrero de 2011<br /><br />Queridos hermanos y hermanas:<br /><br />Saludo con afecto a estos cinco hermanos presbíteros que dentro de poco recibirán la ordenación episcopal: monseñor Savio Hon Tai-Fai, monseñor Marcello Bartolucci, monseñor Celso Morga Iruzubieta, monseñor Antonio Guido Filipazzi y monseñor Edgar Peña Parra. Deseo expresarles mi gratitud y la de la Iglesia por el servicio que han prestado hasta ahora con generosidad y entrega, y formular la invitación a acompañarles con la oración en el ministerio al que están llamados en la Curia romana y en las representaciones pontificias como sucesores de los Apóstoles, para que el Espíritu Santo los ilumine y los guíe siempre en la mies del Señor.<br /><br />«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10, 2). Estas palabras del Evangelio de la misa de hoy nos tocan especialmente de cerca en esta hora. Es la hora de la misión: queridos amigos, el Señor os envía a vosotros a su mies. Debéis cooperar en la tarea de la que habla el profeta Isaías en la primera lectura: «El Señor me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados» (Is 61, 1). Este es el trabajo para la mies en el campo de Dios, en el campo de la historia humana: llevar a los hombres la luz de la verdad, liberarlos de la pobreza de verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre. Llevarles la buena noticia que no es sólo palabra, sino también acontecimiento: Dios, él mismo, ha venido a nosotros. Nos toma de la mano, nos lleva hacia lo alto, hacia sí mismo, y así cura el corazón desgarrado. Damos gracias al Señor porque manda obreros a la mies de la historia del mundo. Le damos gracias porque os manda a vosotros, porque habéis dicho sí y porque en esta hora pronunciaréis nuevamente vuestro «sí» a ser obreros del Señor para los hombres.<br /><br />«La mies es abundante» también hoy, precisamente hoy. Aunque pueda parecer que grandes partes del mundo moderno, de los hombres de hoy, dan las espaldas a Dios y consideran que la fe es algo del pasado, existe el anhelo de que finalmente se establezcan la justicia, el amor, la paz, de que se superen la pobreza y el sufrimiento, de que los hombres encuentren la alegría. Todo este anhelo está presente en el mundo de hoy, el anhelo hacia lo que es grande, hacia lo que es bueno. Es la nostalgia del Redentor, de Dios mismo, incluso donde se lo niega. Precisamente en esta hora el trabajo en el campo de Dios es muy urgente y precisamente en esta hora sentimos de modo especialmente doloroso la verdad de las palabras de Jesús: «Son pocos los obreros». Al mismo tiempo el Señor nos da a entender que no podemos ser simplemente nosotros solos quienes enviemos obreros a su mies; que no es una cuestión de gestión, de nuestra propia capacidad organizativa. Los obreros para el campo de su mies los puede enviar sólo Dios mismo. Pero los quiere enviar a través de la puerta de nuestra oración. Nosotros podemos cooperar a la venida de los obreros, pero sólo podemos hacerlo cooperando con Dios. Así esta hora del agradecimiento porque se realiza un envío a la misión es también especialmente la hora de la oración: Señor, envía obreros a tu mies. Abre los corazones a tu llamada. No permitas que nuestra súplica sea vana.<br /><br />La liturgia del día de hoy nos da, por tanto, dos definiciones de vuestra misión de obispos, de sacerdotes de Jesucristo: ser obreros en la mies de la historia del mundo con la tarea de curar abriendo las puertas del mundo al señorío de Dios, a fin de que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo. Y nuestro ministerio se describe como cooperación a la misión de Jesucristo, como participación en el don del Espíritu Santo, que se le dio a él en cuanto Mesías, el Hijo ungido de Dios. La Carta a los Hebreos —la segunda lectura— completa esto a partir de la imagen del sumo sacerdote Melquisedec, que remite misteriosamente a Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote, el Rey de paz y de justicia.<br /><br />Pero quiero decir unas palabras sobre cómo poner en práctica esta gran tarea, sobre lo que exige concretamente de nosotros. Para la Semana de oración por la unidad de los cristianos, este año las comunidades cristianas de Jerusalén habían elegido un pasaje de los Hechos de los Apóstoles, en el que san Lucas quiere ilustrar de modo normativo cuáles son los elementos fundamentales de la existencia cristiana en la comunión de la Iglesia de Jesucristo. Se expresa así: «Perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Hch 2, 42). En estos cuatro elementos básicos del ser de la Iglesia está descrita a la vez también la tarea esencial de sus pastores. Los cuatro elementos están unidos mediante la expresión «perseveraban» —«<i>erant perseverantes</i>»—: la Biblia latina traduce así la expresión griega προσκαρτερέω: la perseverancia, la asiduidad, pertenece a la esencia del ser cristianos y es fundamental para la tarea de los pastores, de los obreros en la mies del Señor. El pastor no debe ser una caña que se dobla según sopla el viento, un siervo del espíritu del tiempo. El ser intrépido, la valentía de oponerse a las corrientes del momento pertenece de modo esencial a la tarea del pastor. No debe ser una caña, sino —según la imagen del primer salmo— debe ser como un árbol que tiene raíces profundas en las cuales permanece firme y bien fundamentado. Lo cual no tiene nada que ver con la rigidez o la inflexibilidad. Sólo donde hay estabilidad hay también crecimiento. El cardenal Newman, cuyo camino estuvo marcado por tres conversiones, dice que vivir es transformarse. Sin embargo, sus tres conversiones y las transformaciones acontecidas en ellas son un único camino coherente: el camino de la obediencia hacia la verdad, hacia Dios; el camino de la verdadera continuidad que precisamente así hace progresar.<br /><br />«Perseverar en la enseñanza de los Apóstoles»: la fe tiene un contenido concreto. No es una espiritualidad indeterminada, una sensación indefinible para la trascendencia. Dios ha actuado y precisamente él ha hablado. Realmente ha hecho algo y realmente ha dicho algo. Ciertamente, la fe es, en primer lugar, confiarse a Dios, una relación viva con él. Pero el Dios al cual nos confiamos tiene un rostro y nos ha dado su Palabra. Podemos contar con la estabilidad de su Palabra. La Iglesia antigua resumió el núcleo esencial de la enseñanza de los Apóstoles en la llamada Regula fidei, que, substancialmente, es idéntica a las profesiones de fe. Este es el fundamento seguro, sobre el cual nos basamos también hoy los cristianos. Es la base segura sobre la cual podemos construir la casa de nuestra fe, de nuestra vida (cf. Mt 7, 24 ss). Y de nuevo, la estabilidad y el carácter definitivo de lo que creemos no significan rigidez. San Juan de la Cruz comparó el mundo de la fe a una mina en la cual descubrimos siempre nuevos tesoros, tesoros en los cuales se desarrolla la única fe, la profesión del Dios que se manifiesta en Cristo. Como pastores de la Iglesia vivimos de esta fe y así también podemos anunciarla como la buena noticia que hace que estemos seguros del amor de Dios y de que él nos ama.<br /><br />El segundo pilar de la existencia eclesial, san Lucas lo llama κοινωνία:<i> communio</i>. Después del concilio Vaticano II, este término se ha convertido en una palabra central de la teología y del anuncio, porque en él, de hecho, se expresan todas las dimensiones del ser cristianos y de la vida eclesial. Lo que san Lucas quiere expresar exactamente con esta palabra en este texto, no lo sabemos. Por tanto, podemos tranquilamente comprenderla basándonos en el contexto global del Nuevo Testamento y de la Tradición apostólica. Una primera gran definición de<i> communio</i> la da san Juan al comienzo de su primera carta: Lo que hemos visto y oído, lo que palparon nuestras manos, os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros. Y nuestra <i>communio</i> es comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo (cf. 1 Jn 1, 1-4). Dios se ha hecho para nosotros visible y tangible y así ha creado una comunión real con él mismo. Entramos en esa comunión a través del creer y el vivir juntamente con quienes lo han palpado. Con ellos y a través de ellos, nosotros mismos de algún modo lo vemos, y palpamos al Dios que se ha hecho cercano. Así la dimensión horizontal y la vertical están aquí inseparablemente enlazadas una con otra. Al estar en comunión con los Apóstoles, al estar en su fe, nosotros mismos estamos en contacto con el Dios vivo. Queridos amigos, para esto sirve el ministerio de los obispos: que esta cadena de la comunión no se interrumpa. Esta es la esencia de la sucesión apostólica: conservar la comunión con aquellos que han encontrado al Señor de modo visible y tangible y así tener abierto el cielo, la presencia de Dios entre nosotros. Sólo mediante la comunión con los sucesores de los Apóstoles estamos también en contacto con el Dios encarnado. Pero vale igualmente lo contrario: sólo gracias a la comunión con Dios, sólo gracias a la comunión con Jesucristo esta cadena de los testigos permanece unida. Nunca somos obispos solos, nos dice el Vaticano II, sino siempre y solamente en el colegio de los obispos. Este, además, no puede encerrarse en el tiempo de la propia generación. A la colegialidad pertenece el entrelazado de todas las generaciones, la Iglesia viva de todos los tiempos. Vosotros, queridos hermanos, tenéis la misión de conservar esta comunión católica. Sabéis que el Señor encomendó a san Pedro y a sus sucesores que estuvieran en el centro de esa comunión, que fueran los garantes del estar en la totalidad de la comunión apostólica y de su fe. Ofreced vuestra ayuda para que permanezca vivo el gozo por la gran unidad de la Iglesia, por la comunión de todos los lugares y todos los tiempos, por la comunión de la fe que abraza el cielo y la tierra. Vivid la <i>communio</i>, y vivid con el corazón, día tras día, su centro más profundo en ese momento sagrado, en el cual el Señor mismo se dona en la santa Comunión.<br /><br />Con esto hemos llegado al elemento fundamental sucesivo de la existencia eclesial, mencionado por san Lucas: la fracción del pan. La mirada del Evangelista, en este punto, vuelve atrás, a los discípulos de Emaús, que reconocieron al Señor por el gesto de partir el pan. Y desde allí la mirada vuelve todavía más atrás, a la hora de la última Cena, en la cual Jesús, al partir el pan, se distribuyó a sí mismo, se hizo pan por nosotros y anticipó su muerte y su resurrección. Partir el pan, la santa Eucaristía, es el centro de la Iglesia y debe ser el centro de nuestro ser cristianos y de nuestra vida sacerdotal. El Señor se nos da. Cristo resucitado entra en mi interior y quiere transformarme para hacerme entrar en una profunda comunión con él. Así me abre también a todos los demás: nosotros, siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, dice san Pablo (cf. 1 Co 10, 17). Tratemos de celebrar la Eucaristía con una entrega, un fervor cada vez más profundo; tratemos de organizar nuestros días según su medida; tratemos de dejarnos plasmar por ella. Partir el pan: así se expresa asimismo el compartir, el transmitir nuestro amor a los demás. La dimensión social, el compartir no es un apéndice moral que se añade a la Eucaristía, sino que es parte de ella. Esto resulta claramente del versículo que en los Hechos de los Apóstoles sigue al que acabamos de citar: «Los creyentes… tenían todo en común», dice san Lucas (2, 44). Prestemos atención a que la fe se exprese siempre en el amor y en la justicia de unos con otros y que nuestra práctica social se inspire en la fe; que la fe se viva en el amor.<br /><br />Como último pilar de la existencia eclesial, san Lucas menciona «las oraciones». Habla en plural: oraciones. ¿Qué quiere decir con esto? Probablemente piensa en la participación de la primera comunidad de Jerusalén en las oraciones en el templo, en los ordenamientos comunes de la oración. Así se pone de relieve algo importante. La oración, por una parte, debe ser muy personal, un unirme en lo más profundo a Dios. Debe ser mi lucha con él, mi búsqueda de él, mi agradecimiento a él y mi alegría en él. Sin embargo, nunca es solamente algo privado de mi «yo» individual, que no atañe a los demás. Esencialmente, orar es también un orar en el «nosotros» de los hijos de Dios. Sólo en este «nosotros» somos hijos de nuestro Padre, a quien el Señor nos ha enseñado a orar. Sólo este «nosotros» nos abre el acceso al Padre. Por una parte, nuestra oración debe ser cada vez más personal, tocar y penetrar cada vez más profundamente el núcleo de nuestro «yo». Por otra, debe alimentarse siempre de la comunión de los orantes, de la unidad del Cuerpo de Cristo, para plasmarme verdaderamente a partir del amor de Dios. Así orar, en última instancia, no es una actividad entre otras, una parte de mi tiempo. Orar es la respuesta al imperativo que está al inicio del Canon en la celebración eucarística: <i>Sursum corda</i>: levantemos el corazón. Se trata de elevar mi existencia hacia la altura de Dios. En san Gregorio Magno se encuentra una hermosa palabra al respecto. Recuerda que Jesús llama a Juan el Bautista una «lámpara que ardía y brillaba» (Jn 5, 35) y sigue: «ardiente por el deseo celestial, brillante por la palabra. Por tanto, a fin de que se conserve la veracidad del anuncio, se debe conservar la altura de la vida» (Hom. en Ez. 1, 11: 7 ccl 142, 134). La altura, la medida alta de la vida, que precisamente hoy es tan esencial para el testimonio en favor de Jesucristo, sólo la podemos encontrar si en la oración nos dejamos atraer continuamente por él hacia su altura.<br /><br /><i>Duc in altum </i>(Lc 5, 4): Rema mar adentro y echad vuestras redes para la pesca. Esto lo dijo Jesús a Pedro y a sus compañeros cuando los llamó a convertirse en «pescadores de hombres». <i>Duc in altum</i>: el Papa Juan Pablo II, en sus últimos años, retomó con fuerza esta palabra y la proclamó en voz alta a los discípulos del Señor de hoy. <i>Duc in altum</i> os dice a vosotros el Señor en esta hora, queridos amigos. Habéis sido llamados a tareas que conciernen a la Iglesia universal. Estáis llamados a echar la red del Evangelio en el mar agitado de este tiempo para obtener la adhesión de los hombres a Cristo; para sacarlos, por así decir, de las aguas salinas de la muerte y de la oscuridad en la cual la luz del cielo no penetra. Debéis llevarlos a la tierra de la vida, en la comunión con Jesucristo.<br /><br />En un pasaje del primer libro de su obra sobre la santísima Trinidad, san Hilario de Poitiers prorrumpe improvisamente en una oración: Por esto rezo «para que tú hinches las velas desplegadas de nuestra fe y de nuestra profesión con el soplo de tu Espíritu y me impulse hacia adelante en la travesía de mi anuncio» (I 37 CCL 62, 35s). Sí, por esto rezamos en esta hora por vosotros, queridos amigos. Por tanto, desplegad las velas de vuestras almas, las velas de la fe, de la esperanza, del amor, a fin de que el Espíritu Santo pueda hincharlas y concederos un viaje bendito como pescadores de hombres en el océano de nuestro tiempo. Amén.<br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-23265464642207009912022-11-16T19:28:00.004+01:002022-11-22T12:06:38.117+01:00Miércoles 21 diciembre 2022, 21 de diciembre, Miércoles de la IV semana de Adviento, feria o san Pedro Canisio, presbítero y doctor de la Iglesia, conmemoración.<b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span><br /><br />21 <span style="color: #cc0000;"><u>MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO, feria o SAN PEDRO CANISIO, presbítero y doctor de la Iglesia, conmemoración </u><br /><br />Misa</span> </b>de feria-21 de diciembre (<span style="color: #cc0000;">morado</span>). <br /><b>MISAL: </b>ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. II o IV de Adv. <br /><b>LECC.:</b> vol. <b>II. <br />- Cant 2, 8-14.</b> <i>He aquí mi amado, llega saltando por los montes. <br />o bien: </i><b>Sof 3, 14-18a.</b> <i>El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti. </i><br /><b>- Sal 32.</b> R. <i>Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo. </i><br /><b>- Lc 1, 39-45. </b><i>¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas: </span></b>oficio de feria-21 de diciembre o de la conmemoración, ant. Mag. «Oh, Sol». <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 22 de diciembre, pág. 729.<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br /><div><b><u>21 de diciembre. Feria de Adviento<br /></u></b><br /><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Cf. Is 7, 14; 8, 10</span><br /><b>Muy pronto vendrá el Señor que domina los pueblos y se llamará Enmanuel, porque Dios está con nosotros.</b><br /><i>Modo véniet Dominátor Dóminus, et vocábitur nomen eius Emmánuel, quia Nobíscum-Deus.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Escucha con bondad, Señor, las oraciones de tu pueblo, para que, alegres por la venida de tu Unigénito en nuestra carne, consigamos la recompensa de la vida eterna cuando vuelva en la majestad de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.</b><br /><i>Preces pópuli tui, quaesumus, Dómine, cleménter exáudi, ut, qui de Unigéniti tui in nostra carne advéntu laetántur, cum vénerit in sua maiestáte, aetérnae vitae praemium consequántur. Per Dóminum.<br /></i><br /><b><span style="color: #cc0000;">En la conmemoración:</span></b></div><div>21 de diciembre<br /><b><u>San Pedro Canisio, presbítero y doctor de la Iglesia</u></b><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><i>Oración colecta propia. El resto de la feria de Adviento.<br /></i></span><br /><span style="color: #cc0000;">Monición de entrada</span><br />Se conmemora hoy a san Pedro Canisio, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, que nació en Holanda el año 1521. La Iglesia lo venera como doctor por su predicación y sus escritos, entre los que destaca su celebre catecismo, exposición de la fe cristiana en respuesta a las entonces recientes doctrinas protestantes. Desarrolló su actividad pastoral en Alemania, donde fundó numerosos colegios. En aquellos momentos de ruptura de la unidad cristiana, su influencia fue decisiva para la pervivencia de la Iglesia católica en extensas regiones de ese país. Murió en Suiza el año 1597.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span><br /><b>Oh, Dios, que para defender la fe católica fortaleciste al presbítero san Pedro Canisio con la virtud y la ciencia, concede, por su intercesión, a los que buscan la verdad, encontrarte gozosos, y al pueblo de los creyentes, perseverar en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.</b><br /><i>Deus, qui ad tuéndam cathólicam fidem virtúte et doctrína beátum Petrum presbyterum roborásti, eius intercessióne concéde, ut, qui veritátem quaerunt, te Deum gaudénter invéniant, et in tua confessióne pópulus credéntium persevéret. Per Dóminum.<br /></i><br /><b style="color: #cc0000;">LITURGIA DE LA PALABRA</b></div><div><span style="color: #cc0000;">Lecturas del 21 de diciembre, feria de Adviento (Lec. II).<br /><br /><b>PRIMERA LECTURA</b> (opción 1) Cant 2, 8-14<br />He aquí mi amado, llega saltando por los montes</span><br />Lectura del libro del Cantar de los cantares<br /><br />¡La voz de mi amado!<br />Vedlo, aquí llega,<br />saltando por los montes,<br />brincando por las colinas.<br />Es mi amado un gamo,<br />parece un cervatillo.<br />Vedlo parado tras la cerca,<br />mirando por la ventana,<br />atisbando por la celosía.<br />Habla mi amado y me dice:<br />«Levántate, amada mía,<br />hermosa mía y ven.<br />Mira el invierno ya ha pasado,<br />las lluvias cesaron, se han ido.<br />Brotan las flores en el campo,<br />llega la estación de la poda,<br />el arrullo de la tórtola<br />se oye en nuestra tierra.<br />En la higuera despuntan las yemas,<br />las viñas en flor exhalan se perfume.<br />Levántate, amada mía,<br />hermosa mía, y vente.<br />Paloma mía, en las oquedades de la roca,<br />en el escondrijo escarpado,<br />déjame ver tu figura,<br />déjame escuchar tu voz:<br />es muy dulce tu voz<br />y fascinante tu figura».<br /><br /></div><div>Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b> (opción 2) Sof 3, 14-18a<br />El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti</span><br />Lectura de la profecía de Sofonías.<br /><br />Alégrate, hija de Sión, grita de gozo, Israel,<br />regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.<br />El Señor ha revocado tu sentencia,<br />ha expulsado a tu enemigo.<br />El rey de Israel, el Señor,<br />está en medio de ti,<br />no temas mal alguno.<br />Aquel día se dirá a Jerusalén:<br />«¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!».<br />El Señor, tu Dios, está en medio de ti,<br />valiente y salvador;<br />se alegra y se goza contigo,<br />te renueva con su amor;<br />exulta y se alegra contigo<br />como en día de fiesta.<br /><br />Palabra de Dios.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Te alabamos, Señor.<br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21 (R.: 1a. 3a)<br />R.<b> </b></span><b>Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo.</b><br /><i>Exsultáte, iusti, in Dómino; cantáte ei cánticum novum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> Dad gracias al Señor con la cítara,<br />tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;<br />cantadle un cántico nuevo,<br />acompañando los vítores con bordones.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo.</b><br /><i>Exsultáte, iusti, in Dómino; cantáte ei cánticum novum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V.</span> El plan del Señor subsiste por siempre;<br />los proyectos de su corazón, de edad en edad.<br />Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,<br />el pueblo que él se escogió como heredad.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo.</b><br /><i>Exsultáte, iusti, in Dómino; cantáte ei cánticum novum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;">V. </span>Nosotros aguardamos al Señor:<br />él es nuestro auxilio y escudo;<br />con él se alegra nuestro corazón,<br />en su santo nombre confiamos.<br /><span style="color: #cc0000;">R. </span><b>Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo.</b><br /><i>Exsultáte, iusti, in Dómino; cantáte ei cánticum novum.</i><br /><br /><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b><br />R. </span>Aleluya, aleluya, aleluya.<br /><span style="color: #cc0000;">V. </span><b>Enmanuel, rey y legislador nuestro, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro. </b><span style="color: #cc0000;">R.<br /></span><i>Emmánuel, rex et légifer noster: veni ad salvándum nos, Dómine Deus noster.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 1, 39-45<br />¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?<br />╬</span> Lectura del santo Evangelio según san Lucas.<br /><span style="color: #cc0000;">R.</span> Gloria a ti, Señor.<br /><br />En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.<br />Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:<br />«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».<br /><br />Palabra del Señor.<br /><span style="color: #cc0000;">R</span>. Gloria a ti, Señor Jesús.<br /><br /><span style="color: #073763;"><b>Papa Francisco, Ex. Ap <i>Evangelii gaudium</i> 288.</b><br />María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1, 39). Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. </span><style type="text/css">
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</style><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span><br />Por mediación de Jesucristo, el Señor, que viene a visitarnos, elevemos nuestras súplicas al Padre.<br />- Para que la esperanza de la venida del Señor mantenga a la Iglesia siempre en camino hacia su encuentro. Roguemos al Señor.<br />- Para que el Señor conceda luz y fuerza a los gobernantes en la búsqueda de soluciones de paz y justicia para los problemas que agobian a la humanidad. Roguemos al Señor.<br />- Para que la fraternidad de los cristianos reavive la esperanza de los pobres y de todos los marginados. Roguemos al Señor.<br />- Para que en nuestra vida diaria nos encontremos con el Señor y nos convirtamos en testigos suyos. Roguemos al Señor.<br /><b><span style="color: #cc0000;">T</span></b>e lo pedimos, Padre, por tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos.<br /><br /><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span><br /><b>Acepta complacido, Señor, los dones que en tu misericordia has dado a tu Iglesia para que pueda ofrecértelos y que ahora transformas con tu poder en sacramento de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Ecclésiae tuae, Dómine, múnera placátus assúme, quae et miséricors offerénda tribuísti, et in nostrae salútis poténter éfficis transíre mystérium. Per Christum.</i><br /><br />PREFACIO II DE ADVIENTO<br /><span style="color: #cc0000;">LA DOBLE EXPECTACIÓN DE CRISTO</span><br /><b>En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.<br />A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres.<br />El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.<br />Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:</b><br /><i>Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.<br />Quem praedixérunt cunctórum praecónia prophetárum, Virgo Mater ineffábili dilectióne sustínuit, Ioánnes cécinit affutúrum et adésse monstrávit. Qui suae nativitátis mystérium tríbuit nos praeveníre gaudéntes, ut et in oratióne pervígiles et in suis invéniat láudibus exsultántes.<br />Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:</i><br /><b>Santo, santo Santo...</b></div><div><b><br /></b><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-v-o-por-diversas.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA III</a><br /><br />Antífona de la comunión Cf. Lc 1, 45</span><br /><b>Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.</b><br /><i>Beáta quae credidísti, quóniam perficiéntur ea quae dicta sunt tibi a Dómino.<br /></i><br /><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span><br /><b>Señor, que la participación en los divinos misterios sirva de continua protección a tu pueblo, para que, con plena entrega a tu servicio, obtenga con abundancia la salvación de alma y cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b><br /><i>Sit plebi tuae, Dómine, continuáta defénsio divíni participátio mystérii, ut, maiestáti tuae plena devotióne subiécta, salvatiónem mentis et córporis affluénter accípiat. Per Christum.<br /></i><br /><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO<br /></u></span><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del 22 de diciembre</span></b><br /><b>1.</b> Conmemoración de los santos <b>Queremón, obispo </b>de Nilópolis,<b> y otros muchos mártires en Egipto</b>, algunos de los cuales, durante la persecución bajo el emperador Decio, parte de ellos, dándose a la fuga, erraron por lugares solitarios y sucumbieron, algunos ante las fieras, otros, consumidos por el hambre, el frío y la enfermedad, y el resto, finalmente, exterminados por los bárbaros y los ladrones, y así todos, con muerte distinta, fueron coronados con la gloria del martirio.<span style="color: #cc0000;"> (250)</span><br /><b>2. </b>También conmemoración de <b>san Isquirión, mártir </b>en Egipto, el cual, por rehusar sacrificar paganamente, entre burlas e injurias fue atravesado por las entrañas con una puntiaguda pértiga, y así entregado a la muerte. <span style="color: #cc0000;">(c. 250)</span><br /><b>3. </b>En Roma, en la vía Labicana, en el <b>cementerio <i>ad Duas Lauros</i>, treinta santos mártires</b>, que recibieron la corona el mismo día.<span style="color: #cc0000;"> (s. inc.)</span><br /><b>4. </b>En la región de <b>Raiti, en Egipto, cuarenta y tres santos monjes mártires</b>, los cuales fueron muertos por el pueblo de los blemios a causa de la religión cristiana.<span style="color: #cc0000;"> (c. s. IV)</span><br /><b>5*. </b>En Utrech, en la región de Gueldres, en Lotaringia, actual Bélgica, <b>san Hungero, obispo</b>.<span style="color: #cc0000;"> (866)</span><br /><b>6*. </b>En Londres, en Inglaterra, <b>beato Tomás Holland</b>, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, realizando su ministerio clandestinamente, en tiempo del rey Carlos I entregó su espíritu al ser condenado a la pena capital y, finalmente, ahorcado.<span style="color: #cc0000;"> (1642)</span><br /><b>7.</b> En Chicago, en el estado de Illinois, en los Estados Unidos de Norteamérica, <b>santa Francisca Javiera Cabrini</b>, virgen, que fundó el Instituto de Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, y con eximia caridad se dedicó al cuidado de los emigrantes.<span style="color: #cc0000;"> (1917)</span></div>Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-64221054056386181252022-11-16T19:23:00.004+01:002022-11-16T19:23:48.969+01:00Papa Benedicto XVI, Homilía en la administración del Bautismo (9-enero-2011).FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR<br /><b><u>CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA Y ADMINISTRACIÓN DEL BAUTISMO A 21 RECIÉN NACIDOS</u><br />HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Capilla Sixtina. Domingo 9 de enero de 2011<br /><br />Queridos hermanos y hermanas:<br /><br />Me alegra daros una cordial bienvenida, en particular a vosotros, padres, padrinos y madrinas de los 21 recién nacidos a los que, dentro de poco, tendré la alegría de administrar el sacramento del Bautismo. Como ya es tradición, también este año este rito tiene lugar en la santa Eucaristía con la que celebramos el Bautismo del Señor. Se trata de la fiesta que, en el primer domingo después de la solemnidad de la Epifanía, cierra el tiempo de Navidad con la manifestación del Señor en el Jordán.<br /><br />Según el relato del evangelista san Mateo (3, 13-17), Jesús fue de Galilea al río Jordán para que lo bautizara Juan; de hecho, acudían de toda Palestina para escuchar la predicación de este gran profeta, el anuncio de la venida del reino de Dios, y para recibir el bautismo, es decir, para someterse a ese signo de penitencia que invitaba a convertirse del pecado. Aunque se llamara bautismo, no tenía el valor sacramental del rito que celebramos hoy; como bien sabéis, con su muerte y resurrección Jesús instituye los sacramentos y hace nacer la Iglesia. El que administraba Juan era un acto penitencial, un gesto que invitaba a la humildad frente a Dios, invitaba a un nuevo inicio: al sumergirse en el agua, el penitente reconocía que había pecado, imploraba de Dios la purificación de sus culpas y se le enviaba a cambiar los comportamientos equivocados, casi como si muriera en el agua y resucitara a una nueva vida.<br /><br />Por esto, cuando Juan Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, va para que lo bautice, se sorprende; al reconocer en él al Mesías, al Santo de Dios, a aquel que no tenía pecado, Juan manifiesta su desconcierto: él mismo, el que bautizaba, habría querido hacerse bautizar por Jesús. Pero Jesús lo exhorta a no oponer resistencia, a aceptar realizar este acto, para hacer lo que es conveniente para «cumplir toda justicia». Con esta expresión Jesús manifiesta que vino al mundo para hacer la voluntad de Aquel que lo mandó, para realizar todo lo que el Padre le pide; aceptó hacerse hombre para obedecer al Padre. Este gesto revela ante todo quién es Jesús: es el Hijo de Dios, verdadero Dios como el Padre; es aquel que «se rebajó» para hacerse uno de nosotros, aquel que se hizo hombre y aceptó humillarse hasta la muerte de cruz (cf. Flp 2, 7). El bautismo de Jesús, que hoy recordamos, se sitúa en esta lógica de la humildad y de la solidaridad: es el gesto de quien quiere hacerse en todo uno de nosotros y se pone realmente en la fila con los pecadores; él, que no tiene pecado, deja que lo traten como pecador (cf. 2 Co 5, 21), para cargar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa. Es el «siervo de Dios» del que nos habló el profeta Isaías en la primera lectura (cf. 42, 1). Lo que dicta su humildad es el deseo de establecer una comunión plena con la humanidad, el deseo de realizar una verdadera solidaridad con el hombre y con su condición. El gesto de Jesús anticipa la cruz, la aceptación de la muerte por los pecados del hombre. Este acto de anonadamiento, con el que Jesús quiere uniformarse totalmente al designio de amor del Padre y asemejarse a nosotros, manifiesta la plena sintonía de voluntad y de fines que existe entre las personas de la santísima Trinidad. Para ese acto de amor, el Espíritu de Dios se manifiesta como paloma y baja sobre él, y en aquel momento el amor que une a Jesús al Padre se testimonia a cuantos asisten al bautismo, mediante una voz desde lo alto que todos oyen. El Padre manifiesta abiertamente a los hombres —a nosotros— la comunión profunda que lo une al Hijo: la voz que resuena desde lo alto atestigua que Jesús es obediente en todo al Padre y que esta obediencia es expresión del amor que los une entre sí. Por eso, el Padre se complace en Jesús, porque reconoce en las acciones del Hijo el deseo de seguir en todo su voluntad: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17). Y esta palabra del Padre alude también, anticipadamente, a la victoria de la resurrección y nos dice cómo debemos vivir para complacer al Padre, comportándonos como Jesús.<br /><br />Queridos padres, el Bautismo que hoy pedís para vuestros hijos los inserta en este intercambio de amor recíproco que existe en Dios entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; por este gesto que voy a realizar, se derrama sobre ellos el amor de Dios, y los inunda con sus dones. Mediante el lavatorio del agua, vuestros hijos son insertados en la vida misma de Jesús, que murió en la cruz para librarnos del pecado y resucitando venció a la muerte. Por eso, inmersos espiritualmente en su muerte y resurrección, son liberados del pecado original e inicia en ellos la vida de la gracia, que es la vida misma de Jesús resucitado. «Él se entregó por nosotros —afirma san Pablo— a fin de rescatarnos de toda iniquidad y formar para sí un pueblo puro que fuese suyo, fervoroso en buenas obras» (Tt 2, 14).<br /><br />Queridos amigos, al darnos la fe, el Señor nos ha dado lo más precioso que existe en la vida, es decir, el motivo más verdadero y más bello por el cual vivir: por gracia hemos creído en Dios, hemos conocido su amor, con el cual quiere salvarnos y librarnos del mal. La fe es el gran don con el que nos da también la vida eterna, la verdadera vida. Ahora vosotros, queridos padres, padrinos y madrinas, pedís a la Iglesia que acoja en su seno a estos niños, que les dé el Bautismo; y esta petición la hacéis en razón del don de la fe que vosotros mismos, a vuestra vez, habéis recibido. Todo cristiano puede repetir con el profeta Isaías: «El Señor me plasmó desde el seno materno para siervo suyo» (cf. 49, 5); así, queridos padres, vuestros hijos son un don precioso del Señor, el cual se ha reservado para sí su corazón, para poderlo colmar de su amor. Por el sacramento del Bautismo hoy los consagra y los llama a seguir a Jesús, mediante la realización de su vocación personal según el particular designio de amor que el Padre tiene pensado para cada uno de ellos; meta de esta peregrinación terrena será la plena comunión con él en la felicidad eterna.<br /><br />Al recibir el Bautismo, estos niños obtienen como don un sello espiritual indeleble, el «carácter», que marca interiormente para siempre su pertenencia al Señor y los convierte en miembros vivos de su Cuerpo místico, que es la Iglesia. Mientras entran a formar parte del pueblo de Dios, para estos niños comienza hoy un camino que debería ser un camino de santidad y de configuración con Jesús, una realidad que se deposita en ellos como la semilla de un árbol espléndido, que es preciso ayudar a crecer. Por esto, al comprender la grandeza de este don, desde los primeros siglos se ha tenido la solicitud de dar el Bautismo a los niños recién nacidos. Ciertamente, luego será necesaria una adhesión libre y consciente a esta vida de fe y de amor, y por esto es preciso que, tras el Bautismo, sean educados en la fe, instruidos según la sabiduría de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia, a fin de que crezca en ellos este germen de la fe que hoy reciben y puedan alcanzar la plena madurez cristiana. La Iglesia, que los acoge entre sus hijos, debe hacerse cargo, juntamente con los padres y los padrinos, de acompañarlos en este camino de crecimiento. La colaboración entre la comunidad cristiana y la familia es más necesaria que nunca en el contexto social actual, en el que la institución familiar se ve amenazada desde varias partes y debe afrontar no pocas dificultades en su misión de educar en la fe. La pérdida de referencias culturales estables y la rápida transformación a la cual está continuamente sometida la sociedad, hacen que el compromiso educativo sea realmente arduo. Por eso, es necesario que las parroquias se esfuercen cada vez más por sostener a las familias, pequeñas iglesias domésticas, en su tarea de transmisión de la fe.<br /><br />Queridos padres, junto con vosotros doy gracias al Señor por el don del Bautismo de estos hijos vuestros; al elevar nuestra oración por ellos, invocamos el don abundante del Espíritu Santo, que hoy los consagra a imagen de Cristo sacerdote, rey y profeta. Encomendándolos a la intercesión materna de María santísima, pedimos para ellos vida y salud, para que puedan crecer y madurar en la fe, y dar, con su vida, frutos de santidad y de amor. Amén.<br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-41918700857316874882022-11-15T09:15:00.002+01:002022-11-15T09:15:42.117+01:00Martes 20 diciembre 2022, 20 de diciembre, Martes de la IV semana de Adviento, feria.<b><span style="color: #990000;"><u>SOBRE LITURGIA</u></span></b><br /><br /><b><u>MISA CRISMAL</u><br />HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II</b><br />Jueves Santo, 19 de abril de 1984<br /><br />1. Hoy, mientras la misión publica del Mesías sobre la tierra llega a su término, las palabras del Evangelio según San Lucas nos llevan de nuevo al comienzo, presentándonos a Jesús en la sinagoga de Nazaret y el Libro del profeta Isaías.<br /><br />Jesús lee: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque El me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del. Señor" (Lc 4, 18-19).<br /><br />Una profecía mesiánica.<br /><br />Dice Jesús en Nazaret: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír" (Ib. , y. 21).<br /><br />La profecía mesiánica se cumple en El.<br /><br />2. El Mesías es ungido con el Espíritu Santo.<br /><br />Tiene la plenitud del espíritu, porque es el Hijo de Dios.<br /><br />En El se cumplen las palabras del Salmista referidas directamente al rey David.<br /><br />Dice Dios por boca del Salmista:<br /><br />"Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, / por mi nombre crecerá su poder. / El me invocará: Tú eres mi Padre, / mi Dios, Mi Roca salvadora" (Sal 88/89, 25. 27).<br /><br />Sólo anunciando a Jesús podía David exclamar de este modo, porque únicamente Cristo puede decir a Dios: "Tú eres mi Padre".<br /><br />Sólo Cristo —en cuanto Hijo consustancial con el Padre— está unido a El en el Espíritu Santo.<br /><br />Y únicamente Cristo, al ser enviado del Padre, posee la plenitud del Espíritu Santo.<br /><br />Posee esta plenitud en cuanto Redentor de la Iglesia qué es su Cuerpo. Tiene esta plenitud en la Iglesia para la humanidad entera, para todos los pueblos, naciones y generaciones, para cada hombre.<br /><br />3. El símbolo de la infusión del Espíritu Santo es la unción.<br /><br />Hoy la Iglesia bendice los óleos que se emplean en la unción; concretamente: el santo crisma, el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos.<br /><br />Con esta liturgia matutina especial del Jueves Santo, la Iglesia desea confesar,<br /><br />— que Cristo, poseyendo la plenitud del Espíritu Santo por ser Hijo de Dios y Redentor del mundo, de esta plenitud va sacando para enriquecer continuamente una y otra vez a la Iglesia<br /><br />— y en la Iglesia y mediante la Iglesia desea sacar de esta plenitud inagotable del Espíritu Santo para enriquecer a todos y cada uno de los que se abran a la. potencia de su redención,<br /><br />— en particular la Iglesia desea sacar de esta plenitud del Espíritu Santo de Cristo para enriquecer a todos y cada uno con la administración de los sacramentos, signos de salvación y gracia.<br /><br />Los santos óleos — crisma, óleo de los catecúmenos y óleo de los enfermos — están destinados al ministerio sacramental de la Iglesia.<br /><br />4. Nosotros los sacerdotes —que concelebramos hoy esta Eucaristía matutina del Jueves Santo— desearnos confesar que cada uno de nosotros tenemos una parte especial en esta plenitud del Espíritu Santo que hay en Cristo, Eterno y Único Sacerdote de la Nueva Alianza.<br /><br />El Jueves Santo es recuerdo de la institución del Sacrificio eucarístico.<br /><br />Para celebrar este Santísimo Sacrificio hemos sido ungidos en el sacramento del sacerdocio. Al ser dispensadores de la Eucaristía nos hemos transformado en servidores peculiares de Cristo ante todo el Pueblo de Dios. Se nos ha confiado la remisión de los pecados y el ministerio de los demás sacramentos junto con la enseñanza de la fe.<br /><br />5. Hoy, Jueves Santo, miramos con amor particular a Aquel a quien el Padre "consagró con la unción y envió al mundo"; miramos a Cristo que posee la plenitud total del Espíritu Santo en favor de la humanidad entera,<br /><br />— a Cristo, de cuya plenitud todos hemos recibido<br /><br />— y cada uno de nosotros tenemos nuestra "parte con El".<br /><br />Por medio de esta "parte", a través de nuestra participación sacerdotal en la Unción mesiánica de Jesucristo, nosotros somos sus sacerdotes ante el Pueblo de Dios, al servicio de este Pueblo.<br /><br />Agradecemos nuestro sacerdocio ministerial a Quien lo ha injertado en nuestras almas. Deseamos permanecer y perseverar en él al servicio de la salvación humana.<br /><br />Juramos nuestra fidelidad sacerdotal a Aquel que nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados con su sangre...<br /><br />6. El Jubileo extraordinario de la Iglesia con motivo del Año de la Redención toca a su fin.<br /><br />En este Año Santo hemos querido renovar en nosotros la gracia del sacramento del sacerdocio.<br /><br />Damos gracias por este sacramento que crece sobre el fundamento del "sacerdocio universal" de todos los bautizados como sacramento del servicio salvífico.<br /><br />Gloria eterna a Cristo que "nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre" (Ap 1, 6).<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>CALENDARIO</u></span><br /><br />20 <span style="color: #cc0000;"><u>MARTES DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO, feria </u><br /><br />Misa</span></b><span style="color: #cc0000;"> </span>de feria-20 de diciembre (<span style="color: #cc0000;">morado</span>). <br /><b>MISAL:</b> ants. y oracs. props., Pf. II o IV Adv. <br /><b>LECC.:</b> vol. <b>II. <br />- Is 7, 10-14. </b><i>Mirad: la virgen está encinta. </i><br /><b>- Sal 23. </b>R. <i>Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria. </i><br /><b>- Lc 1, 26-38. </b><i>Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. </i><br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Liturgia de las Horas:</span></b> oficio de feria-20 de diciembre, ant. Mag. «Oh, Llave». <br /><br /><b><span style="color: #cc0000;">Martirologio:</span></b> elogs. del 21 de diciembre, pág. 728. <br /><b>CALENDARIOS: Barcelona:</b> Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Javier Vilanova Pellisa, obispo auxiliar (2020). <br /><b>Toledo:</b> Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo, emérito (1987).<br /><br /><b><span style="color: #990000;"><u>TEXTOS MISA</u></span></b><br /><br /><u><b>20 de diciembre. Feria de Adviento.</b></u><br /><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de entrada Cf. Is 11, 1; 40, 5; Lc 3, 6</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Brotará un renuevo del tronco de Jesé y la gloria del Señor llenará toda la tierra. Toda carne verá la salvación de Dios.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Egrediétur virga de radíce Iesse, et replébitur omnis terra glória Dómini, et vidébit omnis caro salutáre Dei.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración colecta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Oh, Dios de eterna grandeza, ya que la Virgen Inmaculada, por el anuncio del ángel, acogió tu Verbo inefable y, transformada en templo de tu divinidad, se llenó con La luz del Espíritu Santo, concédenos que, a ejemplo suyo, aceptemos humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Deus, aeterna maiéstas, cuius ineffábile Verbum, Angelo nuntiánte, Virgo immaculáta suscépit, et, domus divinitátis effécta, Sancti Spíritus luce replétur, quaesumus, ut nos, eius exémplo, voluntáti tuae humíliter adhaerére valeámus. Per Dóminum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>LITURGIA DE LA PALABRA</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Lecturas del 20 de diciembre. Feria de Adviento (Lec. II).</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>PRIMERA LECTURA</b></span><span style="color: #cc0000;"> Is 7, 10-14</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Mirad: la virgen está encinta</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Lectura del libro de Isaías.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:<br />«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».<br />Respondió Ajaz:<br />«No lo pido, no quiero tentar al Señor».<br />Entonces dijo Isaías:<br />«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel».</div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">Palabra de Dios.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Te alabamos, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Salmo responsorial</b> Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R.: cf. 7c. 10c)</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Introíbit Dóminus: ipse est rex glória.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Del Señor es la tierra y cuanto la llena,<br />el orbe y todos sus habitantes:<br />él la fundó sobre los mares,<br />él la afianzó sobre los ríos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Introíbit Dóminus: ipse est rex glória.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> ¿Quién puede subir al monte del Señor?<br />¿Quién puede estar en el recinto sacro?<br />El hombre de manos inocentes y puro corazón,<br />que no confía en los ídolos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Introíbit Dóminus: ipse est rex glória.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> Ese recibirá la bendición del Señor,<br />le hará justicia el Dios de salvación.<br />Esta es la generación que busca al Señor,<br />que busca tu rostro, Dios de Jacob.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> <b>Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Introíbit Dóminus: ipse est rex glória.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>Aleluya</b></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span> Aleluya, aleluya, aleluya.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">V.</span> <b>Llave de David, que abres las puertas del Reino eterno, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas.</b> <span style="color: #cc0000;">R.</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Clavis David, qui áperis portas ætérni regni: veni, et educ vinctum de domo cárceris sedéntem in ténebris.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>EVANGELIO</b> Lc 1, 26-38</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">╬</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Lectura del santo Evangelio según san Lucas.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R. </span>Gloria a ti, Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David;<br />el nombre de la virgen era María.<br />El ángel, entrando en su presencia, dijo:<br />«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».<br />Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.</div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">El ángel le dijo:<br />«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».<br />Y María dijo al ángel:<br />«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».<br />El ángel le contestó:<br />«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».<br />María contestó:<br />«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».</div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">Y el ángel se retiró.</div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">Palabra del Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">R.</span><span style="color: #cc0000;"> </span>Gloria a ti, Señor Jesús.</div><br /><span style="color: #073763;"><b>Papa Francisco, Ángelus 24-diciembre 2017</b><style type="text/css">
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</style></span><br /><span style="color: #073763;">María dice: «He aquí la esclava del Señor»; y el Hijo de Dios, entrando en el mundo dice: «He aquí que vengo […] a hacer, oh Dios, tu voluntad» (Hb 10, 7- 9). La actitud de María refleja plenamente esta declaración del Hijo de Dios, que se convierte también en hijo de María. Así la Virgen se revela colaboradora perfecta del proyecto de Dios, y se revela también discípula de su Hijo, en el <i>Magnificat </i>podrá proclamar que «exaltó a los humildes» (Lc 1, 52), porque con esta respuesta suya humilde y generosa ha obtenido la alegría altísima, y también una gloria altísima. Mientras admiramos a nuestra Madre por su respuesta a la llamada y a la misión de Dios, le pedimos a Ella que nos ayude a cada uno de nosotros a acoger el proyecto de Dios en nuestra vida, con humildad sincera y generosidad valiente.</span><br /><div><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración de los fieles</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;">Oremos al Padre, por la intercesión del Señor Jesús, que viene a salvarnos.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que la Iglesia, a ejemplo de la Virgen María, esté siempre en actitud de acogida obediente a la voluntad del Padre. Roguemos al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que los que ejercen autoridad y poder sobre los pueblos sepan fiarse de la providencia de Dios, que conduce la historia. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que los enfermos y todos los que sufren descubran la presencia misericordiosa del «Dios con nosotros» en su mismo sufrimiento. Roguemos al Señor.<br /><span style="color: #cc0000;"><b>-</b></span> Para que, por el poder del Espíritu Santo, todos nosotros preparemos un corazón bien dispuesto para acoger al Señor Jesús en su nuevo nacimiento. Roguemos al Señor.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><b>D</b></span>ios, Padre de misericordia, escucha las oraciones de tus hijos y concédenos prepararnos con la Virgen María para recibir a tu Hijo que viene. Él, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración sobre las ofrendas</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Acepta, Señor, este sacrificio único, para que, al participar en este misterio, recibamos los dones que la fe nos hace esperar. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Inténde, quaesumus, Dómine, sacrifícium singuláre, ut, huius participatióne mystérii, quae speránda crédimus, exspectáta sumámus. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;">PREFACIO IV DE ADVIENTO<br /><span style="color: #cc0000;">MARÍA, NUEVA EVA</span><br /><b>En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.<br />Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre.<br />Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sion ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva.<br />Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro Salvador.<br />Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:<br />Santo, Santo, Santo…</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b><br /></b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;"><a href="https://misadiaria.blogspot.com/p/plegaria-eucaristica-i-o-canon-romano.html" target="_blank">PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO</a></span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Antífona de comunión Cf. Lc 1, 31</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>El ángel dijo a María: «Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús».</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Dixit Angelus ad Maríam: Ecce concípies et páries fílium, et vocábis nomen eius Iesum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br /></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><span style="color: #cc0000;">Oración después de la comunión</span></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><b>Protege, Señor, con tu poder divino a los que alimentas con los dones del cielo, para que, al participar en tus misterios, les concedas gozar de la paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.</b></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i>Quos múnere caelésti réficis, Dómine, divíno tuére praesídio, ut, tuis mystériis perfruéntes, in vera fácias pace gaudére. Per Christum.</i></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><i><br /></i></div><b><span style="color: #990000;"><u>MARTIROLOGIO</u></span><br /><br /><span style="color: #cc0000;">Elogios del 21 de diciembre<br /><span style="font-size: medium;">S</span></span>an Pedro Canisio</b>, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, que, enviado a Alemania, se dedicó con ahínco a defender la fe católica y a confirmarla con la predicación y los escritos, entre los que sobresale el <i>Catecismo</i>, y encontró el reposo de sus trabajos en Friburgo, población de Suiza. <span style="color: #cc0000;">(1597)</span><br /><b>2. </b>Conmemoración de <b>san Miqueas, profeta</b>, el cual, en los días de Joatan, Acaz y Ezequias, reyes de Judá, defendió con su predicación a los oprimidos, condenó los ídolos y las perversidades, y anunció al pueblo elegido que desde los días eternos nacería en Belén de Judea un caudillo que apacentaría a Israel con la fortaleza del Señor.<br /><b>3. </b>En Licia, actual Turquía, <b>san Temístocles, mártir</b>, el cual, según se cuenta, en tiempo del emperador Decio se ofreció en lugar de san Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y tras haber sido torturado en el potro, arrastrado y apaleado, alcanzó la corona del martirio. <span style="color: #cc0000;">(s. III)</span><br /><b>4*. </b>En Montecerignone, lugar de Emilia-Romaña, en Italia, <b>beato Domingo Spadafora</b>, presbítero de la Orden de Predicadores, que trabajó diligentemente en el ministerio de la predicación.<span style="color: #cc0000;"> (1521)</span><br /><b>5.</b> En Hanoi, en Tonkín, hoy Vietnam, pasión de los <b>santos Andrés Dung Lac y Pedro Truong Van Thi</b>, presbíteros y mártires, los cuales, al desoir el mandato de pisotear la cruz, consumaron el martirio con la decapitación. Su memoria se celebra el día veinticuatro de noviembre.<span style="color: #cc0000;"> (1839)</span><br /><b>6*. </b>En Coblenza, en Alemania, <b>beato Pedro Friedhofen</b>, religioso, que, desempeñando el oficio de caminero, fundó después la Comunidad de Hermanos de la Misericordia de María Auxiliadora, a causa de la cual sufrió plácidamente y con ánimo sereno muchas burlas y molestias. <span style="color: #cc0000;">(1860)</span><br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2799601116085939391.post-59902111718541999472022-11-15T09:07:00.002+01:002022-11-15T09:09:20.914+01:00Papa Benedicto XVI, Discurso a los sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos, Benin (19-noviembre-2011).VIAJE APOSTÓLICO A BENÍN 18-20 DE NOVIEMBRE DE 2011<br /><b><u>ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS, SEMINARISTAS Y LAICOS</u><br />DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI</b><br />Patio del Seminario San Gall de Ouidah. Sábado 19 de noviembre de 2011<br /><br />Señores Cardenales,<br />Mons. N’Koué, responsable de la formación sacerdotal,<br />queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio,<br />queridos religiosos y religiosas,<br />queridos seminaristas y queridos fieles laicos,<br /><br />Gracias Monseñor N’Koué por las hermosas palabras que me ha dirigido, y gracias también, querido seminarista, por las tuyas tan acogedoras y deferentes. Es para mí una gran alegría encontrarme de nuevo, en medio de vosotros, en Ouidah, y particularmente en este seminario puesto bajo la protección de Santa Juana de Arco y dedicado a san Galo, hombre de virtudes brillantes, monje deseoso de perfección, pastor lleno de dulzura y humildad. ¿Qué más noble que tener como modelo su figura, así como la de Monseñor Louis Parisot, apóstol infatigable de los pobres y promotor del clero local, la del Padre Thomas Moulero, primer sacerdote del Dahomey de antaño, y la del Cardenal Bernardin Gantin, hijo eminente de vuestra tierra y humilde servidor de la Iglesia?<br /><br />Nuestro encuentro de esta mañana me ofrece la ocasión para expresaros directamente mi gratitud por vuestro compromiso pastoral. Doy gracias a Dios por vuestro celo, no obstante las condiciones a veces difíciles en las que estáis llamados a testimoniar su amor. Y le doy gracias también por tantos hombres y mujeres que han anunciado el Evangelio en la tierra de Benín, así como en toda África.<br /><br />Dentro de poco firmaré la Exhortación apostólica postsinodal <i>Africae munus</i>. En ella se aborda el tema de la paz, la justicia y la reconciliación. Estos tres valores se imponen como un ideal evangélico fundamental en la vida bautismal y requieren una sana aceptación de vuestra identidad de sacerdotes, consagrados y fieles laicos.<br /><br />Queridos sacerdotes, la responsabilidad de promover la paz, la justicia y la reconciliación, os incumbe de una manera muy particular. En efecto, por la sagrada ordenación que recibisteis, y por los sacramentos que celebráis, estáis llamados a ser hombres de comunión. Así como el cristal no retiene la luz, sino que la refleja y la devuelve, de igual modo el sacerdote debe dejar transparentar lo que celebra y lo que recibe. Por tanto os animo a dejar trasparentar a Cristo en vuestra vida con una auténtica comunión con el obispo, con una bondad real hacia vuestros hermanos, una profunda solicitud por cada bautizado y una gran atención hacia cada persona. Dejándoos modelar por Cristo, no cambiéis jamás la belleza de vuestro ser sacerdotes por realidades efímeras, a veces malsanas, que la mentalidad contemporánea intenta imponer a todas las culturas. Os exhorto, queridos sacerdotes, a no subestimar la grandeza insondable de la gracia divina depositada en vosotros y que os capacita a vivir al servicio de la paz, la justicia y la reconciliación.<br /><br />Queridos religiosos y religiosas, de vida activa y contemplativa, la vida consagrada es una seguimiento radical de Jesús. Que vuestra opción incondicional por Cristo os conduzca a una amor sin fronteras por el prójimo. La pobreza y la castidad os hagan verdaderamente libres para obedecer incondicionalmente al único Amor que, cuando os alcanza, os impulsa a derramarlo por todas partes. Pobreza, obediencia y castidad aumenten en vosotros la sed de Dios y el hambre de su Palabra, que, al crecer, se convierte en hambre y sed para servir al prójimo hambriento de justicia, paz y reconciliación. Fielmente vividos, los consejos evangélicos os trasforman en hermano universal o en hermana de todos, y os ayudan a avanzar con determinación por el camino de la santidad. Llegaréis si estáis convencidos de que para vosotros la vida es Cristo (cf. Flp 1,21), y hacéis de vuestras comunidades reflejo de la gloria de Dios y lugares donde no tenéis otra deuda con nadie, sino la del amor mutuo (cf. Rm 13,8). Con vuestros carismas propios, vividos con un espíritu de apertura a la catolicidad de la Iglesia, podéis contribuir a una expresión armoniosa de la inmensidad de los dones divinos al servicio de toda la humanidad.<br /><br />Me dirijo ahora a vosotros, queridos seminaristas, os animo a poneros en la escuela de Cristo para adquirir las virtudes que os ayudarán a vivir el sacerdocio ministerial como el lugar de vuestra santificación. Sin la lógica de la santidad, el ministerio no es más que una simple función social. La calidad de vuestra vida futura depende de la calidad de vuestra relación personal con Dios en Jesucristo, de vuestros sacrificios, de la feliz integración de las exigencias de vuestra formación actual. Ante los retos de la existencia humana, el sacerdote de hoy como el de mañana – si quiere ser testigo creíble al servicio de la paz, la justicia y la reconciliación – debe ser un hombre humilde y equilibrado, prudente y magnánimo. Después de 60 años de vida sacerdotal, os puedo asegurar, queridos seminaristas, que no lamentaréis haber acumulado durante vuestra formación tesoros intelectuales, espirituales y pastorales.<br /><br />En cuanto a vosotros, queridos fieles laicos que, en el corazón de las realidades cotidianas de la vida, estáis llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo, os exhorto a renovar también vuestro compromiso por la justicia, la paz y la reconciliación. Esta misión requiere en primer lugar fe en la familia, construida según el designio de Dios, y una fidelidad a la esencia misma del matrimonio cristiano. Exige también que vuestras familias sean verdaderas «iglesias domésticas». Gracias a la fuerza de la oración, «se transforma y se mejora gradualmente la vida personal y familiar, se enriquece el diálogo, se transmite la fe a los hijos, se acrecienta el gusto de estar juntos y el hogar se une y consolida más» (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en el rezo del santo rosario con ocasión del VI Encuentro Mundial de las Familias en Ciudad de México, 17 de enero de 2009, 3). Haciendo reinar en vuestras familias el amor y el perdón, contribuís a la edificación de una Iglesia fuerte y hermosa, y a que haya más justicia y paz en toda la sociedad. En este sentido, os animo, queridos padres, a tener un respeto profundo por la vida y a testimoniar ante vuestros hijos los valores humanos y espirituales. Y me complace recordar aquí que el Papa Juan Pablo II fundó hace 10 años en Cotonou, en un Instituto que lleva su nombre, una sección para el África francófona, con el fin de contribuir a la reflexión y pastoral sobre el matrimonio y la familia. Finalmente, exhorto especialmente a los catequistas, estos valientes misioneros en el corazón de las realidades más humildes, a ofrecer siempre, con una esperanza y determinación indefectibles, su ayuda singular y del todo necesaria para la propagación de la fe en fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia (cf. Ad gentes, 17).<br /><br />Para concluir mi encuentro con vosotros, quisiera exhortaros a una fe auténtica y viva, fundamento inquebrantable de una vida cristiana santa y al servicio de la edificación de un mundo nuevo. El amor por el Dios revelado y por su Palabra, el amor por los sacramentos y por la Iglesia, son un antídoto eficaz contra los sincretismos que extravían. Este amor favorece una justa integración de los valores auténticos de las culturas en la fe cristiana. Libera del ocultismo y vence los espíritus maléficos, porque se mueve por la potencia misma de la Santa Trinidad. Vivido profundamente, este amor es también un fermento de comunión que rompe todas las barreras, favoreciendo así la edificación de una Iglesia en la que no haya segregación entre los bautizados, pues todos son uno en Cristo Jesús (cf. Ga 3, 28). Con gran confianza, cuento con cada uno de vosotros, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos, para hacer vivir esta Iglesia. En prenda de mi cercanía espiritual y paternal, y confiándoos a la Virgen María, invoco sobre todos vosotros, vuestros familiares, los jóvenes y los enfermos, la abundancia de las bendiciones divinas.<br /><br /><i>Aklunɔ ni kɔn fɛnu tɔn lɛ do mi ji [fon]</i><br /><br />[Trad.: Que el Señor os colme de sus gracias].<br />Jesús Valdéshttp://www.blogger.com/profile/16891712215751883753noreply@blogger.com0