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sábado, 8 de abril de 2017

Formulario Primero, del Matrimonio en la Misa.

Ritual del Matrimonio (2ª edición)

Capítulo I. CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO DENTRO DE LA MISA

FORMULARIO PRIMERO

RITOS INICIALES

PRIMER MODO

47. A la hora convenida, el sacerdote, revestido de alba, estola y casulla del color de la Misa que se celebra, se dirige, junto con los ayudantes, a la puerta de la iglesia, recibe a los novios y los saluda afablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
48. Luego se hace la procesión hacia el altar: preceden los ayudantes, sigue el sacerdote, después los novios, a los que, según las costumbres locales, pueden acompañar honoríficamente, por lo menos los padres y dos testigos, hasta el lugar que tienen preparado. Mientras, se entona el canto de entrada o se toca festivamente el órgano u otro instrumento.
49. Respecto al lugar preparado para los novios, conviene tener en cuenta, a ser posible, que queden situados de tal modo que no den la espalda a la asamblea.
50. El sacerdote se acerca al altar, lo saluda con una inclinación profunda y lo venera con un beso. Después va a la sede.
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SEGUNDO MODO

51. A la hora convenida, el sacerdote, revestido de alba, estola y casulla del color de la Misa que se celebra, se dirige, junto con los ayudantes, al lugar preparado para los novios.
52. Cuando los novios han llegado a su lugar, el sacerdote los recibe y los saluda afablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
53. Luego, mientras se entona el canto de entrada o se toca festivamente el órgano u otro instrumento, se acerca al altar, lo saluda con una inclinación profunda y lo venera con un beso. Después va a la sede.
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SALUDO

54. Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con las siguientes palabras:

La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo,
que nos amó hasta entregarse por nosotros,
estén con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

Puede utilizar cualquiera de las otras fórmulas que propone el Misal Romano.

55. Luego saluda brevemente a los novios y a los presentes, para disponerlos a la celebración del Matrimonio, con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos:
Llenos de alegría, hemos venido a la casa del Señor para esta celebración, acompañando a N. y N. en el día en que se disponen a celebrar su unión matrimonial. Para ellos este momento es de singular importancia. Por ello, acompañémoslos con nuestro cariño, amistad y oración fraterna. Escuchemos atentamente con ellos la Palabra que Dios nos va a dirigir hoy. Después, con la santa Iglesia, invocaremos a Dios Padre, por Jesucristo, nuestro Señor, para que acoja complacido a estos hijos suyos que van a contraer Matrimonio, los bendiga y les conceda vivir en unidad permanente.

56. O bien:

N. y N., la Iglesia participa de vuestra alegría y os recibe cordialmente junto con vuestros padres y amigos, en el día en que vais a unir para siempre vuestras vidas delante de Dios, nuestro Padre. Que el Señor os escuche en este día de gozo para vosotros; os otorgue su bendición celestial y os proteja. Que os conceda los deseos de vuestro corazón y atienda todas vuestras peticiones.

Otras moniciones alternativas (núms. 343-345).


Se omite el acto penitencial.

57. Los días en que se permiten las Misas rituales, se dice la Misa «por los esposos», con las lecturas propias.
Si concurre algún día de los reseñados en los números 1-4 de la tabla de los días litúrgicos, se dice la Misa del día, pero sin omitir en ella la bendición nupcial y, si se cree oportuno, la fórmula de bendición final propia.
Si la Misa en que se lleva a cabo el rito del Matrimonio se celebra en domingo y es participada por la comunidad parroquial, se dice la Misa del día, incluso en los domingos del Tiempo de Navidad y del Tiempo Ordinario.

ORACIÓN COLECTA

58. El rito de entrada concluye con la oración «colecta». Si el día de la celebración coincide con alguno de los reseñados en los números 1-4 de la tabla de los días litúrgicos, se dice la Misa del día. En los demás casos, se dice esta colecta u otra de las propias de la Misa ritual (núms. 357-360). Igualmente se hará con la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión.

Oremos.
Escucha nuestras súplicas, Señor,
derrama tu gracia sobre estos hijos tuyos,
que se unen junto a tu altar,
y hazlos fuertes en la mutua caridad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

59. La liturgia de la palabra se realiza en la forma acostumbrada. Pueden hacerse tres lecturas, la primera de las cuales será del Antiguo Testamento, o del Apocalipsis en Tiempo Pascual (núms. 374-419: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Salmos y Aleluyas, Evangelios).
Se elegirá siempre por lo menos una de las lecturas que hablen explícitamente del Matrimonio, las cuales están señaladas con un asterisco (*).

60. Cuando no se dice la Misa ritual, una de las lecturas puede tomarse de las que propone el Leccionario para esta Misa (capítulo V de este Ritual, núms. 374-419: Antiguo TestamentoNuevo TestamentoSalmos y AleluyasEvangelios), a no ser que concurra uno de los días reseñados en los números 1-4 de la tabla de los días litúrgicos.
Aquí se proponen aquellas lecturas que expresan de modo peculiar la importancia y dignidad del Matrimonio en el misterio de la salvación.

PRIMERA LECTURA
Hombre y mujer los creó
Lectura del libro del Génesis. 1, 26-28. 31a

Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.»
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 127(128), 1-2. 3. 4-5ac y 6a (R.: 4)
R. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. R.

SEGUNDA LECTURA
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios. 5, 2a. 25-32

Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros
a Dios.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

Palabra de Dios.

ALELUYA Y VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Cf. Sal 133 (134), 3
R. Aleluya.
El Señor os bendiga desde Sion,
el que hizo cielo y tierra.
R. Aleluya.

En Tiempo de Cuaresma: Cf. 1Jn 4, 16b. 12. 11
R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Dios es amor;
amémonos unos a otros como Dios nos amó.
R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

EVANGELIO
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo. 19, 3-6

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió:
«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, "los creó hombre y mujer", y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

Palabra del Señor.

O bien:

En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
+ Lectura del santo evangelio según san Juan. 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
«No les queda vino.»
Jesús le contestó:
«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes:
«Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
«Llenad las tinajas de agua.»
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra del Señor.

61. Después de la lectura del Evangelio, el sacerdote, en la homilía, explica, partiendo del texto sagrado, el misterio del Matrimonio cristiano, la dignidad del amor conyugal, la gracia del Sacramento y las obligaciones de los cónyuges, atendiendo, sin embargo, a las diversas circunstancias de las personas.

CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO

62. Cuando se celebran dos o más Matrimonios a la vez, el interrogatorio antes del consentimiento, el mismo consentimiento, como también la aceptación del consentimiento, se harán siempre en singular para cada Matrimonio; lo demás, sin excluir la misma bendición nupcial, se dirá una sola vez en plural para todos.

MONICIÓN

63. Puestos en pie todos, incluso los novios, y situados los testigos a uno y otro lado, el sacerdote se dirige a los novios, con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos:
Estamos aquí, junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio ante el ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, que os consagró un día con el santo Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.

ESCRUTINIO

64. Entonces el sacerdote los interroga acerca de la libertad, la fidelidad y la aceptación y educación de la prole, y a cada pregunta ellos responden.

V. N y N., ¿venís a contraer Matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?
R. Sí, venimos libremente.
V. ¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?
R. Sí, estamos decididos.
La siguiente pregunta se puede omitir si las circunstancias lo aconsejan, por ejemplo, si los novios son de edad avanzada.
V. ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
R. Sí, estamos dispuestos.

CONSENTIMIENTO

65. El sacerdote los invita a expresar el consentimiento:

Así, pues, ya que queréis contraer santo Matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.

Se dan la mano derecha.

66. El varón dice:
Yo, N., te recibo a ti, N., como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

La mujer dice:
Yo, N., te recibo a ti, N., como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

O bien:

El varón dice:
N., ¿quieres ser mi mujer?
La mujer responde:
Sí, quiero.
La mujer dice:
N., ¿quieres ser mi marido?
El varón responde:
Sí, quiero.
El varón dice:
N., yo te recibo como esposa y prometo amarte fielmente durante toda mi vida.
La mujer dice:
N., yo te recibo como esposo y prometo amarte fielmente durante toda mi vida.

O bien:

El varón dice:
Yo, N., te recibo a ti, N., como legítima mujer mía y me entrego a ti como legítimo marido tuyo, según lo manda la santa Madre Iglesia católica.
La mujer dice:
Yo, N., te recibo a ti, N., como legítimo marido mío, y me entrego a ti como legítima mujer tuya, según lo manda la santa Madre Iglesia católica.
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67. Si parece más oportuno, el sacerdote puede solicitar el consentimiento de los contrayentes por medio de un interrogatorio.

En primer lugar interroga al varón:
N., ¿quieres recibir a N. como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?
El varón responde:
Sí, quiero.

A continuación el sacerdote interroga a la mujer:
N., ¿quieres recibir a N. como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
La mujer responde:
Sí, quiero.
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CONFIRMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO

68. Luego el sacerdote que recibe el consentimiento dice a los esposos:

El Señor confirme con su bondad
este consentimiento vuestro
que habéis manifestado ante la Iglesia
y os otorgue su copiosa bendición.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

O bien:

El Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac,
el Dios de Jacob,
el Dios que unió a nuestros primeros padres en el paraíso
confirme este consentimiento mutuo
que os habéis manifestado ante la Iglesia
y, en Cristo, os dé su bendición,
de forma que lo que Dios ha unido,
no lo separe el hombre.

69. El sacerdote invita a los presentes a alabar a Dios:
Bendigamos al Señor.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.

70. En este momento, según las costumbres locales, el esposo levanta el velo con que la esposa cubre su rostro.

BENDICIÓN Y ENTREGA DE LOS ANILLOS

71. El sacerdote dice:

El Señor bendiga estos anillos
que vais a entregaros uno al otro
en señal de amor y de fidelidad.
R. Amén.

Otras fórmulas de bendición de los anillos, números 102 y 132.

Según la oportunidad, asperja los anillos y los entrega a los esposos.

72. El esposo introduce en el dedo anular de la esposa el anillo a ella destinado, diciendo, según la oportunidad:

N., recibe esta alianza,
en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Asimismo la esposa introduce en el dedo anular del esposo el anillo a él destinado, diciendo, según la oportunidad:

N., recibe esta alianza,
en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
__________________________________________

BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ARRAS

73. Según las costumbres locales se puede realizar a continuación el rito de la bendición y entrega de las arras.

El sacerdote dice:
Bendice +, Señor, estas arras,
que N. y N. se entregan,
y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes.

El esposo toma las arras y las entrega a la esposa, diciendo:
N., recibe estas arras
como prenda de la bendición de Dios
y signo de los bienes que vamos a compartir.

La esposa igualmente las entrega al esposo, diciendo:
N., recibe estas arras
como prenda de la bendición de Dios
y signo de los bienes que vamos a compartir.
_________________________________________

74. Entonces toda la comunidad puede entonar un himno o un canto de alabanza:

Cantemos al Señor, que ha creado y bendecido vuestro amor.

ORACIÓN DE LOS FIELES

75. Luego se hace, en la forma acostumbrada, la oración universal (de la cual se proponen algunos modelos más en los números 106, 136 y 172).

V. Oremos, hermanos, por las necesidades de la santa Iglesia y de todo el mundo, y encomendemos especialmente a nuestros hermanos N. y N., que acaban de celebrar con gozo su Matrimonio.

Por la santa Iglesia: para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo. Roguemos al Señor.

Por los nuevos esposos N. y N.: para que el Espíritu Santo los llene con su gracia y haga de su unión un signo vivo del amor de Jesucristo a su Iglesia. Roguemos al Señor.

Por nuestro hermano N.: para que sea siempre fiel al Señor como Abrahán y admirable por su piedad y honradez como Tobías. Roguemos al Señor.

Por nuestra hermana N.: para que sea siempre irreprensible en su conducta, brille por su dulzura y pureza, humildad y prudencia. Roguemos al Señor.

Por todos los Matrimonios: para que, en el amor mutuo y en la fidelidad constante, sean en nuestra sociedad fermento de paz y unidad. Roguemos al Señor.

Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de la resurrección: para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria y de inmortalidad. Roguemos al Señor.

V. Escucha, Padre de bondad, nuestra oración
y concede a tus siervos,
que confían en ti,
conseguir los dones de tu gracia,
conservar el amor en la unidad
y llegar [con su descendencia], después de esta vida,
al reino eterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Después se dice el Credo, si las rúbricas lo prescriben.

LITURGIA EUCARÍSTICA

76. En la preparación de los dones, el esposo y la esposa pueden llevar el pan y el vino al altar, según la oportunidad.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

77. Cuando se puede celebrar la Misa ritual se emplea la siguiente oración, u otra de las propuestas para esta Misa (núms. 361 y 363).

Recibe, Señor, el sacrificio que te ofrecemos
por éstos que hoy se unen en santo Matrimonio
y, ya que los has bendecido,
guárdalos en tu amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

78. En la Misa ritual se emplea uno de los prefacios propios (núms. 364-366).

79. En la Plegaria eucarística se hace conmemoración de los nuevos esposos, empleando la fórmula propuesta en los números 367-370.

BENDICIÓN NUPCIAL

80. Dicho el Padre nuestro y omitiendo Líbranos de todos los males, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el esposo y la esposa, invoca sobre ellos la bendición de Dios, lo cual nunca se omite.

En la fórmula de invitación, si uno de los esposos o ambos no comulgan, se omiten las palabras entre corchetes.

En el último párrafo de la oración, las palabras entre corchetes pueden omitirse en aquellos casos en que las circunstancias parezcan aconsejarlo, por ejemplo, si los esposos son de edad avanzada.

81. Los esposos se acercan al altar o, según la oportunidad, permanecen en su lugar, y se arrodillan.

El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a orar con estas palabras:

Queridos hermanos, roguemos humildemente al Señor que derrame la gracia de su bendición sobre estos hijos suyos, que acaban de contraer Matrimonio en Cristo, y a los que unió en santa alianza, [por el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo que van a recibir] los haga perseverar en un mismo amor.

O bien:

Pidamos, hermanos, a Dios que santifique y ratifique con su bendición el Matrimonio que sus siervos N. y N. acaban de celebrar en el Señor [y que, al participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, se fortalezca y acreciente su unión matrimonial].

Otras fórmulas, núms. 348, 350 y 352.

Todos, durante unos momentos, oran en silencio.

82. Luego el sacerdote, con las manos extendidas sobre los esposos, continúa:

Oh Dios, que con tu poder creaste todo de la nada,
y, desde el comienzo de la creación,
hiciste al hombre a tu imagen
y le diste la ayuda inseparable de la mujer,
de modo que ya no fuesen dos, sino una sola carne,
enseñándonos que nunca será lícito separar
lo que quisiste fuera una sola cosa.

Oh Dios, que consagraste la alianza matrimonial
con un gran Misterio
y has querido prefigurar en el Matrimonio
la unión de Cristo con la Iglesia.

Oh Dios, que unes la mujer al varón
y otorgas a esta unión,
establecida desde el principio,
la única bendición
que no fue abolida
ni por la pena del pecado original,
ni por el castigo del diluvio.

Mira con bondad a estos hijos tuyos,
que, unidos en Matrimonio,
piden ser fortalecidos con tu bendición:
Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo,
para que tu amor, derramado en sus corazones,
los haga permanecer fieles en la alianza conyugal.

Abunde en tu hija N. el don del amor y de la paz,
e imite los ejemplos de las santas mujeres,
cuyas alabanzas proclama la Escritura.
Confíe en ella el corazón de su esposo,
teniéndola por copartícipe y coheredera
de una misma gracia y una misma vida,
la respete y ame siempre
como Cristo ama a su Iglesia.

Y ahora, Señor, te pedimos también
que estos hijos tuyos
permanezcan en la fe y amen tus preceptos;
que, unidos en Matrimonio,
sean ejemplo por la integridad de sus costumbres;
y, fortalecidos con el poder del Evangelio,
manifiesten a todos el testimonio de Cristo;
[que su unión sea fecunda,
sean padres de probada virtud,
vean ambos los hijos de sus hijos]
y, después de una feliz ancianidad,
lleguen a la vida de los bienaventurados en el reino celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Otras fórmulas de bendición nupcial, núms. 113, 143 y 179.

83. A continuación, omitiendo la oración Señor Jesucristo, se dice La paz del Señor. Entonces los esposos y todos se intercambian una señal de paz y de caridad.

84. Los esposos y sus padres, los testigos y los parientes pueden recibir la comunión bajo las dos especies.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

85. Cuando se puede celebrar la Misa ritual, se emplea la siguiente oración, u otra de las propuestas para esta Misa (núms. 372 y 373).

Oremos.
Por medio de este sacrificio, Señor,
guarda con tu providencia
y haz vivir en un mismo amor
a quienes has unido en santo Matrimonio
[y alimentado con un mismo pan y un mismo cáliz.]
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

CONCLUSIÓN DE LA CELEBRACIÓN

86. Al final de la Misa el sacerdote bendice a los esposos y al pueblo, diciendo:

Nuestro Señor Jesucristo,
que santificó con su presencia las bodas de Caná,
os conceda a vosotros
y a vuestros familiares y amigos
su bendición.
R. Amén.

V. Nuestro Señor Jesucristo,
que amó a su Iglesia hasta el extremo,
os conceda amaros el uno al otro de la misma manera.
R. Amén.

V. Nuestro Señor Jesucristo os conceda
ser testigos fieles de su resurrección en el mundo
y esperar con alegría su venida gloriosa.
R. Amén.

V. Y a todos vosotros que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.

Otras fórmulas, núms. 354 y 356.

87. Terminada la Misa, los testigos y el sacerdote firman el acta de Matrimonio. El acto de firmar puede hacerse en la sacristía o en presencia del pueblo; pero no debe hacerse sobre el altar.

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