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viernes, 29 de julio de 2016

Textos eucarísticos: Lecturas del Antiguo Testamento.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

CAPÍTULO IV.
TEXTOS VARIOS PARA LA DISTRIBUCIÓN DE LA SAGRADA COMUNIÓN FUERA DE LA MISA Y PARA LA ADORACIÓN Y LA PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

1. LECTURAS BÍBLICAS

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

113.
1. Sacó pan y vino
Lectura del libro del Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
-"Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador del cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos."
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.

Palabra de Dios.


114.
2. Cuando vea la sangre, el Señor pasará de largo
Lectura del libro del Éxodo 12, 21-27

En aquellos días, Moisés llamó a todos los ancianos de Israel y les dijo:
-"Escogeos una res por familia y degollad la víctima de Pascua.
Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre del plato y untad de sangre el dintel y las dos jambas; y ninguno de vosotros salga por la puerta de casa hasta la mañana siguiente.
El Señor va a pasar hiriendo a Egipto, y, cuando vea la sangre en el dintel y las jambas, el Señor pasará de largo y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir.
Cumplid la palabra del Señor: es ley perpetua para vosotros y vuestros hijos.
Y, cuando entréis en la tierra que el Señor os va a dar, según lo prometido, observaréis este rito.
Y, cuando os pregunten vuestros hijos qué significa este rito, les responderéis: "Es el sacrificio de la Pascua del Señor. Él pasó en Egipto, junto a las casas de los israelitas, hiriendo a los egipcios y protegiendo nuestras casas."" El pueblo se inclinó y se prosternó.

Palabra de Dios.


115.
3. Yo haré llover pan del cielo
Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
-"¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad."
El Señor dijo a Moisés:
-"Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas.
Diles: "Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaré de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios." "
Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:
-"Qué es esto?"
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
-"Es el pan que el Señor os da de comer."

Palabra de Dios.


116.
4. Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros
Lectura del libro del Éxodo 24, 3-8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:
-"Haremos todo lo que dice el Señor."
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
-"Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos."
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
-"Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos."

Palabra de Dios.


118.
6. Con la fuerza de aquel alimento, caminó hasta eI monte de Dios
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 4-8

En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte:
-"¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!"
Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo:
-"¡Levántate, come!"
Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor lo volvió a tocar y le dijo:
-"¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas."
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Palabra de Dios.


119.
7. Comed de mi pan y bebed el vino que he mezclado
Lectura del libro de los Proverbios 9, 1-6

La Sabiduría se ha construido su casa
plantando siete columnas,
ha preparado el banquete,
mezclado el vino y puesto la mesa;
ha despachado a sus criados
para que lo anuncien
en los puntos que dominan la ciudad:
"Los inexpertos que vengan aquí,
quiero hablar a los faltos de juicio:
"Venid a comer de mi pan
y a beber el vino que he mezclado;
dejad la inexperiencia y viviréis,
seguid el camino de la prudencia." "

Palabra de Dios.

miércoles, 27 de julio de 2016

Rito para distribuir la Sagrada Comunión fuera de la Misa. 2. Rito con una breve celebración de la Palabra de Dios.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

RITO PARA DISTRIBUIR LA SAGRADA COMUNIÓN FUERA DE LA MISA

2. RITO CON UNA BREVE CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

42. Esta forma se emplea cuando las circunstancias no aconsejan la celebración extensa de la Palabra de Dios, especialmente cuando sólo van a comulgar uno o dos, y por tanto no se puede organizar una verdadera celebración comunitaria.

Ritos iniciales

43. Una vez preparado todo (según los nn. 19-20, el ministro saluda a los que van a comulgar (n. 27) y los invita a hacer el acto penitencial (n. 28).

Lectura breve de la Palabra de Dios

44. Luego, omitida la celebración de la Palábra de Dios, uno de los presentes, o el mismo ministro, según la oportunidad, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, que trate del pan de vida.

Jn 6, 54-55:

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

Jn 6, 54-58:
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en é1.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.

Jn 14, 6:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Jn 14, 23:
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

Jn 15, 4:
Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

1 Co 11, 26:
Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva.

Puede elegirse también otro texto adecuado entre los que se proponen en los nn. 113 y siguientes.

Sagrada comunión

45. El ministro toma el vaso o copón con el Cuerpo del Señor, lo pone sobre el altar y hace genuflexión. Después introduce la oración dominical con estas o parecidas palabras:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Y todos juntos prosiguen:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

46. A continuación, el ministro hace genuflexión, toma la hostia y, elevándola un poco sobre el vaso o copón, vuelto hacia los comulgantes, dice:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y los que van a comulgar añaden una sola vez:
Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

47. Si también el ministro comulga, dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y con reverencia sume el Cuerpo de Cristo.

48. Después toma el vaso o copón, se acerca a los comulgantes y, elevando un poco la hostia, la muestra a cada uno y dice:
El Cuerpo de Cristo.
Y el que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.

49. Acabada la distribución de la comunión, si queda algún fragmento sobre la patena, el ministro lo echa en el copón y se purifica las manos, si lo juzga necesario. Si quedan algunas formas, guarda el Sacramento en el sagrario y hace genuflexión.
Entonces, si se juzga conveniente, se puede observar algún momento de sagrado silencio, o se puede entonar algún salmo o cántico de alabanza.


50. A continuación, el ministro concluye con esta oración:
Oremos.
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.

Otras oraciones "ad libitum", nn. 179-188.
Durante el tiempo pascual son preferibles las oraciones indicadas en los nn. 189-191.

Rito de conclusión

51. Después el ministro, si es sacerdote o diácono, vuelto al pueblo, extiende las manos y dice:
El Señor esté con vosotros.
Todos:
Y con tu espíritu.
Y bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Todos responden:
Amén.
------------------------------------------------
52. Si el ministro no es sacerdote ni diácono, invocando la bendición de Dios y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
O bien:
El Señor omnipotente y misericordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde.
Todos responden:
Amén.
----------------------------------------------
53. Finalmente el ministro dice:
Podéis ir en paz.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.

Entonces, hecha la debida reverencia, el ministro se retira.

jueves, 21 de julio de 2016

Rito para distribuir la Sagrada Comunión fuera de la Misa. 1. Rito con una celebración extensa de la Palabra de Dios.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

RITO PARA DISTRIBUIR LA SAGRADA COMUNIÓN FUERA DE LA MISA

1. RITO CON UNA CELEBRACIÓN EXTENSA DE LA PALABRA DE DIOS

26. Esta forma se ha de emplear principalmente cuando no se celebra la Misa o cuando la sagrada comunión se distribuye a horas fijas, de modo que los fieles también se alimenten en la mesa de la Palabra de Dios. Porque, oyendo la Palabra de Dios, conocen que las maravillas divinas que se proclaman culminan en el misterio pascual, cuyo memorial se celebra sacramentalmente en la Misa, y en el cual participan por la comunión. Además, recibiendo la palabra de Dios y alimentados con ella, son llevados a la participación fructuosa de los misterios de la salvación en la acción de gracias.

Ritos iniciales

27. Una vez preparado todo (según los nn. 19-20), y congregados los fieles, el ministro saluda a los presentes.
Si es sacerdote o diácono, dice:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
O bien:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos vosotros.
O bien:
El Señor esté con vosotros.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
------------------------------------------------
Si el ministro no es sacerdote o diácono, saluda a los presentes con estas o parecidas palabras:
Hermanos, bendecid al Señor, que nos (o bien: os) invita benignamente a la mesa del Cuerpo de Cristo.

Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor.
------------------------------------------------
También pueden emplearse otras palabras de la Sagrada Escritura, con las que se acostumbra a saludar a los fieles.

28. Se hace después el acto penitencial.
-----------------------------------------------------
Primera fórmula
El ministro invita a los comulgantes al arrepentimiento, diciendo:
Hermanos: Para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos juntos, hacen la confesión:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Dándose golpes de pecho añaden:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Y a continuación:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
El ministro concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos responden:
Amén.
----------------------------------------------------
Segunda fórmula

El ministro invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: Para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el ministro dice:

V. Señor ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
El mismo concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos responden:
Amén.
----------------------------------------------------
Tercera fórmula

El ministro invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: Para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el ministro, o uno de los asistentes, hace las siguientes u otras invocaciones con el Señor, ten piedad:
V. Tú que por el misterio pascual nos has obtenido la salvación: Señor ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que no cesas de actualizar entre nosotros las maravillas de tu pasión: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que por la comunión de tu Cuerpo nos haces participar del sacrificio pascual: Señor ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
El ministro concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos responden:
Amén.
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Celebración de la Palabra de Dios

29. Después se tiene la celebración de la Palabra, del mismo modo que en la Misa. Los textos se toman, según convenga, de la liturgia del día, o de las lecturas de las Misas votivas de la santísima Eucaristía (Leccionario VI, pp. 359-384), o de la Preciosísima Sangre de Jesús (ibid., pp. 394-403), o las que se proponen en los nn. 113-151 de este Ritual.


Lecturas del Antiguo Testamento.
Lecturas del Nuevo Testamento.
Evangelios.

También pueden elegirse otros textos de los leccionarios, si se juzga oportuno, más adaptados a las peculiares circunstancias, principalmente las lecturas de la Misa votiva del Sagrado Corazón de Jesús (Leccionario VI, pp. 404-425).

Se pueden emplear una o varias lecturas, según parezca oportuno. Después de la primera lectura póngase un salmo u otro canto, o también puede observarse en su lugar una pausa de sagrado silencio. La celebración de la Palabra se concluye con la oración universal o de los fieles.


Sagrada comunión

30. Acabada la oración de los fieles, el ministro se acerca al lugar en que se guarda la Eucaristía, toma el vaso o copón con el Cuerpo del Señor, lo pone sobre el altar y hace genuflexión. Después introduce la oración dominical con estas o parecidas palabras:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Y todos juntos prosiguen:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

31. Después, si lo juzga oportuno, invita a los fieles con estas o parecidas palabras:
Daos fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz, manifestando la caridad común.

32. A continuación, el ministro hace genuflexión, toma la hostia y, elevándola un poco sobre el vaso o copón, vuelto hacia los comulgantes, dice:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y los que van a comulgar añaden una sola vez:
Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

33. Si también el ministro comulga, dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y con reverencia sume el Cuerpo de Cristo.

34. Después toma el vaso o copón, se acerca a los comulgantes y, elevando un poco la hostia, la muestra a cada uno y dice:
El Cuerpo de Cristo.
Y el que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.

35. Mientras se distribuye la comunión, puede cantarse algún canto oportuno.

36. Acabada la distribución de la comunión, si queda algún fragmento sobre la patena, el ministro lo echa en el copón y se purifica las manos, si lo juzga necesario. Si quedan algunas formas, guarda el Sacramento en el sagrario y hace genuflexión.

37. Entonces, si se juzga conveniente, se puede observar algún momento de sagrado silencio, o se puede entonar algún salmo o cántico de alabanza.

38. A continuación, el ministro concluye con esta oración:
Oremos.
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.

Otras oraciones "ad libitum", nn. 179-188.

Durante el tiempo pascual son preferibles las oraciones indicadas en los nn. 189-191.

Rito de conclusión

39. Después el ministro, si es sacerdote o diácono, vuelto al pueblo, extiende las manos y dice:
El Señor esté con vosotros.
Todos:
Y con tu espíritu.

Y bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Todos responden:
Amén.

En lugar de esta fórmula se puede emplear también la bendición solemne o la oración sobre el pueblo, según vienen en el Misal romano para la bendición al fin de la Misa.
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40. Si el ministro no es sacerdote ni diácono, invocando la bendición de Dios y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
O bien:
El Señor omnipotente y misericordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde.
Todos responden:
Amén.
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41. Finalmente el ministro dice:
Podéis ir en paz.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.

Entonces, hecha la debida reverencia, el ministro se retira.

martes, 19 de julio de 2016

3. Los congresos eucarísticos.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

Capítulo III. VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA

3. Los congresos eucarísticos.

109. Los congresos eucarísticos, que en los tiempos modernos se han introducido en la vida de la Iglesia como peculiar manifestación del culto eucarístico, se han de mirar como una "statio", a la cual alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una Iglesia local invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el mundo, para profundizar juntamente el misterio de la Eucaristía bajo algún aspecto particular y venerarlo públicamente con el vínculo de la caridad y de la unidad.

Conviene que tales congresos sean verdadero signo de fe y caridad por la plena participación de la Iglesia local y por la significativa aportación de las otras Iglesias.

110. Háganse los oportunos estudios, ya en la Iglesia local, ya en las otras Iglesias, sobre el lugar, temario y el programa de actos del congreso que se va a celebrar, para que se consideren las verdaderas necesidades y se favorezca el progreso de los estudios teológicos y el bien de la Iglesia local. Para este trabajo de investigación búsquese el asesoramiento de los teólogos, escrituristas, liturgistas y pastoralistas, sin olvidar a los versados en las ciencias humanas.

111. Para preparar un congreso se ha de hacer sobre todo:

a) Una catequesis más profunda y acomodada a la cultura de los diversos grupos humanos aceÍca de la Eucaristía, principalmente en cuanto constituye el misterio de Cristo viviente y operante en la Iglesia.

b) Una participación más activa en la sagrada Liturgia, que fomente al mismo tiempo la escucha religiosa de la palabra de Dios y el sentido fraterno de la comunidad. (13)

c) Una investigación de los recursos y la puesta en marcha de obras sociales para la promoción humana y para la debida comunicación de bienes, incluso temporales, a ejemplo de la primitiva comunidad cristiana, (14) para que el fermento evangélico se difunda desde la mesa eucarística por todo el orbe como fuerza de edificación de la sociedad actual y prenda de la futura. (15)

112. Criterios para organizar la celebración de un congreso eucarístico: (16)

a) La celebración de la Eucaristía sea verdaderamente el centro y la culminación a la que se dirijan todos los proyectos y los diversos ejercicios de piedad.

b) Las celebraciones de la Palabra de Dios, las sesiones catequísticas y otras conferencias públicas tiendan sobre todo a que el tema propuesto se investigue con mayor profundidad, y se propongan con mayor claridad los aspectos prácticos a fin de llevarlos a efecto.

c) Concédase la oportunidad de tener oraciones comunes y la adoración prolongada ante el santísimo Sacramento expuesto, en determinadas iglesias que se juzguen más a propósito para este ejercicio de piedad.

d) En cuanto a organizar una procesión en que se traslade el santísimo Sacramento con himnos y preces públicas por las calles de la ciudad, guárdense las normas para las procesiones eucarísticas, (17) mirando a las condiciones sociales y religiosas del lugar.

(13) Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, nn. 41-52; Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, n. 26.
(14) Cf. Hch 4, 32.

(15) Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 47; Decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, n. 15.
(16) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 67: AAS 59 (1967), pp. 572-573.
(17) Cf. supra, nn. 101-108.

domingo, 17 de julio de 2016

2. Las procesiones eucarísticas.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

Capítulo III. VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA

2. Las procesiones eucarísticas

101. El pueblo cristiano da testimonio público de fe y piedad hacia el santísimo Sacramento con las procesiones en que se lleva la Eucaristía por las calles con solemnidad y con cantos.

Corresponde al Obispo diocesano juzgar sobre la oportunidad, en las circunstancias actuales, acerca del tiempo, lugar y organización de tales procesiones, para que se lleven a cabo con dignidad y sin detrimento de la reverencia debida a este santísimo Sacramento. (12)

102. Entre las procesiones eucarísticas tiene especial importancia y significación en la vida pastoral de la parroquia o de la ciudad la que suele celebrarse todos los años en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, o en algún otro día más oportuno, cercano a esta solemnidad. Conviene, pues, donde las circunstancias actuales lo permitan y verdaderamente pueda ser signo colectivo de fe y de adoración, que se conserve esta procesión, de acuerdo con las normas del derecho.

Pero si se trata de grandes ciudades, y la necesidad pastoral así lo aconseja, se puede, a juicio del Obispo diocesano, organizar otras procesiones en las barriadas principales de la ciudad. Pero donde no se pueda celebrar la procesión en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, conviene que se tenga otra celebración pública para toda la ciudad o para sus barriadas principales en la iglesia catedral o en otros lugares oportunos.

103. Conviene que la procesión con el santísimo Sacramento se celebre a continuación de la Misa, en la que se consagre la hostia que se ha de llevar en la procesión. Sin embargo, nada impide que la procesión se haga después de la adoración pública y prolongada que siga a la Misa.

104. Las procesiones eucarísticas se organizarán según los usos de la región, ya en lo que respecta al ornato de plazas y calles, ya en lo que toca a la regulación de los participantes. Durante el recorrido, según lo aconseje la costumbre y el bien pastoral, pueden hacerse algunas estaciones o paradas, aun con la bendición eucarística. Los cantos y oraciones que se tengan se ordenarán a que todos manifiesten su fe en Cristo y se dediquen solamente al Señor.

105. El sacerdote que lleva el Sacramento, si la procesión sigue inmediatemente a la Misa, puede conservar los ornamentos utilizados en la celebración de la Misa, o bien ponerse la capa pluvial de color blanco; pero si la procesión no sigue inmediatamente a la Misa, tome la capa pluvial.

106. Utilícense, según los usos de la región, cirios, incienso y palio, bajo el cual irá el sacerdote que lleva el Sacramento.

107. Conviene que la procesión vaya de una iglesia a otra; sin embargo, si las circunstancias del lugar lo aconsejan, se puede volver a la misma iglesia de la que salió.

108. Al final se da la bendición con el santísimo Sacramento en la iglesia en que acaba la procesión, o en otro lugar oportuno; y se reserva el santísimo Sacramento.

(12) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 59: AAS 59 (1967), p. 570

jueves, 14 de julio de 2016

Rito de la Exposición y Bendición Eucarística.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

RITO DE LA EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA

La exposición

93. Congregado el pueblo, que puede entonar algún canto, si se juzga oportuno, el ministro se acerca al altar. Si el Sacramento no está reservado en el altar en que se va a tener la exposición, el ministro, cubierto con el humeral, lo traslada desde el lugar de la reserva, acompañándolo algunos ayudantes o algunos fieles con cirios encendidos.

Póngase el copón o la custodia sobre la mesa del altar cubierta con un mantel. Pero si la exposición se alarga durante un tiempo prolongado, y se hace con la custodia, se puede utilizar el trono o expositorio, situado en un lugar más elevado; pero evítese que esté demasiado alto y distante. 
(10)

Expuesto el santísimo Sacramento, si se emplea la custodia, el ministro inciensa al Sacramento. Después de esto, si la adoración se prolonga durante un tiempo bastante largo, puede retirarse.

94. Si se trata de la exposición solemne y prolongada, conságrese en la Misa que preceda inmediatamente a la exposición la hostia, que se ha de exponer a la adoración, y póngase en la custodia sobre el altar después de la comunión. Entonces la Misa concluirá con la oración después de la comunión, omitiéndose el rito de despedida; y, antes de retirarse, el sacerdote ponga el Sacramento, si se juzga conveniente, sobre el trono o expositorio e inciénselo.

La adoración

95. Durante la exposición, las preces, cantos y lecturas deben organizarse de manera que los fieles, atentos a la oración, se dediquen a Cristo, el Señor.

Para alimentar la oración íntima, háganse lecturas de la Sagrada Escritura con homilía, o breves exhortaciones, que lleven a una mayor estima del misterio eucarístico. Conviene también que los fieles respondan con cantos a la palabra de Dios. En momentos oportunos debe guardarse un silencio sagrado.



Lecturas del Antiguo Testamento.
Lecturas del Nuevo Testamento.
Evangelios.

96. Ante el santísimo Sacramento, expuesto durante un tiempo prolongado, puede celebrarse también alguna parte de la Liturgia de las Horas, especialmente las Horas principales; por su medio las alabanzas y acciones de gracias que se tributan a Dios en la celebración de la Eucaristía se amplían a las diferentes horas del día, y las súplicas de la Iglesia se dirigen a Cristo y por él al Padre en nombre de todo el mundo.

La bendición

97. Hacia el final de la adoración el sacerdote o diácono se acerca al altar, hace genuflexión y se arrodilla, y se canta un himno u otro canto eucarístico. (11) Mientras tanto, el ministro, arrodillado, inciensa el santísimo Sacramento, cuando la exposición tenga lugar con la custodia.

98. Luego se levanta y dice:
Oremos.
Se hace una breve pausa en silencio, y el ministro prosigue:
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas
venerar de tal modo los sagrados misterios
de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.

Otras oraciones "ad libitum", nn. 193-198.

99. Dicha la oración, el sacerdote o diácono, tomando el humeral, hace genuflexión, toma la custodia o copón y hace con la una o el otro en silencio la señal de la cruz sobre el pueblo.

La reserva

100. Acabada la bendición, el mismo sacerdote o diácono que dio la bendición, u otro sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el sagrario y hace genuflexión, mientras el pueblo, si se juzga oportuno, hace alguna aclamación, y finalmente el ministro se retira.

(10) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 62: AAS 59 (1967), p. 571.
(11) Cf. infra, nn. 152-168.

viernes, 8 de julio de 2016

1. La exposición de la sagrada Eucaristía. Observaciones previas.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

Capítulo III. VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA

1. La exposición de la sagrada Eucaristía

OBSERVACIONES PREVIAS

I. RELACIONES ENTRE LA EXPOSICIÓN y LA MISA

82. La exposición de la sagrada Eucaristía, sea en el copón, sea en la custodia, lleva a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo e invita a la unión de corazón con él, unión que culmina en la comunión sacramental. Así promueve adecuadamente el debido culto en espíritu y en verdad.

Hay que procurar que en tales exposiciones el culto del santísimo Sacramento manifieste su relación con la Misa. En el ornato y en el modo de la exposición evítese cuidadosamente todo lo que en algún modo pueda oscurecer el deseo de Cristo, que instituyó la Eucaristía ante todo para que fuera nuestro alimento, nuestro consuelo y nuestro remedio. (4)

83. Se prohíbe la celebración de la Misa durante el tiempo en que está expuesto el santísimo Sacramento en la misma nave de la iglesia u oratorio.

Pues, aparte de las razones propuestas en el n. 6, la celebración del misterio eucarístico incluye de una manera más perfecta aquella comunión interna a la que se pretende llevar a los fieles con la exposición.

Si la exposición del santísimo Sacramento se prolonga durante uno o varios días seguidos, debe interrumpirse durante la celebración de la Misa, a no ser que la Misa se celebre en una capilla separada de la nave de la exposición y permanezcan en adoración por lo menos algunos fieles. (5)

II. ALGUNAS COSAS QUE HAY QUE OBSERVAR EN LA EXPOSICIÓN

84. Ante el santísimo Sacramento, tanto si está reservado en el sagrario, como si está expuesto para la adoración pública, sólo se hace genuflexión sencilla.

85. Para la exposición del santísimo Sacramento en la custodia se encienden cuatro o seis cirios, es decir, los mismos que en la Misa, y se emplea el incienso. Para la exposición en el copón, enciéndanse por lo menos dos cirios; se puede emplear el incienso.

Exposición prolongada

86. En las iglesias y oratorios en que se reserva la Eucaristía, se recomienda cada año una exposición solemne del santísimo Sacramento, prolongada durante algún tiempo, aunque no sea estrictamente continuado, a fin de que la comunidad local pueda meditar y adorar más intensamente este misterio.

Pero esta exposición se hará solamente si se prevé una asistencia conveniente de fieles. (6)

87. En caso de alguna necesidad grave y general, el Ordinario del lugar puede ordenar preces delante del santísimo Sacramento, expuesto durante algún tiempo más prolongado en aquellas iglesias que son más frecuentadas por los fieles. (7)

88. Donde, por falta de un número conveniente de adoradores, no se puede tener la exposición sin interrupción, está permitido reservar el santísimo Sacramento en el sagrario, en horas previamente determinadas y dadas a conocer, pero no más de dos veces al día, por ejemplo, a mediodía y por la noche.

Esta reserva puede hacerse de modo más simple: el sacerdote o el diácono, revestido de alba (o de sobrepelliz sobre traje talar) y de estola, después de una breve adoración, hecha una oración con los fieles, devuelve el santísimo Sacramento al sagrario. Del mismo modo, a la hora señalada se hace de nuevo la exposición. (8)

Exposición breve

89. Las exposiciones breves del santísimo Sacramento deben ordenarse de tal manera que, antes de la bendición con el santísimo Sacramento, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la oración en silencio prolongada durante algún tiempo.

Se prohíbe la exposición hecha únicamente para dar la bendición. (9)

La adoración en las comunidades religiosas

90. A las comunidades religiosas y otras piadosas asociaciones que, según las constituciones o normas de su Instituto, tienen la adoración perpetua o prolongada por largo tiempo, se les recomienda con empeño que organicen esta piadosa costumbre según el espíritu de la sagrada Liturgia, de forma que, cuando la adoración ante Cristo, el Señor, se tenga con participación de toda la comunidad, se haga con sagradas lecturas, cánticos, sagrado silencio, para fomentar más eficazmente la vida espiritual de la comunidad. De esta manera se promueve entre los miembros de la casa religiosa el espíritu de unidad y fraternidad, de que es signo y realización la Eucaristía, y se practica el culto debido al Sacramento de forma más noble.

También se ha de conservar aquella forma de adoración, muy digna de alabanza, en que los miembros de la comunidad se van turnando de uno en uno o de dos en dos. Porque también de esta forma, según las normas del Instituto, aprobadas por la Iglesia, ellos adoran y ruegan a Cristo, el Señor, en el Sacramento, en nombre de toda la comunidad y de la Iglesia.

III. EL MINISTRO DE LA EXPOSICIÓN DE LA SAGRADA EUCARISTÍA

91. El ministro ordinario de la exposición del santísimo Sacramento es el sacerdote o el diácono que al final de la adoración, antes de reservar el Sacramento, bendice al pueblo con el mismo Sacramento.

Si no hay sacerdote ni diácono, o están legítimamente impedidos, pueden exponer públicamente a la adoración de los fieles la sagrada Eucaristía el acólito y también el ministro extraordinario de la sagrada comunión u otra persona delegada por el Ordinario del lugar.

Todos éstos pueden hacer la exposición abriendo el sagrario, o también, si se juzga oportuno, poniendo el copón sobre el altar, o poniendo la hostia en la custodia. Al final de la adoración guardan el Sacramento en el sagrario. No les es lícito, sin embargo, dar la bendición con el santísimo Sacramento.

92. El ministro, si es sacerdote o diácono, revístase del alba (o la sobrepelliz sobre el traje talar) y de la estola de color blanco.

Los otros ministros lleven o la vestidura litúrgica tradicional en el país, o un vestido que no desdiga de este ministerio y que el Ordinario apruebe.

Para dar la bendición al final de la adoración, cuando la exposición se ha hecho con la custodia, el sacerdote y el diácono pónganse además la capa pluvial y el humeral de color blanco; pero si la bendición se da con el copón, basta con el humeral.

(4) Cf. ibid., n. 60: l.c., p. 570.
(5) Cf. ibid., n. 61: l.c., pp. 570-571.

(6) Cf. ibid., n. 63: l. c., p. 571.
(7) Cf. ibid., n. 64: l. c., p. 572.
(8) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 65: AAS 59 (1967), p. 572.

(9) Cf . ibid., n. 66: AAS 59 (1967), p. 572.

martes, 5 de julio de 2016

Capítulo III. Varias formas de culto a la Sagrada Eucaristía.

Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa, 21-junio-1973

CAPÍTULO III. 

VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SAGRADA EUCARISTÍA

79. Se recomienda con empeño la devoción privada y pública a la sagrada Eucaristía, también fuera de la Misa, de acuerdo con las normas establecidas por la autoridad competente, ya que el sacrificio eucarístico es la fuente y el punto culminante de toda la vida cristiana.

En la organización de estos piadosos y santos ejercicios, ténganse en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo. (1)

80. Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia proviene del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual.

Así, pues, la piedad que impulsa a los fieles a adorar la santa Eucaristía los lleva a participar más plenamente en el misterio pascual y a responder con agradecimiento al don de aquel que por medio de su humanidad infunde continuamente la vida divina en los miembros de su Cuerpo. Permaneciendo junto a Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón por ellos y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de fe, esperanza y caridad. Así fomentan las disposiciones debidas que les permiten celebrar con la devoción conveniente el memorial del Señor y recibir frecuentemente el pan que nos ha dado el Padre.

Traten, pues, los fieles de venerar a Cristo Señor en el Sacramento de acuerdo con su propio modo de vida. Y los pastores en este punto vayan delante con su ejemplo y exhórtenlos con sus palabras. (2)

81. Acuérdense además que con esta oración ante Cristo, el Señor, presente en el Sacramento, prolongan la unión con él conseguida en la comunión y renuevan el pacto que los impulsa a mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la fe y el sacramento. Procurarán, pues, que toda su vida discurra con alegría en la fortaleza de este alimento del cielo, participando en la muerte y resurrección del Señor. Así cada uno procure hacer buenas obras, agradar a Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y también proponiéndose llegar a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana. (3)

(1) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 58: AAS 59 (1967), p. 569.
(2) Cf. ibid., n. 50: l.c., p. 567.
(3) Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, n. 13: AAS 59 (1967), p. 549.