CAPÍTULO III.
VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA
79. Se recomienda con empeño la devoción privada y pública a la sagrada Eucaristía, también fuera de la Misa, de acuerdo con las normas establecidas por la autoridad competente, ya que el sacrificio eucarístico es la fuente y el punto culminante de toda la vida cristiana.
En la organización de estos piadosos y santos ejercicios, ténganse en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo. (1)
80. Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia proviene del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual.
Así, pues, la piedad que impulsa a los fieles a adorar la santa Eucaristía los lleva a participar más plenamente en el misterio pascual y a responder con agradecimiento al don de aquel que por medio de su humanidad infunde continuamente la vida divina en los miembros de su Cuerpo. Permaneciendo junto a Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón por ellos y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de fe, esperanza y caridad. Así fomentan las disposiciones debidas que les permiten celebrar con la devoción conveniente el memorial del Señor y recibir frecuentemente el pan que nos ha dado el Padre.
Traten, pues, los fieles de venerar a Cristo Señor en el Sacramento de acuerdo con su propio modo de vida. Y los pastores en este punto vayan delante con su ejemplo y exhórtenlos con sus palabras. (2)
81. Acuérdense además que con esta oración ante Cristo, el Señor, presente en el Sacramento, prolongan la unión con él conseguida en la comunión y renuevan el pacto que los impulsa a mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la fe y el sacramento. Procurarán, pues, que toda su vida discurra con alegría en la fortaleza de este alimento del cielo, participando en la muerte y resurrección del Señor. Así cada uno procure hacer buenas obras, agradar a Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y también proponiéndose llegar a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana. (3)
(2) Cf. ibid., n. 50: l.c., p. 567.
(3) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 13: AAS 59 (1967), p. 549.
(3) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 13: AAS 59 (1967), p. 549.
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