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viernes, 8 de julio de 2016

1. La exposición de la sagrada Eucaristía. Observaciones previas.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

Capítulo III. VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA

1. La exposición de la sagrada Eucaristía

OBSERVACIONES PREVIAS

I. RELACIONES ENTRE LA EXPOSICIÓN y LA MISA

82. La exposición de la sagrada Eucaristía, sea en el copón, sea en la custodia, lleva a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo e invita a la unión de corazón con él, unión que culmina en la comunión sacramental. Así promueve adecuadamente el debido culto en espíritu y en verdad.

Hay que procurar que en tales exposiciones el culto del santísimo Sacramento manifieste su relación con la Misa. En el ornato y en el modo de la exposición evítese cuidadosamente todo lo que en algún modo pueda oscurecer el deseo de Cristo, que instituyó la Eucaristía ante todo para que fuera nuestro alimento, nuestro consuelo y nuestro remedio. (4)

83. Se prohíbe la celebración de la Misa durante el tiempo en que está expuesto el santísimo Sacramento en la misma nave de la iglesia u oratorio.

Pues, aparte de las razones propuestas en el n. 6, la celebración del misterio eucarístico incluye de una manera más perfecta aquella comunión interna a la que se pretende llevar a los fieles con la exposición.

Si la exposición del santísimo Sacramento se prolonga durante uno o varios días seguidos, debe interrumpirse durante la celebración de la Misa, a no ser que la Misa se celebre en una capilla separada de la nave de la exposición y permanezcan en adoración por lo menos algunos fieles. (5)

II. ALGUNAS COSAS QUE HAY QUE OBSERVAR EN LA EXPOSICIÓN

84. Ante el santísimo Sacramento, tanto si está reservado en el sagrario, como si está expuesto para la adoración pública, sólo se hace genuflexión sencilla.

85. Para la exposición del santísimo Sacramento en la custodia se encienden cuatro o seis cirios, es decir, los mismos que en la Misa, y se emplea el incienso. Para la exposición en el copón, enciéndanse por lo menos dos cirios; se puede emplear el incienso.

Exposición prolongada

86. En las iglesias y oratorios en que se reserva la Eucaristía, se recomienda cada año una exposición solemne del santísimo Sacramento, prolongada durante algún tiempo, aunque no sea estrictamente continuado, a fin de que la comunidad local pueda meditar y adorar más intensamente este misterio.

Pero esta exposición se hará solamente si se prevé una asistencia conveniente de fieles. (6)

87. En caso de alguna necesidad grave y general, el Ordinario del lugar puede ordenar preces delante del santísimo Sacramento, expuesto durante algún tiempo más prolongado en aquellas iglesias que son más frecuentadas por los fieles. (7)

88. Donde, por falta de un número conveniente de adoradores, no se puede tener la exposición sin interrupción, está permitido reservar el santísimo Sacramento en el sagrario, en horas previamente determinadas y dadas a conocer, pero no más de dos veces al día, por ejemplo, a mediodía y por la noche.

Esta reserva puede hacerse de modo más simple: el sacerdote o el diácono, revestido de alba (o de sobrepelliz sobre traje talar) y de estola, después de una breve adoración, hecha una oración con los fieles, devuelve el santísimo Sacramento al sagrario. Del mismo modo, a la hora señalada se hace de nuevo la exposición. (8)

Exposición breve

89. Las exposiciones breves del santísimo Sacramento deben ordenarse de tal manera que, antes de la bendición con el santísimo Sacramento, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la oración en silencio prolongada durante algún tiempo.

Se prohíbe la exposición hecha únicamente para dar la bendición. (9)

La adoración en las comunidades religiosas

90. A las comunidades religiosas y otras piadosas asociaciones que, según las constituciones o normas de su Instituto, tienen la adoración perpetua o prolongada por largo tiempo, se les recomienda con empeño que organicen esta piadosa costumbre según el espíritu de la sagrada Liturgia, de forma que, cuando la adoración ante Cristo, el Señor, se tenga con participación de toda la comunidad, se haga con sagradas lecturas, cánticos, sagrado silencio, para fomentar más eficazmente la vida espiritual de la comunidad. De esta manera se promueve entre los miembros de la casa religiosa el espíritu de unidad y fraternidad, de que es signo y realización la Eucaristía, y se practica el culto debido al Sacramento de forma más noble.

También se ha de conservar aquella forma de adoración, muy digna de alabanza, en que los miembros de la comunidad se van turnando de uno en uno o de dos en dos. Porque también de esta forma, según las normas del Instituto, aprobadas por la Iglesia, ellos adoran y ruegan a Cristo, el Señor, en el Sacramento, en nombre de toda la comunidad y de la Iglesia.

III. EL MINISTRO DE LA EXPOSICIÓN DE LA SAGRADA EUCARISTÍA

91. El ministro ordinario de la exposición del santísimo Sacramento es el sacerdote o el diácono que al final de la adoración, antes de reservar el Sacramento, bendice al pueblo con el mismo Sacramento.

Si no hay sacerdote ni diácono, o están legítimamente impedidos, pueden exponer públicamente a la adoración de los fieles la sagrada Eucaristía el acólito y también el ministro extraordinario de la sagrada comunión u otra persona delegada por el Ordinario del lugar.

Todos éstos pueden hacer la exposición abriendo el sagrario, o también, si se juzga oportuno, poniendo el copón sobre el altar, o poniendo la hostia en la custodia. Al final de la adoración guardan el Sacramento en el sagrario. No les es lícito, sin embargo, dar la bendición con el santísimo Sacramento.

92. El ministro, si es sacerdote o diácono, revístase del alba (o la sobrepelliz sobre el traje talar) y de la estola de color blanco.

Los otros ministros lleven o la vestidura litúrgica tradicional en el país, o un vestido que no desdiga de este ministerio y que el Ordinario apruebe.

Para dar la bendición al final de la adoración, cuando la exposición se ha hecho con la custodia, el sacerdote y el diácono pónganse además la capa pluvial y el humeral de color blanco; pero si la bendición se da con el copón, basta con el humeral.

(4) Cf. ibid., n. 60: l.c., p. 570.
(5) Cf. ibid., n. 61: l.c., pp. 570-571.

(6) Cf. ibid., n. 63: l. c., p. 571.
(7) Cf. ibid., n. 64: l. c., p. 572.
(8) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 65: AAS 59 (1967), p. 572.

(9) Cf . ibid., n. 66: AAS 59 (1967), p. 572.

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